La Armada comenzó el proceso para reflotar al ex destructor Santísima Trinidad
Por:
José M. Stella e Ignacio Montes de Oca
La falta de mantenimiento es uno de los enemigos más feroces que tienen los equipos militares en tiempos de paz. Es lo que provocó el hundimiento de uno de los dos buques del Tipo 42 adquiridos al Reino Unido en la década del 60.
El destructor de la Armada Argentina Santísima Trinidad comenzó a escorarse el 21 de enero del 2013, como consecuencia –según un parte oficial de la fuerza emitido por esos días- "de la rotura de una tubería de 6 pulgadas", lo que produjo el hundimiento de varios compartimientos de la nave. La marina había señalado que "la capacidad de las bombas de achique" fue superada por la cantidad de agua ingresada, debiéndose evacuar al personal embarcado.
En secreto y con llamativa discreción, a casi catorce meses de su hundimiento la Armada Argentina comenzó las tareas previas para reflotarlo. El buque se encuentra actualmente encallado y con sólo una parte de su casco visible en la Base Naval de Puerto Belgrano, a unos kilómetros de Bahía Blanca.
Esta es la segunda oportunidad en que la Armada Argentina debe rescatar la nave. La primera, ocurrió tras el ataque de un comando de buzos del grupo montoneros liderados por Máximo Nicoletti que el 22 de septiembre de 1975 logró hundir la nave. Sucedió en la misma base donde hoy se encuentra semisumergido el buque, tras colocarle cargas explosivas bajo la línea de flotación. Aquel ataque torció los ejes de propulsión y dejó a la nave con problemas para navegar. Luego de ser reflotado, el Santísima Trinidad reveló problemas graves que redujeron su utilidad en la Guerra de Malvinas. No solo disminuyeron la velocidad máxima que podía alcanzar, sino que además provocaron que en alta mar el buque comenzaba a vibrar de tal manera que se complicaba el uso de los equipos electrónicos y de combate. Además, después de la guerra, el Reino Unido se negó a vender repuestos y desde 1989 el Santísima Trinidad sirvió como fuente de repuestos para su gemelo, el destructor Hércules. En 2004, bajo la presidencia de Néstor Kirchner, se ordenó darlo de baja y se planeaba convertirlo en un buque de instrucción o en un museo naval flotante. Los planes de fueron a pique con el destructor.
El hecho generó una gran polémica, que derivó en pedidos de informes en el Congreso y terminó de destrozar el escandaloso desempeño que
Arturo Puricelli tuvo como ministro de Defensa. Recordemos que durante la gestión en Defensa de Puricelli, un millonario abogado santacruceño devenido ahora en constructor, se efectúo el alquiler de un rompehielos no apto para la realización de la Campaña Antártica de Verano 2012/2013 –y cuya adjudicación aún se encuentra en proceso judicial-, dejando casi sin insumos a las bases antárticas argentinas. A la vez, en el 2012, fue embargado durante 74 días el buque escuela
Fragata Libertad en un puerto de Ghana, por pedido del fondo NML.
Puricelli, en su momento, había dicho que no descartaba la "hipótesis de sabotaje" del destructor Santísima Trinidad. Y, como consecuencia del hundimiento, pagaron con sus puestos el entonces jefe de Mantenimiento y Arsenales, el contraalmirante Alberto García Grigioni y el también entonces jefe del navío, el capitán de navío Lorenzo Veccia.
Las contrataciones
El ya veterano Santísima Trinidad volverá a flote, aunque no se espera que vuelva a tener utilidad militar dado el deterioro de su estructura y la ausencia de repuestos para que recupere sus equipos de combate. Según documentos en poder (Eliminando Variables), la Armada inició al menos seis procesos licitatorios para reflotar el navío.
Las tareas, de acuerdo con los documentos a los que accedió (Eliminando Variables), comenzarán a fines de abril del 2014. La cantidad de hombres que estarán afectados al reflotamiento, como así también el costo total de la operación aún se desconocen, aunque consultas realizadas por este blog estiman que por las mismas el Estado deberá desembolsar cerca de 10 millones de dólares para lograr el objetivo tal como revelaron fuentes de la marina a los medios el año pasado.
En una primera etapa, la Armada inició el proceso de alquiler de grupos electrógenos, de cables conductores de electricidad, la renovación total de tomas de energía y construcción de zanjas en los muelles, junto con el reacondicionamiento de torres de iluminación localizada y la adquisición de implementos de comunicación.
Las licitaciones en cuestión son la 15/2014 (expediente SEEL 03/14), la 16/2014 (expediente SEEL 04/14), la 17/2014 (expediente SEEL 05/14), la 18/2014 (expediente SEEL 13/14), la 19/2014 (expediente SEEL 14/14), junto con la contratación directa 09/2014 (expediente SISA 02/14).
La licitación 15/2014 consiste en la adquisición de 980 conductores unipolares de cobre, aptos para soportar tensiones de 1.1KV de aislación reticulada de 240 mm2 de sección. La licitación 16/2014, a la vez, consiste en el reacondicionamiento de 4 luminarias completas (tipo HQI de 210W), con sus respectivos trípodes, la reparación de 4 proyectores halógenos y la instalación de 200 metros de cable tipo TPR de cobre.
Por su parte, la licitación 17/2014 consiste en la adquisición de 1.250 cables y alambres telefónicos subterráneos, de cintas autosoldables y brackets para comunicación. En el caso de la licitación 18/2014 se solicita la renovación total de una toma de alimentación para buques de 380V ubicada en el muelle A, junto con la realización de 150 metros de zanjeo a practicarse en ese muelle. Para la licitación 19/2014 se solicita el alquiler de 4 grupos electrógenos por períodos de 7 días, que es auxiliar a la existente. Finalmente la contratación directa 09/2014 está relacionada con el alquiler de 4 baños químicos.
Pese que en los pliegos se afirma que se cuentan con recursos, al consultar el presupuesto de 2014, no se identifica ninguna partida para pagar estas licitaciones, por lo que se supone que deberán reasignarse gastos o esperar que la administración central los provea.
El costo del reflotamiento del Santísima Trinidad es apenas una parte del gasto millonario que deberá encararse. Las licitaciones mencionadas por (Eliminando Variables) solo se refieren a la preparación del entorno donde trabajaran los equipos de recuperación. Luego se deberán autorizar fondos para lograr que el buque sea enderezado y que la brecha que provocó el hundimiento sea reparada, un proceso que los expertos en el tema reconocen como costoso y complejo. Más adelante, llegará la etapa de reacondicionar el interior de la nave, que debe estar en condiciones terribles tras pasar muchísimos meses hundido en el agua salada y el fango de Puerto Belgrano. Desde los cableados internos hasta el almohadón de la silla del capitán, todo deberá ser reemplazado a nuevo para justificar que el buque sea regresado a la superficie, para convertirse muy probablemente en un museo flotante con 40 años de antigüedad. Nuevamente, el presupuesto del año 2014 destinado a la Marina no prevé ningún gasto para este fin, que dista de ser un costo menor tal como se ha explicado.
Todo esto, para revertir lo que provocó la ausencia de un mantenimiento adecuado, que sin dudas era mucho menos caro que la tarea que hoy encara la marina. Quizás se llegue a tiempo para terminar las tareas el 12 de noviembre de 2014, cuando se cumplan cuatro décadas de su botadura. O probablemente el regreso a superficie coincida con el 40 aniversario de aquel ataque del equipo de Nicoletti en septiembre de 1975 que condenó a la Santísima Trinidad a ser una nave lisiada por el resto de su existencia.
Artículo publicado en el blog
www.eliminandovariables.com