3-A-982
Forísta Táctico
Buenas, Hoy Les Acerco las Acciones del ARA "Santa Fé" en Malvinas, contadas a 30 años del conflicto por su Capitán, el Sr. BICAIN Horacio. El Santa Fé y su última misión.
El capitán de fragata (RE) Horacio Bicain comandó el ARA "Santa Fe", que intervino en la Operación Rosario para recuperar las Islas Malvinas y en el desembarco en Georgias, donde fue atacado por helicópteros y hundido por su tripulación.
"La misión del submarino es operar en zonas enemigas sin ser detectado para interferir con el tránsito marítimo y las fuerzas navales. El pobre y viejo 'Santa Fe' era de la Segunda Guerra Mundial, tenía las baterías vencidas e iba a ser sacado de servicio en agosto de ese año porque no era redituable arreglarlo. Yo había asumido el comando a fines de diciembre de 1981, no le funcionaban los timones horizontales de popa (se les había salido ‘la chaveta’), los indicadores se movían pero el submarino no y teníamos 2 o 3 torpedos de combate nada más."
"Zarpamos el 26 de marzo con una sección de la Agrupación de Buzos Tácticos con la misión de tomar las islas, pero en concreto no sabíamos nada. En el medio del mar hicimos las pruebas para que ellos y nosotros practicáramos bajar los botes, inflarlos y desembarcar. Es así que llegamos el 30 a la noche a Malvinas. Por el periscopio veíamos las luces de la costa. El 31 permanecimos así. Habían postergado 24 horas el desembarco por la meteorología que afectaba a los barcos de superficie. Empezamos a ver mucho movimiento en la península donde está el faro Cabo San Felipe, en el acceso a Puerto Argentino. A mí me quedó la sensación de que el factor sorpresa no corría más."
"En esta operación militar los tácticos tenían que marcar la playa para el desembarco y desde donde me habían indicado tenían que cruzar toda la península, pero era arriesgado. A bordo se quemó un cable y nos quedamos incomunicados. Se les generaron unas cuantas dudas. Estábamos al sur de la entrada del faro Cabo San Felipe. Si cruzábamos al norte para bajar a los buzos interferíamos con nuestras fuerzas, con los que no podíamos comunicarnos."
Con las comunicaciones restringidas y en aguas controladas por los británicos, el capitán Bicain, comandante del ARA "Santa Fe", tuvo que tomar decisiones:
"En la guerra hay que tomar las decisiones más convenientes para la operación general. Para eso era comandante. Es así que a las 23:50 del 1º de abril aprovechamos porque apagaron la luz del faro, nos fuimos a inmersión, cruzamos, salimos a superficie y salieron los buzos. Venía la fuerza de desembarco y detectaron por radar una presencia que no tenía que estar. ¡Éramos nosotros! Estuvieron a punto de tirarnos. Terminamos de desembarcarlos y nos fuimos a inmersión."
"Con un teléfono subácuo que funcionaba pudimos identificarnos. Nos mandaron 100 millas al este de Malvinas. El 3 o 4 de abril nos ordenaron regresar. Llegamos el 7 a la mañana."
Misión Georgias
"Embarcaron 20 hombres: infantes de Marina y un médico. El jefe del grupo Golf iba a hacerse cargo de Georgias, que había sido tomada el 3 de abril. Llevábamos 10 toneladas de carga, entre cañones sin retroceso y misiles antihelicópteros."
"Sólo le dije al jefe de Navegación dónde íbamos. Lo metí en mi oficina, le hice llevar todas las cartas y publicaciones. Fue el único que supo por boca mía."
"Cuando zarpamos le di las instrucciones que tenía a mi segundo comandante, por si me pasaba algo, luego se lo dije al resto. Pero mi mayor preocupación era que de los 20 infantes de Marina y médicos que embarcamos, sólo uno tenía experiencia en submarinos por ser comando anfibio.
"Este submarino, en lugar de 4 motores como tenía el 'Santiago del Estero', tenía 3. A una bomba de agua de refrigeración se le rompió el estriado, que lo engancha al motor, entonces se decidió meterle unos clavos, Poxipol y así seguimos toda la navegación."
"Teníamos que ir en superficie porque navegaban a más velocidad que debajo del agua. Tuvimos un temporal tan grande que tuvimos que ir a inmersión. Por la circularidad del casco, el límite de inmersión eran unos 50 metros."
"Ese submarino tenía 2 hélices. En la de babor se escuchaba un ruido. Suponemos que se desprendió una de las tablas de madera que tenía en su superficie. La vela (torreta) estaba un poco suelta, todo por el temporal."
"Llegando a Georgias imaginábamos que estarían los ingleses. Sabíamos por información de exploración de la Fuerza Aérea que había varios buques en la zona. El submarino sólo podía emplear las armas como autodefensa, no atacar, porque la zona estaba declarada en crisis. Pero ¿cómo se puede saber si un destructor se aproxima para atacar? A un submarino operando en aguas bajo control enemigo no se le puede pedir que no ataque, porque queda indefenso al ser detectado."
"Con las condiciones de batitermografía calculamos cuál sería el radio de escucha y pegados a la costa, a una o dos millas, usábamos el radar de periscopio. Es indiscreto, pero lo menos posible. No podíamos usar el radar común por las piedras. Los sonaristas detectaron un rumor hidrofónico y preparamos todo para inmersión porque era un barco que salía de la bahía, pero como íbamos pegados a la costa no nos detectaron. Eso enmascara los ruidos. Llegando a la entrada de la bahía Cumberland íbamos con una fotocopia de una carta inglesa que nos envió la corbeta 'Granville' que había estado el 3 de abril allá."
"Había un bajofondo. Yo estaba pensando en la entrada y la salida, que en superficie lo pasábamos sin problemas pero que en inmersión lo podíamos tocar. Para evitarlo teníamos que abrirnos mucho. Entramos por la bahía hasta la caleta Capitán Vago frente a Grytviken, de un lado la estación ballenera y del otro la científica. No tenía plan de comunicaciones y como no quería romper el silencio electrónico para pedirlo, pensaba que alguien se iba a acordar de enviarlo. O sea que yo no sabía si los hombres que veíamos con prismáticos infrarrojos eran argentinos o ingleses."
"Habremos llegado a medianoche. Noche cerrada. No se veía nada. Radar no podíamos usar. A la entrada de la caleta había piedras sumergidas. 'Hasta acá llegamos', dije."
"Los infantes de Marina que llevábamos, ingeniosos como siempre, salieron por el canal 16 que es internacional. Se hablaban con sus nombres ficticios, como que fueran una patrulla, y en jeringozo. Ahí chequearon que eran argentinos en tierra y establecieron la frecuencia de radio."
"Empezó a venir una lancha para desembarcar al personal y material. Se fue bajando todo. Salimos a las 4:45. Tenía profundidad para inmersión, el submarino estaba listo, pero para darle resguardo al bajofondo tenía que meterme en la boca del lobo. Era la penumbra del amanecer. Y apareció un helicóptero."
"Fue el que me tuvo prisionero. Uno de sus tripulantes, un tal Parry, dijo que nos descubrieron de casualidad."
"Nos tiraban bombas de profundidad. La bomba explotó en el tanque de seguridad del sumbarino. Tuvimos miedo, sí, yo fui el primero; pero no hubo pánico. Todos se comportaron muy bien y enseguida se empezaron a restituir los sistemas. Fue un ejemplo de que el adiestramiento que hacíamos en la Fuerza de Submarinos era el correcto. Cada uno hizo lo que debía hacer. Tenía un excelente segundo comandante y una excelente tripulación y nos conocíamos todos."
"Dije: 'Todo timón a estribor'. Íbamos navegando en sentido oeste-noroeste para salir. Es instantáneo buscar aguas de más profundidad. Pero inmediatamente pensé que era una locura ir hacia allá. Entonces busqué aguas menos profundas para confundir a los torpedos que podían tirarnos y tomé la decisión de volver a entrar. En un informe me enteré de que no era un solo helicóptero. ¡Nos atacaron 6 que iban y venían!"
"Las ametralladoras no nos hacían nada y hasta el misil que traspasó la vela tampoco nos dañó. Los 7 hombres que resistieron en ataque fueron condecorados. Subieron con fusiles a la vela para negarle al helicóptero la vertical. No teníamos nada con qué tirarles. Sólo podíamos putearlos. Ahí fue cuando perdió la pierna el cabo Macías."
"Mirábamos por periscopio. Estaba ahí el entonces teniente Iglesias, al que le decía 'Michi, ponete nervioso'. 3 años antes de la guerra estaba sentado en la Escuela Naval. Era el jefe de Navegación, él me decía, serio, formal, controlado: 'señor comandante, mejor rumbo' en medio del ataque. Feldman decía 'Al comandante hay que protegerlo' y salía conmigo con un fusil. En un momento vimos venir un helicóptero y nos tiramos cuerpo a tierra. El tiroteo nos pasó de largo y dio en la vela."
"La maniobra de entrada a la estación científica la hice desde el puente, por periscopio, por los ataques. Y sin amarradores. Fui el primero que bajó a tierra. Teníamos un hombre herido, el segundo se ofreció a bajar y que yo me quedara. Le dije que se quedara a bordo con un handy. Un misil pegó de nuevo cuando ya estábamos en el muelle. El suboficial enfermero Funes le salvó la vida a Macías, haciéndole torniquetes, le aplicó morfina. En tierra lo operó Gatica, el médico que desembarcó con los infantes de Marina. Cuando lo atendieron los cirujanos ingleses, ya estando prisioneros, solicitaron la presencia de Gatica porque su operación había sido impecable."
"Ya en tierra tuve una reunión con mis oficiales. Algunos proponían llevar el submarino hasta la mitad de la bahía y hundirlo. Yo no pude hacerlo. Al problema el submarino lo tenía en superficie, no en inmersión. Había que esperar la nochecita para evaluar los daños, y zarpar si podíamos."
"Ahí decidimos rendirnos. Izamos bandera blanca. Los ingleses nos dijeron que arriáramos el pabellón argentino e izáramos el inglés. Sólo hicimos lo primero. Cantamosa capella, tristes, el Himno Nacional. Fue todo muy emotivo. Vicisitudes de la guerra."
"Destruimos todos los papeles y quemamos la paco, que era un sobre cifrado del comandante para descifrar mensajes. Yo con lo único que me había quedado era con dos cartas generales de navegación, por si tenía que salir."
"Infantes de Marina ingleses habían hecho el helidesembarco. Cuando llegó el mayor Sheridan, un caballero, nos saludó, nos dio la mano y preguntó si había heridos. Le expliqué que lo habíamos amputado. ¿Nada más?, preguntó. Nada más. 'Es un milagro', dijo."
"Así terminó el 25 de abril a la noche."
"El capitán Young nos mandó a buscar. Quería que fuéramos el segundo y yo. Fuimos Lago y yo. Nos recibieron con honores al subir la escala real. Young nos dijo: 'me imagino que lo primero que quiere es ver a su hombre herido que está a bordo'. Estaba en la enfermería, tenían quirófano, le habían puesto a un marinero que hablaba español por si necesitaba algo. Nos ofrecieron comer. Yo hacía 24 horas que no comía. Los 4 brindaron por la paz. Young dijo 'los he llamado para darles las mismas instrucciones que ustedes dieron en Malvinas —dijo Malvinas, no Malvinas—. Tratar bien a los prisioneros, no matar inútilmente y no robar cosas. Si usted tiene algún problema, lo habla conmigo'. También me dijo: “es insólito que estemos peleando por esto. Yo le tengo que explicar a mi gente qué es esto. Pero esto se debe a dos mentes calientes, que son su Galtieri y mi Thatcher. Y nos van a hacer cargo a los dos. A usted por perder este viejo submarino y a mí por haberle permitido entrar. Mi misión era que usted no entrara'. De hecho, no ascendió."
"Después se deformaron las cosas, porque me acusaron de cenar con los ingleses. Y agradeciéndoles. Lo que sí agradecí fueron los honores fúnebres que le hicieron al suboficial primer Félix Artuso."
"En 1965 yo había hecho el viaje en la fragata con Artuso; yo como egresado de la Escuela Naval y él como egresado de la de Suboficiales. Le dije que él no tocara nada. Yo estaba en el puente con Coward y un teniente con una ametralladora en mi espalda. Le dije a Coward que, por una razón de idioma, iba a transmitir las órdenes. En un momento dado el submarino se empieza a escorar. Estos submarinos tenían un compresor de baja presión para no utilizar el de alta. Coward había conocido los submarinos clase Guppy, como ese, en Estados Unidos. Luego de comentárselo a Coward, le dije a Artuso que soplara con el rotocompresor para nivelar. Los ruidos en el submarino son característicos, así que no me cabe duda de que Artuso hizo bien las cosas."
"Ahí el timonel me dijo 'le pegaron un tiro a Artuso'. Y un infante de Marina inglés salió gritando 'nos hundimos' (malinterpretando la maniobra brusca que Artuso había hecho para nivelar el submarino). Yo agarré el control del submarino y lo llevé al muelle. Nos esperaba el segundo y un grupo de gente con las amarras. Se cumplió el objetivo de provocarles un dolor de cabeza porque les dejamos inutilizado el muelle por 3 o 4 años. Los únicos que sabíamos de la muerte de Artuso éramos los que estuvimos a bordo del submarino en la maniobra y los que nos esperaban en el muelle para el amarre, el resto estaba prisionero. El 29 de abril hicieron el funeral militar. (Hasta el día de hoy la tumba de Artuso está bien cuidada, bien pintada. Hace un par de años fue el HMS 'Lancaster' y le hicieron un homenaje en su tumba). Cuando llegué a la puerta del cementerio me estaba esperando el capitán Young. Me paré detrás de él y me dijo 'la ceremonia la preside usted. Las órdenes las voy a dar yo porque conozco el ceremonial'. Agradecí en inglés la ceremonia y en castellano pronuncié las palabras de despedida."
“La explicación de la muerte de Artuso me llegó tiempo después, estando prisionero. Coward conocía los Guppy que tenían las válvulas de inmersión en estribor y las del compresor de baja presión en babor. Por eso ordenó a su gente que controlara que Artuso no tocara nada de estribor. Pero en el ‘Santa Fe’, como otros de su tipo, las tenían al revés. Cuando quiso nivelar, lo mataron.”
"Estando prisioneros vimos a otro submarino nuclear, en el extremo Oeste de la isla, por si iba nuestra Flota. Nosotros por obra de la casualidad pasamos tangenteando los círculos de los dos submarinos. ¡Si hubiera sabido que había dos, pegaba la vuelta! Porque los submarinos no pueden acercarse demasiado entre sí porque se interfieren."
"Un gran reconocimiento a mi tripulación. Ni un caso de pánico. La Armada forma excelentes profesionales; no sólo hablo por mí, también por mis subordinados. Yo tenía 38 años."
Nota Extraída de Gaceta Marinera Digital.
Relato del comandante del submarino que quedó allá
El capitán de fragata (RE) Horacio Bicain comandó el ARA "Santa Fe", que intervino en la Operación Rosario para recuperar las Islas Malvinas y en el desembarco en Georgias, donde fue atacado por helicópteros y hundido por su tripulación.
A
fines de marzo de 1982, el entonces capitán de corbeta Horacio Bicain se enteró de que debía alistarse para zarpar a las Malvinas. Era el comandante del submarino ARA “Santa Fe”, que tuvo una destacada participación en la guerra porque transportó parte de la fuerza de desembarco de la Operación Rosario y porque se enfrentó a helicópteros británicos en las islas Georgias del Sur, donde finalmente quedó. Este es su relato de aquellos días:"La misión del submarino es operar en zonas enemigas sin ser detectado para interferir con el tránsito marítimo y las fuerzas navales. El pobre y viejo 'Santa Fe' era de la Segunda Guerra Mundial, tenía las baterías vencidas e iba a ser sacado de servicio en agosto de ese año porque no era redituable arreglarlo. Yo había asumido el comando a fines de diciembre de 1981, no le funcionaban los timones horizontales de popa (se les había salido ‘la chaveta’), los indicadores se movían pero el submarino no y teníamos 2 o 3 torpedos de combate nada más."
"Zarpamos el 26 de marzo con una sección de la Agrupación de Buzos Tácticos con la misión de tomar las islas, pero en concreto no sabíamos nada. En el medio del mar hicimos las pruebas para que ellos y nosotros practicáramos bajar los botes, inflarlos y desembarcar. Es así que llegamos el 30 a la noche a Malvinas. Por el periscopio veíamos las luces de la costa. El 31 permanecimos así. Habían postergado 24 horas el desembarco por la meteorología que afectaba a los barcos de superficie. Empezamos a ver mucho movimiento en la península donde está el faro Cabo San Felipe, en el acceso a Puerto Argentino. A mí me quedó la sensación de que el factor sorpresa no corría más."
"En esta operación militar los tácticos tenían que marcar la playa para el desembarco y desde donde me habían indicado tenían que cruzar toda la península, pero era arriesgado. A bordo se quemó un cable y nos quedamos incomunicados. Se les generaron unas cuantas dudas. Estábamos al sur de la entrada del faro Cabo San Felipe. Si cruzábamos al norte para bajar a los buzos interferíamos con nuestras fuerzas, con los que no podíamos comunicarnos."
"Podemos decir que burlamos el bloqueo inglés para entrar."
Con las comunicaciones restringidas y en aguas controladas por los británicos, el capitán Bicain, comandante del ARA "Santa Fe", tuvo que tomar decisiones:
"En la guerra hay que tomar las decisiones más convenientes para la operación general. Para eso era comandante. Es así que a las 23:50 del 1º de abril aprovechamos porque apagaron la luz del faro, nos fuimos a inmersión, cruzamos, salimos a superficie y salieron los buzos. Venía la fuerza de desembarco y detectaron por radar una presencia que no tenía que estar. ¡Éramos nosotros! Estuvieron a punto de tirarnos. Terminamos de desembarcarlos y nos fuimos a inmersión."
"Con un teléfono subácuo que funcionaba pudimos identificarnos. Nos mandaron 100 millas al este de Malvinas. El 3 o 4 de abril nos ordenaron regresar. Llegamos el 7 a la mañana."
Misión Georgias
A
hí me enteré de que teníamos que ir a las islas Georgias. El submarino a nuevo se lo podía hacer. El jefe de talleres de Mar del Plata nos volcó a todo el personal que hizo un esfuerzo terrible para acomodarnos. La misión era también de transporte de tropas y material para reforzar Grytviken.""Embarcaron 20 hombres: infantes de Marina y un médico. El jefe del grupo Golf iba a hacerse cargo de Georgias, que había sido tomada el 3 de abril. Llevábamos 10 toneladas de carga, entre cañones sin retroceso y misiles antihelicópteros."
"Sólo le dije al jefe de Navegación dónde íbamos. Lo metí en mi oficina, le hice llevar todas las cartas y publicaciones. Fue el único que supo por boca mía."
"Cuando zarpamos le di las instrucciones que tenía a mi segundo comandante, por si me pasaba algo, luego se lo dije al resto. Pero mi mayor preocupación era que de los 20 infantes de Marina y médicos que embarcamos, sólo uno tenía experiencia en submarinos por ser comando anfibio.
"Este submarino, en lugar de 4 motores como tenía el 'Santiago del Estero', tenía 3. A una bomba de agua de refrigeración se le rompió el estriado, que lo engancha al motor, entonces se decidió meterle unos clavos, Poxipol y así seguimos toda la navegación."
Legando a Georgias imaginábamos que iban a estar los ingleses.
"Teníamos que ir en superficie porque navegaban a más velocidad que debajo del agua. Tuvimos un temporal tan grande que tuvimos que ir a inmersión. Por la circularidad del casco, el límite de inmersión eran unos 50 metros."
"Ese submarino tenía 2 hélices. En la de babor se escuchaba un ruido. Suponemos que se desprendió una de las tablas de madera que tenía en su superficie. La vela (torreta) estaba un poco suelta, todo por el temporal."
"Llegando a Georgias imaginábamos que estarían los ingleses. Sabíamos por información de exploración de la Fuerza Aérea que había varios buques en la zona. El submarino sólo podía emplear las armas como autodefensa, no atacar, porque la zona estaba declarada en crisis. Pero ¿cómo se puede saber si un destructor se aproxima para atacar? A un submarino operando en aguas bajo control enemigo no se le puede pedir que no ataque, porque queda indefenso al ser detectado."
"Con las condiciones de batitermografía calculamos cuál sería el radio de escucha y pegados a la costa, a una o dos millas, usábamos el radar de periscopio. Es indiscreto, pero lo menos posible. No podíamos usar el radar común por las piedras. Los sonaristas detectaron un rumor hidrofónico y preparamos todo para inmersión porque era un barco que salía de la bahía, pero como íbamos pegados a la costa no nos detectaron. Eso enmascara los ruidos. Llegando a la entrada de la bahía Cumberland íbamos con una fotocopia de una carta inglesa que nos envió la corbeta 'Granville' que había estado el 3 de abril allá."
"Había un bajofondo. Yo estaba pensando en la entrada y la salida, que en superficie lo pasábamos sin problemas pero que en inmersión lo podíamos tocar. Para evitarlo teníamos que abrirnos mucho. Entramos por la bahía hasta la caleta Capitán Vago frente a Grytviken, de un lado la estación ballenera y del otro la científica. No tenía plan de comunicaciones y como no quería romper el silencio electrónico para pedirlo, pensaba que alguien se iba a acordar de enviarlo. O sea que yo no sabía si los hombres que veíamos con prismáticos infrarrojos eran argentinos o ingleses."
"Habremos llegado a medianoche. Noche cerrada. No se veía nada. Radar no podíamos usar. A la entrada de la caleta había piedras sumergidas. 'Hasta acá llegamos', dije."
"Los infantes de Marina que llevábamos, ingeniosos como siempre, salieron por el canal 16 que es internacional. Se hablaban con sus nombres ficticios, como que fueran una patrulla, y en jeringozo. Ahí chequearon que eran argentinos en tierra y establecieron la frecuencia de radio."
"Empezó a venir una lancha para desembarcar al personal y material. Se fue bajando todo. Salimos a las 4:45. Tenía profundidad para inmersión, el submarino estaba listo, pero para darle resguardo al bajofondo tenía que meterme en la boca del lobo. Era la penumbra del amanecer. Y apareció un helicóptero."
Descubiertos "de casualidad"
E
l capitán Bicain estuvo en Inglaterra en 1999, 17 años después de conflicto por las Islas Malvinas. Allí se encontró con el comandante británico de la Fuerza de Tareas en Georgias y del destructor HMS "Antrim", capitán de navío Terry Young."Fue el que me tuvo prisionero. Uno de sus tripulantes, un tal Parry, dijo que nos descubrieron de casualidad."
"Nos tiraban bombas de profundidad. La bomba explotó en el tanque de seguridad del sumbarino. Tuvimos miedo, sí, yo fui el primero; pero no hubo pánico. Todos se comportaron muy bien y enseguida se empezaron a restituir los sistemas. Fue un ejemplo de que el adiestramiento que hacíamos en la Fuerza de Submarinos era el correcto. Cada uno hizo lo que debía hacer. Tenía un excelente segundo comandante y una excelente tripulación y nos conocíamos todos."
"Dije: 'Todo timón a estribor'. Íbamos navegando en sentido oeste-noroeste para salir. Es instantáneo buscar aguas de más profundidad. Pero inmediatamente pensé que era una locura ir hacia allá. Entonces busqué aguas menos profundas para confundir a los torpedos que podían tirarnos y tomé la decisión de volver a entrar. En un informe me enteré de que no era un solo helicóptero. ¡Nos atacaron 6 que iban y venían!"
"Las ametralladoras no nos hacían nada y hasta el misil que traspasó la vela tampoco nos dañó. Los 7 hombres que resistieron en ataque fueron condecorados. Subieron con fusiles a la vela para negarle al helicóptero la vertical. No teníamos nada con qué tirarles. Sólo podíamos putearlos. Ahí fue cuando perdió la pierna el cabo Macías."
"Mirábamos por periscopio. Estaba ahí el entonces teniente Iglesias, al que le decía 'Michi, ponete nervioso'. 3 años antes de la guerra estaba sentado en la Escuela Naval. Era el jefe de Navegación, él me decía, serio, formal, controlado: 'señor comandante, mejor rumbo' en medio del ataque. Feldman decía 'Al comandante hay que protegerlo' y salía conmigo con un fusil. En un momento vimos venir un helicóptero y nos tiramos cuerpo a tierra. El tiroteo nos pasó de largo y dio en la vela."
"La maniobra de entrada a la estación científica la hice desde el puente, por periscopio, por los ataques. Y sin amarradores. Fui el primero que bajó a tierra. Teníamos un hombre herido, el segundo se ofreció a bajar y que yo me quedara. Le dije que se quedara a bordo con un handy. Un misil pegó de nuevo cuando ya estábamos en el muelle. El suboficial enfermero Funes le salvó la vida a Macías, haciéndole torniquetes, le aplicó morfina. En tierra lo operó Gatica, el médico que desembarcó con los infantes de Marina. Cuando lo atendieron los cirujanos ingleses, ya estando prisioneros, solicitaron la presencia de Gatica porque su operación había sido impecable."
"Ya en tierra tuve una reunión con mis oficiales. Algunos proponían llevar el submarino hasta la mitad de la bahía y hundirlo. Yo no pude hacerlo. Al problema el submarino lo tenía en superficie, no en inmersión. Había que esperar la nochecita para evaluar los daños, y zarpar si podíamos."
La bandera inglesa, no
L
os helicópteros no se acercaron más porque los infantes habían tirado un misil tierra-aire. Pero se veía que los barcos hacían fuego intimidatorio. A eso de las 4 de la tarde, el capitán Lago dijo que tenía que provocar que los ingleses hicieran un acto de fuerza para la recuperación. Le dijeron desde bien arriba 'Usted va con 40, vuelve con 40. No queremos muertos inútiles'.""Ahí decidimos rendirnos. Izamos bandera blanca. Los ingleses nos dijeron que arriáramos el pabellón argentino e izáramos el inglés. Sólo hicimos lo primero. Cantamosa capella, tristes, el Himno Nacional. Fue todo muy emotivo. Vicisitudes de la guerra."
"Destruimos todos los papeles y quemamos la paco, que era un sobre cifrado del comandante para descifrar mensajes. Yo con lo único que me había quedado era con dos cartas generales de navegación, por si tenía que salir."
"Infantes de Marina ingleses habían hecho el helidesembarco. Cuando llegó el mayor Sheridan, un caballero, nos saludó, nos dio la mano y preguntó si había heridos. Le expliqué que lo habíamos amputado. ¿Nada más?, preguntó. Nada más. 'Es un milagro', dijo."
"Así terminó el 25 de abril a la noche."
"El capitán Young nos mandó a buscar. Quería que fuéramos el segundo y yo. Fuimos Lago y yo. Nos recibieron con honores al subir la escala real. Young nos dijo: 'me imagino que lo primero que quiere es ver a su hombre herido que está a bordo'. Estaba en la enfermería, tenían quirófano, le habían puesto a un marinero que hablaba español por si necesitaba algo. Nos ofrecieron comer. Yo hacía 24 horas que no comía. Los 4 brindaron por la paz. Young dijo 'los he llamado para darles las mismas instrucciones que ustedes dieron en Malvinas —dijo Malvinas, no Malvinas—. Tratar bien a los prisioneros, no matar inútilmente y no robar cosas. Si usted tiene algún problema, lo habla conmigo'. También me dijo: “es insólito que estemos peleando por esto. Yo le tengo que explicar a mi gente qué es esto. Pero esto se debe a dos mentes calientes, que son su Galtieri y mi Thatcher. Y nos van a hacer cargo a los dos. A usted por perder este viejo submarino y a mí por haberle permitido entrar. Mi misión era que usted no entrara'. De hecho, no ascendió."
"Después se deformaron las cosas, porque me acusaron de cenar con los ingleses. Y agradeciéndoles. Lo que sí agradecí fueron los honores fúnebres que le hicieron al suboficial primer Félix Artuso."
El hundimiento del submarino
A
l día siguiente vino el comandante del destructor clase 22 'Brilliant', el capitán de navío submarinista John Francis Coward, a decirme que tenía que mover el submarino. Yo le dije que era de ellos porque lo habían capturado, que ellos lo movieran. Pero adujo la Convención de Ginebra. Acordamos moverlo, unos pocos elegidos. Querían llevarlo al muelle de la estación ballenera, más profundo que en el que estaba. Coward pretendía elegir a la gente. Ellos se limitaban a responder nombre, apellido y matrícula, como yo los había instruido. Seleccionamos a los que sabíamos que podían hacerlo…""En 1965 yo había hecho el viaje en la fragata con Artuso; yo como egresado de la Escuela Naval y él como egresado de la de Suboficiales. Le dije que él no tocara nada. Yo estaba en el puente con Coward y un teniente con una ametralladora en mi espalda. Le dije a Coward que, por una razón de idioma, iba a transmitir las órdenes. En un momento dado el submarino se empieza a escorar. Estos submarinos tenían un compresor de baja presión para no utilizar el de alta. Coward había conocido los submarinos clase Guppy, como ese, en Estados Unidos. Luego de comentárselo a Coward, le dije a Artuso que soplara con el rotocompresor para nivelar. Los ruidos en el submarino son característicos, así que no me cabe duda de que Artuso hizo bien las cosas."
"Ahí el timonel me dijo 'le pegaron un tiro a Artuso'. Y un infante de Marina inglés salió gritando 'nos hundimos' (malinterpretando la maniobra brusca que Artuso había hecho para nivelar el submarino). Yo agarré el control del submarino y lo llevé al muelle. Nos esperaba el segundo y un grupo de gente con las amarras. Se cumplió el objetivo de provocarles un dolor de cabeza porque les dejamos inutilizado el muelle por 3 o 4 años. Los únicos que sabíamos de la muerte de Artuso éramos los que estuvimos a bordo del submarino en la maniobra y los que nos esperaban en el muelle para el amarre, el resto estaba prisionero. El 29 de abril hicieron el funeral militar. (Hasta el día de hoy la tumba de Artuso está bien cuidada, bien pintada. Hace un par de años fue el HMS 'Lancaster' y le hicieron un homenaje en su tumba). Cuando llegué a la puerta del cementerio me estaba esperando el capitán Young. Me paré detrás de él y me dijo 'la ceremonia la preside usted. Las órdenes las voy a dar yo porque conozco el ceremonial'. Agradecí en inglés la ceremonia y en castellano pronuncié las palabras de despedida."
“La explicación de la muerte de Artuso me llegó tiempo después, estando prisionero. Coward conocía los Guppy que tenían las válvulas de inmersión en estribor y las del compresor de baja presión en babor. Por eso ordenó a su gente que controlara que Artuso no tocara nada de estribor. Pero en el ‘Santa Fe’, como otros de su tipo, las tenían al revés. Cuando quiso nivelar, lo mataron.”
"Estando prisioneros vimos a otro submarino nuclear, en el extremo Oeste de la isla, por si iba nuestra Flota. Nosotros por obra de la casualidad pasamos tangenteando los círculos de los dos submarinos. ¡Si hubiera sabido que había dos, pegaba la vuelta! Porque los submarinos no pueden acercarse demasiado entre sí porque se interfieren."
"Un gran reconocimiento a mi tripulación. Ni un caso de pánico. La Armada forma excelentes profesionales; no sólo hablo por mí, también por mis subordinados. Yo tenía 38 años."
Nota Extraída de Gaceta Marinera Digital.