IN MEMORIAM
La historiografía argentina está de luto. Y yo diría que la Patria también. Hoy ha muerto en Mercedes, provincia de Buenos Aires, un gran combatiente de Malvinas, aunque nunca haya pisado la turba. Una persona extraordinaria y un extraordinario historiador, el profesor Ricardo Tabossi.
Dos categorías de argentinos nunca van a entender su historia. Aquellos que no se emocionan con el recuerdo del Cruce de los Andes, que consolidó la Independencia declarada el Nueve de Julio de 1816, símbolo de la liberación del país de todo dominio extranjero, y aquellos que no se estremecen con la memoria de la recuperación de las Malvinas el Dos de Abril de 1982, símbolo de la unidad nacional.
En uno de sus libros – “La independencia argentina, de Tucuman a Malvinas” - Tabossi esclareció porque ambos episodios están concatenados. Este historiador revisionista expuso magistralmente como Malvinas dio al país una nueva pléyade de heroes, comparable a la originada por la guerra de la Independencia.
Se sabe que la mejor manera de convencer es con el ejemplo. Alguien agregó que es la
única manera. Allí está la razón de por la cual hasta ahora se le niega la gloria a nuestros soldados de Malvinas. Esa es la clave de bóveda de todo este proceso de desinformación y falsificación que venimos sufriendo desde hace más de tres décadas.
Algo similar padecieron los guerreros de nuestra Independencia, comenzando por San Martín, obligado a exiliarse por culpa del odio que despertaba en el establishment de aquella época. El Libertador fue reivindicado recién medio siglo después. ¿Deberán esperar su turno los combatientes de Malvinas hasta el 2032?
La desmalvinización fue tolerada por una sociedad argentina corroida por la anomia, permeable a los relatos más estrafalarios, acostumbrada a que le moldeen la cabeza, una sociedad que había perdido la capacidad depensar críticamente, sin antídotos para la propaganda y por ende capaz de aceptar los mitos mas antojadizos.
Aqui va un ejemplo, en la pluma de Tabossi, de lo funcionales que son al Imperio Británico nuestros “pensantes”, así como de la indignidad de nuestras dirigencias, que ayer aplaudían la acción libertadora de nuestras Fuerzas Armadas en Malvinas, para luego avergonzarse de semejante hecho. “El 2 de abril, la U.C.R. emite una declaración calificando la reconquista militar de "
gesta que cierra un ciclo de siglo y medio de
burlas a la soberanía nacional". Producida la derrota, transforma aquella decisión soberana en "loca aventura militar". La divergencia entre las expresiones de 1982 y las de posguerra, es una buena evidencia de los extremos de oportunismo a que pueden llegar los hombres, y de cómo Inglaterra logró, mediante una tenaz acción psicológica y de propaganda, imponer su versión de la guerra, haciendo que nuestra dirigencia política, educacional, comunicacional, fuese el "
eco" de su "
voz".
De los trabajos de Ricardo Tabossi – un verdadero antídoto contra la desinformación histórica - se desprende claramente la necesidad de una profunda reforma de la educación argentina, condición
sine qua non para cambiar la atmósfera moral en nuestro país. “La desmalvinización de las aulas, donde hasta el mapa de las Islas ha sido quitado, la ausencia de referencias a la reivindicación histórica de nuestros derechos sobre las Malvinas, son una evidencia de que nos hemos plegado a las razones del usurpador. El diseño curricular de la escuela argentina coincide con el diseño estratégico de Inglaterra: lograr que el niño se olvide de Malvinas, tal como lo pidió el vocero de Margaret Tatcher, el laborista Woodrow Wyatt, en
Daily Mirror de Londres, el 13 de junio de 1982 (repárese en la fecha): lograr que "hasta los niños no vuelvan a pensar más en las Malvinas". También utiliza en aquella nota gráfica, la expresión "loca aventura", definición que desde entonces han tomado como propia muchos de nuestros políticos e intelectuales”.
Gracias al professor Tabossi, autor también del trabajo “Hasta cuando, Inglaterra?” la guerra de Malvinas se ve a la luz de otro balizaje. Este historiador eligió siempre la verdad, por encima de la tentación de ir con la corriente.
Ricardo Tabossi era un historiador que no sucumbió a la tentación de poner de relieve los hechos que encajaban en su teoría y hacer mutis o someter a la duda todo lo que no se inscribía en su lógica personal.
Tabossi no agregaba a sus textos hipótesis y conjeturas bajo la apariencia de hechos confirmados. Y cumplía además con otra regla, importantísima para cualquier historiador: no se puede escribir sin respeto por el objeto de la investigación, porque de lo contrario los pensamientos y sentimientos del autor no cobran suficiente fuerza y profundidad.
En el 2009, después de haberse encontrado personalmente con uno de los héroes más grandes de la Fuerza Aérea Argentina, el“Capitán Cruz”, Pablo Carballo,un bravo artillero, el conscripto Walter Rubíes, me dijo: “Es como haber conocido a San Martín”. Y tiempo después, el historiador Alejandro Amendolara me comentaba: “Haber conocido en persona héroes como Pablo Carballo y Owen Crippa, es como haber estado con Las Heras y Lavalle en las Guerras de la Independencia”.
Esa filiación, esa continuidad es el hilo conductor de los libros y artículos de Ricardo Tabossi sobre Malvinas, que muestran a las claras la conexión entre fenómenos históricos que tienen 200 años de distancia, donde lo nuevo, reemplazando a lo viejo, conserva todos sus elementos más claves.
En mi caso, la experiencia vital del conflicto armado, lo vivido en Malvinas muchas veces lo proyecté a situaciones análogas de nuestro pasado histórico, como si hubiese actuado un mecanismo inconsciente que llevó a fundir mis vivencias de guerra con lo aprendido en las aulas escolares. Es decir, desde mi experiencia de corresponsal de guerra, reconstruí episodios históricos que subyacían en el alma, fundiendo imágenes del pasado con el presente, que me permitían una compenetración con la época de la Independencia.
El
sapucay de los correntinos, el
¡carajo! de nuestros artilleros acompañando cada tiro de batería contra los ingleses, me hacía recordar a los artilleros de la Vuelta de Obligado, como aquél oficial del regimiento del coronel Santa Coloma - referido por Lucio V. Mansilla - que gritaba:
- ¡Mueran los
ángulos-franceses e ingleses!
Y aunque se le explicaba que lo de ingleses estaba de más, y mal lo de ángulos, el hombre seguía vociferando su justa indignación patriótica.
Las incursiones de los comandos utilizando motocicletas Kawasaki, trepando laderas, fusil al alcance de la mano, hizo volar mi imaginación hasta ver en ello la carga que los granaderos lanzaron contra las tropas del jefe español Maroto en la cuesta de Chacabuco.
Las noticias que llegaban a las islas de las donaciones para el Fondo Patriótico, ¿cómo no me iban a recordar el gesto de las damas de la primera sociedad mendocina que, en acto público celebrado en el Cabildo, se despojaron de las alhajas para destinarlas al Ejército de los Andes de San Martín?
Hombres singulares, como el sargento "Perro" Cisnero, que dejó escrito en su libreta de comando "No sé rendirme, después de muerto hablaremos", me recordaban al sargento Juan Bautista Cabral, de quien, atravesado el cuerpo con dos heridas (como consignó San Martín en su parte), no se le oyeron otros ayes que los de "Viva la patria, muero contento por haber batido a los enemigos". Para uno y otro, como para los soldados de Belgrano, de San Martín y de Malvinas. la existencia no era concebible sin
Dios y Patria, como reza el lema de los comandos.
Fui testigo de alguna misa celebrada mientras los Harriers incursionaban los cielos con su carga de muerte. ¡Como Belgrano! que en Ayohuma, asistía con su ejército a misa, mientras el ejército enemigo bajaba de las alturas para desplegarse en el llano.
Son conocidos los elogios de los ingleses al soldado argentino, que soportó estoicamente el duro castigo nocturno. El general Pezuela, vencedor de Belgrano en Vilcapugio, escribió en su parte: "No eran los insurgentes unos reclutas como se suponía, sino unos hombres instruídos, disciplinados y valientes", y refiriéndose a la infantería patriota, castigada impunemente por los cañones españoles en Ayohuma, dijo: "Se mantuvo con tanta firmeza como si hubiese criado
raíces en el lugar que ocupaba."
En suma, la lección de 1982 parece hablarnos de las dos líneas de fuerza de toda la historia argentina: religiosidad y patriotismo. Estos dos sentimientos se han encontrado siempre unidos en nuestras glorias, desde las Invasiones Inglesas a Malvinas.
La continuidad histórica que registró y documentó el profesor Tabossi significa que, a pesar de todos los baches y circunvoluciones de la historia nacional, el traspasamiento y la asimilación de los valores patrióticos y religiosos, de generación en generación, de formación en formación, tuvo lugar en la Argentina de 1982. Y alimenta nuestra esperanza de que, también en el futuro, vuelvan a irrumpir en escena cuando la Patria así lo necesite.
La biografía de un historiador está en sus descubrimientos, sus obras, sus discípulos. Pero la de Ricardo Tabossi no se agota en eso. Quienes tuvimos el inmenso privilegio de conocerlo, advertimos la entereza de su personalidad: el erudito y la persona eran indivisibles. Un historiador intelectualmente honesto, que era al mismo tiempo un patriota.
Hay militares profesionales que nunca serán guerreros, y civiles que son guerreros por naturaleza. Tabossi guerreaba con sus libros y sus artículos, que son un alegato a favor de la verdad histórica, y son muy argentinos, ya que se inscriben en la tradición representada por autores como Adolfo Saldías y Manuel Gálvez, Raúl Scalabrini Ortiz y Roberto de Laferrere, Ricardo Font Ezcurra y José María Rosa, Carlos Ibarguren y Fermín Chávez, Pedro de Paoli y Julio Irazusta. El profesor Tabossi los ha prolongado y substanciado. ¡Que Dios lo tenga a su diestra!
Nicolás Kasanzew