Señores, por favor...
La compra de armas es un asunto secundario, la historia de las relaciones con Inglaterra se remonta a la época del Virreinato. De hecho, una de las causas de la
Revolución de Mayo fue justamente la prohibición española de comerciar con los ingleses (la cual fue burlada por el contrabando). Varios líderes revolucionarios estuvieron implicados en logias con sede en Londres, de una u otra manera, la idependencia de las colonias sudamericanas favorecía los intereses de la corona británica (que ya había fracasado en su intento de tomarlas por la fuerza).
Luego de la independencia estallan los conflictos intestinos, pero aún así, en 1824, durante la presidencia de Rivadavia, se toma el famoso emprésito a la
Baring Brothers, que endeuda al país con Londres. De hecho, hay quien comenta que las Malvinas le fueron cedidas en secreto a Gran Bretaña por este señor, pero eso es otra historia. El 2 de febrero de 1825 se firma el
"Tratado de Amistad, Comercio y Navegación" por el que se formalizan las relaciones entre el Reino Unido y las
Provincias Unidas del Río de la Plata. Hay que notar que los ingleses lo firman sin expresar ninguna reserva con respecto a las islas Malvinas.
Entonces, ya desde nuestro nacimiento como país la influencia británica fue decisiva política y económicamente, en toda la región. Incluso geopolíticamente, recordemos que tras la
Guerra del Brasil (1825-1828) Inglaterra presionó a Dorrego a firmar una paz favorable a sus intereses, fabricando un "estado tapón" entre Argentina y Brasil, impidiendo que Buenos Aires controlara las dos riberas del Río de la Plata, y asegurándose la depedencia económica del gobierno argentino (ante la mengua de ingresos aduaneros por el bloqueo brasileño, el estado argentino dependía de los préstamos del Banco Nacional, que era privado y controlado por comerciantes ingleses).
Entonces llegamos a 1833 y la invasión británica de las Malvinas. No fue ni la primera ni la última vez que Londres atacaba territorio argentino, pero el país estaba desangrándose por la
guerra civil entre unitarios y federales, y quiérase o no, dependía económicamente de Londres. Se efectuaron reclamaciones diplomáticas, pero fue en vano. De hecho, años más tarde la
Confederación Argentina tuvo que enfrentar el
Bloqueo anglo-francés del Río de la Plata, en el que Rosas demostró firmeza, enfrentando a los agresores en la
Batalla de la Vuelta de Obligado. Esta acción le valió al país el mantenimiento de su justa soberanía sobre los ríos interiores, y a Rosas el ser reconocido y premiado por el General San Martín. Todo esto no impidió que luego de la
Batalla de Caseros Rosas se exiliara, justamente, en Inglaterra.
La caída de Rosas no significó el fin de las guerras civiles argentinas, y la unidad nacional no se materializó hasta el inicio de la era Roca, con el fracaso de la
Revolución de 1880. Aquí comienza la historia de la moderna Argentina, que se valió del
modelo agroexportador para crecer y desarrollarse, siendo Inglaterra su principal socio comercial. Recordarán ustedes, pues, la gran afluencia de capitales británicos en nuestro país, el progreso se construyó con bancos, telegráfos, ferrocarriles, frigoríficos, y empresas inmobiliarias inglesas. Argentina se convirtió en proveedor de carne, cereal y materias primas para la nueva "metrópoli". Esto fue muy valioso para el Reino Unido durante la Primera Guerra Mundial, ya que la neutralidad argentina le aseguró la provisión de alimentos.
Sin embargo, la
crisis del '30 perjudicó seriamente la economía inglesa, por lo que en 1932 se realiza la
Conferencia de Ottawa, en la que Inglaterra se compromete a comerciar únicamente con sus colonias y ex-colonias. La Argentina todavía dependía económicamente del Reino Unido, por lo cual la clase dirigente de aquellos años (la
Década infame) decide negociar y el 1º de marzo de 1933 firma con Londres el
Pacto Roca-Runciman, por el que Inglaterra se comprometía seguir comprando carnes argentinas, pero que también beneficiaba ampliamente los intereses británicos en la banca y el transporte, liberando de impuestos lo productos ingleses y otorgándoles el monopolio de los frigoríficos. Hubo voces nacionalistas que se opusieron a la corrupción y el servilismo de nuestro gobierno para con los ingleses, destacándose el senador
Lisandro de la Torre, del partido Demócrata Progresista, que incluso sufrió un intento de asesinato en pleno Senado.
Años más tarde estalla la Segunda Guerra Mundial y nuevamente Inglaterra se encuentra necesitada de los envíos de alimento argentinos. Finalizado el conflicto, y debido a la deudas que contrajo Londres por las compras de cereales, se firman acuerdos que permiten el pago de las mismas con armamento. Es así como Argentina adquiere los cazas Gloster Meteor, bombarderos Lancaster y otros equipos.
Como se ve, la compra de armas no fue una extraña transacción entre dos enemigos, sino más bien el saldo de una deuda entre dos socios económicos con diferencias políticas. Hay que contextualirzarlo históricamente, ya que si bien la Argentina nunca había dejado de reclamar diplomáticamente, por aquellos años ni siquiera existía la
Organización de las Naciones Unidas (había existido una experiencia de corta duración, tras la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones fomentada por el presidente norteamericano Wilson, que sirvió de precedente).
El escenario geopolítico cambia una vez finalizada la guerra mundial, con el comienzo de la Guerra Fria, y finalizada también en nuestro país la década infame, con la ascención del peronismo. Ya no quedan dudas de la supermacía de los Estados Unidos como el nuevo poder mundial, Europa está destrozada, la Unión Soviética es el nuevo antagonista y debajo de ellos emerge el Tercer Mundo. La creación de la ONU permite los avances diplomáticos de la Argentina, gracias a la sanción de dos resoluciones favorables a nuestro país: la
1514 (14 de diciembre de 1960) que hace un llamamiento a descolonizar el mundo, y la
2065 (1965) que insta a Inglaterra a reconocer el conflicto y negociar la soberanía de las islas con la Argentina. Así comienza una larga y frustrante batalla diplomática entre los dos países, que culmina en la guerra de 1982.
Con todo lo expuesto se comprende la complejidad de las relaciones entre nuestro país y el Reino Unido. Tenemos que considerar varios factores: la gran dependencia económica que tuvo la Argentina con respecto a Inglaterra en el marco del modelo agroexportador, la corrupción de nuestra clase dirigente, la dependencia inglesa de nuestros cereales en tiempos de guerra, la influencia geopolítica inglesa en Sudamérica, la emergencia en Occidente de un país aliado y ex-colonia suya como el máximo poder mundial, etcétera. La Guerra de Malvinas marca un punto de inflexión en esas relaciones, sería un error, por tanto, analizar las compras de armamento a Inglaterra de la segunda posguerra con los parámetros "post-1982". De hecho, desde que finalizaron las hostilidades Londres se ha cuidado mucho de permitir que Buenos Aires adquiriera material importante, presionando a sus socios de la OTAN a tal efecto.
Y en todo caso, aún considerando que antes de 1982 Argentina e Inglaterra fueses países enemigos (que no lo eran), lo sorprendente no es que les hayamos comprando armas a los ingleses que pudiéramos usar en su contra, sino más bien, en todo caso, que ellos nos las hayan vendido. ¿No les parece?