ARA San Juan: datos clave que relanzan ahora la investigación
20 de noviembre de 2018
La paradoja del ARA San Juan se resolvió al año del naufragio. Fue diseñado para no ser detectado, es la esencia del submarino. Resistió a 907 metros de profundidad los embates de sonares, sondas multihaz, vehículos remotos y mapeos del fondo que llevaron adelante los buques de las marinas de primer nivel del mundo. Póstuma misión, los tripulantes y su capitán hicieron lo que se esperaba de ellos: no ser encontrados. Hasta que la tecnología de punta de una empresa privada sumado al análisis exhaustivo de los datos pre-existentes y cruce de información sobre el área de mayor probabilidad que ya se había rastreado cientos de veces desde la pérdida de contacto aquel 15 de noviembre, arrojó el resultado que todos los marinos aguardaban: Certsub (abreviatura en inglés de Certain submarine, usada en el argot de la guerra antisubmarina, traducido: Submarino cierto). Sin esa enorme cantidad de información colectada durante el operativo internacional de búsqueda que condujo el contralmirante Luis López Mazzeo, entonces comandante de Adiestramiento y Alistamiento, del que participaron navíos y aeronaves de Chile, los Estados Unidos, la Federación Rusa y el Reino Unido, el trabajo de la compañía estadounidense Ocean Infinity era imposible de concretarse en el tiempo dado por contrato. López Mazzeo, quien fue separado del puesto por el exjefe naval Marcelo Srur, en 2017, en medio de las operaciones de búsqueda, declara hoy, a puertas cerradas, ante la Comisión Bicameral Especial Investigadora sobre la Búsqueda y Operaciones de Rescate del Submarino ARA San Juan. El trámite reservado sólo a los legisladores sucederá a días de la declaración testimonial que brindó López Mazzeo a la jueza federal de Caleta Olivia, Marta Yáñez. Está sobre la mesa determinar si hubo mala praxis (negligencia o impericia) de la conducción de la Armada en el procedimiento de rastreo (SAR, Search and Rescue, traducido Búsqueda y Rescate) que se lanzó tras la falta de comunicación y pérdida del contacto con el San Juan y en el posterior operativo de búsqueda del submarino (restos materiales) una vez conocida la denominada “anomalía hidroacústica” y su efecto concreto la implosión de la nave.
Área de muy alta Probabilidad
El hallazgo del San Juan a casi 5 millas (unos 10 kilómetros) del “contacto” de un objeto que dio el buque chileno Cabo de Hornos el 26 de noviembre de 2017 no hace otra cosa que corroborar que el “Área de muy alta Probabilidad” que había establecido López Mazzeo con el asesoramiento de altos oficiales de las marinas extranjeras era la adecuada.El navío chileno pasó 7 veces por ese punto dato y en cada una de ellas registró el mismo indicio, según pudo conocer este diario de una alta fuente naval que participó del operativo. “El buque chileno cuenta con una sonda multihaz muy precisa, cuyo mejor rendimiento está entre los 400 y 2000 metros”, apunto la fuente. Dos días después, el 28 de noviembre, el buque Skandi Patagonia coincidió en la determinación del indicio pero en la zona había un cañadón (abismo o cañón del lecho marino) un límite físico insalvable para los equipos presentes en ese momento.
Se llegó a delimitar el “Área de muy alta Probabilidad” a partir del aporte clave que hizo la armada estadounidense del instante y ubicación de la implosión del San Juan. Ámbito Financiero publicó el 18 de marzo pasado la información dada por la U.S. Navy a López Mazeo aquel 22 de noviembre a 7 días de la pérdida de contacto, confirmando la explosión/implosión del submarino, la posición geográfica del suceso y la recomendación para centralizar la búsqueda en esa área. Hoy en el encuentro reservado con legisladores, López Mazzeo podría ampliar ésa data con más precisión. Palabras más o menos, el reporte de la armada estadounidense decía: “Estaciones hidroacústicas en posiciones favorables registraron señales consistentes con un evento energético subácuo en el área de búsqueda, la solución cinemática (n.r. avance estimado en base a la velocidad y rumbo del submarino) lo coloca a las 13 horas, 51 minutos y 59 segundos Z, (aclaración hora Z en el argot naval equivale a GMT o UTC, vale decir, 10 horas 51 minutos 59 segundos de Argentina) en la siguiente posición . . . la opinión de los expertos es que la posición está en un radio de 125 km de la elipse”. El 22 por la tarde el representante de la marina británica en el operativo multinacional de búsqueda confirmó con hidrofonía propia el evento agregando que tuvo “polaridad negativa”, se entiende implosión. Establecida el área crítica y, más tarde, con el dato duro del contacto del buque chileno Cabo de Hornos, sobrevino otro aporte esencial de la Royal Navy (marina inglesa); el 5 de diciembre ofrecieron un minisubmarino para explorar el contacto detectado por el Cabo de Hornos. Sin explicación, la iniciativa fue desestimada por el ex jefe naval, almirante Marcelo Srur. Esta decisión será materia de análisis y evaluación tanto en el sumario administrativo que ordenó reabrir el ministro Oscar Aguad como en el expediente que lleva adelante la jueza federal de Caleta Olivia.
El recelo por la participación británica llevó a muchos sectores, entre ellos parlamentarios y familiares de los tripulantes, a fogonear presuntos ataques con torpedos al San Juan. Es cierto que un informe del comandante del San Juan producido tras la patrulla de julio de 2017 dando cuenta de un “rumor hidrofónico” que se clasificó como de un “submarino nuclear británico”, alentó versiones conspirativas. La propia Armada Argentina a través de un organismo especializado en hidroacústica ubicado en la base Espora, analizó las grabaciones del ruido del presunto contacto que había hecho el San Juan en ésa patrulla. Concluyó que no eran compatibles con la “firma” (sonido característico) de un submarino nuclear. Este reporte oficial está archivado en las carpetas de la Comisión Bicameral Especial Investigadora sobre la Búsqueda y Operaciones de Rescate del Submarino ARA San Juan.