el observador, horacio jaunarena, ex ministro de Defensa.
“No será fácil revertir esta destrucción total de las Fuerzas Armadas”
Por P.Y.
Desfile. El acto por el Día de la Bandera, en Rosario. Jaunarena dice que los militares se han vuelto “rehenes” del Gobierno.
Horacio Jaunarena ha sido testigo durante tres décadas del estado de las fuerzas armadas de nuestro país, siendo tres veces ministro de Defensa, con Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde. En una entrevista con PERFIL advirtió que el sistema de defensa está “destruido” y por eso reclama resucitarlo con “un gran consenso político”, del que, opina, el kirchnerismo no es capaz.
—El presupuesto de Defensa en comparación con el PBI es el más bajo de la historia de nuestro país ¿Qué consideraciones hace?
—No sólo es uno de los más bajos de la historia, sino que además tenemos otro problema grave con la distribución de ese gasto. Cerca de 85 por ciento del presupuesto de las Fuerzas Armadas son destinados al pago de salarios; es decir, que solamente queda 15 por ciento para afrontar los gastos del funcionamiento de las fuerzas y para inversiones. De esta manera, no hay posibilidad de que tengamos un sistema de defensa eficiente, renovado y actualizado tecnológicamente.
—¿Qué otros problemas tiene el personal de las FF.AA.?
—Tenemos un sistema de ascensos arbitrario y un tanto perverso, por el que muchas veces hay cuadros dejados de lado por el solo hecho de tener un apellido o ser familiar de un acusado por violación de los Derechos Humanos. Otro problema, quizá el más importante, es que el personal en actividad cobra un alto porcentaje de sus haberes en negro, por lo que se suelen hacer aportes por el 40 por ciento del salario. Esto provoca una situación de desfinanciamiento de las cajas y un problema a la hora de jubilarse. Para un militar, el retiro es en realidad un pase libre a la pobreza.
—Es decir que no tienen escapatoria...
—Los cuadros de las Fuerzas Armadas son rehenes del Poder Ejecutivo. Y esto causa otro efecto negativo además de los mencionados: hay una superpoblación de almirantes, coroneles y brigadieres. Durante el gobierno de Raúl Alfonsín (siendo ministro de Defensa) teníamos unos sesenta generales, cuarenta almirantes y la misma cantidad de brigadieres, y había finalizado hacía poco tiempo la dictadura militar. Nosotros lo redujimos a treinta generales y a veinte almirantes y coroneles. Tenemos hoy la paradoja de contar con una capacidad operativa muy reducida y una cantidad (de altos mandos) muy superior a la de las décadas pasadas.
—El amirante Jorge Godoy ha dicho que la Armada resistiría combatir durante sólo dos horas ¿Cuál es la situación de las otras fuerzas?
—Es cierto lo que dijo la Armada. El promedio de vida de los tanques y del resto del equipamiento del Ejército es de treinta años, lo que se suma a la falta de munición, que imposibilita el buen entrenamiento y nos deja sin reservas para un eventual combate. La Fuerza Aérea, por su parte, tiene más de un 40 por ciento de su equipamiento imposibilitado de volar, y de las (aeronaves) que lo hacen, un buen porcentaje no podría entrar en combate, por tener sistemas de ataque obsoletos o falta de munición. La situación es muy compleja y requiere una decisión política de alto calibre.
—¿El Gobierno se ha dado cuenta de que la Argentina está indefensa?
—La ministra de Defensa, Nilda Garré, tuvo en el año 2006 una reunión con los altos mandos en la que tuvo la oportunidad de leer una exposición que decía de boca de las mismas Fuerzas Armadas que no estaban en condiciones de cumplir los objetivos para los que existían. El almirante Godoy ahora lo dice de nuevo ante el Congreso, pero el Gobierno está al tanto de la situación al menos desde hace cuatro años.
—¿Cómo se resuelve esta situación?
—La política de Defensa es una política de Estado, esto quiere decir que tiene que haber un gran consenso de todos los partidos políticos para que en largo plazo la situación cambie. No será fácil revertir la situación de destrucción total en el corto plazo; es una política de largo plazo y debe continuar cuando los gobiernos vayan cambiando.