Desde las misiones especiales hasta el combate final: anécdotas y hazañas a 40 años de la guerra de Malvinas
A cuatro décadas de un conflicto que marcó con sangre y fuego a Argentina, DEF conversó con sus protagonistas con el objetivo de mantener el recuerdo vivo
Cuarenta años de la guerra de Malvinas. Cuarenta años de un conflicto en el que 649 argentinos dejaron la vida. Cuarenta años de un reclamo que todavía sigue vigente. En todo este tiempo, los hombres y mujeres que le pusieron el cuerpo al único conflicto bélico que atravesó Argentina en el siglo XXI pasaron por diferentes etapas y, hoy, es el reconocimiento a su valor lo que marca su presente.
Desde la Operación Rosario hasta el último contraataque argentino previo al cese del fuego, pasando por el entrenamiento de los pilotos de caza en Israel cuatro años antes de la guerra, existen centenares de historias sobre aquellos días. Con el objetivo de mantener la memoria viva, y gracias a la gentileza de muchos de sus protagonistas,
DEF entrevistó a más de una decena de veteranos y rescató sus anécdotas y vivencias.
La preparación de los pilotos de caza
La misión original de los Dagger no eran las Malvinas. El entonces capitán
Horacio Mir González recuerda que, en los años 1977 y 1978, “estaba latente el posible conflicto con Chile”. Debido a eso, el gobierno militar argentino buscó aviones de combate para hacerle frente al posible escenario bélico. “Así apareció, por primera vez en Argentina, el mercado israelí, y se produjo la venta de 24 aviones M5″, detalla el expiloto de la Fuerza Aérea.
Al contrato de compra de la aeronave, se le sumó una cláusula para que los pilotos y mecánicos pudieran capacitarse en una base operativa, lo cual constituía una novedad absoluta para Argentina en este tipo de adquisiciones de equipamiento militar. En aquella rúbrica, se determinó que el entrenamiento se efectuase en una base ubicada en la península del Sinaí.
“El adiestramiento que tuvimos en Israel fue muy intenso”, reconoce Mir González. “El piloto israelí vivía en guerra y nos enseñó todo lo que sabía respecto de los combates de aire a aire, o sea, combate con otro avión”, agrega. Con respecto a las condiciones geográficas, las diferencias entre Israel y nuestro país eran evidentes. “En Israel, si volábamos ocho minutos hacia el norte o el este, podíamos estar en Egipto o en Jordania. Era todo muy complejo”, completa.
Las capacitaciones recibidas por los pilotos argentinos fueron intensas y con resultados muy positivos. Los conocimientos adquiridos, sumados a su experiencia previa, fueron claves para un buen desempeño en el conflicto de Malvinas. Mir González recuerda que su instructor les habló de la “estrategia del León Viejo”, una táctica que consistía en “no desesperarse ni por un segundo, ni tampoco ponerse alocado al ver un blanco, porque uno podía cometer el error de no ver lo que había atrás y terminar siendo atacado por su objetivo”, señala.
El Día ‘M’: Operación Rosario
El 26 de marzo de 1982 fue la jornada clave en la que se tomó la decisión de recuperar las islas Malvinas. Días previos al 2 de abril, tal como reconstruye el informe Rattenbach, un grupo de trabajadores argentinos izó la bandera nacional en las islas Georgias, lo cual generó una reacción furiosa por parte de Gran Bretaña en los medios e, incluso, en el Parlamento.
Tras eso, y luego de romper la comunicación con las autoridades británicas, la Junta Militar ya había tomado una decisión.
La Operación Rosario, tal como se bautizó la recuperación de las islas Malvinas, contó con la participación de una Fuerza de Tareas Anfibia, integrada por una Fuerza de Desembarco con infantes de marina, comandos anfibios, tiradores del Ejército y otro personal especializado. A ellos, se unieron un grupo de tareas especiales, a bordo del submarino ARA Santa Fe, y buques, fragatas y corbetas de la Armada Argentina. El desembarco debía ocurrir el 1.° de abril. Sin embargo, todo se debió posponer 24 horas.
En una entrevista concedida a
DEF, el entonces teniente de corbeta
Bernardo Schweizer comentó que, junto al cabo principal Sequeira, fueron los primeros argentinos en desembarcar en las islas el 2 de abril: “La navegación fue muy demorada, muy dificultosa. Pero, de cualquier manera, llegamos a un punto en el que yo, con el único visor nocturno que teníamos, vi la línea de olas adelante, a unos 100 metros, y decidí pasar al kayak”.
Mientras Schweizer y los suyos llegaban por mar, la Fuerza Aérea Argentina tenía como misión establecer de inmediato el puente aéreo entre el continente y las islas.
Ernesto Osvaldo París, en aquel entonces teniente de la F. AA., tenía 26 años cuando le informaron a él y a otros 28 efectivos que iban a participar de una misión secreta en el sur. Llegaron en el primer vuelo argentino que aterrizó en las islas Malvinas. “Cuando el Hércules comenzó a llegar y a estar muy cerca de las islas Malvinas, el comandante de la aeronave se encontró con una dificultad: la pista estaba obstaculizada por una serie de maquinarias y viales”, recuerda París y comenta que, cuando la aeronave tocó tierra, bajó la rampa de lanzamiento y los 29 comandos del GOE eran los primeros con la misión de descender.
Ese mismo día,
la compañía C del Regimiento de Infantería 25 fue la responsable del desembarco en las islas. BOTE, ROMEO y GATO, esos eran los nombres de las tres secciones que integraban la compañía. Roberto Reyes, por esos días subteniente del Ejército, estaba a cargo de una de ellas.
Reyes aclara que aquella demora generó algunos inconvenientes, pero sostiene que no tuvo tiempo para lamentos. “La postergación demandó demasiado trabajo, porque desembarcar en la fecha prevista hubiera sido cumplir con el plan original, a través de una operación aeromóvil. No tengo muchos recuerdos de haber pensado demasiado en ese hecho puntual. No había tiempo”.
A cuatro décadas de un conflicto que marcó con sangre y fuego a Argentina, DEF conversó con sus protagonistas con el objetivo de mantener el recuerdo vivo
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