¿Sabías que el AAM AA-6 'Acrid' del MiG-25 era más grande que un HAWK SAM? El alcance no era la razón de su tamaño; la letalidad y el rendimiento asegurado lo eran. El AA-6 llevaba una enorme ojiva de 100 kg y podía superar Mach 4. Las grandes aletas le proporcionaban una buena maniobrabilidad a gran altitud.
Es interesante mencionar esto en el contexto del R-40. El problema que enfrentaron los soviéticos y que causó la enorme ojiva fue el de la compensación por el desempeño a gran altura.
Hay dos tipos principales de ojivas: las de fragmentación, en las que la onda de presión de una explosión daña junto con un revestimiento que se fragmenta, y las de varilla continua, en las que la presión de una explosión expande un haz de varillas de acero para crear un anillo que puede cortar un avión por la mitad.
La varilla continua tiene la ventaja de ser increíblemente eficiente para el tamaño del explosivo y tiene una probabilidad muy alta de matar cuando se dispara de frente al fuselaje. También funciona muy bien a gran altura porque las varillas absorben la mayor parte de la energía de la explosión.
Sin embargo, sólo se fragmentan formando un anillo alrededor del misil. Tampoco pueden producir la misma destrucción que una explosión, debido a los límites de velocidad inicial. En resumen, si el anillo se expande demasiado rápido tras la detonación, se desmoronará y quedará inútil.
Además de esto, una vez que el anillo alcanza su máxima expansión, la letalidad cae a casi cero, ya que el anillo se rompe y pierde la mayor parte de su energía. Si la distancia de falla es mayor que el diámetro máximo de expansión del anillo, la ojiva será ineficaz.
La fragmentación explosiva no tiene estas limitaciones y puede ofrecer un potencial más destructivo. La explosión explosiva, sin embargo, sufre su rendimiento a medida que aumenta la altitud, ya que depende en gran medida de la onda expansiva de la ojiva para causar daño, en lugar de solo la fragmentación.
A mayores altitudes, la sobrepresión máxima de una explosión determinada es menor, por lo que se requiere una mayor explosión para lograr el mismo rendimiento. Para que un misil ya de por sí grande y de largo alcance como el R-40 alcanzara una alta letalidad, parece haberse preferido una ojiva explosiva.