¿Cómo beneficia a Rusia la salida de EE UU del TPP?
27 de enero de 2017
Ksenia Ilínskaya,
para RBTH
Una de las primeras decisiones de Donald Trump en su cargo de presidente ha sido el decreto sobre la salida del país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP). Esto permitirá a Rusia y China activar las negociaciones para la creación de una zona de libre comercio con sus socios de Asia.
Como había prometido en su campaña electoral, en su primer día de trabajo tras la investidura, Donald Trump firmó el decreto sobre la salida de EE UU del Acuerdo TTP.
Anteriormente, su administración informó de la disposición para emprender medidas contra los países que infrinjan los acuerdos comerciales y exigió una revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, que reúne a EE UU, Canadá y México) para que “el acuerdo sea más justo”.
El objetivo principal de la nueva política comercial, según Trump, es consecuencia del déficit en el comercio bilateral con los socios más importantes de EE UU. Uno de ellos es China, que según Donald Trump, está reduciendo el valor del yuan para apoyar la exportación y con la que el comercio bilateral supera los 290.000 millones de dólares, según datos correspondientes a los primeros diez meses de 2016.
Sin embargo, los expertos internacionales advierten de las consecuencias negativas de la subida unilateral de las tarifas: por ejemplo, el director dela OMC, Roberto Azevedo, recordaba en el foro de Davos el riesgo de efecto dominó: la subida de las tasas arancelarias podría provocar que el volumen de la importación y de la exportación cayera en picado.
¿Cuál será el beneficio para Rusia?
El efecto comercial directo de la entrada en vigor del TTP para Rusia, según el Banco Mundial, sería nulo, mientras que para China supondría una amenaza de la reducción de la exportación. Sin embargo, según señala el director del Centro de Estudios de Integración del Banco Euroasiático, Evgueni Vinokúrov, si se consigue establecer tanto el TTP como el TTIP la
Unión Económica Euroasiática (UEEA), formada por Rusia, Bielorrusia, Kirguistán y Kazajistán, quedaría aislada.
La retirada de EE UU del TTP abre una ventana de posibilidades para el desarrollo de las relaciones económicas y comerciales de Rusia y la UEEA con los países de la región Asia-Pacífico, señala el experto.
Rusia, como miembro de la UEEA, ya tiene una zona de libre comercio con uno de los países que ha firmado el TTP, con
Vietnam. En particular, los fabricantes de automóviles rusos Kamaz y AvtoVAZ han acordado con Vietnam localizar su producción en este país. Kamaz ha informado que el año pasado los volúmenes de exportación a los países de fuera de la CEI se duplicaron gracias, entre otras cosas, al incremento de la exportación a Vietnam, el mayor mercado para la empresa sin contar con los países de la CEI.
Se están llevando a cabo negociaciones sobre la simplificación de las condiciones comerciales con otros socios asiáticos. Se está preparando un acuerdo con China sobre cooperación económica, aunque no se prevé la reducción de los aranceles, sino que simplificará el acceso a los productos mediante la retirada de restricciones no relacionadas con las tarifas y mediante la firma de acuerdos sobre controles conjuntos de la calidad de la producción.
Se contempla también la posibilidad de crear zonas de libre comercio en Asia con Singapur, Corea del Sur y la India. Pero además de ello, Rusia es miembro del
Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), en base al cual se está negociando también la creación de otras zonas de libre comercio.
Al mismo tiempo, ahora China tendrá las manos libres para promover su propio proyecto: el Partenariado Económico Comprehensivo Regional (PECR), según explica Alexéi Portanski, profesor de la Escuela Superior de Economía. Sin embargo, el posible acuerdo con China no será tan profundo como el TTP, ya que sus posibles miembros por ahora están protegiendo sus mercados, señala el experto.
Aun así, según Portanski, en el futuro los mega acuerdos como el TTP serán más necesarios, aunque podrían cambiar de forma, es decir, establecerán las nuevas reglas empresariales necesarias para el mercado mundial, aunque no lograrán sustituir por completo a la Organización Mundial del Comercio, sobre todo en los mecanismos de resolución de conflictos.
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