Atucha II aportará energía en septiembre del 2011
En una etapa en la que ya se abordan detalles para la finalización, de ese proyecto habrá demandado desde fines del 2006 recursos por un equivalente de u$s1.800 millones.
Por Ernesto de Paola
La finalización de las obras de construcción de la usina atómica de Atucha II figuró durante tres décadas como uno de los proyectos que más se demoró, junto con los trabajos de elevación de la represa hidroeléctrica de Yacyretá.
Los orígenes de esa central se remontan a mediados de 1980 cuando el gobierno militar de ese entonces dictó el decreto 1.337/80 aprobatorio del contrato celebrado entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y Siemens, enfocado a la construcción de una usina nuclear de 745 MW con un reactor del tipo de recipiente de presión alimentado con uranio natural y moderado con agua pesada en Atucha, Buenos Aires.
Ese decreto fue suscripto en forma casi simultánea junto con la creación de la Empresa Nuclear Argentina de Centrales Eléctricas (ENACE) en donde Siemens llegó a participar con un 25% de su capital social por medio de su controlada KWU (Kraftwerk Union).
La usina, según las previsiones originales, debió?concluirse en 1987 pero hacia fines de 1994 el proyecto experimentaba un 70% de avance físico.
En ese momento el gobierno de Carlos Menem, sumido en una política privatizadora a ultranza, intentó mediante el decreto?1.540/94 concretar en un contexto de reestructuración de la CNEA –a la cual se la apartó del manejo de las centrales de Atucha I y Embalse– intentar la privatización de esas usinas junto con el compromiso contractual de concluir con las obras de Atucha II.
La oferta debió tomar forma mediante la privatización de la empresa Genuar (Generación Nuclear Argentina) que fue precedida por la disolución de ENACE y la paralización de las obras de Atucha II.
En una etapa previa a esos cambios –que no maduraron en nada concluyente– los trabajos de Atucha II debieron afrontar la estrechez financiera derivada del conflicto del Atlántico Sur, que posteriormente obligó al ex ministro de Economía Jorge Whebe, integrante del último equipo militar, a entablar una gestión renegociadora de un pasivo externo superior a los u$s28.000 millones.
Sin embargo, los trabajos de Atucha II prosiguieron, como los de Yacyretá, a un ritmo mínimo al punto que en 1993 –cuando se resolvió su paralización– la CNEA tenía ocupados casi 3.000 operarios y técnicos.
Entre fines de 1993 y el 2006 las tareas que se limitó a ejecutar la nueva empresa estatal Nucleoléctrica Argentina (NASA) fueron de mantenimiento y preservación de casi 40.000 toneladas de componentes diversos y equipos, muchos de los cuales se almacenaron en grandes carpas, bajo atmósfera presurizada.
Resuelto en agosto del 2006, durante la gestión del ex Presidente Néstor Kirchner, el relanzamiento del Plan Nuclear, los trabajos de Atucha II tomaron lentamente nuevo ritmo, en una primera fase con la construcción de una nueva toma de agua cruda sobre el río Paraná a través del reencauzamiento del contrato suscripto con la española Dycasa.
En medio del esfuerzo encarado por los técnicos de NASA como punto de partida se contó con un núcleo de profesionales cuya continuidad se preservó durante casi una década con la idea de configurar la punta de lanza del relanzamiento del proyecto.
DESAFÍOS. Uno de los principales desafíos tuvo origen en que Siemens había resuelto abandonar el negocio nuclear limitando su participación a una asociación (34%) con Frammatone, pero circunscripta al suministro de equipamientos convencionales de generación de las usinas atómicas de esa compañía francesa hoy denominada Areva.
También se negoció con Siemens la transferencia de planos y documentos, que aceptó traspasar sin cargo a NASA, a la vez que se negoció contratar con ese holding las tareas de supervisión del montaje y alistamiento del equipamiento convencional de generación, cuya fabricación fuera concretada por esa firma alemana.
También se le encomendó a Siemens la provisión de un sistema de automatización y control de último diseño que es, por otra parte, el más relevante rubro de su actividad industrial y tecnológica.
Con casi 5.800 operarios y técnicos abocados a enfrentar las tareas finales de montaje de Atucha II los recursos empeñados en la obra pública más importante del país, según el decir del ministro de Planificación Julio De Vido, insumen entre $240 millones a $300 millones al mes.
A la hora de justipreciar sus beneficios puede destacarse que aportará al sistema eléctrico en 8.000 horas de funcionamiento al año un total de 5.600 GW/h representativos del 4% de una demanda nacional que en el 2009 llegó a los 110.988 GW/h. Pero lo más noble del aporte de Atucha II estriba en que permitirá reemplazar en usinas del tipo termoeléctrico que utilizan más de 11 millones de metros cúbicos diarios de gas natural, volumen que hubiera consumido de haberse convertido la central a un ciclo combinado, tal como se estuvo por encarar a mediados de la década del ’90.
Con una crisis en la oferta gasífera nacional que aparece como el lado flaco de un abastecimiento hasta hoy basado en un 52% de la matriz energética primaria en el uso de ese hidrocarburo, la diversificación de las fuentes de provisión aparece como el mayor motor impulsor del recurso nuclear, cuya actividad científica y desarrollos tecnológicos es uno de las más prometedores del país.
A tal punto tiene solidez una apuesta al sector nuclear que el Gobierno de Cristina Fernández resolvió poner en marcha, esta vez en el seno de la CNEA, una gerencia específica que enrcara la construcción del primer prototipo de 25 MW del reactor Carem, de completo diseño nacional.
Un Carem con un potencial de 25 MW sería suficiente para garantizar las necesidades de energía de una comunidad con unos 100.000 habitantes.
Así lo expresó el gerente general de NASA, Jorge Sidelnik, al comentar en una reunión de la Asociación Argentina de Tecnología Nuclear que esa operadora estatal se apresta inclusive a lanzar trabajos de extensión de la vida útil de Embalse en base al logro de una tecnología “mejorada” de ese reactor Candú VI, que permitirá aumentar en 35 MW el aporte eléctrico de esa usina cordobesa que hasta hoy entrega 648 MW eléctricos.
La prosecución de las obras de Atucha II, explicó el gerente de Generación de Siemens Argentina, Luis Betti, es una tarea que absorbió la casi totalidad de los recursos profesionales disponibles en el país, al punto de que se debió poner en marcha en la localidad de Lima (donde se emplaza la central nuclear) dos escuelas de formación de soldadores especializados en las tareas que impusieron los montajes de los circuítos primario y secundario de ese reactor de potencia (PHWR).
NA-SA | Nucleoelctrica Argentina S.A.