Me permito hacer algunos comentarios conceptuales sobre el tema (admito que no tengo información sobre la cuestión técnica en sí, es decir, sobre los combates y los movimientos de las distintas fracciones de tropa).
Para empezar, a todos los que nos gusta la historia (en este caso en particular, la guerra de Malvinas) nos gustaría que todos los involucrados contaran todo lo que vivieron, tal cual lo vivieron. Lamentablemente, eso nunca ocurre. Desde las más altas esferas políticas y/o estratégicas hasta el más raso de los soldados, muchos deciden no hablar, por el motivo que fuere. Esto en referencia al reclamo que Miño y todos los involucrados hablen.
Mi experiencia con los veteranos de Malvinas es bastante variada: desde los que hablan hasta por los codos hasta los que difícilmente se refieran al asunto, pasando por aquellos que en algún momento desde 1982 a la fecha se empiezan a aflojar y cuentan lo suyo. Entonces, reclamarle a alguien que hable, sobre todo después de haber vivido el peor de los infiernos, me parece cuanto menos un poco atolondrado (sobre todo si ese reclamo proviene de gente que no tuvo vivencias similares). El silencio bien puede surgir de una forma de reservarse, de auto protegerse, como también de ocultar faltas (arteras o accidentales), vergüenzas o agachadas.
Sobre el punto específico de este topic, Carlos Robacio estuvo al alcance de muchos durante mucho tiempo, en donde se le podrían haber preguntado muchas de las cosas que se preguntan ahora en el foro. Lamentablemente, el paso del tiempo es inexorable y esa posibilidad ya no está.
Sobre si el BIM 5 tuvo mejor (o inmerecida) prensa que otras unidades de combate terrestre, creo que tenemos que enfocarnos en distintas circunstancias de la época. Desde la mismísima guerra en adelante la divulgación de sucesos de Malvinas fue tan profusa como en ocasiones pifiada: el ataque de Jukic al Hermes (reproducido con diálogos y todo en revistas de la época), o la certeza que durante años tuvieron muchos aviadores de la FAA de que a Ward le habían dado la baja deshonrosa, por citar un par de ejemplos. O sea, desde 1982 se fueron generando un cúmulo de versiones y relatos, muchos de los cuales fueron reproducidos miles de veces y dados por ciertos, aunque fueran totalmente falsos.
Por eso, el tiempo y la investigación de los autores y protagonistas van decantando la historia. De Vilariño, en lo que se refiere a “Exocet”, tuve comentarios poco halagüeños desde algunos aviadores navales que participaron en los hechos que relata. ¿Es porque Vilariño tuvo mala fe? Lo dudo. Simplemente, en muchos casos la prosa responde al espíritu de quien la escribe, o al interés de quien la encarga. En ese contexto también hay generalizaciones: el BIM 5, el RI 25, la Fuerza Aérea en general… El relato masivo apunta a grandes unidades, sin distinguir persona por persona sobre quiénes combatieron en el peor de los infiernos y quiénes no.
Finalmente, sobre la idea de plantearle al Congreso una revisión de los hechos, de modo de “hacer justicia”, solo queda decir que las puertas están abiertas. En los últimos tiempos hemos visto como hasta arrojaron al fuego la figura de Pedro Giachino, sin mayores aportes (al menos difundidos públicamente) que un testimonio y un legajo. ¿Por qué los funcionarios no habrían de quitarle la medalla a un oficial que se demuestre que no la mereció?