Durante las últimas décadas, en lo militar, Europa ha vivido en el espejismo de la tecnología:
Un ejército reducido podía aplastar a cualquier nación cómodamente, casi como si se tratase de un videojuego, si contaba con una superioridad tecnológica clara.
Por eso todas las naciones Occidentales han ido reduciendo el tamaño de sus FFAA paulatinamente, cambiando cantidad por "calidad" (al menos, teórica).
Pero no. Evidentemente, es cierto si te enfrentas a Estados en completa inferioridad tanto en números como en capacidades, pero he aquí que la OTAN se ha enfrentado a Rusia, nación comparable a sus estándares tecnológicos.
Y ha resultado que a la larga (y mira que es obvio) gana la guerra el que puede disparar más proyectiles de mortero o el que puede poner en el aire drones de 300 euros frente a carísimos sistemas antiaéreos a 100.000 dólares el interceptor.
En la guerra de verdad, cuando se enfrentan dos oponentes comparables, quien aguanta gana. No gana la tecnología, gana el tiempo.