Distintivo del RI 7 “Coronel Conde”:
Regimiento 7 de Infantería
Chile restaurado por el valor en Chacabuco 1817
La patria a los vencedores de los Andes
Noche sangrienta en Monte Longdon
Testimonio del teniente coronel Carlos E. Carrizo Salvadores
Fue la llave de la ofensiva terrestre británica. El combate del monte Longdon por donde las tropas británicas atacaron para llegar a Puerto Argentino. Duró 12 horas consecutivas. Lo libró una compañía reforzada del regimiento 7 de infantería, con sede en la Plata.
Sobre esta acción testimonia quien fuera jefe del sector, el mayor Carlos E. Carrizo Salvadores, un catamarqueño.
“El RI 7 tenía un frente de doce kilómetros. A mi me correspondió el ala izquierda con 4 kilómetros de largo por unos 5 de fondo. Asistí desde las alturas del monte Longdon al bombardeo del primero de mayo a Puerto Argentino. Fue un espectáculo dantesco con fuego de la artillería antiaérea. Vi como un Harrier se alejaba dejando una estela de humo y a otro estallar y caer. Ahí comenzó en realidad la guerra.”
“En el horizonte asistimos al desplazamiento de tres fragatas y poco después empezó el bombardeo naval sobre nuestras posiciones que no nos abandonaría hasta el final de la lucha. La primera baja, la del soldado Turino, la tuvimos el 10 de junio cuando nos atacaron dos Harrier. Los ingleses forzaron el 7 la toma del monte Kent. Ya los teníamos cerca.”
“El 11 de junio a la noche estaba escuchando al Papa hablando desde Luján. Suena el teléfono y el teniente Juan Domingo Baldini me informa de una infiltración del enemigo en el sector oeste. Al rato se pierde la comunicación telefónica. Los cables quedaron cortados. La tropa de Baldini pelea cuerpo a cuerpo. Retomamos el contacto con el grupo por la radio con el riesgo que localicen nuestra posición de comando. Sabemos de la muerte de Baldini, del cabo Ríos y del teniente Ramos al intentar un contraataque para recuperar las posiciones más altas.”
“La situación es crítica. Ordeno al teniente Hugo Quiroga un contraataque. Otra lucha cuerpo a cuerpo. Hay bajas de ambos lados. Se logra estabilizar el frente de ataque inglés, pero el fuego de la artillería enemiga continúa. Los proyectiles estallan por todas partes, a metros donde teníamos el comando. Los ingleses nos están envolviendo. Pido refuerzos y llega tropa al mando del teniente Raúl Castañeda. Realiza un contraataque por el sector noroeste.”
“Son las tres de la madrugada. Castañeda tiene éxito. Hace retroceder a los ingleses. Dura poco. Evidente que el enemigo ya recibió refuerzos. Calculo que en ese momento la superioridad de ellos era del orden de 10 a 1. Se pelea. Varias horas de combates de cerca. Tan cerca que el cuerpo a cuerpo se realiza a unos 30 metros del comando. La artillería seguía batiéndonos. La situación se hizo insostenible. Teníamos bajas numerosas. Informo de la situación. El general Jofre dispone el repliegue. Lo hacemos bajo el fuego demoledor de la artillería enemiga. Aprovechamos el descanso entre andanadas y andanada para enviar a retaguardia, a través de 8 kilómetros, a grupos de ocho hombres. Eran las 6 de la mañana.”
“Dos horas después, a las 8 del día 12, pasamos lista. Habíamos regresado 78 hombres de los 278 que participamos de la batalla por el Monte Longdon. Los otros estaban muertos, heridos o copados por el enemigo.”
“Ese mismo día intentamos requiparnos en Puerto Argentino. Íbamos al hospital a tomar las armas y los equipos de los soldados que llegaban heridos. No tuvimos tiempo. El fin de la guerra estaba próximo. El enemigo ya golpeaba las puertas de Puerto Argentino dominando todas las alturas. El bombardeo de la artillería terrestre y desde el mar no cesaba.”
“Regresé junto al resto del regimiento 7 en el Canberra, el día 16. Ayudé a la tarea de ordenar el embarque junto a un sargento inglés gordito y petiso con gruesos lentes, con aspecto intelectual. El hombre era licenciado en psicología. Hablaba cuatro idiomas, incluyendo el español. Muy educado y conversador. Cuando toda la tropa estaba a bordo del buque prisión, me hizo un comentario. “Ustedes los profesionales deben cuidar de estos muchachos que son civiles con uniformes de soldados. “Cuando me aprestaba a quedarme junto a los oficiales de graduación, el sargento hizo una gestión ante la superioridad y me invitó a embarcarme junto a la tropa del RI 7 que quedó bajo mis órdenes.”
“Fue una extraordinaria experiencia. Estoy feliz de haber participado de la guerra y contento por haber regresado sano física y espiritualmente. Y lo volvería a hacer. Asistí a formidables ejemplos de valor. El RI 7 no tuvo un soldado desertor. Y luchó hasta el fin. Ninguno de los oficiales o soldados fueron muertos por la espalda.”
“Hubo un solo caso de insubordinación de un cabo contra un sargento. LE correspondía ir a retaguardia y ser juzgado por el tribunal militar. No lo hice. Le pregunté si había venido a pelear contra los ingleses o contra nosotros. Le pidió disculpas al sargento. El cabo fue herido en combate y condecorado. La guerra exige mucho cuidado en el trato. Se viven situaciones límites que nada tienen que ver con los tiempos de paz.”
“El sargento Spizzuoco era el encargado de la comida. La sopa era tan valiosa que no le importaban los bombardeos. Una tarde venía con la olla humeante y comenzó un bombardeo. Nosotros le gritábamos que se tirara al pozo. No nos hizo caso. Apenas se arrodilló con la olla en actitud de protegerla. Siguió viaje hasta nosotros una vez que terminó el fuego.”
“Desde entonces, todos los 11 de junio me reúno con el grupo de soldados que estaban afectados a mi comando que funcionaba en una casilla protegida por piedras donde cabíamos sólo dos. Vamos a cenar a La Plata y luego seguimos hablando de las Malvinas. Son los soldados Magno, Crespo, García, Martagliatti, Rosas y Cunningham un inglés que vive en Florencio Varela. La guerra nos unió para siempre. De alguna manera seguimos manteniendo el mismo espíritu de cuerpo que al RI 7 le permitió enfrentar hasta las últimas consecuencias a los ingleses en el Monte Longdon. Porque, no hace falta decirlo, estoy orgulloso de todos los oficiales, suboficiales y soldados que estuvieron a mis órdenes.”
Saludos!
Regimiento 7 de Infantería
Chile restaurado por el valor en Chacabuco 1817
La patria a los vencedores de los Andes
Noche sangrienta en Monte Longdon
Testimonio del teniente coronel Carlos E. Carrizo Salvadores
Fue la llave de la ofensiva terrestre británica. El combate del monte Longdon por donde las tropas británicas atacaron para llegar a Puerto Argentino. Duró 12 horas consecutivas. Lo libró una compañía reforzada del regimiento 7 de infantería, con sede en la Plata.
Sobre esta acción testimonia quien fuera jefe del sector, el mayor Carlos E. Carrizo Salvadores, un catamarqueño.
“El RI 7 tenía un frente de doce kilómetros. A mi me correspondió el ala izquierda con 4 kilómetros de largo por unos 5 de fondo. Asistí desde las alturas del monte Longdon al bombardeo del primero de mayo a Puerto Argentino. Fue un espectáculo dantesco con fuego de la artillería antiaérea. Vi como un Harrier se alejaba dejando una estela de humo y a otro estallar y caer. Ahí comenzó en realidad la guerra.”
“En el horizonte asistimos al desplazamiento de tres fragatas y poco después empezó el bombardeo naval sobre nuestras posiciones que no nos abandonaría hasta el final de la lucha. La primera baja, la del soldado Turino, la tuvimos el 10 de junio cuando nos atacaron dos Harrier. Los ingleses forzaron el 7 la toma del monte Kent. Ya los teníamos cerca.”
“El 11 de junio a la noche estaba escuchando al Papa hablando desde Luján. Suena el teléfono y el teniente Juan Domingo Baldini me informa de una infiltración del enemigo en el sector oeste. Al rato se pierde la comunicación telefónica. Los cables quedaron cortados. La tropa de Baldini pelea cuerpo a cuerpo. Retomamos el contacto con el grupo por la radio con el riesgo que localicen nuestra posición de comando. Sabemos de la muerte de Baldini, del cabo Ríos y del teniente Ramos al intentar un contraataque para recuperar las posiciones más altas.”
“La situación es crítica. Ordeno al teniente Hugo Quiroga un contraataque. Otra lucha cuerpo a cuerpo. Hay bajas de ambos lados. Se logra estabilizar el frente de ataque inglés, pero el fuego de la artillería enemiga continúa. Los proyectiles estallan por todas partes, a metros donde teníamos el comando. Los ingleses nos están envolviendo. Pido refuerzos y llega tropa al mando del teniente Raúl Castañeda. Realiza un contraataque por el sector noroeste.”
“Son las tres de la madrugada. Castañeda tiene éxito. Hace retroceder a los ingleses. Dura poco. Evidente que el enemigo ya recibió refuerzos. Calculo que en ese momento la superioridad de ellos era del orden de 10 a 1. Se pelea. Varias horas de combates de cerca. Tan cerca que el cuerpo a cuerpo se realiza a unos 30 metros del comando. La artillería seguía batiéndonos. La situación se hizo insostenible. Teníamos bajas numerosas. Informo de la situación. El general Jofre dispone el repliegue. Lo hacemos bajo el fuego demoledor de la artillería enemiga. Aprovechamos el descanso entre andanadas y andanada para enviar a retaguardia, a través de 8 kilómetros, a grupos de ocho hombres. Eran las 6 de la mañana.”
“Dos horas después, a las 8 del día 12, pasamos lista. Habíamos regresado 78 hombres de los 278 que participamos de la batalla por el Monte Longdon. Los otros estaban muertos, heridos o copados por el enemigo.”
“Ese mismo día intentamos requiparnos en Puerto Argentino. Íbamos al hospital a tomar las armas y los equipos de los soldados que llegaban heridos. No tuvimos tiempo. El fin de la guerra estaba próximo. El enemigo ya golpeaba las puertas de Puerto Argentino dominando todas las alturas. El bombardeo de la artillería terrestre y desde el mar no cesaba.”
“Regresé junto al resto del regimiento 7 en el Canberra, el día 16. Ayudé a la tarea de ordenar el embarque junto a un sargento inglés gordito y petiso con gruesos lentes, con aspecto intelectual. El hombre era licenciado en psicología. Hablaba cuatro idiomas, incluyendo el español. Muy educado y conversador. Cuando toda la tropa estaba a bordo del buque prisión, me hizo un comentario. “Ustedes los profesionales deben cuidar de estos muchachos que son civiles con uniformes de soldados. “Cuando me aprestaba a quedarme junto a los oficiales de graduación, el sargento hizo una gestión ante la superioridad y me invitó a embarcarme junto a la tropa del RI 7 que quedó bajo mis órdenes.”
“Fue una extraordinaria experiencia. Estoy feliz de haber participado de la guerra y contento por haber regresado sano física y espiritualmente. Y lo volvería a hacer. Asistí a formidables ejemplos de valor. El RI 7 no tuvo un soldado desertor. Y luchó hasta el fin. Ninguno de los oficiales o soldados fueron muertos por la espalda.”
“Hubo un solo caso de insubordinación de un cabo contra un sargento. LE correspondía ir a retaguardia y ser juzgado por el tribunal militar. No lo hice. Le pregunté si había venido a pelear contra los ingleses o contra nosotros. Le pidió disculpas al sargento. El cabo fue herido en combate y condecorado. La guerra exige mucho cuidado en el trato. Se viven situaciones límites que nada tienen que ver con los tiempos de paz.”
“El sargento Spizzuoco era el encargado de la comida. La sopa era tan valiosa que no le importaban los bombardeos. Una tarde venía con la olla humeante y comenzó un bombardeo. Nosotros le gritábamos que se tirara al pozo. No nos hizo caso. Apenas se arrodilló con la olla en actitud de protegerla. Siguió viaje hasta nosotros una vez que terminó el fuego.”
“Desde entonces, todos los 11 de junio me reúno con el grupo de soldados que estaban afectados a mi comando que funcionaba en una casilla protegida por piedras donde cabíamos sólo dos. Vamos a cenar a La Plata y luego seguimos hablando de las Malvinas. Son los soldados Magno, Crespo, García, Martagliatti, Rosas y Cunningham un inglés que vive en Florencio Varela. La guerra nos unió para siempre. De alguna manera seguimos manteniendo el mismo espíritu de cuerpo que al RI 7 le permitió enfrentar hasta las últimas consecuencias a los ingleses en el Monte Longdon. Porque, no hace falta decirlo, estoy orgulloso de todos los oficiales, suboficiales y soldados que estuvieron a mis órdenes.”
Saludos!