La situación de la línea de bandera
Aerolíneas: una pelea retiene tres aviones
Un MD y dos Airbus están parados, sin repuestos ni personal capacitado, por diferencias entre pilotos de APLA y UALA
Por Francisco Olivera
De la Redacción de LA NACION
Una interna sindical de versiones contrapuestas y cifras insondables retiene tres aviones de Aerolíneas Argentinas en tierra, como si el país pudiera darse esa clase de lujos mientras su mercado aéreo se cae a pedazos. Un MD 88 espera desde hace un mes en el aeropuerto de Resistencia, Chaco, y dos Airbus 320 están en Ezeiza desde hace tres meses. Son aeronaves de 155 asientos, con un tercio más de capacidad que las que usa la compañía.
La historia es bien complicada. Los pilotos de la Unión de Aviadores de Líneas Aéreas (UALA), empleados de Austral, acusan a los de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), de Aerolíneas, de retrasar el ingreso de los dos Airbus para presionar por un viejo reclamo: el traspaso a la línea de bandera de seis MD de Austral, algo que se firmó durante una reunión de directorio en septiembre del año pasado y nunca se cumplió. APLA niega todo. En medio de la pelea, uno de esos MD quedó a mitad de camino, en Resistencia, con el contrato vencido en Austral pero sin estar formalmente incorporado a Aerolíneas.
El 60% de la flota de ambas empresas está parado. El Gobierno espera que el Congreso apruebe la transferencia de las acciones de Aerolíneas y Austral al Estado, tras la salida del grupo Marsans. Pero se siente en realidad verdadero dueño: ayer, el ministro de Planificación, Julio De Vido, y el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, firmaron una carta con felicitaciones al personal porque, según ese texto, las operaciones habían mejorado durante el último fin de semana.
Las acusaciones gremiales son múltiples. APLA dice que los Airbus no vuelan por falta de repuestos e instrucción de los pilotos. "Marsans no pone un centavo desde hace tiempo -dijo a LA NACION Jorge Pérez Tamayo, secretario general del sindicato-. Hay que poner 750.000 dólares para que despeguen. Uno de esos 320 vino sin rueda de auxilio." En el Gobierno afirman que el monto por desembolsar es de US$ 450.000, pero coinciden en que faltan repuestos. Y agregan que la interna entre los pilotos pudo ser cierta, pero que ya forma parte del pasado, porque ahora todos trabajan para el Estado.
En UALA, entidad que conduce Carlos Rustán, culpan a APLA de estar impulsando el traspaso de los MD a Aerolíneas para vaciar Austral, iniciativa que además cuesta caro: hay que capacitar a los pilotos e incorporar 150 empleados más, lo que llevaría dos meses. Si el MD se quedara en Austral, en cambio, en cinco días estaría en el aire y no se necesitaría contratar a nadie, porque los pilotos de UALA ya están preparados para volar esas aeronaves.
Historia traumática
"El problema es que ese avión no es de Austral", se ofusca Pérez Tamayo. La historia de la cesión de los seis MD es también traumática: Marsans no estaba de acuerdo, pero cedió finalmente frente a la propuesta de APLA, que contó con el respaldo del secretario Jaime.
APLA siempre se quejó de que los españoles estaban vaciando la empresa para favorecer a Austral. Los críticos del sector veían en realidad en ese reclamo sólo un intento de fortalecer al sindicato. Ayer, representantes de ambas entidades se contactaron con Julio Alak, gerente general de la compañía. Se buscaba que las dos partes cedieran algo.
Los costos están dentro de la controversia. No sólo por la capacitación y la incorporación de azafatas, técnicos y pilotos si los MD pasaran a Aerolíneas, sino porque Austral tiene montada su propia línea de mantenimiento para esos aviones, algo que no tiene la línea de bandera. "¿Qué importa? -dice Pérez Tamayo-. Se podría contratar el servicio de Austral."
En UALA sospechan de todo. Advierten que el polémico traspaso no es otra cosa que un paulatino vaciamiento de Austral. No le creen al Gobierno las promesas de que le darán más aviones a cambio. Y cuentan incluso que la oficina de organización de vuelos está manejada por APLA, que hizo y deshizo a su antojo para entorpecer las operaciones de Austral. Cuando ambas firmas eran independientes, afirman, cada una conducía su oficina.
La pelea sirve para describir parte de los tropiezos recientes de Aerolíneas. El español Antonio Mata, CEO que fue separado en 2006 de la conducción de la empresa tras un acuerdo entre Marsans y el Gobierno, acusó siempre a los representantes sindicales de complicar las operaciones en connivencia con Jaime. Los gremios culpan a Mata de haber deteriorado la compañía, que tiene ahora 69 aviones en condiciones de volar, pero 34 de ellos están parados.
Nadie del sector objeta las condiciones de Pérez Tamayo para conducir aviones (la mayoría lo define como "excelente"), pero algunos le endilgan actitudes vehementes y cierta intransigencia. "No hay ninguna pelea -dijo ayer el piloto-. Son dos empresas distintas. Austral está haciendo todo el comercio de Aerolíneas."
En el Gobierno quieren terminar con la interna, que juzgan obsoleta en la nueva etapa estatal. Afirman haber recuperado ya seis aviones en las últimas dos semanas.