Parece que la mirada de algunos en este siglo XXI es "dejémoslos y que se maten solos"…
Reflexión sobre el intervencionismo y la reconstrucción del Estado en RCA y otros lugares.
El año 2013 marcó el retorno del intervencionismo francés, en el marco de operaciones militares en África (Mali, RCA). El objetivo buscado es participar en la reconstrucción del Estado llamado “fallido”, término discutido y cuestionable que no abordaremos aquí, donde hay que crear las condiciones que lo permitan.
La reconstrucción del estado es la principal respuesta a la debilidad estatal. Este término designa la idea de la “necesidad de reconstituir, de una forma u otra, las unidades políticas en el seno de las cuales, particularmente luego de una guerra civil, la estructura, la autoridad, la ley y el orden político se han precarizado” (1). Esta estrategia se basa en el desarrollo de mecanismos internacionales de regulación tendientes a restaurar la soberanía de los Estados quebrados o inmersos en la delincuencia.
La construcción del Estado es un fenómeno histórico largo (podemos leer a Charles Tilly), la estrategia elegida por la comunidad internacional es entonces conseguir un modelo de Estado weberiano en un tiempo más acotado, y evitar una larga etapa de conflictividad que acompaña generalmente el proceso de desarrollo (2). Esta estrategia fue relanzada a comienzo de la década de los 90 por la ONU, mientras la organización instaura la Autoridad provisional de las Naciones Unidas en Camboya (APRONUC). Tiene como objetivo reconstruir un Estado, incluso una Nación. El acento está puesto sobre la reconstrucción de un orden político democrático, al interior de las fronteras del Estado, respetando los derechos y las libertades fundamentales de sus ciudadanos.
Las críticas alrededor de esta noción de state-building no se hacen esperar y proponemos señalar que algunos aquí podrían alimentar esta reflexión. Es así que D. Chandler ve un retorno de la misión civilizadora de Occidente (3), una posición reivindicada igualmente por F. Fukuyama, doctrinario del state-building, como nueva forma de gobierno (4). Pero para D. Chandler, el state-building participó más en la destrucción de las capacidades estatales institucionales que en su reconstrucción. Peor, el state-building ha creado una cultura de la dependencia, más que instituciones locales autónomas. La eficiencia de esta estrategia es cuestionada también por M. Ottaway que revela: “la comunidad internacional ha elaborado una lista de prescripciones para la reconstrucción del estado que, de tan exhaustiva que es, es imposible aplicar sobre el terreno” (5).
El otro problema que aparece en esta aproximación es que ella descalifica a los actores que no se corresponden con la visión normativa del Estado, o incluso de la política. Son descartados entonces del proceso de construcción o reconstrucción del Estado, lo que hace volver a considerar la regulación de la conflictividad. El rol mismo que podría jugar una organización internacional es discutido. En efecto, E. Luttwak ha demostrado que un conflicto menor debe proseguir sin una intervención extranjera, que pondría un término prematuramente. Al contrario, una intervención exterior tiende a prolongar el conflicto (6). Un análisis compartido por J. Herbst, es por qué las organizaciones internacionales se empeñan en querer reconstruir Estados desmoronados, en las condiciones que existían anteriormente, de tal forma que ellas no hacen más que prolongar un estado de desmoronamiento, en lugar de aceptar la existencia de un nuevo orden político así creado (7). Yendo un poco más lejos, podemos considerar que estas organizaciones participan en el proceso de destrucción del Estado (8). Así, la ONU rechaza considerar que algunos Estados puedan ser muy disfuncionales en sus cimientos, para ser reconstruidos (9). No fue hasta hace poco que los investigadores buscaron comprender el orden de los Estados llamados fallidos, sin insistir sobre la ausencia del Estado pero teniendo en cuenta aquello que existe realmente (10).
Desde entonces, una pregunta se impone: ¿Son los Estados que han fracasado o el Estado, como modo de organización de las sociedades? Esta reflexión nos permite pensar, con E. Terray, que: “lo que está en crisis, puede ser ante todo el arsenal de conceptos y sistemas a través de los cuales intentamos atrapar esta realidad movediza y de múltiples formatos que es el Estado contemporáneo en África” (11).
Sonia Le Gouriellec, Good Morning Afrika janvier 2, 2014
[Traducción propia. Las referencias numéricas están en el link]
http://alliancegeostrategique.org/2...a-reconstruction-de-letat-en-rca-et-ailleurs/
.
Reflexión sobre el intervencionismo y la reconstrucción del Estado en RCA y otros lugares.
El año 2013 marcó el retorno del intervencionismo francés, en el marco de operaciones militares en África (Mali, RCA). El objetivo buscado es participar en la reconstrucción del Estado llamado “fallido”, término discutido y cuestionable que no abordaremos aquí, donde hay que crear las condiciones que lo permitan.
La reconstrucción del estado es la principal respuesta a la debilidad estatal. Este término designa la idea de la “necesidad de reconstituir, de una forma u otra, las unidades políticas en el seno de las cuales, particularmente luego de una guerra civil, la estructura, la autoridad, la ley y el orden político se han precarizado” (1). Esta estrategia se basa en el desarrollo de mecanismos internacionales de regulación tendientes a restaurar la soberanía de los Estados quebrados o inmersos en la delincuencia.
La construcción del Estado es un fenómeno histórico largo (podemos leer a Charles Tilly), la estrategia elegida por la comunidad internacional es entonces conseguir un modelo de Estado weberiano en un tiempo más acotado, y evitar una larga etapa de conflictividad que acompaña generalmente el proceso de desarrollo (2). Esta estrategia fue relanzada a comienzo de la década de los 90 por la ONU, mientras la organización instaura la Autoridad provisional de las Naciones Unidas en Camboya (APRONUC). Tiene como objetivo reconstruir un Estado, incluso una Nación. El acento está puesto sobre la reconstrucción de un orden político democrático, al interior de las fronteras del Estado, respetando los derechos y las libertades fundamentales de sus ciudadanos.
Las críticas alrededor de esta noción de state-building no se hacen esperar y proponemos señalar que algunos aquí podrían alimentar esta reflexión. Es así que D. Chandler ve un retorno de la misión civilizadora de Occidente (3), una posición reivindicada igualmente por F. Fukuyama, doctrinario del state-building, como nueva forma de gobierno (4). Pero para D. Chandler, el state-building participó más en la destrucción de las capacidades estatales institucionales que en su reconstrucción. Peor, el state-building ha creado una cultura de la dependencia, más que instituciones locales autónomas. La eficiencia de esta estrategia es cuestionada también por M. Ottaway que revela: “la comunidad internacional ha elaborado una lista de prescripciones para la reconstrucción del estado que, de tan exhaustiva que es, es imposible aplicar sobre el terreno” (5).
El otro problema que aparece en esta aproximación es que ella descalifica a los actores que no se corresponden con la visión normativa del Estado, o incluso de la política. Son descartados entonces del proceso de construcción o reconstrucción del Estado, lo que hace volver a considerar la regulación de la conflictividad. El rol mismo que podría jugar una organización internacional es discutido. En efecto, E. Luttwak ha demostrado que un conflicto menor debe proseguir sin una intervención extranjera, que pondría un término prematuramente. Al contrario, una intervención exterior tiende a prolongar el conflicto (6). Un análisis compartido por J. Herbst, es por qué las organizaciones internacionales se empeñan en querer reconstruir Estados desmoronados, en las condiciones que existían anteriormente, de tal forma que ellas no hacen más que prolongar un estado de desmoronamiento, en lugar de aceptar la existencia de un nuevo orden político así creado (7). Yendo un poco más lejos, podemos considerar que estas organizaciones participan en el proceso de destrucción del Estado (8). Así, la ONU rechaza considerar que algunos Estados puedan ser muy disfuncionales en sus cimientos, para ser reconstruidos (9). No fue hasta hace poco que los investigadores buscaron comprender el orden de los Estados llamados fallidos, sin insistir sobre la ausencia del Estado pero teniendo en cuenta aquello que existe realmente (10).
Desde entonces, una pregunta se impone: ¿Son los Estados que han fracasado o el Estado, como modo de organización de las sociedades? Esta reflexión nos permite pensar, con E. Terray, que: “lo que está en crisis, puede ser ante todo el arsenal de conceptos y sistemas a través de los cuales intentamos atrapar esta realidad movediza y de múltiples formatos que es el Estado contemporáneo en África” (11).
Sonia Le Gouriellec, Good Morning Afrika janvier 2, 2014
[Traducción propia. Las referencias numéricas están en el link]
http://alliancegeostrategique.org/2...a-reconstruction-de-letat-en-rca-et-ailleurs/
.
Última edición: