“Han transcurrido treinta años desde la tarde del lunes 26 de noviembre de 1990.
Ese día luego de una inspección del Comando de Aviación Naval a nuestra Fuerza Aeronaval, dos aviones cumpliríamos sendos turnos de instrucción básica en aterrizajes y despegues.
Despegó primero el Tracker 26 con el Teniente de Fragata Javier Diamante como piloto y el Teniente de Fragata José Gahn como piloto de seguridad, acompañados por el Cabo Segundo Gustavo Márquez como mecánico. Luego despegaría yo al mando del Tracker 22 acompañado por el Teniente de Fragata Reginald Dennehy como copiloto y también un mecánico para práctica de entradas instrumentales.
Luego que el Tracker 26 despegara por octava vez alojamos la pista y despegamos viendo al 26 entrar en inicial, pero al girar en ascenso por izquierda, una columna de humo negro en proximidades de la cabecera 16 nos heló el alma, no se habían escuchado comunicaciones pero la torre nos confirmaba que el Tracker 26 había caído.
Aterrizamos de inmediato y allí se nos confirmó lo peor, no había sobrevivientes. En ese momento y bajo la guía de mis Comandantes superiores, nos abocamos a llevar la terrible noticia a las familias, Laura Gahn y su hijo Santiago de corta edad en Bahía Blanca, Ana Sofía Diamante y su recién nacida Sofía en Buenos Aires y la novia del cabo Márquez en las inmediaciones de Espora.
Con su espíritu terriblemente impactado la Escuadrilla comenzó a transitar un camino nuevo sin experiencias previas, se cumplió entre lágrimas el ceremonial militar en tres lugares distintos, las Promociones de nuestros camaradas caídos nos acompañaron en cada duro momento y estrechamos filas entre todos para tratar de entender como había sucedido esta tragedia que nos enlutaba.
La Comisión Investigadora fue exhaustiva, se realizaron varios vuelos de prueba para tratar de emular lo ocurrido y se aprendió mucho, todo eso se registró y volvió a evaluar, pero luego de varios meses no pudimos saber con certeza cómo sucedió. Se elaboraron hipótesis no concluyentes y se fijaron medidas y procedimientos para evitar en lo posible la repetición de otro evento catastrófico. Volvimos a volar, pero ahora mejor preparados física y mentalmente.
La entrega al servicio de la tripulación del Tracker 26 fue total y absoluta, los atrapó un hecho no previsto y ese evento a la altura en que se encontraban fue imposible de ser recuperado.
Un Comandante siempre es absolutamente responsable por todo lo que ocurre en su Unidad, esté o no presente, pero es aún más responsable del espíritu de sus hombres y del ejemplo que pueda generar durante su Comando. Más aún si como en el caso del Tracker 26, sus tripulantes no se pueden defender ante una investigación, es por eso que siempre nuestra Escuadrilla ha preservado su memoria sin mancha alguna, sabiendo que ante la duda quedan libres de cualquier culpabilidad posible.
José, Javier y Gustavo no los he olvidado nunca, los Búhos no los han olvidado nunca, vuestras familias han ganado la tremenda batalla por sobrevivir y su ejemplo es nuestra guía permanente, sólo me resta rogar a nuestra Señora Stella Maris que los guíe y cobije en el puerto de la bienaventuranza eterna.
Instituto Aeronaval
26 de noviembre de 2020