Trastorno por estrés postraumático

Trastorno por estrés postraumático: estudios en
veteranos de guerra norteamericanos



Introducción

Existe acuerdo en que las manifestaciones clínicas del Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), particularmente las vinculadas a la devastación emocional causada por guerras y desastres naturales, han sido descritas desde tiempo inmemorial. Se considera al célebre papiro egipcio Kunyus, de aproximadamente 1900 años A.C., como el primer documento que informa de la respuesta de grupos humanos a eventos traumáticos ****en este caso feroces inundaciones causadas por crecidas del Nilo a lo largo del delta. Las tragedias de Homero, las obras de Shakespeare, las novelas de Dickens y relatos históricos tales como el diario de Samuel Pepys sobre el gran incendio de Londres en 1666, coinciden en detallar dramáticas perturbaciones anímicas y conductuales en víctimas de diversos traumas.En el siglo XVIII, la famosa Épica de Gilgamesh, ambientada 3000 años A.C., relata el sufrimiento de un héroe mesopotamio luego de la muerte de su hijo en una acción de guerra. En 1860, Erichsen describió una serie de problemas psicológicos en trabajadores de los nacientes ferrocarriles británicos, víctimas de serios accidentes laborales (1-3)

El primer autor que acuñó el término "neurosis traumática" fue Oppenheim hacia finales del siglo XIX. La "histeria" descrita por Charcot y Janet en la misma época, y las "neurosis" estudiadas por Freud en las primeras décadas del siglo XX tienen en común su origen "traumático"; esto es, una adscripción patogénica a hechos de profunda significación personal en la biografía del paciente (4). En la historia militar, el sindrome del "corazón irritable" o el "sindrome de Da Costa" de la guerra civil norteamericana, y la "fatiga de combate" o la "fiebre de las trincheras" (5) de la primera guerra mundial ya hacían sospechar a los clínicos de entonces la fuerte base psicogénica de las manifestaciones observadas. Finalmente, la "neurosis traumática" descrita por Kardiner (6,7) para etiquetar sus estudios en soldados expuestos a combate en la segunda guerra mundial, y el "sindrome de Vietnam" catalogado por primera vez hace 32 años (8) confirmaron la impresión de que no sólo cada guerra genera sus rótulos diagnósticos, sino que tal experiencia ****considerada como la más traumatogénica de todas las acciones humanas**** da lugar a un conjunto de síntomas sorprendentemente similares.

La inclusión de esta entidad en las clasificaciones nosológicas aceptadas no ha estado libre de controversias. De hecho, el "shock de bombardeo" también descrito durante la primera gran guerra fue considerado como enfermedad, según sus críticos, solamente para justificar el alto número de deserciones de conscriptos en los campos de batalla (9, 10). En la literatura de los últimos 30 años, debe citarse un estudio en soldados suecos sirviendo en una misión de paz en el Congo bajo la bandera de las Naciones Unidas (11) que no encontró diferencia alguna en la prevalencia de problemas psicológicos y/o enfermedad mental declarada entre soldados expuestos y no expuestos a la experiencia de combate. Aun ahora, hay quienes dicen en Estados Unidos que el TEPT fue aceptado como entidad diagnóstica autónoma en 1980 solamente para satisfacer la enorme y ruidosa demanda de atención médica por parte de los veteranos de la guerra de Vietnam y como medida de presión a compañías de seguros renuentes a pagar por el tratamiento de una condición hasta entonces no identificada (12). La situación se complica aun más cuando se comprueba que, por ejemplo, en el DSM-IV (13) existen por lo menos otras once categorías diagnósticas en cuyo origen juegan papel preponderante experiencias traumáticas vividas por los pacientes.

La guerra es pues, el evento traumático más severo, el acto de mayor violencia en gran escala generado por la raza humana (14). Esto hace que dentro de la llamada psiquiatría militar, particularmente en los Estados Unidos, el estudio del TEPT haya avanzado gracias a trabajos de investigación en veteranos de las dos guerras mundiales, la guerra de Corea (1950-1953) y, más notablemente, el conflicto de Vietnam (1965-1975). La mayor parte de la información en este artículo de revisión se basará en las contribuciones de este sector al conocimiento actual sobre TEPT.

Entre el final de la segunda guerra mundial y el año 1990 se contaron 127 guerras y un total de 21,8 millones de muertos como consecuencia (15). Desde entonces a la fecha, con los conflictos en los Balcanes, el medio oriente y el Golfo Pérsico, las guerras civiles en Africa y América Latina y la omnipresente amenaza del terrorismo en todas sus formas, estas cifras probablemente se han duplicado. El índice de muertes de civiles en conflictos armados se elevó de 5 % en 1950 a 84 % hacia finales de la década pasada. El 98 % de las guerras desde 1945 han tenido lugar en países del llamado mundo "en vías de desarrollo". En sólo tres años, entre 1990 y 1993, el número de refugiados y de "desplazados internos" subió de 30 a 43 millones (16), y en el momento actual se estima en cerca de 60 millones de personas. Si a ello se unen factores tales como pobreza, fragmentación social, desnutrición y enfermedades infecciosas tipo SIDA, la acumulación sostenida de traumas desafía todo intento de descripción o aprehensión. El TEPT es a la vez una y la suma de todas las consecuencias de esta catástrofe colectiva.

Definición y aspectos diagnósticos

De su origen primario en las reacciones emocionales a la experiencia de combate, el moderno enfoque nosológico de TEPT se ha expandido a la consideración de otros tipos de eventos caracterizados como "extremos" o catastróficos. Se acepta hoy una larga lista de tales eventos: ataques violentos de naturaleza sexual, doméstica o por delincuentes, secuestros, actos de terrorismo, desastres naturales o tecnológicos, accidentes domésticos o industriales, torturas, diagnósticos médicos serios o enfermedades terminales, pérdidas súbitas de seres queridos, ser testigos de matanzas, masacres o mutilaciones, etc.

Los criterios diagnósticos de TEPT (13) dejan en claro que: a) El evento traumático constituye una amenaza a la integridad física de la víctima u otros cercanos a ella y genera intenso temor, desamparo u horror, b) El/la paciente re-vive o re-experimenta el evento sea a través de recuerdos "intrusos" en el campo de la conciencia, pesadillas, "flashbacks", discomfort ante percepciones internas o externas que le recuerdan el evento (en el caso de veteranos, por ejemplo, ruido de helicópteros o aviones, olor a gasolina, películas de guerra), y significativa reactividad fisiológica, c) Hay diversas manifestaciones de conducta evitativa de lugares, actividades, ideas o recuerdos vinculados al evento traumático, desapego afectivo y la impresión de un "futuro recortado" en la perspectiva del paciente y d) Hay manifestaciones de hipervigilancia tales como sueño irregular o irritabilidad, incapacidad de recordar aspectos importantes del evento, concentración pobre, embotamiento emocional y respuesta exagerada de parálisis o "congelamiento" conductual y motor ante determinados estímulos.

El cuadro puede comenzar inmediatamente después del trauma o demorarse semanas, meses (seis meses se considera un lapso promedio) y aun años (en veteranos de Vietnam se han descrito intervalos de hasta 10 ó 15 entre el retorno al hogar y la aparición de síntomas). El rótulo de Trastorno por Estrés Agudo se da cuando los síntomas ocurren a lo largo de un mes después del trauma. Para el diagnóstico de TEPT se requiere una duración sostenida mayor de un mes, con la consiguiente perturbación en el funcionamiento familiar, social u ocupacional del individuo.

Al lado de las manifestaciones cardinales, el paciente exhibe clara evidencia de ansiedad crónica, sentimiento de culpa o vergüenza, modulación afectiva pobre, impulsividad, conducta autodestructiva y desesperanza. Un grupo no pequeño de pacientes muestra complicados síntomas físicos, pérdida del sistema de creencias y valores y marcados cambios de personalidad en el curso de los años. El cuadro puede evolucionar hacia la cronicidad hasta en un 15%-25 % de casos si no se toman medidas terapéuticas drásticas durante los dos o tres primeros años después de su inicio. Finalmente, la vulnerabilidad de pacientes con TEPT para la experiencia de entidades comórbidas, tanto físicas (por ej. cardiovasculares, respiratorias y cáncer), como psiquiátricas, en particular depresión mayor, trastornos somatomorfos y disociativos, trastorno obsesivo-compulsivo, abuso de alcohol y drogas y trastorno de pánico, es mucho más alta que la de pacientes con otros diagnósticos primarios. Esto ha sido también claramente demostrado en veteranos de la segunda guerra mundial con síntomas de TEPT (diagnosticados retrospectivamente), cuya expectativa de vida se vio seriamente reducida (17).

La Clasificación Internacional de Enfermedades, 10a. Edición (CIE-10) (18) incluye al TEPT bajo el rubro de reacciones a estrés severo y trastornos de adaptación. Su definición enfatiza el papel de factores idiosincráticos de vulnerabilidad a experiencias traumáticas incluida la llamada personalidad premórbida, con predominio de rasgos compulsivos y/o asténicos. La llamada reacción de estrés agudo en la CIE-10 incluye reacción a crisis, "fatiga de combate", "shock psíquico" y estado de crisis. El TEPT per sé ocurre en personas con historia previa de enfermedad neurótica que "puede reducir el umbral para el desarrollo del síndrome o agravar su curso" (p. 148). Es también relevante el creciente clamor por la relocalización nosológica del TEPT fuera del grupo de trastornos ansiosos y dentro del rubro de trastornos afectivos (19,20).

La información a presentarse en las siguientes secciones se referirá fundamentalmente a la población de veteranos en los Estados Unidos. No solamente se trata del grupo históricamente vinculado a los desarrollos y hallazgos más importantes en torno a esta entidad clínica en las últimas décadas, sino también probablemente del más numeroso y exhaustivamente estudiado en sus aspectos clínico, epidemiológico, etiopatogénico y terapéutico. A pesar de singularidades demográficas, los datos acumulados son lo suficientemente amplios y confirmados para ser aplicables a otros grupos poblacionales en diversas latitudes.

Hallazgos epidemiológicos

En la población general, la prevalencia de eventos traumáticos sufridos a lo largo de la vida oscila entre 39% y 86 % (21-23). La Encuesta de Areas de Captación Epidemiológica (ECA) (24,25) encontró una prevalencia de 1 % en la población general y 15 % entre personas expuestas a traumas de diversa índole. Estudios sobre desastres han identificado TEPT en 16 % de las víctimas, en tanto que entre víctimas de violencia estas cifras ascienden al 25 %. La Encuesta Nacional de Comorbilidad (NCS) (26,27) detectó un 7,8 % de prevalencia a lo largo de la vida, 3,9 % de prevalencia anual, 10,4 % en mujeres y 5 % en hombres. Las pruebas de campo para la validación de los criterios diagnósticos del DSM-IV (28) comprobaron que ni una definición amplia ni una limitada o estrecha del evento traumático influenciaron los índices de prevalencia del TEPT.

Se ha demostrado más bien una clara relación entre el tipo y características del evento traumático y el riesgo de experimentar problemas de salud mental, relación que es especialmente definida en muestras de veteranos expuestos a experiencias de combate (29,30). Las características de este tipo de experiencia más comunmente asociadas con tal riesgo incluyen duración de la exposición al combate, percepción de amenaza real a la vida o de pérdida de control, ser herido en combate, ver morir a compañeros de armas y espectar o participar en la comisión de atrocidades para con el enemigo o poblaciones civiles. A todo ello deben añadirse casos de pacientes con reacción por estrés agudo aparentemente resuelta que subsecuentemente retornan a la zona de guerra: los efectos debilitantes de la experiencia previa incrementan notablemente el riesgo de un nuevo, más severo y probablemente cronificante cuadro clínico (TEPT) (31).

Card (32) condujo un estudio de seguimiento en una muestra de 1500 personas, 481 de las cuales eran veteranos de Vietnam, 502 veteranos de otras guerras y 487 no veteranos. La prevalencia de vida de TEPT fue 19,3%, 12,9% y 12,1 %, respectivamente. El Centro para el Control de Enfermedades (33) encontró en una muestra al azar de 2490 veteranos de Vietnam, 15 % con TEPT relacionado a combate y 2,2 % de diagnóstico activo en el mes precedente al estudio.

El estudio epidemiológico más sólido en relación a prevalencia de TEPT en la población de veteranos de la guerra de Vietnam ****Estudio Nacional de Readaptación de Veteranos de Vietnam (NVVRS)**** fue llevado a cabo por Kulka et al (34). Basado en entrevistas cara a cara con 3016 veteranos en los 50 estados de la Unión y Puerto Rico y utilizando un instrumento estructurado junto con escalas e inventarios (35), el estudio encontró que 30,6 % de soldados varones y 26,9 % de mujeres sufrieron los síntomas de TEPT en algún momento luego del servicio militar (prevalencia de vida) con 15,2% y 8,5 %, respectivamente, dentro de seis meses después de la evaluación. Estas estimaciones sugieren que aproximadamente 500 000 de los 3,2 millones de soldados que sirvieron en Viernam tenían TEPT al momento de la encuesta. Es de interés señalar que la proporción de hispánicos con algunos síntomas fue significativamente alta (83 %), comparados con 58 % en africano-americanos, 57 % en indios americanos y 69 % en blancos; se llegó, sin embargo, a un diagnóstico definido de TEPT (prevalencia de vida) en 34 % de hispánicos, 35 % de africano-americanos, 51 % de nativos americanos y 20 % de blancos, en tanto que la prevalencia anual fue 28%, 21%, 29% y 14 %, respectivamente. Los índices de comorbilidad (en particular con abuso de drogas y alcohol) son predeciblemente más altos en veteranos expuestos a combate (62% a 80 %) en comparación con aquéllos no expuestos a tal experiencia límite; entre estos últimos, depresión es la entidad de co-ocurrencia más frecuente (36,37). Kulka et al (34) encontraron cifras aun más altas, casi 100 %, entre veteranos en el teatro de guerra.

Goldberg et al (38) estudiaron 4184 gemelos monozigóticos varones que sirvieron en el ejército entre 1965 y 1975. La prevalencia de TEPT varió en función de la variable "exposición a combate": 5,1 % cuando ninguno de los miembros de cada par participó en acción bélica alguna; cuando uno de ellos participó en combate y el otro no, la prevalencia fue de 16,8 % entre aquéllos y sólo 5 % entre los que no sirvieron en el teatro de guerra; cuando los dos gemelos participaron en acciones armadas en el sudeste asiático, la prevalencia total fue del 12.9 %. El carácter descriptivo de estos hallazgos permite sólo conclusiones tentativas, por ej. un posible proceso aditivo de vulnerabilidad genéticamente compartida, impactada de modo diferente por una situación traumática de alta severidad.

Hay aun más hallazgos altamente sugerentes. Soldados que desarrollaron TEPT a su retorno de Vietnam tenían historias de depresión, otros trastornos afectivos y abuso de alcohol antes de enrolarse. Habían tenido igualmente frecuentes problemas de aprendizaje, trastorno de déficit atencional con hiperactividad y enuresis nocturna. Su rendimiento escolar y relación con maestros y otras figuras de autoridad mostraba serias deficiencias (39). Por el contrario, una aptitud aritmética alta durante sus años escolares predijo resistencia al TEPT. Entre las mujeres veteranas de Vietnam, los hallazgos de factores predictivos de TEPT incluyeron historia de victimización y abusos en el pasado, acoso sexual durante el servicio (29,7 %) y actividades de enfermería con frecuente necesidad de tomar decisiones "de vida o muerte" hacia aquéllos bajo su cuidado (40). En general, los estimados de recuperación espontánea llegan a 60 %, en tanto que 15% a 25 % de los casos evolucionan hacia la cronicidad. Finalmente, algunos investigadores se han preguntado si la psicopatología entre hijos y otros descendientes de veteranos de Vietnam diagnosticados con TEPT llegará al 53 % de prevalencia de vida y 29 % de TEPT específicamente, como son las cifras halladas en familiares de sobrevivientes del Holocausto con el mismo diagnóstico (41).

Una subpoblación no del todo estudiada, pero con características muy distintivas es la de los ex-prisioneros de guerra (POWs). Oboler (42) cita índices de TEPT de 28% en POWs del teatro del Pacífico y 11 % en los del teatro europeo durante la segunda guerra mundial. Langer (43) sin embargo, cuestiona estas estimaciones sobre la base de la aterradora naturaleza de la experiencia y la carencia de cifras precisas en veteranos POW de las guerras de Corea o Vietnam. Es notable la alta incidencia de variadísimos problemas médicos en estos pacientes.

Por otro lado, se han encontrado por cierto semejanzas y diferencias en muestras de veteranos de la guerra del Golfo Pérsico, librada a comienzos de la década de 1990, en comparación con cohortes de Vietnam. Pareciera que la prevalencia global es menor, debido probablemente a la diferente naturaleza de este conflicto, con limitadas acciones militares en tierra; sin embargo, algunos estudios parecen indicar que la frecuencia de casos diagnosticados tiende a aumentar con el tiempo, que los síntomas de hipervigilancia parecen ser más severos y que factores de género y pre-traumáticos son más visibles que en otras muestras (44).

En el campo no médico, Boman (45) cita cifras extremadamente altas de veteranos de Vietnam en prisión, con libertad bajo fianza o en espera de juicio y sentencia luego de su retorno a la vida civil. Este autor menciona las crisis de moral y disciplina en soldados sirviendo en el sudeste asiático y la reacción negativa del público norteamericano contra los veteranos, considerados símbolos y agentes de una guerra impopular, como factores precipitantes de este drama social.

Los datos anteriores indican claramente que el TEPT es una entidad heterogénea. Aparte de la vigencia de predisposiciones genéticas, contribuyen a ello elementos tan disímiles como el milieu cultural (y su inevitable efecto de cohorte en estudios epidemiológicos), género, grupo étnico, periodo de desarrollo o de ciclo vital, funcionamiento psicosocial previo, educación, magnitud de apoyo social o familiar, salud física, significado personal del trauma, ganancias secundarias y muchos más.

Sintomatología clínica

La sistematización de los síntomas del TEPT, aun cuando necesaria, no refleja la compleja constelación de manifestaciones afectivas, cognitivas y conductuales experimentadas por los pacientes. La combinación y preponderancia de los síntomas varían de paciente a paciente al influjo de diversos factores incluyendo la metodología y los instrumentos utilizados en cada estudio. En el caso de cohortes de veteranos de la guerra de Vietnam, un estudio (36) encontró que pesadillas, sobresaltos e insomnio eran los síntomas más comunes, en tanto que embotamiento emocional y sentimientos de culpa apenas eran detectados. Otro estudio, sin embargo, reportó imágenes o pensamientos invasores y revivencia del evento en 100 % de los casos, reacción de estupor en 88 %, insomnio en 81 %, suspicacia en 79 %, conducta evitativa en 65 % y baja de la concentración en 58 %; pero sentimiento de culpa sólo en un 9 %(37). McFarlane (46) señaló que las imágenes invasoras eran un síntoma altamente sensible (89 %) pero de muy baja especificidad (65 %). En el estudio NVVRS, citado antes, el número promedio de síntomas bajo el rubro de reexperiencia fue 2,02, el de conducta evitativa 2,8 y el de hipervigilancia 2,6; en mujeres veteranas de Vietnam, las cifras fueron 3,04, 2,78 y 2,04, respectivamente.

La correlación entre eventos traumáticos, síntomas y curso clínico es otro campo en el que se investiga activamente. Helzer et al (36) determinaron que la exposición al combate y al asalto físico fueron eventos específicamente asociados con cronicidad. Davidson et al (37), en su estudio en veteranos y otros pacientes con TEPT en el estado de Carolina del Norte, encontraron que los eventos más cercanamente vinculados a cronicidad fueron combate, ser testigo de ataques o asesinatos o ser víctima de agresión física, en tanto que sentimientos de culpa (en sobrevivientes) y conducta evitativa fueron los síntomas más llamativos. En el mismo estudio se encontró que fobia social y trastorno de somatización parecían mostrar comorbilidad más frecuente con TEPT crónico que cualquier otra condición clínica.

Winfield et al (47) postulan que sólo TEPT y depresión muestran un consistente aumento de su prevalencia cuando se asocian a trauma. Este hallazgo los lleva a proponer que la llamada "depresión post-traumática" es tanto una manifestación de depresión como cuadro clínico comórbido, cuanto una forma parcial de TEPT. Más recientemente Alarcón et al (48) han sugerido la existencia de cinco subtipos de TEPT (depresivo, psicótico, somatomorfo, cognitivo y "neurótico" o ansioso) basados en el reconocimiento de los síntomas nucleares (a la manera del DSM-IV) y el predominio concomitante de determinados grupos de síntomas; este abordaje conceptual sigue enfoques cronológico-descriptivos (el modelo de cascada etio-patogénica) (49) y correlatos neurobiológicos (neuroendocrinos y bioquímicos) (50). Explicaría a su vez la progresión heterogénea del cuadro en diferentes pacientes y grupos y da cabida a factores tales como la irrupción de otras enfermedades, cambios ambientales o efectos de intervenciones externas, por ej. intentos de tratamiento.

Un elemento importante en todos los niveles y áreas de estudio del TEPT es el factor cultural (51). Su importancia como agente patógeno del cuadro clínico (la guerra considerada como un producto social con vastas implicaciones culturales) va en paralelo con su papel interpretativo-explicatorio de reacciones que de otro modo podrían ser consideradas patológicas, su función patoplástica (forja y expresión sintomatológica) y su efecto terapéutico y protector, por ej. respuesta del grupo familiar a las diversas manifestaciones del cuadro clínico (52). Es evidente que el medio militar crea también una subcultura de firmeza, coraje y resistencia a la adversidad que, usando el lenguaje psicodinámico, se enlaza con mecanismos tales como negación, racionalización y patrones primitivos de agresividad o auto-destrucción para configurar la constelación sintomática que llamamos TEPT.

Pero hay algo más. El evento traumático, cualquiera que él sea, reviste un significado singular para cada individuo, proceso hermenéutico de innegable base cultural. Asimismo, la cultura da forma a la expresividad verbal y no verbal que refleja y contextualiza el cuadro clínico; la cultura forja rituales de duelo y reactivación y actitudes hacia el futuro puestas a prueba por el trauma y sus consecuencias clínicas; la cultura engendra formas de respuesta grupal y familiar, acoge, corrige o deforma estereotipos y estigmas y, finalmente, fortalece o debilita fuentes de espiritualidad que juegan un rol crítico en el manejo de las manifestaciones clínicas del acontecer post-traumático (53)

Futuro del TEPT y Conclusion en el Link de la Fuente + las referencias Bibliograficas

http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0717-92272002000600004&script=sci_arttext&tlng=es
 

El costo psicológico de aprender a matar​


Caballeros, les dejo un texto encontrado en internet ( http://www.killology.com/grossman_OnKilling_II.pdf ) escrito por el Teniente Coronel (retirado), Dave Grossman [Traducción de Roberto Hoyos, marzo de 2007]

La fobia universal humana
Hoy sabemos que, en la mayoría de los casos, el temor a la muerte o a sufrir daño físico no es generalmente suficiente para manifestarse en sí mismo en una poderosa respuesta post-traumática. La sociedad moderna persigue el miedo a través de montañas rusas, películas de acción y horror, montañismo, salto del bungee, y muchos otros medios legales e ilegales. El miedo en sí es pocas veces una causa de trauma en nuestra cotidiana y pacífica existencia, pero enfrentarse a agresión interpersonal cercana es una experiencia traumatizante de una magnitud completamente diferente.
El manual de Diagnóstico y Estadística1 de la Asociación Americana de Psiquiatría afirma que el desorden de estrés postraumático (PTSD, Post-traumatic Stress Disorder) "... puede ser especialmente severo o de larga duración cuando el estresante es de diseño humano (por ejemplo la tortura o la violación)." El DSM-IIIR también nota que, "algunos estresantes frecuentemente causan el desorden (ejemplo, la tortura), y otros sólo la producen ocasionalmente (ejemplo, desastres naturales o accidentes automovilísticos)."
De tal forma que, 400,000 norteamericanos morirán lentas, repulsivas, horribles y prevenibles muertes este año, debido a los cigarrillos, pero eso no cambia generalmente su comportamiento. Sin embargo, la presencia de sólo un violador en serie o un asesino serial en una ciudad puede cambiar el comportamiento de toda la ciudad. Sólo la distante posibilidad de confrontación interpersonal nos preocupa más e influencia nuestro comportamiento más que la certeza estadística de una muerte lenta y repulsiva por cáncer.
Cuando hablo ante las audiencias me gusta preguntarles, "¿Cuál es la diferencia entre, (a) un tornado que despedaza tu casa y pone a tu familia y a ti en el hospital, y (b) alguien que entra en tu casa a la mitad de la noche, roba tu casa y te golpea con la pistola y te manda a ti ya tu familia al hospital?" Y la respuesta de la audiencia es siempre que uno es el "acto de Dios," y el otro es "personal." Y ese es el punto: es personal. Con énfasis en la palabra "persona" como en "humano."
Cuando serpientes, alturas, u obscuridad causan una reacción intensa de miedo en el individuo, se considera fobia, una disfunción, una anormalidad. Pero es muy natural y normal responder a un atacante, agresivo ser humano, con una respuesta en la escala fóbica. Esto puede muy bien ser "la fobia universal humana." Más que cualquier cosa en la vida, es el potencial de la declarada, intencional confrontación humana que tiene la más grande habilidad para cambiar e influenciar el comportamiento de los seres humanos. Lo que eso significa para nosotros hoy día es que todo el cuerpo de psicología y psiquiatría, y toda la historia en este campo, todas, afirman que un soldado, un oficial de policía, un pacificador en la calle es infinitamente más efectivo al influenciar nuestro comportamiento que cualquier cantidad de bombas impersonales en el aire, sin importar cuán "inteligentes" sean esas bombas.
Cualquier otra cosa es simplemente estar soñando. Psicológicamente, bombardeos aéreos o de artillería son efectivos, pero sólo en las líneas del frente cuando se combinan con la amenaza de ataque físico que usualmente sigue a tales bombardeos.
Es por eso que hubo bajas psiquiátricas en masa siguiendo a los bombardeos de artillería en la Primera Guerra Mundial, pero la estrategia de la Segunda Guerra de bombardear centros poblaciones fue sorprendentemente contraproducente en romper la voluntar del enemigo. Tales bombardeos sin el consiguiente asalto a corto alcance, o al menos la amenaza de tal asalto, son inefectivos y pueden incluso servir para inocular al enemigo y endurecer su voluntad y su determinación.
Esto por esto también que introducir unidades detrás del enemigo es infinitamente más importante y efectivo que los bombardeos más comprensivos detrás de las líneas o atrición en su frente. Vimos esto en los primeros años de la guerra de Corea, donde el ritmo de bajas psiquiátricas fue casi siete veces más alto que el promedio en la Segunda Guerra Mundial. Sólo cuando la guerra bajó de intensidad, las líneas se estabilizaron, y la amenaza de tener al enemigo en la retaguardia decreció, el promedio se fue abajo del de la Segunda Guerra (Gabriel, 1986). De nuevo, sólo el potencial para la cercana, ineludible, confrontación interpersonal es más efectiva y tiene un impacto mayor en el comportamiento humano que de hecho la presencia de la ineludible, muerte impersonal y la destrucción.
(Como un comentario aparte, quisiera hacer notar que por esto, tal como presenté en un artículo para la Fuerza Aérea, en Washington, D.C., en julio de 1998, "...con pocas, muy pocas excepciones, el castigo distante en la forma de bombardeos aéreos es: psiquiátricamente falso, psicológicamente impotente, estratégicamente contraproducente, moralmente ruin, y probable que sea pronto ilegal." Creo que pueden imaginarse que no fui un invitado popular en esa fiesta.)

[1] Nota del traductor: Diagnostic and Statistical Manual, DSM-IV es un manual para profesionales de
la salud mental que incluye una lista de desórdenes mentales y el criterio para diagnosticarlos.

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Resistencia para Matar
Para verdaderamente comprender la naturaleza de la agresión y la violencia en el campo de batalla debemos primero reconocer que la mayoría de los participantes en combate próximo está literalmente "asustada fuera de sus casillas." Una vez que las balas empiecen a zumbar, y los combatientes se estrellen de cabeza en la "fobia universal humana," dejarán de pensar con sus cerebros anteriores (la parte del cerebro que nos hace humanos) y empezarán a pensar con el cerebro medio (aquella porción del cerebro que es indistinguible de aquélla de un animal).
En situaciones de conflicto este primitivo procesamiento del cerebro medio puede ser observado en la existencia de una poderosa resistencia a matar a aquellos de nuestra propia especie. Animales con cuernos chocan sus cabezas entre sí en una forma relativamente inofensiva, y la piraña pelea con los suyos con coletazos, pero contra otras especies estas criaturas utilizan sus cuernos y dientes sin reserva.
Este es un mecanismo esencial de supervivencia que prevé que una especie se destruya a sí misma durante rituales territoriales y de apareamiento.
Una revelación importante en el campo de la psicología militar es la observación de que la resistencia para matar a los de la misma especie también es un factor importante en el combate humano. El general brigadier S.L.A. Marshall primero observó esto su trabajo como historiador oficial del teatro de operaciones en la Segunda Guerra Mundial. Basado en sus entrevistas post-combate, Marshall concluyó en su libro, Men Against Fire,(1946, 1978), que solamente del 15 al 20 por ciento de los carabineros en la Segunda Guerra disparó sus armas contra un enemigo al descubierto. Armas clave, como los lanzallamas, usualmente dispararon. Armas servidas por un grupo, como la ametralladora, casi siempre dispararon. Y el disparar se incrementaría grandemente si un líder cerca demandaba que el soldado disparara. Pero, cuando se le dejaba a sus propios medios, la gran mayoría de los combatientes a lo largo de la historia parece que era incapaz, o no tenía la intención, de matar.
Los descubrimientos de Marshall han sido controversiales. Enfrentados con la preocupación escolástica acerca de la metodología de un investigador y sus conclusiones, el método científico involucra replicar la investigación. En el caso de Marshall, todo estudio disponible y paralelo, valida sus resultados básicos. La investigación de Ardant du Picq sobre los oficiales franceses en los 1860s y sus observaciones sorbe batallas antiguas (Battle Studies, 1946), las numerosas razones de Keegan y Holmes sobre cadencias de rito de argentinos en la Guerra de las Malvinas (Acts of War, 1985), los datos de Paddy Griffith sobre la extraordinariamente baja mortandad entre los regimientos napoleónicos y de la Guerra Civil Norteamericana (Battle Tactics of the American Civil War, 1989), las reconstrucciones con láser de batallas históricas por parte del ejército británico, los estudios del FBI sobre oficiales que no disparaban entre los policías en los 50s y 60s, y otras numerosas observaciones anecdóticas e individuales, todas confirman la conclusión fundamental de Marshall de que los humanos no son, por naturaleza, asesinos. De hecho, desde una perspectiva psicológica, la historia de la guerra puede ser vista como una serie de sucesivos y más efectivos mecanismos y tácticas para forzar a los combatientes a sobreponerse a su resistencia a matar.

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Sobreponiéndose a la Resistencia
Para 1946 el ejército de EE.UU. había aceptado las conclusiones de Marshall. La oficina de investigación de recursos humanos del ejército de EE.UU. subsecuentemente fue pionera en una revolución de entrenamiento de combate en la cual eventualmente se reemplazaron los blancos y las dianas con un "condicionamiento" más profundo usando objetivos de silueta humana, más reales, apareciendo de sopetón que son derribados al ser disparados. Esta clase de poderoso condicionamiento operante es la única técnica que confiablemente influenciará al primitivo cerebro medio de un ser humano asustado. Los simulacros de incendio condicionan a niños asustados para que respondan reflexivamente durante un incendio. Condicionamiento en simuladores de vuelo permite que los pilotos asustados respondan reflexivamente a situaciones de emergencia.
Aplicaciones similares y perfección de técnicas de condicionamiento incrementan el ritmo de fuego a aproximadamente 55 por ciento en Corea y a alrededor de 95 por ciento en Vietnam.
Mientras serví como profesor asistente de psicología en la academia militar de West Point, me fue dicho por mi jefe, Coronel Johnston Beach, que el programa de entrenamiento de puntería, con sus objetivos que salen de sopetón y un itinerario intrincado de refuerzo, fue identificado por B.F. Skinner, durante una visita a West Point, como un "ejemplo casi perfecto de condicionamiento operante."
Igualmente, ritmos de tiro alto resultado de técnicas de condicionamiento moderno pueden ser vistas en las observaciones de Holmes de fuego en las Malvinas, y datos del FBI sobre policías desde la introducción a escala nacional de técnicas modernas de condicionamiento a finales de los 60. (Debo notar aquí que basé mi afirmación en la investigación de Marshall, y los exitosos mecanismos de la milicia de EE.UU. para burlar esa resistencia, en varios artículos de enciclopedias, y en mi colaboración revisada sobre "Agresión y Violencia" en el Oxford Companion to American Military History publicado en la primavera de 2000.)

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PTSD y el precio del condicionamiento
El extraordinariamente alto ritmo de fuego resultante de modernos procesos condicionantes fue un factor clave en nuestra habilidad para decir que nunca hemos perdido un enfrentamiento importante desde Vietnam. Pero condicionamiento que deroga tal poderosa resistencia innata tiene un enorme potencial para causar efectos psicológicos secundarios. Toda sociedad guerrera ha tenido un "ritual de purificación" para ayudar al guerrero que regresa para sobrellevar su "carga de sangre" y asegurarle que lo que hizo en combate estuvo "bien." En tribus primitivas esto generalmente involucra un baño ritual, una separación ritual (que sirve para tranquilizar y también como una sesión de "terapia de grupo"), y una ceremonia que recibe al guerrero de nuevo a la tribu.
Rituales occidentales modernos tradicionalmente involucran una separación larga mientras marchan o navegan a casa, desfiles, monumentos, y la aceptación incondicional de la sociedad y la familia.
Después de Vietnam estos rituales de purificación fueron tornados de cabeza. El veterano que regresaba fue atacado y condenado de una forma sin precedentes.
Los horrores tradicionales del combate fueron magnificados por modernas técnicas de condicionamiento, y esto combinado con la condena de la sociedad creó una circunstancia que resultó en 0.5 a 1.5 millones de casos o desorden de estrés post-traumático (PTSD) en los veteranos de Vietnam. Esta incidencia masiva de desórdenes psiquiátricos entre los veteranos de Vietnam resultó en el "descubrimiento" del PTSD, una condición que ahora sabemos siempre ocurrió como resultado de la guerra, pero nunca en tal cantidad.
PTSD rara vez resulta en actos criminales violentos, y al regreso a la sociedad el receptor de condicionamiento militar moderno es, estadísticamente, menos propenso a cometer crímenes violentos que un no-veterano de la misma edad. La salvaguarda clave en este proceso parece ser la fuerte disciplina que un soldado interioriza con su entrenamiento militar.
Cabe mencionar, que fui llamado como un consultor, y como un testigo experto para el gobierno de EE. UU., en el caso contra Timothy McVeigh en el bombazo al edificio de la ciudad de Oklahoma. Parecía que la defensa iba a apelar que el entrenamiento militar de McVeigh y sus experiencias en la Guerra del Golfo eran "elementos atenuantes" que podrían ayudar a explicar su horrendo crimen, y fui capaz de refutar este argumento, obteniendo mucha información del Buró de Justicia, información estadística que demostró que el veterano que regresa es un miembro superior de la sociedad y es menos probable que sea encarcelado que un no-veterano de la misma edad y sexo.)
Sin embargo, con el advenimiento de juegos interactivos de "apunta y dispara" hay preocupación de que se conviertan en condicionamientos similares a los del ejército, pero sin la salvaguarda vital de la disciplina. Hay fuerte evidencia que indica que la aplicación indiscriminada de condicionamiento de combate en la población civil como entretenimiento puede ser un factor en numerosísimos casos de crímenes violentos a escala mundial, incluyendo un incremento de siete veces en asaltos agravados per cápita en Estados Unidos desde 1956. De tal forma que, el último capítulo de la historia militar norteamericana puede estar ocurriendo en nuestras calles.

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Sólo la ansiedad está prohibida
Hasta ahora hemos observado que la agresión interpersonal a corto rango es, quizá, "la fobia universal humana," que puede resultar en un mayor grado de grado psicológico que posiblemente cualquier otra experiencia humana. Pero el más grande trauma puede estar ocurriendo después, como resultado del "secuestro" del cerebro anterior por parte del cerebro medio.
En una situación extrema de miedo el cerebro medio toma el control. Después parece haber un inmediato atajo neuronal al cerebro medio, que moviliza al cuerpo para la supervivencia en respuesta a cualquier cosa relacionada con el incidente traumático.
Se incrementa el ritmo cardíaco, la respiración, y la transpiración y otras respuestas fisiológicas ocurrirán por la más mínima razón y a veces por ninguna razón en absoluto. Esto puede ser pensado como una forma poderosa de condicionamiento Pavloviano asociativo, en el cual un grupo de estímulos neutrales ahora se han convertido en estímulos condicionantes que tocarán un poderoso "aprendizaje de un sólo ensayo," creando una respuesta condicionada en el sistema nervioso autónomo.
El tiempo puede ser un mecanismo valiosísimo de supervivencia. Cuando nuestros ancestros escuchaban el rugido del león tuvieron que pensar, si acaso por un milisegundo, "Oh, así que ése es un león, mejor corro."
Subsecuentemente el proceso de ese estímulo (el rugido del león) ignorará al cerebro anterior y esencialmente irá directo de los oídos a los pies, salvando milisegundos y aumentando la probabilidad de supervivencia en el proceso. Incluso, no sólo el rugido del león, sino el olor del león, la naturaleza del terreno, aquél punto en la jungla, y aquella hora del día también pudieran ser procesados.
Subsecuentemente los individuos ni siquiera saben qué los puso a correr, pero algo les causó ansiedad, hizo que su cabello se erizara, y provocó que se escabulleran de allí en silencio. Soldados en el combate aprenden pronto (si son tan afortunados para sobrevivir lo suficiente) a reaccionar reflexivamente a la más leve sospecha del sonido de la artillería, e incluso distinguir entre tipos de artillería y la variedad de respuestas requeridas para la supervivencia, todas sin siquiera usar el cerebro anterior.
Pero para aquellos de nosotros que no vivimos en el campo de batalla, o cazamos en la jungla, y salvo la excepción de experiencias menores como estufas calientes, las poderosas asociaciones involucradas en este "aprendizaje de un sólo ensayo" hacen de las experiencias algo extremadamente estresante. Me aventuraré a decir que nada preocupa más a seres humanos saludables que pensar que están perdiendo el control de sus mentes. El "secuestro" por parte del cerebro medio, el "cableado directo", o la "derogación" del cerebro anterior puede subsecuentemente resultar en reacciones fisiológicas erráticas e incontrolables.
Incluso bajo las mejores condiciones esto puede a veces continuar hasta por un año luego de la situación traumatizante. Cuando esto ocurre las víctimas pueden verse grandemente estresadas por la sensación de que están perdiendo el control de sus mentes. Pero las "mejores condiciones" raramente ocurren naturalmente.
Usualmente la reactividad fisiológica que ocurre causará que teman más incidentes, porque ellos "saben lo que va a pasar." De tal forma que su miedo y su reacción fisiológica se vuelven un círculo vicioso, una profecía que se cumple en la cual la ansiedad crea miedo y el miedo crea más ansiedad y así sucesivamente.
Rápidamente el individuo empieza a manifestar una respuesta de desorden de estrés post-traumático. En un intento para volver a ejercer control, o evitar estas reacciones, las víctimas intentarán (como muestra el DSM-IV): reprimir memorias; Evitar pensamientos, lugares, o actividades que les recuerden el incidente; 'hipercontrolan' sus emociones; limitas sus expresiones de emoción y afecto; y cesan las actividades que antes les causaban placer emocional. Este intenso esfuerzo por sobrecontrolar sus propias mentes y evitar estas temibles reacciones físicas resultarán en problemas para dormir porque lo que niegan en el día los confrontará en las noches. Experimentaran ‘hipervigilancia’ y reacciones espontáneas exageradas provocadas por ello. Sus emociones, prohibidas a seguir en un flujo constante, vendrán en arranques de ira y furia.
Pero no tiene por qué ser así. Sí, al principio, podemos enseñar a los sujetos a controlar sus reacciones fisiológicas, entonces pueden terminar este proceso de raíz, deteniendo este círculo vicioso de miedo y ansiedad antes de que los consuma. "Pero," decimos, "se le llama respuesta autonómica porque es 'automática,'" Sí, pero el puente entre el sistema nervioso somático y el autónomo es respirar, y un creciente cuerpo de investigación y experiencia en cuerpos policiales indica que si enseñamos a la víctima a controlar su respiración también pueden controlar sus reacciones físicas. (Esto está basado en información y retroalimentación ganada por entrenamiento de 20,000 oficiales en esta técnica en los últimos tres años) La técnica de respiración que se les enseña a los equipos SWAT, departamentos de policía, batallones de boinas verdes, y otras fuerzas de elite alrededor del mundo (algo referido como "respiración autogénica") consiste simplemente en una profunda respiración ventral: Respira en una cuenta de cuatro, aguanta por otros cuatro segundos, suelta a la cuenta de cuatro, aguanta por cuatro segundos, y repite tres veces.
No lo inventé yo, pero he estado enseñando esta técnica a practicantes de salud mental, milicia, fuerzas policiales, y a mi clase de psicología por cinco años ya. En un caso un joven estudiante que no había visto por varios años vino a mí en el supermercado con una historia que ansiaba contar.
"Estuve en un accidente de tráfico," me dijo. "Mi coche se volcó, y quedé atrapado, con una pierna rota y un pulmón destrozado."
"¿Qué hiciste?" Pregunté.
"Me agarró pánico," dijo. "Y luego recordé lo que nos enseñó: 'respira, dos, tres, cuatro; mantén, dos, tres, cuatro; fuera, dos tres, cuatro; mantén, dos, tres, cuatro' y me empecé a calmar."
"¿Luego qué?"
"¿Qué mas podía hacer? Prendí el radio y esperé que alguien me sacara. Y así lo hicieron. Abrieron el coche y me sacaron y me dijeron que de haber querido salir en pánico me hubiera podido matar."
En una situación clínica un oficial de policía que sufría de un ataque cardíaco se sentó en una unidad de cuidados intensivos y le demostró al doctor cómo podía cortar sus pulsaciones a la mitad utilizando esta técnica. Alrededor del mundo esta técnica está siendo adoptada por organizaciones militares y policiales que se encuentran usándola y probando su utilidad inmediatamente antes y durante las más extremas de todas las circunstancias posibles. Y está siendo usada por practicantes de la salud mental después de situaciones estresantes para enseñar a los sobrevivientes a controlar sus respuestas físicas y prevenir el PTSD.
En la secuela de la masacre de Jonesboro en marzo de 1998, enseñé esta técnica a los profesionales de la salud mental y un clérigo que se habían reunido allí la primera noche. El plan era para mí conducir una breve sesión de información, estableciendo el fundamento cognitivo de lo que vendría, incluyendo entrenamiento y ensayo de las técnicas de respiración. Los sobrevivientes serían separados en pequeños grupos y hablarían de sus experiencias, uno por uno.
Durante esos momentos se permite todo menos ansiedad. Risas y lágrimas salieron, pero tan pronto comenzaban a mostrar ansiedad, usualmente manifiesta por hiperventilación, fueron hechos que pararan y empezaran a respirar. De tal forma que, los sobrevivientes de este terrible y trágico evento fueron capaces de confrontar sus memorias y emociones, mientras trabajan desde el principio para desafanarse de cualquier clase de respuesta fisiológica.
Al siguiente día, los profesionales de la salud mental, el clérigo, y los profesores condujeron sesiones con los niños, usando las mismas técnicas y las mismas reglas. Los resultados fueron muy buenos. Realmente no puedes medir el éxito bajo esas circunstancias, pero hubo respuestas inmediatas y positivas de consejeros y pacientes, y gran apoyo anecdótico por la técnica y su aplicación en esta circunstancia. En un caso, una mamá se quejó con un consejero que estaba tan ansiosa que no había podido dormir por dos noches. El consejero reportó que había hecho que ella hiciera un ciclo de respiración autogénica --tres respiraciones profundas-- y su siguiente respuesta, para su asombro, fue simplemente bostezar.
También, no ha habido ningún suicidio relacionado con los disparos de Jonesboro, aunque ha habido muchos resultado de aquellas en Littleton, Colorado, y el bombazo del edificio de Oklahoma.

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Estás tan enfermo como tus secretos
Si entendemos que la "fobia universal humana" es de corto rango, agresión personal y que sistemáticamente permite a nuestros combatientes matar en combate, entonces también podemos empezar a entender que las agresiones de un enemigo humano resultarán en un trauma de tal magnitud que es como ningún humano podrá encontrar jamás. Si nunca has experimentado tal trauma, eres bienvenido a que trates de aplicarlo en los términos de tus propias experiencias y traumas, pero la realidad es que esto será fundamentalmente un ejercicio fallido.
Quizá uno de nuestros más grandes limitantes para tratar de identificarnos con la víctima de una agresión humana es el hecho de que no podemos sino ser influenciados por Hollywood. Le pregunto a mis audiencias o a mis clases de psicología, "¿Todo se vale en... qué?" Siempre responden, "la guerra y el amor."
"Así es," respondo. "Verán, hay dos cosas sobre las cuales los hombres usualmente mentirán. Mentirán sobre lo que pasó en la cita del día anterior y mentirán sobre lo que les pasó en combate. Así que, eso significa que lo que creemos que pasa en el combate está de hecho, basado en 5,000 años ¿de qué?" Y la respuesta siempre es, "mentiras."
Así es, Hollywood nos miente, y no podemos más que ser influenciados por estas mentiras. Hay una gran variedad de profundamente penosas respuestas fisiológicas y psicológicas a la agresión interpersonal cercana. Incluyen pérdida de control de esfínteres, pérdida sensorial, pérdida de control motor fino y complejo, y pérdida de memoria. Por ejemplo, en una investigación conducida durante la Segunda Guerra Mundial, un cuarto de todos los combatientes admitieron que se orinaron y defecaron en sus pantalones en el combate. (Esos son los que lo admiten. El número real puede ser bastante más alto.) Entre aquellos heridos, defecar y orinar es casi universal. Pero nunca lees acerca de eso en los libros o lo ves en las películas, ¿o sí? Aún así esto sólo es la punta del iceberg de mentiras y engaño que debemos enfrentar para examinar el impacto de la agresión interpersonal.
Para comprender lo que pasa por completo en un individuo en tales circunstancias, tenemos que entender que el sistema nervioso simpático se ha vuelto completamente ascendente, apagando todos los procesos parasimpáticos como la digestión. Además, y más importante, un individuo furioso o temeroso ha apagado su cerebro anterior, resultando en un cerebro medio poderoso, o ascendencia cerebral mamaria, que está exclusiva y absolutamente enfocada en una cosa: sobrevivir. Un resultado de esto es que el cerebro medio (que es un mecanismo relativamente simple, incapaz de engaño o transferencia) dice "¡Hey! ¡Algo muy malo acaba de pasar, averigua qué es y no dejes que ocurra de nuevo!"
Claro que el cerebro medio no nos habla con palabras, sino más bien en arranques de emoción, y aquellas emociones son traducidas, casi siempre, en un sentimiento de "es mi culpa." Durante las sesiones informativas luego de la masacre de Jonesboro, muchos de los sobrevivientes (incluyendo niños de 11, 12 y 13 años) dijeron en un punto, "fue mi culpa." Y aquellos que se convencieron de que no era su culpa eran quienes habían compartido esa experiencia con ellos.
Quizá la respuesta más inmediata de todos es el común, inmediato, "instinto de supervivencia" y la reacción de intenso descanso después de incluso la muerte de un ser querido, que usualmente se articula así, "¡Ese pudo haber sido yo!" o, "¡Gracias a Dios que no fui yo!" El cerebro medio puede ser inmisericordemente lógico, así como es el intento de sobrevivir. Para ser capaz de ayudar a sobrevivir, primero debes sobrevivir tú mismo. Es como los pasajeros en un avión que, "En caso de pérdida de presión en la cabina," debe "... poner su propia máscara de oxígeno primero y luego asistir a cualquier niño pequeño viajando con usted." En un inmisericorde sistema lógico debes tener claro que para ayudar a tus hijos primero debes sobrevivir, con pocas excepciones, primero tú. Claro, después, este impulso egoísta puede resultar en sentimientos de culpa si no se trata.
Durante las sesiones iniciales para los maestros que sobrevivieron al tiroteo en Jonesboro, les dije: lo que sucedería, la obligación moral de participar, la necesidad de deslindar la memoria del evento con la ansiedad, el ejercicio de respiración que les ayudaría en este proceso y algunas otras cosas que tenían que saber. Una de las cosas que dije fue la pérdida de control de esfínteres, la pérdida de memoria, la pérdida sensorial, y estrechamiento de visión (visión de túnel) que eran muy comunes y perfectamente naturales. Luego les expliqué sobre la aceptación irracional de responsabilidad y la reacción humana de "Gracias a Dios que no fui yo," después de presenciar muerte violenta. Luego de que les dije esto último, esta respuesta de "Gracias a Dios que no fui yo," y de haberles dicho que era una reacción perfectamente natural y común, muchos de estos maestros dejaron caer sus cabezas en sus brazos y empezaron a llorar incontrolablemente.
Habían experimentado la intensa sensación de haber tenido su más profundo y obscuro secreto puesto sobre la mesa, sólo para encontrar que todos los demás también habían tenido ese mismo secreto en común, y que estaba bien. Era perfectamente normal. No había nada malo con ellos si se sentían así.
Quizá la mitad de la esencia de ayuda terapéutica es que sólo estás tan enfermo como tus secretos, y hasta que empecemos a atacar algunos de estos secretos nunca seremos capaces de ayudar por completo en el proceso de sanación. La otra mitad de la esencia de la ayuda puede ser que el dolor compartido es dolor dividido. Y los medios por los cuales este "compartir" puede ocurrir en un incidente crítico de grupo, es en sesiones, luego del trauma, en el cual el individuo dice lo que ocurrió y recibe aceptación, perdón y apoyo de sus compañeras víctimas.
 
conclusion

Conclusión: Una aplicación del PTSD resultado de Matar
Así que, hemos visto que hay una poderosa resistencia a matar en la mayoría de los seres humanos saludables. También hemos visto que organizaciones militares y policiales alrededor del mundo han iniciado un poderoso proceso condicionante, a través del entrenamiento militar, que ha permitido a los combatientes burlar esta resistencia. Un extraordinario porcentaje de tiro resultó de esto proceso en las tropas de Vietnam, tropas británicas en las Malvinas y entre modernos oficiales de policía.
Pero condicionamiento que deroga tal poderosa resistencia innata tiene un potencial enorme para una reacción psicológica negativa. Se ha notado que toda sociedad guerrera tiene un "ritual de purificación" para ayudar al guerrero que regresa para llevar su "culpa" y asegurarle que lo que hizo en combate estuvo "bien." En tribus primitivas esto generalmente involucra un baño ritual, una separación ritual (que sirve para calmar los ánimos y como "terapia de grupo"), y una ceremonia recibiendo al veterano de vuelta a la tribu. Los rituales modernos occidentales involucran una larga separación mientras se marcha o navega a casa, desfiles, monumentos, y la aceptación incondicional de la sociedad y la familia. Como fue notado anteriormente, después de Vietnam este ritual fue puesto de cabeza, y Norteamérica pago un precio trágico, donde cualquiera entre 0.5 y 1.5 millones de casos de PTSD ocurrió como consecuencia de esa guerra.
Un vital, aspecto antiguo de este "ritual de purificación", puede y ha sido, reintroducido desde Vietnam y ése es "la sesión informativa," conducida cada noche alrededor de la fogata. La introducción de combate las 24 horas durante 11 meses en la Primera Guerra Mundial creó un ambiente en el cual se volvió imposible para el soldado perpetuar este antiguo ritual nocturno. A través del siglo XX la oportunidad de conducir una sesión de procesamiento de las experiencias de combate desapareció del campo de batalla. La plática de grupo no es una nueva ocurrencia en el campo de batalla. La ausencia de ésta es lo que es nuevo, y ahora lo estamos reintroduciendo, este ritual antiguo, con un grado de experiencia sistemática y científica que no había ocurrido antes.
Ahora, hay una obligación moral, médica y legal para conducir estas sesiones de grupo. Estas sesiones deben incluir todos los individuos que estuvieron
involucrados en el incidente crítico, o, si no es posible, individuos que estuvieron involucrados en incidentes similares. Cualquier organización que mande individuos a situaciones riesgosas, y especialmente aquélla que manda a humanos a participar de ese psicológicamente tóxico reino de la agresión interpersonal (que es, tal vez, la "fobia universal humana"), y que no conduce subsecuentemente una sesión está siendo moralmente, médicamente, y legalmente negligente.
Además, debe haber un ambiente donde no haya "secretos", ya que los perpetradores estarán "sólo tan enfermos como sus secretos." Eso significa, para lo mejor de nuestras habilidades, crear un ambiente de transparencia y rendición de cuentas en la cual no puedan ocurrir atrocidades o actos criminales, desde que estos son, en última instancia, "secretos" que casi siempre no pueden ser confesados y deben ser guardados a toda costa. El coronel Greg Belenke, un psiquiatra y jefe de uno de los equipos de combate al estrés en el Guerra del Golfo, ha definitivamente dicho que los actos criminales y las atrocidades son uno de los caminos más seguros al PTSD. PTSD puede ser visto como "el regalo que continua dando," ya que impacta no sólo a los perpetradores, sino también sus esposas e hijos en las décadas por venir (Belenke, 1996).
Rachel MacNair, en su investigación, ha encontrado que: "El asunto, 'Hubo ciertas cosas que hice en la milicia que no puedo decir a nadie,' fue un fuerte indicador de grupos que perpetraban en cualquier forma que lo viera. Cuando comparé aquellos que estuvieron directamente involucrados en la matanza de civiles o prisioneros con aquellos que presenciaron eso pero no estaban directamente involucrados, pero mataron en otros contextos (presumiblemente más en línea con combate tradicional), las dos cosas que se diferenciaban eran ellos y las pesadillas" (R.M. MacNair, comunicación personal, junio 15, 2000).
Esto quiere decir que las atrocidades, la matanza intencional de civiles y prisioneros, deben ser sistemáticamente erradicadas de nuestra forma de guerra, porque el precio de estos actos es muchísimo muy alto como para que sean tolerados en el más pequeño grado. Esto quiere decir que entramos en una era de transparencia y rendición de cuentas en todos los aspectos de quienes aplican la ley, mantienen la paz y quienes realizan operaciones de combate. Esto también dice algo acerca de aquellos a los que la sociedad llama para "estar en el peligro," para usar fuerza letal, y lidiar con agresión humana interpersonal. Estos individuos requieren apoyo psicológico tanto como requieren apoyo logístico, de comunicaciones y médico. De tal forma, así como nuestra sociedad entra en la era post-Guerra Fría, los campos de la psiquiatría y psicología tienen mucho que contribuir para la continua evolución del combate, y para la evolución de nuestra civilización.

Bibliografia:
Grossman, Dave, On killing II: The psychological cost of learning to kill,
http://www.killology.com/art_onkilling_phobia.htm [online, March 2007], Killology
Research Group, 2000
CROZIER, Dave, A killing mind: understanding the psychological effects on
combat, Fort Bliss, April 2006
 

thunder

Veterano Guerra de Malvinas
Miembro del Staff
Moderador
Muy completo el informe. Muy detallado.
En muchos aspectos yo habia arribado a teorías similares sobre todo en cuanto al STP.
Lo que pasa que me resultaría difícil opinar objetivamente y me volvería autorreferencial con lo cual perdería el aspecto científico que imponen los ensayos anteriores.
Tengo si algunas dudas respecto que se menciona como que quienes han estado en combate no tienen más facilidad para crear violencia o reaccionar violentamente.
Si bien afortunadamente no es mi caso, si conozco muchos otros con violencia familiar y hay estadísticas en este país sobre eso.
En algún aspecto la guerra es una forma muy simple de vida, mucho mas que la vida común.
Pero como yo siempre digo, no hubo una guerra, sino tantas guerras como combatientes.
De alguna manera como hay una guerra para cada uno, también hay una vida para cada uno, y en ocasiones ésta puede ser mucho mas cruel.

Un abrazo
 
Si, y creo no menciona la causa de tanta violencia de los veteranos de Vietnam en EEUU. (que hoy se repite con los veteranos de Irak)
Su sistema de entrenamiento busca convertir al soldado en un agresor, busca la respuesta violenta y contundente a los estímulo... y no se esfuerzan en desactivar esas bombas de tiempo que crean.
Hoy en Irak, la guerra de guerrilla los lleva a ver al enemigo con la misma ropa que las personas que protegen, lo que los altera tan profundamente (al no distinguir entre civiles y tropas enemigas) que terminan cayendo en dos pensamientos: de matar civiles o, en el peor de los casos, que todos son el enemigo.

Me gustaría conocer los relatos y la post-guerra de los médicos de Malvinas; un profesional médico ya tiene la experiencia de ver heridas y el dolor de aquellos que lo rodean, sería muy interesante ver su preparación para soportarlo (como médicos) y su experiencia luego de la guerra.

Tambien interesante los métodos para autocontrol y relajación de los individuos expuestos a stress. Conocía que el cerebro demora 10 segundos en procesar los pensamientos a traves de todas sus capas. Empieza a procesar de afuera hacia adentro. Las capas externas determinan los impulsos mas básicos, mientras que las mas internas comparan y analizan las respuestas en base a la experiencia y el conocimiento. Si uno suma el tiempo consumido en hacer los ejercicios de respiración, da un buen margen al cerebro para procesar las emociones y sentimientos surgidos de la situación de stress.
Bueno, basta de chachara... un abrazo
 
Para completar este tema, creo oportuno adjuntar parte de un artículo publicado en la Revista Infantería, en Octubre/Diciembre de 2005 titulado "Técnica del Asalto" que contempla la "crisis del hombre durante el asalto" Artículo escrito por el Sarg Ay Gustravo Eduardo Painefil, del R I Mec 12[ http://www.revistainfanteria.ejercito.mil.ar/edicion_anterior/Edicion_2005.htm ]

Entendemos por crisis a “la serie de sucesos que nos llevan a enfrentar un estado emocional y temporal de trastorno y desorganización, tal que de no ser resuelto adecuadamente, nos arroja a un desequilibrio total, caracterizado principalmente por una incapacidad para manejar situaciones particulares.”
Nuestra condición de soldados nos conduce día a día a la preparación para la guerra, una situación que ningún ser humano en condiciones normales desea. En dicha preparación se deberá contemplar algunos factores que nos originan dentro del combate un alto grado de estrés, ansiedad y diversos temores, los cuales si no son tratados derivan en la crisis del ser humano.

Al hablar de crisis debemos saber que existen 2 tipos de crisis:
Crisis individual:
El hombre al no poder manejar la situación, ni soportar la presión, entrará en crisis lo cual si no es controlado por el jefe de fracción podrá desencadenar en una crisis colectiva.
Crisis colectiva:
La fracción podrá entrar en crisis cuando se encuentre en una situación difícil, también como consecuencia de tener en la misma un hombre en crisis o cuando se encuentre fatigada física mental o espiritualmente, mal instruida, indisciplinada sin espíritu de cuerpo o victima de la mala conducción por parte del jefe de fracción.

Consideración
Resultará más difícil manejar una crisis colectiva que una crisis individual, para lo cual el jefe de fracción deberá estar preparado para poder prevenir y controlar los diferentes tipos de crisis. Probablemente un buen método sería el del sabio Griego Pericles, el que en la calma era pesimista y mantenía la alerta y en la adversidad tranquilizaba con su serenidad para evitar el pánico minimizando los peligros.

La crisis durante el asalto
Causas que la originan:

1-La situación de encontrarse en un escenario hostil:
Ya sea jefe o subordinado, soldado instruido o un soldado sin instrucción, en el combate, todos son seres humanos que están sometidos al miedo, presión, incertidumbre, desgaste físico- mental y espiritual, de manera que el estar en combate representa una condición "de lo peor que podría ocurrir" debido a que en dicha situación se actúa en condiciones muy difíciles y lo peor de todo es la posibilidad de que otro ser humano intente quitarle la vida, estos aspectos dejan entrever que el echo de ser un combatiente y encontrarse dentro de este escenario no es una situación que se pueda comparar con ningún otro trabajo u ocupación civil.

2-La posibilidad de morir o tener que matar a otro ser humano:
Afrontar el riesgo tan significativo, como el echo de morir o tener que matar a otro ser humano, el tener que ver a su jefe o algún otro integrante de su fracción herido mutilado o muerto, no es una situación de fácil aceptación para ningún ser humano.

3-El rumor previo:
Esta comunicación anónima de una información falsa o aparentemente verdadera que no llega por los canales de información confiables es realmente perjudicial tanto para el individuo como para la organización, afectará considerablemente la veracidad de la información, disminuirá la moral, aumentara la sugestión colectiva, la incertidumbre y la desconfianza e inseguridad en sus superiores.
Al entablar conversaciones con algunos de los excombatientes me hicieron ver los efectos que causó el rumor en nuestras fracciones, un ejemplo común que ocurría en la Guerra de Malvinas fue el echo de escuchar sobre la actitud que tomaban los gurkhas con el personal que se rendía o con el personal capturado, afirmando que dicho personal degollaba a los prisioneros de guerra, rumor que causaba un alto grado de sugestión colectiva en la propia tropa y llego a afectar considerablemente la disciplina, la moral, la confianza y seguridad que brindaban los canales confiables de información.

4-El temor a la falla del material:
En ocasiones de entrar en combate el individuo tendrá miedo de que su armamento se interrumpa y no pueda ejecutar el disparo, debido a fallas del material o negligencia en el cuidado y mantenimiento del mismo, para evitar este aspecto el jefe de fracción adoptara las medidas necesarias a fin de lograr que el combatiente tenga confianza en el funcionamiento de su armamento y de su capacidad de solucionar alguna posible interrupción en su arma.

5-Falta confianza en la conducción de su organización:
El jefe que no demuestre condiciones personales para el mando, desconozca o no cumpla los principios del mando y no aplique correctamente los procedimientos o se vea afectado por el combate, no inspirará confianza en sus subordinados, lo cual desmejorará la disciplina, disminuirá la moral, el espíritu de cuerpo y la eficiencia del grupo.

6-La responsabilidad de ser líder:
Algunos civiles opinan que el liderazgo en combate consiste en que un líder vaya de un lado a otro impartiendo órdenes para imponer su voluntad, si esto fuera así, no dispondríamos de numerosas enseñanzas y ejemplos de cómo ejercer el mando en combate. Según mi juicio, el liderazgo en combate representa probablemente el mayor reto de liderazgo para cualquier líder, porque aparte de ejecutar las misiones impuestas, los líderes, también deben responsabilizarse de las vidas de los hombres que están bajo sus órdenes, posiblemente sea la única actividad de liderazgo en la que tanto los subordinados como los líderes preferirían estar en otro lugar y no tener tan pesada responsabilidad.

7-El bautismo de fuego:
Nadie sabe como reaccionara cada combatiente hasta que el enemigo haya abierto fuego sobre él o sobre algún integrante de su fracción, cada combatiente deberá tratar de controlar su miedo para no aumentar el miedo de toda fracción. Sin embargo debemos saber que el hombre abrirá fuego contra otro ser humano por su instinto de conservación, por su creencia en la causa por la cual combate, por el hecho de ver a su camarada herido mutilado o muerto y en general por que su organización y en particular su jefe lo hace.

8-El temor al fratricidio:
La causa principal del miedo es la de morir o quedar mutilado. Durante el asalto, el combatiente que desconfíe del grado de instrucción que posee su organización o algún integrante de la misma, tendrá temor a resultar herido o muerto por fratricidio, es decir ejecutado por su propia fracción por lo cual se le hará mas difícil el avance hacia el objetivo, influyendo directamente en el espíritu agresivo, rapidez en el movimiento y potencia de fuego de toda su fracción.

9-La ansiedad por entrar en combate:
El estar mucho tiempo en espera, con excesivos deseos de entrar en combate, afectará al individuo y lo fatigará. Es sabido que la espera, en cualquier ámbito, desgasta, no solo físicamente, sino que al introvertirse en sus pensamientos, el combatiente recordará sus afectos y sus ilusiones vitales y cuestionará su presencia allí.

10-Ejecutar el asalto con la moral baja:
La falta de higiene personal, las fallas en el abastecimiento logístico como raciones, munición, material y equipo, la deficiente conducción en su fracción y otras situaciones particulares del combate harán que la moral de la fracción esté baja.

Debemos saber que el hombre en crisis podrá actuar de 4 maneras diferentes.
1. Se paraliza y se detiene, no puede avanzar.
2. Se retrae de la acción y no avanza hacia el objetivo, huye buscando seguridad.
3. Se descontrola y comienza a disparar en todas direcciones.
4. Avanza en forma decisiva y agresiva sobre el objetivo sin medir las consecuencias.​

Síntomas y reacciones físicas y psíquicas durante la crisis en el individuo

a) Síntomas y reacciones físicas:
  • Palpitaciones o taquicardia.( descarga adrenalínica)
  • Sudoración (transpiración de la piel)
  • Temblores o sacudidas en el cuerpo.( a veces no permiten el manejo y apunte del armamento)
  • Opresión o malestar torácico
  • Náuseas o molestias abdominales como espasmos de vejiga e intestinos que producen nauseas, micción, defecación diarreica o constipación
  • Parestesias (hormigueos o entumecimientos)
  • Escalofríos o sofocaciones
  • Inestabilidad, mareo (aturdimiento) o sensación de desmayo
  • Boca seca y jadeo.( deshidratación-hiperventilación)
  • Temblor en los labios que puede extenderse al resto del cuerpo
  • Alteración de la voz, que se torna ronca y confusa pudiéndose producir la afonía debido a la presentación de los 2 (dos) síntomas anteriores
  • Sensación de ahogo, disnea ( dificultad respiratoria)
  • Sensación de atragantamiento
  • Disminución o alteración de los sentidos de la vista, oído, tacto, olfato y anestesia completa (“fantasías de la percepción”)

b) Síntomas psíquicos:
  • Miedo a morir
  • Desrealización (sensación de irrealidad)
  • Despersonalización (sensación de estar separado de uno mismo)
  • Negación de la realidad. ( mecanismo de defensa de la psíquis)
  • Miedo a descontrolarse
  • Obtusión sensorial y confusión mental
  • Sensación de opresión y angustia
  • Cuestionamiento de la actitud
  • Dificultad para entrar en uso de razón
  • Pérdida del análisis critico
 
estimado forista Piloco muy- muy -muy buen informe el que ha expuesto , asiento lo comentado por el forista Thunder , estudios realizados por El Technion – Instituto Tecnológico de Israel, Haifa , han demostrado que todos los excombatientes de una u otra guerra han quedado con secuelas de rasgo agresivo ( no siempre a simple vista detectados), por ello es tan alto el trato agresivo hacia familiares y llegado al peor extremo el suicidio, el sindrome postraumatico de combate no es una palabra inventada es un hecho lamentable en la siquis del ser humano...muy atte Kidon.
 
Sres Kidon y Bioagustin muchas gracias por su comentario... como escribí mas arriba creo nescesario conocer estos temas para poder ayudar mejor a nuestros ex-combatientes y poder mejorar (si lamentablemente volvemos a incurrir en un conflicto) la atención a nuestros hombres por parte del Estado.
Recuerdo una frase: "algunos hombres aprenden de sus errores, yo prefiero aprender de los errores de los demás"
Un abrazo

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era una frase de Otto Von Bismarck... y era un poquito mas "fuerte"
"Solo los idiotas aprenden de sus errores, yo aprendo de los errores de los demas"

bueno, mas que "fuerte", es un poco soberbia... (no quiere decir que no tenga razón)
 
Piloco, que bueno que lo reflotaste, pensando, procesando luego sobre la violencia en los ex combatientes se vieron algunas opiniones encontradas respecto a lo que escribió el autor y a lo que manifestaron otros foristas en lo referido a violencia familiar.

Tal vez es demasiado ancha la brecha como para establecer una comparación, pero me da la sensación de que los individuos que están entrenados en artes marciales y/o en el manejo de armas, no sienten esa "necesidad de demostrar superioridad" en la calle. Creo que se entiende el concepto, el entrenamiento saca esa especie de ansiedad o ganas de demostrar algo y por tanto lo hace a uno más pacífico en el sentido de no buscar un pleito, uno ya conoce sus capacidades y no necesita ponerlas a prueba y menos con alguien que no las tiene. Incluso en el acto de autodefensa, la acción va a terminar cuando el que se defiende esté seguro, digamos que no le va a patear la cabeza en el piso hasta que se le pase la calentura o le duela la pata.

Con todo lo anterior quiero creer que el entrenamiento militar profesional hace al hombre menos violento y le da la cápacidad hacer uso de la violencia como un recurso, de manera racional y no primitiva.

¿podría la violencia familiar en este caso no deberse al entrenamiento si no a la incomprensión (no voluntataria) por parte de la familia de la situación del ex combatiente? ¿A la incapacidad de contenerlo, de ayudarlo o de comunicarse con él? no soy un experto en esto pero creo que la violencia es una forma de comunicación, digamos que una persona puede ser violenta una vez, luego hay complicidad, aprobación o como se llame por parte de la otra persona.

Estaría bueno que sigas aportando.
Un abrazo.
 
Reformulan la terapia de ex combatientes

Por Sebastián A. Ríos (http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=894099) Marzo 2007

Hoy la atención del estrés postraumático se realiza en forma descentralizada y multidisciplinaria. A casi 25 años de la Guerra de las Malvinas, vale preguntarse cuáles han sido las huellas que dejó el conflicto armado, y el después, en la salud mental de los combatientes.​

Quien tiene una aproximación a esa respuesta es el capitán médico Martín Bourdieu, director del Centro de Salud Mental Malvinas Argentinas, dependiente del Comando de Sanidad del Ejército.

"De las estadísticas que manejamos, el 60% presenta algún tipo de patología -dice Bourdieu, también veterano de las Malvinas-. De esos, el 20% es por estrés postraumático; el resto, por transformación persistente de la personalidad (que es una rigidización del estrés postraumático), trastornos depresivos mayores, trastornos de ansiedad generalizada, distimias, fobias específicas y, por supuesto, las adicciones."

Bourdieu extrae esas conclusiones de su experiencia anterior como jefe de Psicopatología y Salud Mental del Ejército y de su labor actual en el centro Malvinas Argentinas, punto de partida de un intento de esa fuerza por reformular la atención del estrés postraumático de los veteranos.

Los primeros esfuerzos por dar contención psicológica y psiquiátrica desde el Ejército enfrentaron un obstáculo, consecuencia de la forma como estaba estructurada esa atención. "Lo que se hacía era dar tratamiento psicofarmacológico. Pero la atención estaba centrada en el hospital militar de Campo de Mayo -recuerda Bourdieu-. ¿Cómo hacíamos para brindar asistencia psicoterapéutica a quienes vivían a más de 800 kilómetros?"

"Es inviable", responde, y agrega que esa misma imposibilidad fue la que llevó a un proceso de descentralización en la atención del veterano. Resultado de ese proceso son el Centro de Salud Mental Malvinas Argentinas, que funciona desde el año pasado, otro centro similar en Córdoba, en funcionamiento pleno desde comienzos de 2007, y otros centros que el Ejército proyecta para otras ciudades del interior.

Indiferencia

Antes de la puesta en funcionamiento de estos centros de atención de estrés postraumático, Bourdieu y sus colegas realizaron tareas de capacitación en el Hospital de Veteranos de Guerra de Miami, en Estados Unidos. Allí, Bourdieu encontró puntos de contacto entre los veteranos de Vietnam y los de las Malvinas.

"Nuestros casos de estrés postraumático son muy similares a los del veterano de Vietnam, desde las características de la patología específica", dice Bourdieu, que explica que uno de los factores que incide en el desarrollo del estrés postraumático es la respuesta social a su experiencia traumática.

"Cuando el veterano de Vietnam volvió, en vez de sentirse protegido por la sociedad sintió el rechazo, ya que entonces había una movilización en contra de la lucha armada. En líneas generales, el 80% de los veteranos de las Malvinas ha sentido la indiferencia, aun cuando más del 90% de los veteranos que pude evaluar se sienten orgullosos y dicen que volverían."

Hoy, la modalidad terapéutica que lleva adelante Bourdieu en el centro Malvinas Argentinas consiste en un trabajo en grupos pequeños, a través de un equipo multidisciplinario. "Luego de una evaluación por parte de distintos especialistas, ingresan a un programa de tratamiento específico de dos meses y medio de duración, del que participa la familia del veterano."

"Una vez finalizado el programa de asistencia, se realiza un seguimiento, ya que es una patología crónica -agrega Bourdieu-. Lo más importante tal vez es que el veterano sabe que tiene un lugar de referencia al que puede recurrir."

¿Es efectivo hoy el tratamiento?

"Rechazamos la estigmatización del estrés postraumático, porque se quieren explicar los problemas de los ex combatientes como una culpa de la naturaleza. Se quiere presentar al ex combatiente como una víctima, así la sociedad no tiene que pensar en serio la forma en que trató el tema de Malvinas", dice César González Trejo, presidente de la Federación de Veterano, al ser consultado sobre la labor que se lleva adelante en los centros de salud mental del Ejército.

"Hace 25 años podía ser algo necesario, pero no hoy", agrega González Trejo.

A casi 25 años de Malvinas, ¿el tratamiento de trastornos como el estrés postraumático en los veteranos tiene algún efecto? "Todo veterano que tenga una asistencia mejora", responde, en clara disidencia con González Trejo, el capitán médico Martín Bourdieu.

"Hay veteranos que nunca se acercaron a un centro de atención, cualquier fuera, y que llegan por otros veteranos: ésos son los casos más espectaculares, porque es abrupta la mejoría", agrega.

Aunque muy recientes, ya que el nuevo programa de tratamiento lleva menos de un año en funcionamiento, Bourdieu comenta sus resultados.

"Por lo que nos cuentan los familiares, la mejoría es muy clara: veteranos que han tenido internaciones prolongadas y constantes, por ejemplo, desde que han terminado el proceso terapéutico no han tenido nuevas internaciones. Pero son tratamientos recién finalizados, ahora hay que sostenerlos en el tiempo".

Centro de Orientación para problemas de salud de Veteranos de Guerra y familias: 0800-555-8462.
 
Casi 20 veteranos de guerra se suicidan por día en los EE UU

Entre los más de 30 mil suicidios que ocurren cada año, el 20% son de ex combatientes, reveló un estudio de la Secretaría de Asuntos de los Veteranos.

El Secretario de Asuntos de los Veteranos, el general Eric Shinseki, alertó que, en promedio, 18 veteranos de guerra se suicidan cada día. Los funcionarios del departamento presumen que la mayor parte de este grupo prestó servicio en Iraq o Afganistán.

De acuerdo al informe, el número de suicidios de hombres de entre 18 y 29 años que abandonaron las Fuerzas Armadas aumentó un 26 por cientro entre 2005 y 2007.

Además, afirma que los ex combatientes norteamerianos licenciados de campañas bélicas en Iraq y Afganistán parecen tener una tendencia al suicidio mayor que otros sectores de la población castrense.

Otro dato que reveló el documento, señala que las estadísticas indican que los ex combatientes que usaron los servicios médicos del departamento en 2007 estuvieron menos inclinados a suicidarse que los que no lo hicieron. La tendencia representa un cambio respecto a 2005.

"El ejército padeció el año pasado una cifra récord de suicidios. Aunque el mando militar difunde con frecuencia esas estadísticas, ha sido mucho más difícil recopilarlas entre los ex combatientes una vez que son licenciados", sostuvo el matutino Cuba Debate.

Y explicó que el departamento calculó las cifras utilizando las cifras de los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) de 16 estados.

En 2005, el índice por cada 100.000 ex combatientes entre los 18 y los 29 años fue de 44,99, frente a 56,77 en 2007, según el departamento.



13 de enero de 2010 (EFE)
 
5% de los soldados de USA ya son obesos (¿?)

Las Fuerzas Armadas de USA han encontrado un nuevo y mortal enemigo. No son los Artefactos Explosivos Improvisados (IED) de Afganistán e Iraq. Ni los misiles norcoreanos o el programa iraquí. Esta vez se trata de la obesidad de los soldados. Los combatientes estadounidenses son crecientemente obesos y eso los limita como soldados. Es parte de la Decadencia del Imperio Americano. Si en 2003, 1% de los soldados era considerado obeso, y en 2010, 5% de los soldados es considerado obeso, ¿que ocurrió en el interín?


09/02/2010

Según el último Informe de supervisión sédica del Departamento de Defensa de USA, casi el 5% de los soldados estadounidenses ya sufren problemas de obesidad. La cifra podría ser más alta, porque sólo considera a aquellos militares a los que las autoridades médicas califican como obesos, reportó Pablo Pardo, desde Washington DC para la web madrileña de El Mundo.

La tendencia, además, es abrumadoramente al alza porque en 2003, apenas entre el 1% y el 2% de los militares estadounidenses tenían sobrepeso.

En su estudio, el Pentágono explica que este problema es, en realidad, consecuencia de las Guerras de Iraq y Afganistán, con sus secuelas de ansiedad y problemas psicológicos.

No sólo eso: la epidemia de obesidad que afecta a USA —y, con él, a gran parte del mundo— se combina con problemas educativos y legales puede tener consecuencias muy graves para la defensa del país.

Nada más y nada menos que un 75% de los jóvenes estadounidenses de entre 17 y 24 años de edad no cumplen los requisitos físicos e intelectuales necesarios para alistarse en las Fuerzas Armadas, según las estadísticas oficiales.

De hecho, el ex comandante en jefe del Alto Estado Mayor, John Shalikashvili, ha declarado que “nunca hemos tenido este problema de obesidad entre los jóvenes”.

De acuerdo con esos datos, 75% partes de los jóvenes estadounidenses están demasiado gordos, han sido expulsados de sus escuelas, tienen problemas legales pendientes —frecuentemente por haber cometido pequeños delitos— o, aunque tengan un expediente académico y policial ‘limpio’ carecen de las mínimas aptitudes intelectuales para alistarse.

El problema es lo suficientemente serio como para que se haya creado una comisión informal para analizarlo, en la que están, entre otros, el ex comandante en jefe de la OTAN y arquitecto de la Guerra de Kosovo en 1999, el general Wesley Clark, y el propio Shalikashvili.

Desde un punto de vista histórico, la situación tiene pocos precedentes. Normalmente, los imperios caen por extenderse en exceso (como fue el caso del Reino Unido o a USA si sigue embarcándose en guerras en Oriente Medio como la de Iraq), endeudamiento masivo (es lo que le pasó a España y lo que puede suceder en USA) o una prolongada crisis política (Roma y la Unión Soviética). Nunca, sin embargo, un imperio se hundió por la obesidad de sus soldados.

En esto, el ‘excepcionalismo americano’ puede crear Historia.
 
Alguien me puede explicar una cosa...

Como es posible que una persona crea que entrar en el ejercito de los eeuu seria un paseo en el campo... a ver...

Entiendo que la guerra es cruenta y que nadie quiere ir y morir, nadie quiere vivir un solo dia de esa guerra pero que eso no lo sabian cuando voluntariamente se metieron un ejercito que esta en guerra desde el 2001 y antes tambien?
Entrar al ejercito de los eeuu e ir a una guerra es como comprarse una loteria con 4 numeros y vos tenes en la mano 2 ¬¬

Quien me explica sin pegarme
 

Leutnant

Colaborador
Colaborador
Es muy facil, si tomas el grueso de la tropa te vas a encontrar con indigentes, inmigrantes a quienes se les promete una visa, gente que por otro medio no puede costearse sus estudios y un largo etc... No digo que todos se unan por esto, pero hay mucha gente a la que no le queda otra opción que mandarse a la milicia.

Un lavado de cerebro por aquí, otro por allá y te encontras con una sociedad "militarizada" en uno u otro aspecto y ganás día a día más carne de cañon para mandar al mega frente de guerra mundial.

Resultado de una estratégia que há dado muchos frutos en la incorporación de nuevos reclutas, de la idea del terrorismo omnipresente y omnipotente que acecha en cada lugar y que puede atacar en cualquier momento y hasta en las formas más ridículas. Gastas unos dólares en entrenar a los terroristas, armarlos y ya está. Solo queda el tan esperado atentado o nuevos frentes en lugares impronunciables. Después hasta le sacas jugo al asunto, armandote más, consigiendo "aliados" y vendiendoles armas a ellos también. Negocio redondo. Total, ¿qué perdes?: unos rednecks ignorantes que no saben ni hablar, alguno que otro puertoriqueño, mexicano, cubano, y algunos buenos boy scouts, pero bueno, algun "oro" tenia que caer en la movida. Algún simbronaso económico, y una guerras que se fueron de las manos, pero, siempre hay un papi que se llena los bolsillos así que la moledora de carne va a seguir abierta un ratito más.

Bah, digo. Como que da la impresión de que esta gente piensa así, ¿no? Vaya uno a saber, lo que si es seguro es que es una porquería.

Saludos!!!
 
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