Uno de esos bálsamos para el alma, que de tanto en tanto nos regala Dios en su infinita generosidad. Aunque no lo merezca...
Me cuenta esta anécdota Santiago Calvo, creador del Museo de Malvinas de Tandil:
"Charlando con un soldado conscripto de la Infantería de Marina, yo le cuento del Museo Malvinas Tandil y simultáneamente de las visitas mas relevantes que han estado presentes en el mismo; cuando te nombro a vos, me interrumpe y me comenta: “que persona maravillosa, Nicolás Kasansew” yo le pregunto, ¿lo conoces, son amigos? Y el me responde: “No para nada, lo vi una sola vez en mi vida, es mas el no me conoce, pero al comienzo de la guerra, nos preparábamos para embarcar al sur; era una gran cantidad de gente, militares y empleados de las Bases, periodistas y familiares, mucha gente, muchos vuelos y muchos embarques y en esos, tantos grupos de personas con las que conversábamos, preguntando quien era quien, alguien me dice ese es Nicolás Kasanzew. Me resultó un tipo tan particular, de una personalidad tan atrapante, tan buena persona por las cosas que nos decía, que me produjo una gran alegría y me dio una gran confianza en mí y en lo que estaba viviendo. Nunca mas lo volví a ver, pero ese mismo día le dije a mis compañeros, amigos preparados para el combate: si yo alguna vez, llego a tener un hijo y es varón le voy a poner de nombre Nicolás, en honor de ésta gran persona que hoy he conocido; y así fue, paso la guerra, obtuve la baja de la conscripción y el 1º de diciembre de 1983 nació un hijo varón que se llama Nicolás Durand, hoy es oficial de la Policía Bonaerense y esta destinado en la comisaría de Ayacucho y él sabe que su nombre se debe al recuerdo de Nicolás Kasanzew.”