Seguramente no acabará, pero hay que recordar que la portavoz del Departamento de Estado de EE.UU. confesó hace unos años que ellos habían gastado 5.000 millones de dólares en una campaña en los medios de comunicación y sociales de Ucrania para fomentar la rusofobia. También Biden dijo que de ninguna manera iban a permitir que comenzara a funcionar el NordStream 2, y así fue. Las provocaciones ya son unas cuantas, pero lo malo para los ucranianos es que las consecuencias las están pagando ellos, y por otra parte adquiriendo una deuda enorme por la ayuda "desinteresada" de EE.UU., Europa y la OTAN.