El término termobárico deriva de las palabras griegas “calor” y “presión”: thermobarikos (θερμοβαρικός), de thermos (θερμός), calor + baros (βάρος), peso, presión + sufijo -ikos (-ικός), sufijo -ico.
Algunos expertos hacen una distinción entre arma termobárica y explosivo aire-combustible; estos últimos, denominados panclastitas y usados en la II Guerra mundial. Basándose en los efectos principales deseados en cada caso, "termobárico" haría referencia a la convección de zonas cerradas o al desplazamiento de aire como objetivo principal del ingenio. Por otra parte, los explosivos "aire-combustible" se usarían como "limpiadores de zona", mediante un paradigma explosión-combustión, jugando un papel similar al de la bomba de racimo. Otras fuentes emplean el término "aire-combustible" aplicado al caso general, restringiendo "termobárico", según lo ya explicado, mientras que otros autores usan ambos términos indistintamente.
Efectos del arma [editar]La explosión destruye equipo y edificios reforzados; mata y daña a los efectivos adjuntos. El efecto antipersona de la onda explosiva es más serio en refugios cavados en el suelo, sobre efectivos con algún tipo de armadura o protección corporal y en espacios cerrados "rígidos", como cuevas, edificios y búnkeres.
La sobrepresión ejercida en el interior de la explosión puede alcanzar los tres mega pascales (3 MPa) (430 PSI) y la temperatura puede oscilar entre los 2500ºC y los 3000ºC. Fuera de la nube, la onda explosiva viaja a más de 3 km/s. Esta onda, al pasar, deja tras de sí el vacío. Este vacío es capaz de arrancar objetos que no estén sujetos. Sin embargo, como efecto más serio, el vacío arrastra el combustible no explosionado pero aún en combustión, causando una penetración del mismo en todos los objetos no herméticos dentro del radio de la explosión y produciendo su incineración. Pueden presentarse daños internos y asfixia en los efectivos que hayan quedado fuera de la zona de mayor efecto de la explosión; por ejemplo, en galerías o túneles profundos, a consecuencia de la onda explosiva, el calor y la subsiguiente extracción del aire debida al vacío.
Los efectos producidos por explosivos aire-combustible (alta presión prolongada en el tiempo e impulso de calor) a menudo se asemejan a los de un arma nuclear de baja intensidad, pero sin los efectos colaterales causados por la radiación ionizante --aunque no es totalmente así; en todos los modelos actuales y previstos de armas nucleares con potencias por debajo del kilotón, predominan los efectos posteriores de las radiaciones, produciendo un calentamiento secundario-- una mínima cantidad de la carga nominal realmente se traduce en la explosión. Sin embargo el daño significativo ejercido por cualquiera de estas armas sobre la población objetivo es grande.
Algunos de los combustibles empleados, tales como el óxido de etileno y el óxido de propileno, son altamente tóxicos. Un ingenio que utilice tales combustibles es muy peligroso aun dándose el caso de que el combustible no llegara a encenderse, en cuyo caso se habría convertido básicamente en un arma química.