«Sturmgruppen», los grupos de asalto de la «Luftwaffe»
Medidas desesperadas para situaciones desesperadas
En el otoño de 1943, la defensa del Reich contra las incursiones de los bombarderos aliados, tanto de día como de noche, estaba desangrando a la Luftwaffe. Desde el verano del año anterior, los bombarderos norteamericanos B-17 Flying Fortress de la 8ª Fuerza Aérea habían estado bombardeando de día objetivos, primero en Francia y después en Alemania, desde sus bases en Gran Bretaña. Volaban en combat boxes, formaciones cerradas pensadas para que los bombarderos, erizados de ametralladoras, pudieran defenderse mutuamente de los cazas enemigos. A ellos se unieron después los B-24 Liberator de la 15ª Fuerza Aérea operando desde Italia. Los alemanes ensayaron distintas armas y tácticas de ataque, buscando el mejor método para enfrentarse a los Viermots (bombarderos cuatrimotores en la jerga de los pilotos alemanes) enemigos.
El comandante Günther von Kornatzki propuso la creación de Sturmstaffeln (escuadrillas de asalto), entrenadas para atacar desde atrás, en formación cerrada, usando cazas con armamento pesado que abrirían fuego concentrado en el último momento con la intención de romper las formaciones enemigas. Una vez dispersos, los bombarderos supervivientes quedarían a merced de los cazas alemanes. Para lograr su objetivo, los pilotos de asalto debían estrellar sus aparatos contra los cuatrimotores enemigos si no lograban derribarlos con el fuego de sus armas. La Sturmstaffel 1 se formó en noviembre de 1943 con 16 voluntarios, a los que se les obligó a firmar un documento en el que se comprometían a aplicar las nuevas tácticas sin reservas. El grupo recibió aparatos Focke-Wulf Fw 190A-6 con un parabrisas blindado, planchas de blindaje en los laterales de la cabina y armamento modificado (se quitaron las dos ametralladoras del fuselaje para compensar el incremento de peso del blindaje, dejando únicamente los 4 cañones MG 151 de 20mm de las alas; en versiones posteriores, dos de ellos se sustituyeron por los devastadores Mk 108 de 30 mm). Después de familiarizarse durante varias semanas con sus nuevos aparatos, los pilotos estaban listos para entrar en combate en enero del año siguiente.
Los buenos resultados obtenidos por la escuadrilla animaron al Alto Mando de la Luftwaffe a organizar el primer grupo de asalto, el IV (Sturm)/JG 3 ―IV grupo de la 3ª Escuadra de caza (un grupo constaba de tres escuadrillas de 10-15 aviones cada una)―, que el 29 de abril de 1944 absorbió a la Sturmstaffel 1. El 7 de julio la unidad logró su éxito más sonado. Concentrada contra una formación de B-24 sin escolta, afirmó haber destruido 34 cuatrimotores en 10 minutos. Entusiasmado, el general Galland, jefe de los cazas alemanes, ordenó la creación de dos grupos de asalto adicionales: el II (Sturm)/JG 4 y el II (Sturm)/JG 300. Sin embargo, algunos triunfos puntuales poco podían hacer para alterar el signo de la lucha. Aunque había suficientes aviones de repuesto (gracias a la racionalización de la producción impuesta por Albert Speer, el ministro de Armamento), escaseaba el combustible y, sobre todo, los pilotos experimentados. Los aviadores alemanes, faltos de preparación, morían a tal ritmo que las escuelas de vuelo eran incapaces de entrenar a tiempo reemplazos suficientes. Ante la abrumadora superioridad aliada, con los bombarderos escoltados por numerosos cazas, los Sturmgruppen debieron cesar sus operaciones por la imposibilidad de cumplir su cometido a un coste razonable. El último ataque tuvo lugar el 2 de diciembre. Ese día, once B-24 fueron derribados a costa de diez Fw 190 (con 5 pilotos muertos y dos heridos), además de los 16 perdidos luchando contra los cazas de escolta norteamericanos. de diez Fw 190 (con 5 pilotos muertos y dos heridos), además de los 16 perdidos luchando contra los cazas de escolta norteamericanos.
En los últimos y desesperados días de la contienda, el coronel Hajo Herrmann propuso llevar a cabo un ataque masivo, casi suicida, contra los bombarderos enemigos con la intención de derribarlos estrellándose directamente contra ellos, de modo que las enormes pérdidas sufridas les obligasen a suspender temporalmente sus actividades. De los 1.000 aviones que solicitó, sólo recibió 160 Messerschmitt Bf 109G y K, sin blindaje y armados con una sola ametralladora. Así, aligerados, serían más veloces, pudiendo eludir más fácilmente a los cazas de escolta. Reunidos en el Kommando Elbe, el 7 de abril de 1945 lanzaron la operación para la que se había estado preparando con resultados decepcionantes: de los 120 aviones atacantes, se perdieron la mitad a cambio de ocho cuatrimotores. El intento no volvería a repetirse.
abc.es
Medidas desesperadas para situaciones desesperadas
En el otoño de 1943, la defensa del Reich contra las incursiones de los bombarderos aliados, tanto de día como de noche, estaba desangrando a la Luftwaffe. Desde el verano del año anterior, los bombarderos norteamericanos B-17 Flying Fortress de la 8ª Fuerza Aérea habían estado bombardeando de día objetivos, primero en Francia y después en Alemania, desde sus bases en Gran Bretaña. Volaban en combat boxes, formaciones cerradas pensadas para que los bombarderos, erizados de ametralladoras, pudieran defenderse mutuamente de los cazas enemigos. A ellos se unieron después los B-24 Liberator de la 15ª Fuerza Aérea operando desde Italia. Los alemanes ensayaron distintas armas y tácticas de ataque, buscando el mejor método para enfrentarse a los Viermots (bombarderos cuatrimotores en la jerga de los pilotos alemanes) enemigos.
El comandante Günther von Kornatzki propuso la creación de Sturmstaffeln (escuadrillas de asalto), entrenadas para atacar desde atrás, en formación cerrada, usando cazas con armamento pesado que abrirían fuego concentrado en el último momento con la intención de romper las formaciones enemigas. Una vez dispersos, los bombarderos supervivientes quedarían a merced de los cazas alemanes. Para lograr su objetivo, los pilotos de asalto debían estrellar sus aparatos contra los cuatrimotores enemigos si no lograban derribarlos con el fuego de sus armas. La Sturmstaffel 1 se formó en noviembre de 1943 con 16 voluntarios, a los que se les obligó a firmar un documento en el que se comprometían a aplicar las nuevas tácticas sin reservas. El grupo recibió aparatos Focke-Wulf Fw 190A-6 con un parabrisas blindado, planchas de blindaje en los laterales de la cabina y armamento modificado (se quitaron las dos ametralladoras del fuselaje para compensar el incremento de peso del blindaje, dejando únicamente los 4 cañones MG 151 de 20mm de las alas; en versiones posteriores, dos de ellos se sustituyeron por los devastadores Mk 108 de 30 mm). Después de familiarizarse durante varias semanas con sus nuevos aparatos, los pilotos estaban listos para entrar en combate en enero del año siguiente.
Los buenos resultados obtenidos por la escuadrilla animaron al Alto Mando de la Luftwaffe a organizar el primer grupo de asalto, el IV (Sturm)/JG 3 ―IV grupo de la 3ª Escuadra de caza (un grupo constaba de tres escuadrillas de 10-15 aviones cada una)―, que el 29 de abril de 1944 absorbió a la Sturmstaffel 1. El 7 de julio la unidad logró su éxito más sonado. Concentrada contra una formación de B-24 sin escolta, afirmó haber destruido 34 cuatrimotores en 10 minutos. Entusiasmado, el general Galland, jefe de los cazas alemanes, ordenó la creación de dos grupos de asalto adicionales: el II (Sturm)/JG 4 y el II (Sturm)/JG 300. Sin embargo, algunos triunfos puntuales poco podían hacer para alterar el signo de la lucha. Aunque había suficientes aviones de repuesto (gracias a la racionalización de la producción impuesta por Albert Speer, el ministro de Armamento), escaseaba el combustible y, sobre todo, los pilotos experimentados. Los aviadores alemanes, faltos de preparación, morían a tal ritmo que las escuelas de vuelo eran incapaces de entrenar a tiempo reemplazos suficientes. Ante la abrumadora superioridad aliada, con los bombarderos escoltados por numerosos cazas, los Sturmgruppen debieron cesar sus operaciones por la imposibilidad de cumplir su cometido a un coste razonable. El último ataque tuvo lugar el 2 de diciembre. Ese día, once B-24 fueron derribados a costa de diez Fw 190 (con 5 pilotos muertos y dos heridos), además de los 16 perdidos luchando contra los cazas de escolta norteamericanos. de diez Fw 190 (con 5 pilotos muertos y dos heridos), además de los 16 perdidos luchando contra los cazas de escolta norteamericanos.
En los últimos y desesperados días de la contienda, el coronel Hajo Herrmann propuso llevar a cabo un ataque masivo, casi suicida, contra los bombarderos enemigos con la intención de derribarlos estrellándose directamente contra ellos, de modo que las enormes pérdidas sufridas les obligasen a suspender temporalmente sus actividades. De los 1.000 aviones que solicitó, sólo recibió 160 Messerschmitt Bf 109G y K, sin blindaje y armados con una sola ametralladora. Así, aligerados, serían más veloces, pudiendo eludir más fácilmente a los cazas de escolta. Reunidos en el Kommando Elbe, el 7 de abril de 1945 lanzaron la operación para la que se había estado preparando con resultados decepcionantes: de los 120 aviones atacantes, se perdieron la mitad a cambio de ocho cuatrimotores. El intento no volvería a repetirse.
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