Un ejemplo ilustrativo lo recoge el economista americano Callis, que valora las inversiones en Indochina francesa en 514 millones de francos oro entre 1896-1914, en fondos públicos; en unos 500 millones de francos oro entre 1888 y 1920, en inversiones privadas, y en 3000 millones de francos en el periodo de 1924-1929.
La parte más importante del sector privado estaba dominado por grandes grupos financieros, como la Banque de l’Indochine, de la que dependían más o menos directamente, las principales sociedades coloniales francesas de carbones, minerales no ferrosos y caucho. La orientación de estas inversiones intensificaba aún más el desequilibrio económico, ya patente en la etapa anterior. Como se decía arriba, las nuevas inversiones toman otra dirección; de esta forma, la industria ligera fue sistemáticamente abandonada por el poder colonial, la misma burguesía nacional desarrolló, tardía y tímidamente, sus propias empresas.
Lo mismo ocurrió con los cultivos alimenticios, que no interesaban a los grupos financieros coloniales, así que dichos cultivos sólo progresaron en las zonas de exportación, como por ejemplo: Cochinchina.
El comercio exterior desarrolló unas variantes notorias respecto al periodo librecambista, es decir se seguían intercambiando productos manufacturados por materias primas, pero las metrópolis se defendían con medidas proteccionistas de la competencia de otros países occidentales –hecho éste que en el anterior periodo se pretendía combatir-y, sobre todo, del Japón.
También se buscaban recursos fiscales suplementarios, pese al perjuicio que suponía para el coste de la vida. De este modo, como indica Chesneaux, la tarifa proteccionista francesa instituida en 1892 fue extendida inmediatamente a Indochina, y todavía en 1928 se renovaron los derechos sobre los productos extranjeros, principalmente contra la competencia japonesa. Estos nuevos caracteres de la economía colonialista obligaron a reforzar la estructura administrativa y financiera de los imperios coloniales.
Así, se trataba de proteger las inversiones metropolitanas y asegurarles sólidas garantías financieras.
Este refuerzo del aparato administrativo y fiscal de la colonización se agudizó en Indochina, sobre todo, durante los cinco años de proconsulado del Doumer (1897-1902). Éste organizó sólidamente la “Federación Indochina”, cuyo gobernador tenía su sede en Hanoi, y que incorporaba a cinco territorios de estatutos diferentes: Tonkín, Annam, Cochinchina, Camboya y Laos; esta estructura fue dotada de recursos financieros propios: administración de la sal, del opio y del alcohol, cuyo implacable funcionamiento trastornó a la sociedad vietnamita.
Así, entró Indochina en la era de la explotación sistemática.
El robustecimiento de los lazos de dependencia económica y financiera con las metrópolis tuvo como contrapartida el frágil desarrollo de la economía colonial, ya que la exportación del sudeste asiático se realizaba sólo con un número muy escaso de productos claves.
El derrumbamiento de las cotizaciones en el mercado mundial trajo como consecuencia el paro en las grandes empresas coloniales, la ruina de los pequeños productores locales que trabajaban para la exportación, y nuevas cargas para el presupuesto colonial.
Estos efectos se consumaron en crisis internacionales como la 1ªGM o la crisis bursátil de 1929.
Estas situaciones económicas tuvieron repercusiones muy notables en los movimientos nacionales de independencia, y por ello en estos periodos críticos sus acciones se endurecen, o mejor dicho, los principios independentistas se materializan en acciones concretas.
La expansión económica
La principal preocupación de Francia consistía en intensificar el rendimiento de la riqueza de los deltas, iniciada en los albores de los tiempos históricos. La civilización vietnamita es una «civilización arrocera» y extrae su subsistencia de los deltas, donde crece el alimento fundamental y donde se formaron las poblaciones y pudieron fecundar las artes y las letras del país.
La conquista de aquel rendimiento agrícola, mantenida tan dura y lentamente durante dos milenios, hizo fulminantes progresos en sólo medio siglo gracias ala ciencia de los ingenieros.
Este grafico permitirá captar de una ojeada la transformación de Cochinchina entre 1880 y 1930: de 522.000 hectáreas en 1880, la superficie de los arrozales pasó a 1.175.000 en 1900 ya 2.200.000 en 1937, es decir, a un aumento de1421% en menos de 60 años. Para medir todo el alcance humano de este logro, basta con saber que, durante el mismo periodo, la población de Cochinchina pasaba de 1.679.000 habitantes a 4.484.000, con un aumento del 267%. La comparación de ambos porcentajes, 421% contra 267%, demuestra que el promedio de recursos por habitante llegó casi a doblarse. Incluso consumiendo mucho más arroz, aún podían exportarlo en mayor cantidad. Los embarques de arroz en Saigón pasaron, así, de 284.000 a 1.548.000 toneladas, con un incremento del 545%.
Tales resultados fueron obra del servicio de Trabajos Públicos, que verificó minuciosos estudios de nivelación e hidrología y, para los drenajes e irrigaciones en Cochinchina, aportó la ayuda de potentes dragas que extrajeron un volumen cúbico superior al exigido para la apertura del canal de Suez.
Los problemas de hidráulica agrícola eran mucho más complicados en Annam y en Tonkín, por lo que los progresos fueron menos espectaculares. Con una civilización más antigua que la de Cochinchina, dichos países no disponían de tantas extensiones libres aun nivel apto para ser irrigado directamente. Todo lo que los ingenieros pudieron hacer consistió en consolidar los diques del río Rojo, captar afluentes secundarios por medio de presas y fecundar el suelo con conductos artificiales. Se obtuvieron así 50.000 nuevas hectáreas de 1906 a 1938 en Tonkín y 90.000 en Annam, sin contar con las ventajas menos importantes logradas por medios diversos, tales como la elevación de las aguas del río Rojo por la instalación bombeadora de Son Tay. Desde 1930, la Oficina Indochina del Arroz dispuso de laboratorios y equipos de estudio, entregándose a profundas investigaciones destinadas a seleccionar las semillas y mejorar los rendimientos.
La casi totalidad (95%) de los terrenos convertidos así en arrozales eran aprovechados por los vietnamitas, mientras que la conquista de la selva, transformada en plantaciones de alto rendimiento, a unas altitudes donde ningún cultivo había sido jamás intentado, quedó reservada para sociedades francesas. El logro más sensacional consistió en el cultivo de la hevea; en 1897, el farmacéutico de la Armada, Raoul, llegó comisionado de Malasia e introdujo en Saigón 2.000 plantas de Hevea brasiliensis. Sólo se conocía hasta entonces en Vietnam el caucho obtenido de lianas que crecían espontáneamente en la selva, y los. ensayos de la hevea fueron recibidos con escepticismo.
Un único plantador, Berland, se dejo convencer e Intento la aventura en 1898, en las mismas inmediaciones de Saigón. Puso a sus árboles en sangría en 1905 y obtuvo una cosecha abundante. Aquel éxito arrastró a otros colonos vecinos, mientras que un ingeniero del ferrocarril en construcción entre Saigón y Nha Trang creó en Suzannah la primera gran plantación en las «tierras rojas», terreno propicio para las heveas, que se extiende sobre 300 km de largo por 30 de ancho entre los confines de Cochinchina y Annam. De 1925 a 1930 se formaron numerosas sociedades, haciendo un llamamiento al ahorro francés gracias a la favorable situación del mercado del caucho. cuando los precios se derrumbaron a consecuencia de la crisis de 1930, el presupuesto general concedió primas especiales a los exportadores y el cultivo de la hevea pudo ser salvado. La superficie de las plantaciones alcanzaba 138.000 hectáreas en 1943, y su producción llegaba alas 75.000 toneladas.
Aparte de ser un gran productor agrícola, Vietnam cuenta con posibilidades industriales que han permanecido durante largo tiempo en estado latente. Aunque estén condicionadas, como en cualquier otro país, a las reservas de fuerzas motrices, materias primas y mano de obra, esta triple coyuntura aparece altamente favorable en Indochina. La industria minera fue la que acusó mayor desarrollo, ocupando a 50.000 obreros antes de la guerra, 25.000 de los cuales trabajaban en los yacimientos carboníferos de Tonkín; se trataba de una sociedad concesionaria de las minas de Hongay, explotadas desde 1887 y cuyos recursos parecen inagotables. Buena par- te de la extracción se efectúa en los gigantescos bancales descubiertos de Hatu y de Campha, que ofrecían un subyugante espectáculo con su hormiguero de mineros trabajando a pleno sol. Equipados por la sociedad con el material más moderno, los puertos de Hongay y de Campha aseguraban la salida de una producción que alcanzaba más de 1.600.000 toneladas en 1937.
La expansión agrícola y el nacimiento de la gran industria no habrían sido posibles sin la política de grandes obras inaugura- da, como queda explicado, por Paul Doumer, y proseguida por sus sucesores.
Vietnam fue provisto de la mejor red de carreteras de Extremo Oriente, y seguramente ningún trazado ferroviario es tan atrevido en todo el mundo como el que trepa por los contra fuertes de Yunnán hasta 2.000 m de altura y empalma, en Hanoi, con el largo serpenteo del Transindochino.
La evolución social
La primera consecuencia del desarrollo económico fue un considerable incremento de la población, combinados efectos de la mejora de los recursos alimenticios y de la disminución de la mortalidad. Permitiendo el aprovisionamiento de las regiones afectadas por una mala cosecha, el desarrollo de las vías de comunicación suprimió una de las causas del hambre que diezmaba periódicamente a la población. El Instituto Pasteur emprendió campañas de vacunación contra las endémicas plagas que asolaban el país, causando las víctimas por decenas de millares: el cólera, la viruela y la peste. Treinta y seis millones de centímetros cúbicos de vacunas fueron distribuidos sólo durante la campaña de 1927-28. La mortalidad infantil fue combatida en los dispensarios, y se estableció el tratamiento adecuado contra la lepra. Un servicio antimalaria se dedicó al saneamiento de las plantaciones y terrenos en obras. Creada en 1927, la Inspeccion General del Trabajo emprendió la mejora de las condiciones en el empleo de la mano de obra.
Es imposible establecer con precisión el aumento del número c de habitantes, ya que no se hizo ningún censo exacto con anterioridad y las estadísticas actuales están pendientes aún de confirmación; puede estimarse, sin embargo, que la población se ha triplicado en medio siglo. Esta expansión demográfica implica ciertos peligros: si bien la superficie de los arrozales se desarrolló en Cochinchina con un ritmo superior al del aumento de la población, no podía darse el mismo caso en Tonkín, donde el delta se viene cultivando intensivamente desde hace siglos. El nivel de vida del campesino tonkinés era, así, muy precario, y se convertía en campo abonado para las propagandas subversivas. Se trataba, en realidad, de las consecuencias de duras leyes económicas, cuyo único remedio consiste en la multiplicación de los intercambios y en el desplazamiento de la mano de obra hacia los centros industrializados.
Otro de los efectos de la intervención francesa fue el trastorno en las intrincadas jerarquías tradicionales, que dieron paso a otros valores sociales. Si las grandes empresas industriales o comerciales solían ser las más de las veces privativas de sociedades europeas, tampoco faltaron los indígenas que crearan negocios prósperos: transportes terrestres o fluviales, molinos aceiteros, aserraderos, ladrillares, tejidos de seda, etc. Esta nueva clase social fue la que obtuvo mejor provecho del rendimiento conseguido en los arrozales con las obras hidráulicas, particularmente en Cochinchina, ya que ella fue la que disponía de los capitales o créditos necesarios para adquirir nuevos terrenos cuya explotación se confiaba a familias labradoras.
Aquello dio lugar al nacimiento de las grandes propiedades, inexistentes antes de la llegada de los franceses, y que afectó onerosamente a la población campesina. El cultivo directo en plan familiar fue sustituido por la explotación de tierras ajenas por parte de colonos, obligados a pagar un arriendo en forma de cierta cantidad de medidas de arroz sin descascarillar; estos colonos recibían del propietario anticipos en dinero o en grano, pero siempre a un precio demasiado elevado. También los pequeños propietarios se veían en la progresiva necesidad de someterse a los grandes, hipotecando y perdiendo sus tierras por falta de recursos. La Administración francesa emprendió la lucha contra el préstamo usurero instituyendo en 1926 las Cajas de Crédito Agrícola y sin pedir otra garantía que la de la cosecha o del equipo, pero se hizo difícil muchas veces dar con aquellos que tenían más auténtica necesidad de los anticipos estatales.
El impulso económico de Indochina creó la clase de los asalariados; las plantaciones de hevea, las industrias textiles y las explotaciones mineras requerían abundante mano de obra, cifrada en millares de obreros. Aunque su retribución y régimen alimenticio superaran ampliamente las condiciones habituales en sus poblados de origen, aquellos hombres se sentían desarraigados, desamparados, sin unas familias y comunidades a las que estaban tan profundamente vinculados. Semejante I situación era dolorosamente nueva en Vietnam, donde hasta entonces el trabajo se desarrollaba siempre bajo el signo familiar; en los antiguos talleres artesanos, lo mismo que en el ámbito agrícola de la época, la mano de obra era poco numerosa y el obrero recibía alojamiento y comida hogareños, participando incluso en las celebraciones de la familia. Los asalariados pasaban a ser más afortunados desde un aspecto material, pero se sentían moral y socialmente disminuidos.
La evolución intelectual
El cultivo intelectual es una de las más bellas tradiciones de Vietnam, donde los concursos literarios abrían paso a todas las carreras administrativas.
¿Convenía que Francia mantuviera la cultura extremo oriental o que fomentara el conocimiento del francés y de las ciencias occidentales? La primera tendencia fue la que dominó hasta principios del siglo XX, y la enseñanza de los caracteres chinos coronada por las competiciones literarias fue conservada para la formación de los mandarines, en tanto que las escuelas francoannamitas fundadas por Paul Bert preparaban a los secretarios e intérpretes de la Administración.
El abandono de la cultura tradicional provino de los deseos y peticiones incesantemente formulados por la población. Una iniciativa vietnamita creó en 1906 la escuela de Thai Ha Hap, junto a Hanoi, donde los profesores indígenas enseñaban el francés y las ciencias, excluyendo el cultivo de los caracteres chinos. El gobernador general Beau fundaba, el año siguiente, la primera «Universidad Indochina», intento todavía tímido de "extender la cultura francesa”.
¿Hacía falta atreverse a más y emprender una política de asimilación intelectual? Albert Sarraut abolió las competiciones literarias, la última, de las cuales tuvo lugar en Nam Dinh en 1915, e introdujo en Vietnam los programas franceses con las tres etapas de enseñanza primaria, secundaria y superior. Esta última se limitaba inicialmente a un grupo de escuelas superiores, dándose toda clase de facilidades a los más destacados estudiantes para que acudiesen a Francia y se hicieran con sus diplomas en las universidades metropolitanas. El equipo universitario fue completado después de la Primera Guerra Mundial con grandes bibliotecas y con establecimientos científicos de alto vuelo: la Escuela Francesa de Extremo Oriente, el Instituto Oceanográfico, los Institutos Pasteur de Saigón, Nha Trang y Hanoi, el Instituto de Investigaciones Agronómicas y los Servicios Geográficos, Geológicos y Meteorológicos.
Tan pronto se abrieron las puertas que daban acceso a las distintas ramas de la enseñanza francesa, la juventud del país entero rivalizó en ardor para la conquista de los nuevos diplomas. Ya antes de 1939, el nivel en los centros de enseñanza vietnamitas no desmerecía en nada al de los establecimientos de la metrópoli, y raro era el año en que no se registraban brillantes éxitos por parte de estudiantes vietnamitas en la Escuela Politécnica, en el Instituto Agronómico o en los internados de los hospitales de París y en las universidades francesas. La difusión de la cultura francesa en Vietnam durante el siglo xx fue un fenómeno tan destacable como la influencia de la cultura china en el país lo fuera en el pasado. Francia no se limitó a aportar solamente unos elementos económicos, sino que introdujo también su propio bagaje intelectual, con las sutilezas de su idioma, los matices de su espíritu y el viviente tesoro de sus obras escritas
Nacimiento de los partidos políticos
Antes de la Primera Guerra Mundial, la oposición al régimen francés era un hecho prácticamente limitado a una clase que, como la de los mandarines, sentía lesionados sus antiguos privilegios. Después de 1918 se les añadieron los jóvenes intelectuales formados bajo el molde idealista francés y que constituían una selección de la burguesía, y también progresivamente las clases populares deseosas de mejorar la situación y que, al no conseguirlo, prepararon un movimiento social.
Fan Quynh, refinado intelectual de destacada cultura y notable influencia, presentó en Hanoi, y en una serie de artículos, el más moderno y constructivo de los programas: retorno al verdadero espíritu del protectorado y aplicación, por parte de Francia, de los tratados que había firmado pero que eran, las más de las veces, letra muerta; la tarea gubernativa sería desempeñada por la élite vietnamita, que aplicaría una constitución liberal. Otro publicista, Nguyen Van Vinh, fue más lejos: rechazó la ficción monárquica utilizada como pantalla para las exigencias de la Administración colonial, y reclamó el establecimiento de una república. Ambos escritores tonkineses proclamaron ideales, pero no llegaron a formar ningún partido. Bui Quang Chieu y Nguyen Fan Long, con la ayuda de la burguesía vietnamita, fundaron en Cochinchina el «Partido Constitucionalista y presentaron al gobernador Varenne su Cuaderno de las aspiraciones annamitas en 1925, reclamando el acceso indígena a los empleos públicos, una representación vietnamita más extensa, la libertad de prensa y el derecho de reunión.
Ninguno de estos teóricos moderados rechazaba la colaboración con Francia. Muy diferente fue la esencia de un nacionalismo liberal, más precisamente del Viet Nam Quoc Dan Dang, fundado en Hanoi por un grupo de profesores y periodistas bajo la dirección de Nguyen Thai Hoc y cuya tendencia era netamente revolucionaria. A partir de 1929 formó más de un centenar de células en Tonkín y consiguió infiltrarse en el ejército. Acosado por la policía, Nguyen Thai Hoc intentó la acción directa: hubo una sublevación en la guarnición de Yen Bai la noche del 10 de febrero de 1930, en el valle alto del río Rojo, y se lanzaron bombas en Hanoi, donde un conato de pánico sacudió a la minoría europea. Aquel movimiento terminó en fracaso, pero tuvo como eco varios intentos de huelga en la sociedad algodonera de Nam Dinh, en las plantaciones de hevea y entre los más míseros campesinos de Nghe An. Los brotes de nacionalismo fueron aplastados implacablemente.
Ningún otro movimiento importante turbó a la Administración francesa en los territorios indochinos hasta la Segunda Guerra Mundial. Fue más bien fuera del país, en China bajo inspiración soviética y en París con la ayuda del Partido Comunista, donde se formaron los equipos destinados a desempeñar decisivos papeles a partir de 1945.
El futuro No Chi Minh, conocido durante mucho tiempo como Nguyen Ai Quoc e inscrito en los registros civiles con el nombre de Nguyen Van Cung, había nacido en Nghe An en 1890 y en el seno de una familia de letrados; embarcó en 1911 hacia Estados Unidos y Gran Bretaña y vivió en París desde 1919, donde ejercía el oficio de fotógrafo retocador mientras proseguía su formación doctrinal y sus publicaciones en el periódico Le paria. Delegado por el Partido Comunista al Congreso de la Internacional Campesina en 1923, abandonó París para pasar a Moscú y luego a Cantón, donde Fan Boi Chau estaba reuniendo a numerosos intelectuales vietnamitas. Fue enviado a Siam en 1928, encargado de una misión propagandística entre la colonia vietnamita de aquel país.
El advenimiento del Frente Popular en Francia permitió que el Partido Comunista indochino saliera de la clandestinidad en 1936; sus ideales pudieron exponerse a plena luz en la prensa ; vietnamita, bajo la firma de algunos de los futuros protagonistas de la revolución de 1945: Vo Nguyen Giap, Fam Van Dong, Duong Bach Mai, entre otros.
Para comprender el sistema aplicado por los franceses en sus caminos de dominio colonial, se hace necesario compararlo con otro sistema. Históricamente, la contraparte en la carrera por el dominio mundial en cuanto a territorios, fue Inglaterra.
Aunque casi todos los países (reinos o no) de Europa, incursionaron en en el tema colonial, parece que por razones particulares, Francia e Inglaterra, fueron las que más pusieron empeño y rivalidad, practicando diferentes filosofías a un mismo fin.
En Asia, los ingleses le otorgaron los beneficios comerciales en India a la East India Company. Esto generó en el Parlamento Britanico, una serie de discusiones sobre el sentimiento del rol primario del Imperio acerca de que se debia hacer: explotar a los millones de personas involucrados, o por el contrario, defenderlos y guiarlos. Eso originó ciertas Reglas (1784 y 1858) brindando a algunas regiones del subcontinente Indio, sus dinastías intactas, pero bajo supervisión inglesa.
Para fines del siglo XVIII, Francia no poseía muchas colonias. Pero mantenían intacto el sentimiento de raza superior con "el derecho a civilizar a las razas inferiores" (sic) Jules Ferry, por dos veces Primer Ministro de Francia. Y también intacto el deseo de competir contra Inglaterra.
Y asi actuaron. Desembarcaron en el Sudeste Asiático, en represalia a actos y sentimientos anti-católicos contra franceses. Y terminaron invadiendo Indochina, dividiéndola en secciones, y gobernando cada una de ellas como si las otras no estuvieran pobladas con la misma gente. Hasta permitieron delegados en el Parlamento Frances.
Mientras los ingleses, generalmente, dejaban a sus recién adquiridas colonias mantener sus tradiciones, intentando un acercamiento de tono paternalista; los franceses intentaron enseñar francés a los nativos y asimilarlos a la superior cultura francesa.
Realmente, el deseo francés pasaba por la generación de abrir mercados a los productos nacionales. La teria de diseminar la cultura por lo francés haria que se consumiera mas. Jules Ferry decia "...en el area de la economia, las consideraciones que justifican el expansionismo colonial se apoyan en valores numericos: la industria francesa, la clase trabajadora francesa, la gente rica de Francia, y la necesidad de vender"
La actitud colonial de Francia fue económica, después primó esa soberbia de la superioridad francesa ante toda inferioridad.
Los ingleses se acercaban mas al sistema del Imperio Romano. Después de la conquista inicial, a los nativos se le permitiria mantener sus reglas de convivencia y gobierno, siempre que su conducta no fuera subversiva, pasado el desorden, se comenzaria la retribución y un Gobernador extranjerose instalaria que pasaría a guiar al gobierno nativo remanente.
Ya la Conferencia de Brazzaville de 1944, afirmaba que "los objetivos cumplidos de la misión colonizadora de Francia, rompieron toda idea de Autonomia, mataron toda posibilidad de evolución fuera del Imperio, haciendo remota toda eventual constitución de un gobierno por nativos. Todo eso estaba fuera de cualquier discución." Francia no sólo no pudo mantener sus Colonias, sino que tampoco las preparo para ser independientes.
Inglaterra y Francia, se aproximaron al Colonialismo desde puntos diferentes, aunque por las misma razón: la Economia. Uno permitió gobiernos mixtos con nativos, mientras que el otro intento asimilar e integrar la Colonia al Imperio, indefinidamente.
Las reacciones de cada Colonia hacia sus antiguos amos, fue tambien diferente.
No hubo un Dien Bien Phu inglés en el siglo XX.
Justicia colonial francesa.
La parte más importante del sector privado estaba dominado por grandes grupos financieros, como la Banque de l’Indochine, de la que dependían más o menos directamente, las principales sociedades coloniales francesas de carbones, minerales no ferrosos y caucho. La orientación de estas inversiones intensificaba aún más el desequilibrio económico, ya patente en la etapa anterior. Como se decía arriba, las nuevas inversiones toman otra dirección; de esta forma, la industria ligera fue sistemáticamente abandonada por el poder colonial, la misma burguesía nacional desarrolló, tardía y tímidamente, sus propias empresas.
Lo mismo ocurrió con los cultivos alimenticios, que no interesaban a los grupos financieros coloniales, así que dichos cultivos sólo progresaron en las zonas de exportación, como por ejemplo: Cochinchina.
El comercio exterior desarrolló unas variantes notorias respecto al periodo librecambista, es decir se seguían intercambiando productos manufacturados por materias primas, pero las metrópolis se defendían con medidas proteccionistas de la competencia de otros países occidentales –hecho éste que en el anterior periodo se pretendía combatir-y, sobre todo, del Japón.
También se buscaban recursos fiscales suplementarios, pese al perjuicio que suponía para el coste de la vida. De este modo, como indica Chesneaux, la tarifa proteccionista francesa instituida en 1892 fue extendida inmediatamente a Indochina, y todavía en 1928 se renovaron los derechos sobre los productos extranjeros, principalmente contra la competencia japonesa. Estos nuevos caracteres de la economía colonialista obligaron a reforzar la estructura administrativa y financiera de los imperios coloniales.
Así, se trataba de proteger las inversiones metropolitanas y asegurarles sólidas garantías financieras.
Este refuerzo del aparato administrativo y fiscal de la colonización se agudizó en Indochina, sobre todo, durante los cinco años de proconsulado del Doumer (1897-1902). Éste organizó sólidamente la “Federación Indochina”, cuyo gobernador tenía su sede en Hanoi, y que incorporaba a cinco territorios de estatutos diferentes: Tonkín, Annam, Cochinchina, Camboya y Laos; esta estructura fue dotada de recursos financieros propios: administración de la sal, del opio y del alcohol, cuyo implacable funcionamiento trastornó a la sociedad vietnamita.
Así, entró Indochina en la era de la explotación sistemática.
El robustecimiento de los lazos de dependencia económica y financiera con las metrópolis tuvo como contrapartida el frágil desarrollo de la economía colonial, ya que la exportación del sudeste asiático se realizaba sólo con un número muy escaso de productos claves.
El derrumbamiento de las cotizaciones en el mercado mundial trajo como consecuencia el paro en las grandes empresas coloniales, la ruina de los pequeños productores locales que trabajaban para la exportación, y nuevas cargas para el presupuesto colonial.
Estos efectos se consumaron en crisis internacionales como la 1ªGM o la crisis bursátil de 1929.
Estas situaciones económicas tuvieron repercusiones muy notables en los movimientos nacionales de independencia, y por ello en estos periodos críticos sus acciones se endurecen, o mejor dicho, los principios independentistas se materializan en acciones concretas.
La expansión económica
La principal preocupación de Francia consistía en intensificar el rendimiento de la riqueza de los deltas, iniciada en los albores de los tiempos históricos. La civilización vietnamita es una «civilización arrocera» y extrae su subsistencia de los deltas, donde crece el alimento fundamental y donde se formaron las poblaciones y pudieron fecundar las artes y las letras del país.
La conquista de aquel rendimiento agrícola, mantenida tan dura y lentamente durante dos milenios, hizo fulminantes progresos en sólo medio siglo gracias ala ciencia de los ingenieros.
Este grafico permitirá captar de una ojeada la transformación de Cochinchina entre 1880 y 1930: de 522.000 hectáreas en 1880, la superficie de los arrozales pasó a 1.175.000 en 1900 ya 2.200.000 en 1937, es decir, a un aumento de1421% en menos de 60 años. Para medir todo el alcance humano de este logro, basta con saber que, durante el mismo periodo, la población de Cochinchina pasaba de 1.679.000 habitantes a 4.484.000, con un aumento del 267%. La comparación de ambos porcentajes, 421% contra 267%, demuestra que el promedio de recursos por habitante llegó casi a doblarse. Incluso consumiendo mucho más arroz, aún podían exportarlo en mayor cantidad. Los embarques de arroz en Saigón pasaron, así, de 284.000 a 1.548.000 toneladas, con un incremento del 545%.
Tales resultados fueron obra del servicio de Trabajos Públicos, que verificó minuciosos estudios de nivelación e hidrología y, para los drenajes e irrigaciones en Cochinchina, aportó la ayuda de potentes dragas que extrajeron un volumen cúbico superior al exigido para la apertura del canal de Suez.
Los problemas de hidráulica agrícola eran mucho más complicados en Annam y en Tonkín, por lo que los progresos fueron menos espectaculares. Con una civilización más antigua que la de Cochinchina, dichos países no disponían de tantas extensiones libres aun nivel apto para ser irrigado directamente. Todo lo que los ingenieros pudieron hacer consistió en consolidar los diques del río Rojo, captar afluentes secundarios por medio de presas y fecundar el suelo con conductos artificiales. Se obtuvieron así 50.000 nuevas hectáreas de 1906 a 1938 en Tonkín y 90.000 en Annam, sin contar con las ventajas menos importantes logradas por medios diversos, tales como la elevación de las aguas del río Rojo por la instalación bombeadora de Son Tay. Desde 1930, la Oficina Indochina del Arroz dispuso de laboratorios y equipos de estudio, entregándose a profundas investigaciones destinadas a seleccionar las semillas y mejorar los rendimientos.
La casi totalidad (95%) de los terrenos convertidos así en arrozales eran aprovechados por los vietnamitas, mientras que la conquista de la selva, transformada en plantaciones de alto rendimiento, a unas altitudes donde ningún cultivo había sido jamás intentado, quedó reservada para sociedades francesas. El logro más sensacional consistió en el cultivo de la hevea; en 1897, el farmacéutico de la Armada, Raoul, llegó comisionado de Malasia e introdujo en Saigón 2.000 plantas de Hevea brasiliensis. Sólo se conocía hasta entonces en Vietnam el caucho obtenido de lianas que crecían espontáneamente en la selva, y los. ensayos de la hevea fueron recibidos con escepticismo.
Un único plantador, Berland, se dejo convencer e Intento la aventura en 1898, en las mismas inmediaciones de Saigón. Puso a sus árboles en sangría en 1905 y obtuvo una cosecha abundante. Aquel éxito arrastró a otros colonos vecinos, mientras que un ingeniero del ferrocarril en construcción entre Saigón y Nha Trang creó en Suzannah la primera gran plantación en las «tierras rojas», terreno propicio para las heveas, que se extiende sobre 300 km de largo por 30 de ancho entre los confines de Cochinchina y Annam. De 1925 a 1930 se formaron numerosas sociedades, haciendo un llamamiento al ahorro francés gracias a la favorable situación del mercado del caucho. cuando los precios se derrumbaron a consecuencia de la crisis de 1930, el presupuesto general concedió primas especiales a los exportadores y el cultivo de la hevea pudo ser salvado. La superficie de las plantaciones alcanzaba 138.000 hectáreas en 1943, y su producción llegaba alas 75.000 toneladas.
Aparte de ser un gran productor agrícola, Vietnam cuenta con posibilidades industriales que han permanecido durante largo tiempo en estado latente. Aunque estén condicionadas, como en cualquier otro país, a las reservas de fuerzas motrices, materias primas y mano de obra, esta triple coyuntura aparece altamente favorable en Indochina. La industria minera fue la que acusó mayor desarrollo, ocupando a 50.000 obreros antes de la guerra, 25.000 de los cuales trabajaban en los yacimientos carboníferos de Tonkín; se trataba de una sociedad concesionaria de las minas de Hongay, explotadas desde 1887 y cuyos recursos parecen inagotables. Buena par- te de la extracción se efectúa en los gigantescos bancales descubiertos de Hatu y de Campha, que ofrecían un subyugante espectáculo con su hormiguero de mineros trabajando a pleno sol. Equipados por la sociedad con el material más moderno, los puertos de Hongay y de Campha aseguraban la salida de una producción que alcanzaba más de 1.600.000 toneladas en 1937.
La expansión agrícola y el nacimiento de la gran industria no habrían sido posibles sin la política de grandes obras inaugura- da, como queda explicado, por Paul Doumer, y proseguida por sus sucesores.
Vietnam fue provisto de la mejor red de carreteras de Extremo Oriente, y seguramente ningún trazado ferroviario es tan atrevido en todo el mundo como el que trepa por los contra fuertes de Yunnán hasta 2.000 m de altura y empalma, en Hanoi, con el largo serpenteo del Transindochino.
La evolución social
La primera consecuencia del desarrollo económico fue un considerable incremento de la población, combinados efectos de la mejora de los recursos alimenticios y de la disminución de la mortalidad. Permitiendo el aprovisionamiento de las regiones afectadas por una mala cosecha, el desarrollo de las vías de comunicación suprimió una de las causas del hambre que diezmaba periódicamente a la población. El Instituto Pasteur emprendió campañas de vacunación contra las endémicas plagas que asolaban el país, causando las víctimas por decenas de millares: el cólera, la viruela y la peste. Treinta y seis millones de centímetros cúbicos de vacunas fueron distribuidos sólo durante la campaña de 1927-28. La mortalidad infantil fue combatida en los dispensarios, y se estableció el tratamiento adecuado contra la lepra. Un servicio antimalaria se dedicó al saneamiento de las plantaciones y terrenos en obras. Creada en 1927, la Inspeccion General del Trabajo emprendió la mejora de las condiciones en el empleo de la mano de obra.
Es imposible establecer con precisión el aumento del número c de habitantes, ya que no se hizo ningún censo exacto con anterioridad y las estadísticas actuales están pendientes aún de confirmación; puede estimarse, sin embargo, que la población se ha triplicado en medio siglo. Esta expansión demográfica implica ciertos peligros: si bien la superficie de los arrozales se desarrolló en Cochinchina con un ritmo superior al del aumento de la población, no podía darse el mismo caso en Tonkín, donde el delta se viene cultivando intensivamente desde hace siglos. El nivel de vida del campesino tonkinés era, así, muy precario, y se convertía en campo abonado para las propagandas subversivas. Se trataba, en realidad, de las consecuencias de duras leyes económicas, cuyo único remedio consiste en la multiplicación de los intercambios y en el desplazamiento de la mano de obra hacia los centros industrializados.
Otro de los efectos de la intervención francesa fue el trastorno en las intrincadas jerarquías tradicionales, que dieron paso a otros valores sociales. Si las grandes empresas industriales o comerciales solían ser las más de las veces privativas de sociedades europeas, tampoco faltaron los indígenas que crearan negocios prósperos: transportes terrestres o fluviales, molinos aceiteros, aserraderos, ladrillares, tejidos de seda, etc. Esta nueva clase social fue la que obtuvo mejor provecho del rendimiento conseguido en los arrozales con las obras hidráulicas, particularmente en Cochinchina, ya que ella fue la que disponía de los capitales o créditos necesarios para adquirir nuevos terrenos cuya explotación se confiaba a familias labradoras.
Aquello dio lugar al nacimiento de las grandes propiedades, inexistentes antes de la llegada de los franceses, y que afectó onerosamente a la población campesina. El cultivo directo en plan familiar fue sustituido por la explotación de tierras ajenas por parte de colonos, obligados a pagar un arriendo en forma de cierta cantidad de medidas de arroz sin descascarillar; estos colonos recibían del propietario anticipos en dinero o en grano, pero siempre a un precio demasiado elevado. También los pequeños propietarios se veían en la progresiva necesidad de someterse a los grandes, hipotecando y perdiendo sus tierras por falta de recursos. La Administración francesa emprendió la lucha contra el préstamo usurero instituyendo en 1926 las Cajas de Crédito Agrícola y sin pedir otra garantía que la de la cosecha o del equipo, pero se hizo difícil muchas veces dar con aquellos que tenían más auténtica necesidad de los anticipos estatales.
El impulso económico de Indochina creó la clase de los asalariados; las plantaciones de hevea, las industrias textiles y las explotaciones mineras requerían abundante mano de obra, cifrada en millares de obreros. Aunque su retribución y régimen alimenticio superaran ampliamente las condiciones habituales en sus poblados de origen, aquellos hombres se sentían desarraigados, desamparados, sin unas familias y comunidades a las que estaban tan profundamente vinculados. Semejante I situación era dolorosamente nueva en Vietnam, donde hasta entonces el trabajo se desarrollaba siempre bajo el signo familiar; en los antiguos talleres artesanos, lo mismo que en el ámbito agrícola de la época, la mano de obra era poco numerosa y el obrero recibía alojamiento y comida hogareños, participando incluso en las celebraciones de la familia. Los asalariados pasaban a ser más afortunados desde un aspecto material, pero se sentían moral y socialmente disminuidos.
La evolución intelectual
El cultivo intelectual es una de las más bellas tradiciones de Vietnam, donde los concursos literarios abrían paso a todas las carreras administrativas.
¿Convenía que Francia mantuviera la cultura extremo oriental o que fomentara el conocimiento del francés y de las ciencias occidentales? La primera tendencia fue la que dominó hasta principios del siglo XX, y la enseñanza de los caracteres chinos coronada por las competiciones literarias fue conservada para la formación de los mandarines, en tanto que las escuelas francoannamitas fundadas por Paul Bert preparaban a los secretarios e intérpretes de la Administración.
El abandono de la cultura tradicional provino de los deseos y peticiones incesantemente formulados por la población. Una iniciativa vietnamita creó en 1906 la escuela de Thai Ha Hap, junto a Hanoi, donde los profesores indígenas enseñaban el francés y las ciencias, excluyendo el cultivo de los caracteres chinos. El gobernador general Beau fundaba, el año siguiente, la primera «Universidad Indochina», intento todavía tímido de "extender la cultura francesa”.
¿Hacía falta atreverse a más y emprender una política de asimilación intelectual? Albert Sarraut abolió las competiciones literarias, la última, de las cuales tuvo lugar en Nam Dinh en 1915, e introdujo en Vietnam los programas franceses con las tres etapas de enseñanza primaria, secundaria y superior. Esta última se limitaba inicialmente a un grupo de escuelas superiores, dándose toda clase de facilidades a los más destacados estudiantes para que acudiesen a Francia y se hicieran con sus diplomas en las universidades metropolitanas. El equipo universitario fue completado después de la Primera Guerra Mundial con grandes bibliotecas y con establecimientos científicos de alto vuelo: la Escuela Francesa de Extremo Oriente, el Instituto Oceanográfico, los Institutos Pasteur de Saigón, Nha Trang y Hanoi, el Instituto de Investigaciones Agronómicas y los Servicios Geográficos, Geológicos y Meteorológicos.
Tan pronto se abrieron las puertas que daban acceso a las distintas ramas de la enseñanza francesa, la juventud del país entero rivalizó en ardor para la conquista de los nuevos diplomas. Ya antes de 1939, el nivel en los centros de enseñanza vietnamitas no desmerecía en nada al de los establecimientos de la metrópoli, y raro era el año en que no se registraban brillantes éxitos por parte de estudiantes vietnamitas en la Escuela Politécnica, en el Instituto Agronómico o en los internados de los hospitales de París y en las universidades francesas. La difusión de la cultura francesa en Vietnam durante el siglo xx fue un fenómeno tan destacable como la influencia de la cultura china en el país lo fuera en el pasado. Francia no se limitó a aportar solamente unos elementos económicos, sino que introdujo también su propio bagaje intelectual, con las sutilezas de su idioma, los matices de su espíritu y el viviente tesoro de sus obras escritas
Nacimiento de los partidos políticos
Antes de la Primera Guerra Mundial, la oposición al régimen francés era un hecho prácticamente limitado a una clase que, como la de los mandarines, sentía lesionados sus antiguos privilegios. Después de 1918 se les añadieron los jóvenes intelectuales formados bajo el molde idealista francés y que constituían una selección de la burguesía, y también progresivamente las clases populares deseosas de mejorar la situación y que, al no conseguirlo, prepararon un movimiento social.
Fan Quynh, refinado intelectual de destacada cultura y notable influencia, presentó en Hanoi, y en una serie de artículos, el más moderno y constructivo de los programas: retorno al verdadero espíritu del protectorado y aplicación, por parte de Francia, de los tratados que había firmado pero que eran, las más de las veces, letra muerta; la tarea gubernativa sería desempeñada por la élite vietnamita, que aplicaría una constitución liberal. Otro publicista, Nguyen Van Vinh, fue más lejos: rechazó la ficción monárquica utilizada como pantalla para las exigencias de la Administración colonial, y reclamó el establecimiento de una república. Ambos escritores tonkineses proclamaron ideales, pero no llegaron a formar ningún partido. Bui Quang Chieu y Nguyen Fan Long, con la ayuda de la burguesía vietnamita, fundaron en Cochinchina el «Partido Constitucionalista y presentaron al gobernador Varenne su Cuaderno de las aspiraciones annamitas en 1925, reclamando el acceso indígena a los empleos públicos, una representación vietnamita más extensa, la libertad de prensa y el derecho de reunión.
Ninguno de estos teóricos moderados rechazaba la colaboración con Francia. Muy diferente fue la esencia de un nacionalismo liberal, más precisamente del Viet Nam Quoc Dan Dang, fundado en Hanoi por un grupo de profesores y periodistas bajo la dirección de Nguyen Thai Hoc y cuya tendencia era netamente revolucionaria. A partir de 1929 formó más de un centenar de células en Tonkín y consiguió infiltrarse en el ejército. Acosado por la policía, Nguyen Thai Hoc intentó la acción directa: hubo una sublevación en la guarnición de Yen Bai la noche del 10 de febrero de 1930, en el valle alto del río Rojo, y se lanzaron bombas en Hanoi, donde un conato de pánico sacudió a la minoría europea. Aquel movimiento terminó en fracaso, pero tuvo como eco varios intentos de huelga en la sociedad algodonera de Nam Dinh, en las plantaciones de hevea y entre los más míseros campesinos de Nghe An. Los brotes de nacionalismo fueron aplastados implacablemente.
Ningún otro movimiento importante turbó a la Administración francesa en los territorios indochinos hasta la Segunda Guerra Mundial. Fue más bien fuera del país, en China bajo inspiración soviética y en París con la ayuda del Partido Comunista, donde se formaron los equipos destinados a desempeñar decisivos papeles a partir de 1945.
El futuro No Chi Minh, conocido durante mucho tiempo como Nguyen Ai Quoc e inscrito en los registros civiles con el nombre de Nguyen Van Cung, había nacido en Nghe An en 1890 y en el seno de una familia de letrados; embarcó en 1911 hacia Estados Unidos y Gran Bretaña y vivió en París desde 1919, donde ejercía el oficio de fotógrafo retocador mientras proseguía su formación doctrinal y sus publicaciones en el periódico Le paria. Delegado por el Partido Comunista al Congreso de la Internacional Campesina en 1923, abandonó París para pasar a Moscú y luego a Cantón, donde Fan Boi Chau estaba reuniendo a numerosos intelectuales vietnamitas. Fue enviado a Siam en 1928, encargado de una misión propagandística entre la colonia vietnamita de aquel país.
El advenimiento del Frente Popular en Francia permitió que el Partido Comunista indochino saliera de la clandestinidad en 1936; sus ideales pudieron exponerse a plena luz en la prensa ; vietnamita, bajo la firma de algunos de los futuros protagonistas de la revolución de 1945: Vo Nguyen Giap, Fam Van Dong, Duong Bach Mai, entre otros.
Para comprender el sistema aplicado por los franceses en sus caminos de dominio colonial, se hace necesario compararlo con otro sistema. Históricamente, la contraparte en la carrera por el dominio mundial en cuanto a territorios, fue Inglaterra.
Aunque casi todos los países (reinos o no) de Europa, incursionaron en en el tema colonial, parece que por razones particulares, Francia e Inglaterra, fueron las que más pusieron empeño y rivalidad, practicando diferentes filosofías a un mismo fin.
En Asia, los ingleses le otorgaron los beneficios comerciales en India a la East India Company. Esto generó en el Parlamento Britanico, una serie de discusiones sobre el sentimiento del rol primario del Imperio acerca de que se debia hacer: explotar a los millones de personas involucrados, o por el contrario, defenderlos y guiarlos. Eso originó ciertas Reglas (1784 y 1858) brindando a algunas regiones del subcontinente Indio, sus dinastías intactas, pero bajo supervisión inglesa.
Para fines del siglo XVIII, Francia no poseía muchas colonias. Pero mantenían intacto el sentimiento de raza superior con "el derecho a civilizar a las razas inferiores" (sic) Jules Ferry, por dos veces Primer Ministro de Francia. Y también intacto el deseo de competir contra Inglaterra.
Y asi actuaron. Desembarcaron en el Sudeste Asiático, en represalia a actos y sentimientos anti-católicos contra franceses. Y terminaron invadiendo Indochina, dividiéndola en secciones, y gobernando cada una de ellas como si las otras no estuvieran pobladas con la misma gente. Hasta permitieron delegados en el Parlamento Frances.
Mientras los ingleses, generalmente, dejaban a sus recién adquiridas colonias mantener sus tradiciones, intentando un acercamiento de tono paternalista; los franceses intentaron enseñar francés a los nativos y asimilarlos a la superior cultura francesa.
Realmente, el deseo francés pasaba por la generación de abrir mercados a los productos nacionales. La teria de diseminar la cultura por lo francés haria que se consumiera mas. Jules Ferry decia "...en el area de la economia, las consideraciones que justifican el expansionismo colonial se apoyan en valores numericos: la industria francesa, la clase trabajadora francesa, la gente rica de Francia, y la necesidad de vender"
La actitud colonial de Francia fue económica, después primó esa soberbia de la superioridad francesa ante toda inferioridad.
Los ingleses se acercaban mas al sistema del Imperio Romano. Después de la conquista inicial, a los nativos se le permitiria mantener sus reglas de convivencia y gobierno, siempre que su conducta no fuera subversiva, pasado el desorden, se comenzaria la retribución y un Gobernador extranjerose instalaria que pasaría a guiar al gobierno nativo remanente.
Ya la Conferencia de Brazzaville de 1944, afirmaba que "los objetivos cumplidos de la misión colonizadora de Francia, rompieron toda idea de Autonomia, mataron toda posibilidad de evolución fuera del Imperio, haciendo remota toda eventual constitución de un gobierno por nativos. Todo eso estaba fuera de cualquier discución." Francia no sólo no pudo mantener sus Colonias, sino que tampoco las preparo para ser independientes.
Inglaterra y Francia, se aproximaron al Colonialismo desde puntos diferentes, aunque por las misma razón: la Economia. Uno permitió gobiernos mixtos con nativos, mientras que el otro intento asimilar e integrar la Colonia al Imperio, indefinidamente.
Las reacciones de cada Colonia hacia sus antiguos amos, fue tambien diferente.
No hubo un Dien Bien Phu inglés en el siglo XX.
Justicia colonial francesa.