Missão Paraguai
Lugo debe acabar con la violencia rural o
ella acabará con su gobierno
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Situação na fronteira com o Paraguai é explosiva - Operação Fronteira Sul II causa mal-estar com país vizinho e Paraguai coloca as Forças Armadas em alerta - Kaiser Konrad
http://www.defesanet.com.br/missao/py/mat_4.htm
Comunidades brasileiras no Paraguai
http://www.defesanet.com.br/missao/py/mre.htm
Los campesinos organizados para cometer actos de violencia en el ámbito rural ya no son los mismos de hace diez o veinte años. Es fácil advertirlo. Sus discursos son parecidos, pero sus metas son otras, sus acciones están dirigidas a objetivos diferentes.
Hasta hace poco hablaban de “latifundios improductivos” y “bienes malhabidos”, que eran los calificativos que utilizaban para atacar propiedades. Nunca les preocupó demostrar la calificación que empleaban ni encuadrarse en lo que establece la ley al respecto de lo que debe entenderse por “latifundio”, por “improductivo” o por “malhabido”, y siempre tuvieron abogados para secundarlos, pero ahora ni siquiera se toman ya esa molestia.
Amenazan u ocupan cualquier tipo de inmueble, sea pequeño o no, sea que esté produciendo o que constituya una reserva, que tenga títulos en perfectas condiciones, que pertenezca a una persona física o a una sociedad, que sea rural o urbano. Una vez que fijan sus ambiciones en un terreno determinado, lo que sigue son pasos de procedimiento cuidadosamente pensados y ensayados, que a nadie sorprendería que provinieran de un manual. De hecho, deben existir algunos; es cuestión de buscarlos, hallarlos y darlos a publicidad, y se verá cómo de sencillo es todo.
Cuando por algún motivo a estas organizaciones no les resulta conveniente o aconsejable invadir directamente un terreno, se aproximan a él lo suficiente como para que el propietario se alarme e inicie alguna acción defensiva. Esto suele consistir simplemente en un acto de extorsión destinado a que el propietario “contrate” a un gestor que le libere de la amenaza, intermediario que suele ser un elemento de los mismos amedrentadores. Otra manera sencilla y rápida, pues, de obtener dinero para las “reivindicaciones sociales”.
Pero si están decididos a quedarse con una propiedad, no se les interpone ningún obstáculo. Menos aun la ley, pues en este caso resulta que la legalidad se convierte en un “instrumento de los terratenientes”, algo sobre lo cual hay que pasar sin ninguna clase de escrúpulo pues violar la ley que protege los derechos de propiedad privada resulta ser un acto revolucionario y patriótico, lo que se espera que hagan los valientes y sacrificados revolucionarios.
Actualmente, estas organizaciones campesinas ya no se limitan a amedrentar a propietarios paraguayos, atacar a las personas, destruir los bienes e intentar paralizar la producción rural (con lo que apuntan indirectamente al interés fiscal), sino que amenazan a brasileños, a brasiguayos y a colonos de origen menonita o japonés, intentando crearle al Gobierno conflictos con Estados extranjeros. La internacionalización de su causa es una antigua ambición de todo grupo de signo político violento; es lo que le garantiza la atención de la prensa internacional y un paraguas para cubrirse de la acusación de constituir meras agrupaciones delictivas, además de crear una vistosa vitrina para exhibirse ante los organismos de ayuda humanitaria.
Hoy en día no queda ya casi ninguna categoría de propietarios que esté exenta de las amenazas de estas organizaciones; ni los de grandes extensiones, ni los de pequeñas; ni los ganaderos ni los que trabajan la agricultura, ni los que conservan o aprovechan racionalmente sus montes; no se libran de ellos ni los propietarios rurales ni los de las zonas suburbanas; ni los que poseen capacidad financiera ni los que no tienen acceso a capital suficiente para desarrollar sus propiedades. Todos están a merced de los violentos.
Sin embargo, se cuidan mucho de no admitir ni presentarse a sí mismos como violentos, pues saben que esta categoría los sitúa en posición de delincuentes. Prefieren que se les llame “luchadores sociales”, falso título con el que suponen que adquieren prestigio y, sobre todo, que eluden las calificaciones del Código Penal. No engañan a nadie, por supuesto, pero a ciertos sectores ideológicos les conviene seguirles el juego, porque a través de ellos logran causar el caos que necesitan y que con sus escuálidos cuadros y su ausencia de masa partidaria propia no conseguirían.
En resumen, las organizaciones campesinas que en este momento están cometiendo toda clase de violencia contra las propiedades y los propietarios, contra la legalidad y las instituciones en general tienen, en realidad, un objetivo más lejano y más ambicioso que las metas concretas de obtener tierra o extorsionar para cobrar rescates o ejecutar chantajes: desean volverse políticamente fuertes como para poner en aprietos al mismo Gobierno. En este escenario de análisis, el objetivo más ambicioso sería, por supuesto, provocar el derrumbe del gobierno de Lugo. ¿Para qué? Pues sencillamente para demostrar su poderío y hacerse respetar. Si así se dieran las circunstancias, en cualquier gobierno que venga después, sea cual fuera su signo, ellas obtendrían tanta o más presencia e influencia que los mismos partidos pues ya habrían demostrado suficientemente su capacidad destructiva.
Los organismos de inteligencia del Gobierno y de las Fuerzas Armadas ya habrán percibido esta amenaza hace tiempo, pero no se ve ninguna acción que indique que la toman en serio. Mirando cómo el gobierno de Lugo se muestra tan indiferente ante la notoria progresión de esta amenaza, una buena parte de la ciudadanía ya está conjeturando si el actual régimen no estaría adoleciendo de alguna tendencia al suicidio político.
Es de desear que despierte a tiempo y se decida a combatir a los violentos, antes de que estos acaben con él.