La sentencia contra el ex jefe de la policía secreta chilena reveló infidencias del vínculo entre ambos mandatarios. El chileno odiaba la buena relación entre el argentino y el asesinado Carlos Prats
Todo surgió tras el fallo que dictó el juez Alejandro Solís al condenar a seis altos oficiales del Ejército chileno por su participación en el asesinato en Buenos Aires de su ex jefe, el general Carlos Prats.
Testigos del caso afirmaron que una de las razones que habría tenido Pinochet para ordenar el asesinato de Prats, fue la estrecha relación que éste tenía en Buenos Aires con Perón.
En sus Memorias, Prats aseguró que el primer mandatario argentino lo recibió en Gaspar Campos y que le brindó su apoyo para encontrar trabajo que le permita subsistir
En tanto, el embajador chileno en Buenos Aires por aquellos años, Ramón Huidobro, el amigo más estrecho que tuvo Prats en la Argentina, relató al juez Solís que la presencia de este en Buenos Aires molestaba a Pinochet y a la Junta Militar. Agregó que mantenía una gran influencia sobre oficiales y soldados del Ejército y que tenía muy buenas relaciones con altos jefes militares y en especial con Perón
El odio de Pinochet hacia Prats culminó cuando el dictador regresó a Chile después de una escala técnica en el aeropuerto de Morón, donde se entrevistó con el presidente argentino. En Santiago, dijo a sus íntimos que la entrevista con el mandatario argentino había sido un fracaso, porque la echó a perder Prats, según informa el diario Clarín.
El diplomático contó al magistrado que Prats tuvo reuniones con Perón antes y después de esa entrevista en Morón. Perón había resuelto insistir ante Pinochet acerca de la mala imagen que daba su gobierno, por la represión cruel que hacía la Junta y que, en esas condiciones, era muy difícil ayudarlo. Dice Prats que Perón le contó que le dijo a Pinochet que las Fuerzas Armadas no eran propiedad de los comandantes en jefe.
Por su parte, Manuel Contreras, jefe de la policía secreta, dijo ante el juez Solís que el propio general Wernon Walters, jefe de la CIA, le dijo que la agencia estaba preocupada por la situación en la Argentina. Además, trataban que Prats liderara un golpe de Estado en Chile y que ello pudiera significar una guerra entre Chile y la Argentina. Se les unirían Perú y Bolivia a los argetninos, y Brasil a favor de los chilenos.
Todo surgió tras el fallo que dictó el juez Alejandro Solís al condenar a seis altos oficiales del Ejército chileno por su participación en el asesinato en Buenos Aires de su ex jefe, el general Carlos Prats.
Testigos del caso afirmaron que una de las razones que habría tenido Pinochet para ordenar el asesinato de Prats, fue la estrecha relación que éste tenía en Buenos Aires con Perón.
En sus Memorias, Prats aseguró que el primer mandatario argentino lo recibió en Gaspar Campos y que le brindó su apoyo para encontrar trabajo que le permita subsistir
En tanto, el embajador chileno en Buenos Aires por aquellos años, Ramón Huidobro, el amigo más estrecho que tuvo Prats en la Argentina, relató al juez Solís que la presencia de este en Buenos Aires molestaba a Pinochet y a la Junta Militar. Agregó que mantenía una gran influencia sobre oficiales y soldados del Ejército y que tenía muy buenas relaciones con altos jefes militares y en especial con Perón
El odio de Pinochet hacia Prats culminó cuando el dictador regresó a Chile después de una escala técnica en el aeropuerto de Morón, donde se entrevistó con el presidente argentino. En Santiago, dijo a sus íntimos que la entrevista con el mandatario argentino había sido un fracaso, porque la echó a perder Prats, según informa el diario Clarín.
El diplomático contó al magistrado que Prats tuvo reuniones con Perón antes y después de esa entrevista en Morón. Perón había resuelto insistir ante Pinochet acerca de la mala imagen que daba su gobierno, por la represión cruel que hacía la Junta y que, en esas condiciones, era muy difícil ayudarlo. Dice Prats que Perón le contó que le dijo a Pinochet que las Fuerzas Armadas no eran propiedad de los comandantes en jefe.
Por su parte, Manuel Contreras, jefe de la policía secreta, dijo ante el juez Solís que el propio general Wernon Walters, jefe de la CIA, le dijo que la agencia estaba preocupada por la situación en la Argentina. Además, trataban que Prats liderara un golpe de Estado en Chile y que ello pudiera significar una guerra entre Chile y la Argentina. Se les unirían Perú y Bolivia a los argetninos, y Brasil a favor de los chilenos.