Respaldo de Rusia a El Asad ante el avance de afines a Al Qaeda
El Frente Al Nusra y rebeldes islamistas amenazan Latakia, el principal bastión del régimen
Óscar Gutiérrez Madrid
1 OCT 2015 - 00:21 CEST
La
ofensiva lanzada este miércoles por Rusia alcanzó las localidades sirias de Talbise y Rastan, en la provincia de Homs. Según coinciden los analistas y fuentes en el terreno, esta zona no cuenta con presencia del
Estado Islámico, como sostuvo Moscú, pero sí de grupos vinculados a Al Qaeda como el Frente al Nusra. Esta organización y rebeldes de corte islamista amenazan el principal bastión del régimen, Latakia, y ponen en riesgo una de las prioridades de la estrategia militar de
Bachar el Asad, la comunicación entre Damasco, la capital, y la costa.
El pasillo que une el sur de Siria, desde la frontera de Líbano, y la salida al mar Mediterráneo, en la costa, pasando por Damasco, la capital, ha sido y es uno de los pilares fundamentales en la estrategia militar de Bachar el Asad. Sin eso, pese a controlar
todas las capitales de provincia salvo Idlib y Raqa, el régimen tendría media guerra perdida. Y para garantizar el control del corredor, Damasco necesita asegurar las provincias de Hama y Homs. Esta última fue la que alcanzó este miércoles la aviación rusa en su incursión aérea.
“Talbise [una de las localidades alcanzadas por los cazas rusos] no es ciudad del Estado Islámico (EI)”, manifestó este miércoles en un intercambio de correos el analista estadounidense Joshua Landis, experto en la contienda siria. “Es hogar de Al Nusra, filial de Al Qaeda, y de otras milicias como Ahrar al Sham”. Según Landis, el bombardeo de Moscú pretende fundamentalmente “apuntalar” al régimen en la franja rural y urbana todavía bajo su control.
Al Nusra y Ahrar al Sham, de forma conjunta bajo el paraguas del llamado Frente de la Conquista, en el que participan otros batallones rebeldes más o menos islamistas, han sido y son la principal amenaza del régimen sirio en el noroeste del país, sobre todo, tras la captura en mayo de la ciudad de Idlib y de gran parte de la provincia homónima.
Según señala en un detallado informe el analista Christopher Kozak, del Instituto para el Estudio de la Guerra, dentro de las prioridades del Ejército comandado por El Asad está, junto a garantizar el corredor hacia el Mediterráneo, defender Latakia, corazón de los alauíes, comunidad religiosa derivada del chiísmo a la que pertenece la cúpula del poder. Y para su defensa se necesita recuperar la estratégica Jisr al Shugur, en la provincia de Idlib, y despejar la planicie de Al Ghab, en Hama, atacando al Frente Al Nusra, precisamente.
Como recuerda Kozak en su informe, El Asad no cuenta para todo esto con capacidad militar, como el presidente sirio reconoció abiertamente en julio. Si antes de iniciarse la contienda, las fuerzas armadas sirias sumaban unos 300.000 hombres, las deserciones y muertes en el campo de batalla han reducido el contingente en un 30-50%. El Asad, además, ha evitado en estos últimos cuatro años usar el 100% de su poder militar, básicamente para evitar el cambio de bando o abandono de soldados suníes, la mayoría de los que forman el pelotón.
Rebeldes aliados
Todas estas carencias son las que tiene que suplir Moscú. El riesgo está en elegir el enemigo. El general desertor Jamil al Saleh, en nombre del Ejército Libre Sirio, organización paraguas que reúne a fuerzas rebeldes apoyadas por
la oposición política anti-Asad, apoyada por Estados Unidos, denunció este miércoles que el ataque de los aviones rusos causó heridas a varios de sus hombres, según recogió Reuters.
Como señala Landis, el ataque ruso puede amenazar ese esfuerzo de lo que en Washington llaman
“deconfliction”: que las ofensivas aéreas dirigidas por rusos o norteamericanos no originen conflicto entre países por golpear objetivos no deseados. EE UU está entrenando y armando a facciones rebeldes moderadas en el norte del país para combatir al EI.
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/09/30/actualidad/1443637847_179282.html