Luiggi Durand de la Penne, Capitan de Corbeta de la Armada Italiana, escribió a su madre en los últimos días del año 1941
" Madre querida: Cuando leas estas líneas yo estaré muerto. Me ofrecí para una peligrosa misión que fracasó. . . ."
Gracias a Dios la carta contenía dos errores, no fracaso en la misión ni tampoco perdió la vida en la misma, llegando a mostrar toda la entidad de caballero, tal que incluso sus adeversarios circunstanciales terminaron honrandolo.-
Aquí inserto un relato de la misión en cuestión:
" El capitán de Corbeta Junio Valerio Borghese, selecciono seis hombres, al mando del capitán de corbeta de la armada italiana Luigi Durand de la Penne, para un desigual ataque al poderío naval británico concentrado en Alejandría. Enfrentando hombres de 75 kg. a acorazados de 32.000 toneladas, estaba destinado a conquistar una victoria memorable y la admiración de su victima principal. Winston Churchill, dijo de su hazaña: “un ejemplo singular de valor e ingenio”.
La misión encomendaba a De la Penne consistía en hundir los buques principales de armada británica desplegados en el Mediterráneo en un momento critico histórico, recuérdese que los ingleses acababan de perder un acorazado y un portaaviones a manos de los submarinos. Los dos acorazados que les quedaban en el Mediterráneo se habían puesto al refugio de la rada de Alejandría. De la Penne y los voluntarios que le acompañaban debían introducirse en el puerto viajando montados a horcajadas en submarinos-enanos, llamados por los italianos “cerdos”, y atacar allí a los navíos de guerra.
Cada mini submarino tenia 6,5 metros de largo y 50 centimetros de diámetro, los impulsaban motores eléctricos silenciosos que les daban una velocidad de tres a cinco km por hora, y un radio de acción máximo de 15 km, y llevaban una carga desmontable de 300 kg de explosivos.( Siluri a Lenta Corsa - SLC (Maiale)
En el año 1935, cuando la amenaza de una guerra con Gran Bretaña se hace latente, en la Regia Marina resurge la idea de las lanchas MAS y del torpedo de Rosetti. Los oficiales de marina Teseo Tesei y Elios Toschi retoman la idea del Mignata, fabricando un torpedo con carga explosiva removible, propulsión eléctrica y tripulado por dos hombres. Al proyecto lo llama "Siluro a Lenta Corsa" o torpedo de marcha lenta o simplemente SLC, pero después se hace famoso con el nombre de "Maiale" (Cerdo).
http://img222.imageshack.us/img222/4703/dsc00426ns5.jpg
http://img107.imageshack.us/img107/1631/dsc00430kx3.jpg
Las fotos están tomadas en el Museo Naval de Venecia.
El plan era sencillo , una vez en la rada, los tres equipos de dos hombres debían fijar las cargas explosivas a los cascos de los buques y tratar de escapar.
Las probabilidades que tenían de volver de la misión, eran escasas. De la Penne y sus hombres tuvieron que hacer testamento y preparar su equipajes con sus pertenencias para que las enviasen a sus familiares en caso de que no volvieran de tan arriesgada misión. Ninguno de los componentes del grupo debía ser casado, pero a De la Penne no le seducía la idea de abandonar este mundo sin dejar sucesor. En consecuencia, propuso matrimonio a Valeria Tutti, y después de casarse con ella secretamente se incorporo a su unidad.
El 18 de diciembre los tres equipos estaban a bordo del submarino “Sciré”, que descansaba en el lecho del mar frente a la rada de Alejandría. Los últimos informes del servicio secreto confirmaban que en el puerto se hallaban los acorazados “Valiant” y “Queen Elizabeth”. De la Penne y el contramaestre Emilio Bianchi, que formaba pareja con el atacarían al “Valiant”, el capitan de corbeta Antonio Marceglia, con Spartaco Schergat, al “Queen Elizabeth”. El capitán de corbeta Vicenio Martellosa y Mario Marino atacarían el petrolero “Sagona” de 16.000 tm y después desparramarían bombas incendiarias flotantes con la esperanza de que el petróleo del buque tanque prendiera fuego a toda la rada. Una vez terminada su tarea las tres parejas ganarían a nado tierra firme y robarían un barco pesquero para irse a encontrar el día 24 de diciembre con un submarino italiano.
Poco antes de las nueve de la noche, los expedicionarios se pusieron sus ajustados trajes de caucho. Botadas al agua sus minúsculas embarcaciones, las tres parejas navegaron lentamente hacia el faro de Ras El Tin, que se divisaba confusamente a kilómetro y medio de distancia. A horcajadas sobre los “maranos”, no dejaban sobresalir más que las cabezas.
Había que sincronizar las espoletas de acción retardada, que debían hacer explosión a las 5,55 de la madrugada contra el buque petrolero, a las 6,05 contra el “Valiant”, y a las 6,15 contra el “Queen Elizabeth”. Los atacantes tenían todavía tiempo para comer…quizá su ultima comida. De unos receptáculos minúsculos sacaron pollo frío, pan y pequeñas botellas de champaña.
Había llegado el momento de aproximarse a la red de acero que protegía la boca de la rada. Los pequeños sumergibles llevaban cizallas neumáticas, pero estas hacían mucho ruido y las redes están frecuentemente festoneadas de cargas explosivas. Mientras De la Penne meditaba sobre lo que convenía hacer, el faro y el puerto se iluminaron repentinamente. ¡ llegaban unos barcos! Y apenas se abrió la red para darles paso. De la Penne dijo a sus compañeros : “!sigámoslos”!. De entre las sombras aparecieron tres destructores, y los tres “marranos” los siguieron dando bandazos en su estela.
Una vez dentro del puerto, los saboteadores se dedicaron a localizar sus objetivos. De la Penne se acerco al “Valiant” y tropezó con una red protectora de acero que rodeaba el navío. No había más que una solución: tratar de pasar con su pequeño sumergible por encima del borde superior de la red y procurar que no los descubrieran. La maniobra salio bien, con gran alivio de ambos y volvieron a sumergirse.
El mejor lugar para colocar los explosivos era debajo de la torre de fuego nº1. Para hacer la comprobación final de la posición, De la Penne subió a la superficie, desenrollando una bobina de alambre que le guiaría de nuevo al “marrano” en su descenso. Cuando volvió a las profundidades del mar, el motor de la pequeña embarcación no arrancaba. Sospechando que el alambre pudiera haberse enredado en la hélice, se volvió hacia donde estaba Bianchi para hacerle seña de que lo desenredara. Pero Bianchi había desaparecido. De la Penne puso manos a la obra por si solo.
La carga explosiva estaba todavía a 30 metros de la posición debida. Trabajando con las ateridas manos desnudas, De la Penne empezó a arrastrar centímetro a centímetro aquella carga de 300 kg sobre el fondo lodoso. Al cabo de casi una hora de intensos esfuerzos, la carga quedo al fin en la posición debida. Pero de la Penne estaba demasiado exhausto para fijarla en el casco. Sin embargo, como el explosivo estaba en el fondo a solo un metro y medio del buque, tenía la seguridad de que cumpliera su misión. Eran las tres de la madrugada. Faltaban unas tres horas para la explosión.
Casi a punto de desvanecerse subió a flote, pero no sin causar un leve chapoteo. Este fue suficiente para que el vigía de cubierta del “Valiant” se pusiera sobre aviso. Instantáneamente le ilumino con un reflector. Hubo una lluvia de balas. Viendo cerca una boya, De la Penne nado hasta ella en busca de amparo. ¡Detrás estaba Bianchi! El equipo de respiración le había fallado y había perdido el conocimiento, subió a flote inconscientemente, volvió en si en la superficie y nado hasta la boya.
Pronto llego un bote que hizo prisioneros a los dos italianos y los llevo a bordo del “Valiant”. A las tres y media de la madrugada los interrogo en el alcázar el segundo de a bordo. Aparte de declarar sus grados y números correspondientes, ambos prisioneros se negaron a divulgar información alguna. Los separaron y De la Penne fue encerrado en un pañol de la bodega del “Valiant”, casi directamente sobre el explosivo. Vigorizado con un vaso de rom y un paquete de cigarrillos que le dio un marinero compasivo, De la Penne fue contando los minutos: las 5,30 a.m, las 5,35, las 5,40…
Se oyó un rumor sordo en la lejanía. Martellosa y su compañero habían volado el buque petrolero. La explosión le había arrancado toda la popa, y además había averiado al cazatorpedero HMS “Jervis” fondeado a su costado, pero las bombas incendiarias no produjeron el resultado previsto. Eran ya 5,53..faltaban solo 12 minutos. De la Penne comenzó a golpear en la puerta de su celda y pidió que le llevaran inmediatamente ante el comandante del acorazado, capitán de navío Charles Morgan.
-Su buque va a volar en diez minutos-le previno-.No quiero matar gente innecesariamente. Le recomiendo que reúna a toda la dotación sobre cubierta sin perder tiempo.
-¿Dónde ha colocado el explosivo?-pregunto Morgan-. Si se niega a decírmelo, tendré que enviarle otra vez a la bodega.
De la Penne se negó a revelarlo, pues si Morgan llegase a saber que la carga estaba suelta en el fondo del mar, sacaría al “Valiant” instantáneamente de allí y lo alejaría del peligro. Mientras le llevaban otra vez a su confinamiento, el sistema de altavoces del acorazado ordenaba que todos los tripulantes acudieran prontamente a cubierta para proceder a su evacuación.
De la Penne mantenía los ojos fijos en su reloj. Era muy probable que los minutos que iban pasando fueran los últimos de su vida, su pensamiento se dirigió hacia la bella Italia, a su esposa, una pregunta le asalto ¿habría dispuesto bien la espoleta de tiempo?, ya que en la oscuridad era imposible ajustarla al asegundo exacto.
La explosión se produjo a las 6,06 am. El “Valiant” se estremeció y se lleno de humo. De la Penne salio despedido a través de la celda y perdió momentáneamente el sentido. Cuando lo recobro, vio que la explosión había arrancado la puerta. Subió a cubierta sin llamar la atención y observo fijamente el “Queen Elizabeth”, que se hallaba próximo. A las 6,15 a.m. hubo una atronadora explosión. Sus otros compañeros habían colocado la carga justamente debajo de la sala de maquinas del acorazado, de cuyas chimeneas broto un surtidor de aceite que llovió sobre la rada y sobre el “Valiant”. Como el mar tenia allí poco calado los tres navíos tocaron fondo, pero se mantuvieron derechos.
En aquel momento la armada italiana era dueña absoluta del Mediterráneo y, con la protección que sus cruceros podían prestar, no tendría problemas insolubles para abastecer a las tropas italianas y alemanas del Norte de África. Sin embargo, los cruceros nunca se aventuraron a salir…por una razón sorprendente. Las fotografías de reconocimiento aéreo tomadas al día siguiente fueron interpretadas acertadamente por los especialistas del servicio secreto italiano: el “Valiant” escoraba a babor, el “Queen Elizabeth” estaba hundido de proa, a las claras se veía que estaban claramente averiados.
Pero Mussolini sabía mas que sus técnicos. Afirmo que los buques no habían sufrido daño alguno. Y como sus decisiones eran indiscutibles, la flota italiana permaneció en puerto y desperdicio su magnifica ventaja.
Los ingleses hicieron cuanto les fue posible por dar visos de verdad al desatino monumental de Mossulini. Mientras bajo la superficie del mar se hacia una frenética labor de reparación de las vías de agua de mas de 12 metros abiertas en los cascos de ambos navíos, en la cubierta reinaba la calma. Los dos buques se las arreglaron para mantener el fuego en sus calderas. Sobre su cubiertas se celebraban conciertos a cargo de las bandas a bordo y recepciones de todo tipo. Pero había de transcurrir mas de un año antes que ninguno de los dos estuviera en disposición de volver a entrar en acción.
Los seis hombres rana italianos cayeron prisioneros. De la Penne fue enviado al Cairo y de allí a Palestina, desde donde logro escapar a Siria. Capturado nuevamente, se le puso a bordo de un buque que se dirigía hacia India. En la India volvió a fugarse, y una vez mas se le capturo.
En su prisión de vez en cuando le llegaba alguna carta de su esposa. En una ocasión, esta le hablaba con gozo evidente de las diabluras que hacia Renzo. Renzo era el hermano menor del prisionero, y De la Penne concibió serios temores por el equilibrio mental de su esposa. No sabia que tenia un hijo de un año al que también se había dado ese nombre.
De la Penne fue repatriado poco después de hacer Italia la paz con los aliados en 1943. Inmediatamente se puso al lado de estos y ayudo a frustrar los planes alemanes en retirada por obstruir el puerto de Spezia. En compañía de otros se introdujo sigilosamente en la rada y echo a pique, antes de que pudieran sacarlos hasta la boca del puerto, los buques con que los alemanes pensaban obstruirlo.
Un día de 1945 se celebro una ceremonia extraordinaria. El príncipe heredero Humberto de Italia se disponía a prender la Medaglia d ´Oro, la mas elevada condecoración de su país, del pecho De la Penne. De entre los invitados se adelanto un hombre: EL Vicealmirante Sir Charles Morgan, comandante de las fuerzas navales británicas del Mediterráneo y antiguo comandante del “Valiant”. Gracias al aviso dado por De la Penne no se había perdido ni una sola vida entre la tripulación de 1.700 hombres del “Valiant”. Morgan se aproximo al príncipe Humberto y dijo:
-¿me permite el honor de prender la condecoración sobre el pecho de este valeroso caballero?, cuadrándose marcialmente ante De la Penne."
Espero les guste, siempre me despertó mucha admiración esta proeza, y hace unos 27 años mehubiese gustado repetirla en Gibraltar o mejor en la Isla Ascensión o incluso aunque sea en algun puerto deportivo sobre el Tamesis.-
Habituales saludos.-
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AHORA QUE LO VEO ELEVADO ADVIERTO Q
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AHORA QUE LO VEO ELEVADO ADVIERTO QUE EN EL CUADRO CHIQUITO DEL TITULO POR ERROR DE TIPOGRAFIA HAZAÑA PERDIO LA HACHE.- COMOS E CORRIGE UN TITULO? POR FAVOOOOORRRRRRR?
" Madre querida: Cuando leas estas líneas yo estaré muerto. Me ofrecí para una peligrosa misión que fracasó. . . ."
Gracias a Dios la carta contenía dos errores, no fracaso en la misión ni tampoco perdió la vida en la misma, llegando a mostrar toda la entidad de caballero, tal que incluso sus adeversarios circunstanciales terminaron honrandolo.-
Aquí inserto un relato de la misión en cuestión:
" El capitán de Corbeta Junio Valerio Borghese, selecciono seis hombres, al mando del capitán de corbeta de la armada italiana Luigi Durand de la Penne, para un desigual ataque al poderío naval británico concentrado en Alejandría. Enfrentando hombres de 75 kg. a acorazados de 32.000 toneladas, estaba destinado a conquistar una victoria memorable y la admiración de su victima principal. Winston Churchill, dijo de su hazaña: “un ejemplo singular de valor e ingenio”.
La misión encomendaba a De la Penne consistía en hundir los buques principales de armada británica desplegados en el Mediterráneo en un momento critico histórico, recuérdese que los ingleses acababan de perder un acorazado y un portaaviones a manos de los submarinos. Los dos acorazados que les quedaban en el Mediterráneo se habían puesto al refugio de la rada de Alejandría. De la Penne y los voluntarios que le acompañaban debían introducirse en el puerto viajando montados a horcajadas en submarinos-enanos, llamados por los italianos “cerdos”, y atacar allí a los navíos de guerra.
Cada mini submarino tenia 6,5 metros de largo y 50 centimetros de diámetro, los impulsaban motores eléctricos silenciosos que les daban una velocidad de tres a cinco km por hora, y un radio de acción máximo de 15 km, y llevaban una carga desmontable de 300 kg de explosivos.( Siluri a Lenta Corsa - SLC (Maiale)
En el año 1935, cuando la amenaza de una guerra con Gran Bretaña se hace latente, en la Regia Marina resurge la idea de las lanchas MAS y del torpedo de Rosetti. Los oficiales de marina Teseo Tesei y Elios Toschi retoman la idea del Mignata, fabricando un torpedo con carga explosiva removible, propulsión eléctrica y tripulado por dos hombres. Al proyecto lo llama "Siluro a Lenta Corsa" o torpedo de marcha lenta o simplemente SLC, pero después se hace famoso con el nombre de "Maiale" (Cerdo).
http://img222.imageshack.us/img222/4703/dsc00426ns5.jpg
http://img107.imageshack.us/img107/1631/dsc00430kx3.jpg
Las fotos están tomadas en el Museo Naval de Venecia.
El plan era sencillo , una vez en la rada, los tres equipos de dos hombres debían fijar las cargas explosivas a los cascos de los buques y tratar de escapar.
Las probabilidades que tenían de volver de la misión, eran escasas. De la Penne y sus hombres tuvieron que hacer testamento y preparar su equipajes con sus pertenencias para que las enviasen a sus familiares en caso de que no volvieran de tan arriesgada misión. Ninguno de los componentes del grupo debía ser casado, pero a De la Penne no le seducía la idea de abandonar este mundo sin dejar sucesor. En consecuencia, propuso matrimonio a Valeria Tutti, y después de casarse con ella secretamente se incorporo a su unidad.
El 18 de diciembre los tres equipos estaban a bordo del submarino “Sciré”, que descansaba en el lecho del mar frente a la rada de Alejandría. Los últimos informes del servicio secreto confirmaban que en el puerto se hallaban los acorazados “Valiant” y “Queen Elizabeth”. De la Penne y el contramaestre Emilio Bianchi, que formaba pareja con el atacarían al “Valiant”, el capitan de corbeta Antonio Marceglia, con Spartaco Schergat, al “Queen Elizabeth”. El capitán de corbeta Vicenio Martellosa y Mario Marino atacarían el petrolero “Sagona” de 16.000 tm y después desparramarían bombas incendiarias flotantes con la esperanza de que el petróleo del buque tanque prendiera fuego a toda la rada. Una vez terminada su tarea las tres parejas ganarían a nado tierra firme y robarían un barco pesquero para irse a encontrar el día 24 de diciembre con un submarino italiano.
Poco antes de las nueve de la noche, los expedicionarios se pusieron sus ajustados trajes de caucho. Botadas al agua sus minúsculas embarcaciones, las tres parejas navegaron lentamente hacia el faro de Ras El Tin, que se divisaba confusamente a kilómetro y medio de distancia. A horcajadas sobre los “maranos”, no dejaban sobresalir más que las cabezas.
Había que sincronizar las espoletas de acción retardada, que debían hacer explosión a las 5,55 de la madrugada contra el buque petrolero, a las 6,05 contra el “Valiant”, y a las 6,15 contra el “Queen Elizabeth”. Los atacantes tenían todavía tiempo para comer…quizá su ultima comida. De unos receptáculos minúsculos sacaron pollo frío, pan y pequeñas botellas de champaña.
Había llegado el momento de aproximarse a la red de acero que protegía la boca de la rada. Los pequeños sumergibles llevaban cizallas neumáticas, pero estas hacían mucho ruido y las redes están frecuentemente festoneadas de cargas explosivas. Mientras De la Penne meditaba sobre lo que convenía hacer, el faro y el puerto se iluminaron repentinamente. ¡ llegaban unos barcos! Y apenas se abrió la red para darles paso. De la Penne dijo a sus compañeros : “!sigámoslos”!. De entre las sombras aparecieron tres destructores, y los tres “marranos” los siguieron dando bandazos en su estela.
Una vez dentro del puerto, los saboteadores se dedicaron a localizar sus objetivos. De la Penne se acerco al “Valiant” y tropezó con una red protectora de acero que rodeaba el navío. No había más que una solución: tratar de pasar con su pequeño sumergible por encima del borde superior de la red y procurar que no los descubrieran. La maniobra salio bien, con gran alivio de ambos y volvieron a sumergirse.
El mejor lugar para colocar los explosivos era debajo de la torre de fuego nº1. Para hacer la comprobación final de la posición, De la Penne subió a la superficie, desenrollando una bobina de alambre que le guiaría de nuevo al “marrano” en su descenso. Cuando volvió a las profundidades del mar, el motor de la pequeña embarcación no arrancaba. Sospechando que el alambre pudiera haberse enredado en la hélice, se volvió hacia donde estaba Bianchi para hacerle seña de que lo desenredara. Pero Bianchi había desaparecido. De la Penne puso manos a la obra por si solo.
La carga explosiva estaba todavía a 30 metros de la posición debida. Trabajando con las ateridas manos desnudas, De la Penne empezó a arrastrar centímetro a centímetro aquella carga de 300 kg sobre el fondo lodoso. Al cabo de casi una hora de intensos esfuerzos, la carga quedo al fin en la posición debida. Pero de la Penne estaba demasiado exhausto para fijarla en el casco. Sin embargo, como el explosivo estaba en el fondo a solo un metro y medio del buque, tenía la seguridad de que cumpliera su misión. Eran las tres de la madrugada. Faltaban unas tres horas para la explosión.
Casi a punto de desvanecerse subió a flote, pero no sin causar un leve chapoteo. Este fue suficiente para que el vigía de cubierta del “Valiant” se pusiera sobre aviso. Instantáneamente le ilumino con un reflector. Hubo una lluvia de balas. Viendo cerca una boya, De la Penne nado hasta ella en busca de amparo. ¡Detrás estaba Bianchi! El equipo de respiración le había fallado y había perdido el conocimiento, subió a flote inconscientemente, volvió en si en la superficie y nado hasta la boya.
Pronto llego un bote que hizo prisioneros a los dos italianos y los llevo a bordo del “Valiant”. A las tres y media de la madrugada los interrogo en el alcázar el segundo de a bordo. Aparte de declarar sus grados y números correspondientes, ambos prisioneros se negaron a divulgar información alguna. Los separaron y De la Penne fue encerrado en un pañol de la bodega del “Valiant”, casi directamente sobre el explosivo. Vigorizado con un vaso de rom y un paquete de cigarrillos que le dio un marinero compasivo, De la Penne fue contando los minutos: las 5,30 a.m, las 5,35, las 5,40…
Se oyó un rumor sordo en la lejanía. Martellosa y su compañero habían volado el buque petrolero. La explosión le había arrancado toda la popa, y además había averiado al cazatorpedero HMS “Jervis” fondeado a su costado, pero las bombas incendiarias no produjeron el resultado previsto. Eran ya 5,53..faltaban solo 12 minutos. De la Penne comenzó a golpear en la puerta de su celda y pidió que le llevaran inmediatamente ante el comandante del acorazado, capitán de navío Charles Morgan.
-Su buque va a volar en diez minutos-le previno-.No quiero matar gente innecesariamente. Le recomiendo que reúna a toda la dotación sobre cubierta sin perder tiempo.
-¿Dónde ha colocado el explosivo?-pregunto Morgan-. Si se niega a decírmelo, tendré que enviarle otra vez a la bodega.
De la Penne se negó a revelarlo, pues si Morgan llegase a saber que la carga estaba suelta en el fondo del mar, sacaría al “Valiant” instantáneamente de allí y lo alejaría del peligro. Mientras le llevaban otra vez a su confinamiento, el sistema de altavoces del acorazado ordenaba que todos los tripulantes acudieran prontamente a cubierta para proceder a su evacuación.
De la Penne mantenía los ojos fijos en su reloj. Era muy probable que los minutos que iban pasando fueran los últimos de su vida, su pensamiento se dirigió hacia la bella Italia, a su esposa, una pregunta le asalto ¿habría dispuesto bien la espoleta de tiempo?, ya que en la oscuridad era imposible ajustarla al asegundo exacto.
La explosión se produjo a las 6,06 am. El “Valiant” se estremeció y se lleno de humo. De la Penne salio despedido a través de la celda y perdió momentáneamente el sentido. Cuando lo recobro, vio que la explosión había arrancado la puerta. Subió a cubierta sin llamar la atención y observo fijamente el “Queen Elizabeth”, que se hallaba próximo. A las 6,15 a.m. hubo una atronadora explosión. Sus otros compañeros habían colocado la carga justamente debajo de la sala de maquinas del acorazado, de cuyas chimeneas broto un surtidor de aceite que llovió sobre la rada y sobre el “Valiant”. Como el mar tenia allí poco calado los tres navíos tocaron fondo, pero se mantuvieron derechos.
En aquel momento la armada italiana era dueña absoluta del Mediterráneo y, con la protección que sus cruceros podían prestar, no tendría problemas insolubles para abastecer a las tropas italianas y alemanas del Norte de África. Sin embargo, los cruceros nunca se aventuraron a salir…por una razón sorprendente. Las fotografías de reconocimiento aéreo tomadas al día siguiente fueron interpretadas acertadamente por los especialistas del servicio secreto italiano: el “Valiant” escoraba a babor, el “Queen Elizabeth” estaba hundido de proa, a las claras se veía que estaban claramente averiados.
Pero Mussolini sabía mas que sus técnicos. Afirmo que los buques no habían sufrido daño alguno. Y como sus decisiones eran indiscutibles, la flota italiana permaneció en puerto y desperdicio su magnifica ventaja.
Los ingleses hicieron cuanto les fue posible por dar visos de verdad al desatino monumental de Mossulini. Mientras bajo la superficie del mar se hacia una frenética labor de reparación de las vías de agua de mas de 12 metros abiertas en los cascos de ambos navíos, en la cubierta reinaba la calma. Los dos buques se las arreglaron para mantener el fuego en sus calderas. Sobre su cubiertas se celebraban conciertos a cargo de las bandas a bordo y recepciones de todo tipo. Pero había de transcurrir mas de un año antes que ninguno de los dos estuviera en disposición de volver a entrar en acción.
Los seis hombres rana italianos cayeron prisioneros. De la Penne fue enviado al Cairo y de allí a Palestina, desde donde logro escapar a Siria. Capturado nuevamente, se le puso a bordo de un buque que se dirigía hacia India. En la India volvió a fugarse, y una vez mas se le capturo.
En su prisión de vez en cuando le llegaba alguna carta de su esposa. En una ocasión, esta le hablaba con gozo evidente de las diabluras que hacia Renzo. Renzo era el hermano menor del prisionero, y De la Penne concibió serios temores por el equilibrio mental de su esposa. No sabia que tenia un hijo de un año al que también se había dado ese nombre.
De la Penne fue repatriado poco después de hacer Italia la paz con los aliados en 1943. Inmediatamente se puso al lado de estos y ayudo a frustrar los planes alemanes en retirada por obstruir el puerto de Spezia. En compañía de otros se introdujo sigilosamente en la rada y echo a pique, antes de que pudieran sacarlos hasta la boca del puerto, los buques con que los alemanes pensaban obstruirlo.
Un día de 1945 se celebro una ceremonia extraordinaria. El príncipe heredero Humberto de Italia se disponía a prender la Medaglia d ´Oro, la mas elevada condecoración de su país, del pecho De la Penne. De entre los invitados se adelanto un hombre: EL Vicealmirante Sir Charles Morgan, comandante de las fuerzas navales británicas del Mediterráneo y antiguo comandante del “Valiant”. Gracias al aviso dado por De la Penne no se había perdido ni una sola vida entre la tripulación de 1.700 hombres del “Valiant”. Morgan se aproximo al príncipe Humberto y dijo:
-¿me permite el honor de prender la condecoración sobre el pecho de este valeroso caballero?, cuadrándose marcialmente ante De la Penne."
Espero les guste, siempre me despertó mucha admiración esta proeza, y hace unos 27 años mehubiese gustado repetirla en Gibraltar o mejor en la Isla Ascensión o incluso aunque sea en algun puerto deportivo sobre el Tamesis.-
Habituales saludos.-
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AHORA QUE LO VEO ELEVADO ADVIERTO Q
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