LA ENCRUCIJADA PALESTINA...

Hola gente, aquí les acerco una joya periodística de un conocido corresponsal de guerra, Vicente Talon, alguien que ha recorrido medio mundo, pero que ha puntualizado y exteriorizado su análisis sobre el delicado, terrible, y, porquè no, èpico destino del pueblo palestino. En lo que a mì concierne, es uno de los artículos mejor logrados sobre el conflicto palestino-israelí; en especial, la visión cuasi paradojal de un instante, aquellos inicios de la lucha armada, luego guerra de guerrilla de un pueblo con necesidades y ansias de libertad ante un Ejército israelí imparable, con aliados tan poderosos como sostenibles. De algún modo aquella promesa siempre incumplida nos lleva a las imágenes de hoy, la misma lucha, los mismos métodos (por ambas partes...), pero con el condimento actual de una infernal parafernalia de equipamiento bélico, comunicacional que nos lleva siempre al mismo tema: Medio Oriente...


LA GUERRILLA PALESTINA EN LA ENCRUCIJADA
Por Vicente Talon
(Corresponsal de Defensa Internacional)
Julio 1978

La ocupación, por Israel, del Líbano meridional y el establecimiento en esa zona, al compás de la retirada hebrea, de soldados del cuerpo de pacificación de la ONU, señala uno de los momentos más dramáticos en la historia de la guerrilla palestina. Sin posibilidades de operar desde Jordania, ni desde Siria, y, mucho menos, desde Egipto, a los fedayin se les ha privado del último asentamiento seguro con el que contaban para llevar adelante su imposible lucha contra Israel. De ahora en adelante, procurarse objetivos en el Estado hebreo será una tarea poco menos que épica en razón de que se lo impedirá, por un lado, el propio ejército libanés, en trance de reconstitución, y , por otro, los cascos azules así como las milicias cristianas que, apoyadas por los judíos, dominan grandes sectores del Líbano meridional.




















El drama del pueblo palestino resulta tan viejo y tan conocido que es innecesario ahondar en sus orígenes. Basta con decir que como consecuencia de uno de los tantos tejemanejes de la política imperial inglesa – tejemanejes que se rubricarían sangrientamente en el Indostán, en Nigeria, en Chipre y en otros lugares -, Palestina fue entregada, por obra y gracia de la Declaración Balfour, a los sionistas quienes, desde el principio, aplicaron una clara política excluyente basada en el principio de querer la tierra de los árabes... sin los árabes. En 1948 la inminente retirada de los ingleses y las pasiones provocadas por el plan de partición de Palestina, dio origen a una guerra terrible en el curso de la cual los judíos, que contaban con una mejor preparación bélica, fruto de la reciente participación de muchos de ellos en los frentes de la II Guerra Mundial, lograron imponerse a sus enemigos árabes.
El resultado de la contienda fue la ocupación por los sionistas de enormes zonas de la Palestina asignada a los árabes, quedando tan sólo fuera de su dominio la franja de Gaza, que pasó bajo el control de Egipto, y la Cisjordania, de la que se apoderó la Monarquía hachemita. Por otra parte, respondiendo a la política de terror impuesta por las organizaciones armadas judías – recordemos Deir Yassin -, millares de palestinos tuvieron que huir a los países vecinos dando origen al triste espectáculo de los campamentos de refugiados. Durante décadas, imposibilitados de ser absorbidos por sociedades ellas mismas subdesarrolladas y menesterosas, estos hombres, mujeres y niños vivieron - y viven – en míseras ciudades de lona o en barracas, expuestos al crudo clima de la región – inviernos helados y veranos caniculares - , resignados a una alimentación de mera subsistencia.
El drama de los palestinos afectó profundamente a los pueblos árabes de la región para los que la revancha, por lo ocurrido en 1948, sólo podía llegar por un camino: la destrucción militar de la entidad sionista. La guerra de 1956, en el curso de la cual los israelíes se apoderaron fácilmente de toda la península del Sinaí, mientras que los ingleses y los franceses tomaban la zona del Canal de Suez, debió haberles servido a los árabes de referencia sobre la superioridad militar del Estado hebreo. Sin embargo, el hecho de que las tres potencias agresoras tuvieron que batirse en retirada, al ser presionadas políticamente por los Estados Unidos y la Unión Soviética, así como el carácter tripartito del ataque contra Egipto, contribuyeron a fomentar la idea – errónea por supuesto – de que las cosas no eran tan graves y que Israel, en solitario, no podría resistir al acoso árabe.
Durante la década que siguió a la contienda de 1956, la teoría de que había que darle una solución militar – y convencional – a la disputa se impuso. Por esa razón los palestinos tuvieron que convertirse en mudos espectadores de su propia tragedia ya que todos sus intentos por organizarse en guerrilla y atacar dentro de Israel fueron reprimidos, por lo general de un modo cruel, por todos los Estados fronterizos. Tan solo Siria, tras la toma del poder por los baasistas duros de la línea de Nuredin El Atassi, toleró que los fedayin actuaran aunque debían hacerlo, en la mayor parte de los casos, a través de territorio jordano. Bien pronto los aguijonazos de la guerrilla se hicieron sentir con lo que el ejército israelí, para el que la represalia inmediata y desproporcionada ha constituido siempre una regla de oro, entró en acción. Contra Siria se actuó planteando una batalla, en los cielos de Damasco, en el curso de la cual la aviación siria sufrió severas pérdidas. Y contra Jordania, que hacía todo lo posible por impedir las infiltraciones de los comandos, se concretó el famoso raid contra Samu; una aldea cuyas casas fueron demolidas, piedra por piedra, en razón de que desde ella habían partido un grupo de guerrilleros. Durante este último acontecimiento (noviembre de 1966), yo me encontraba en Amman y pude trasladarme a Samu de inmediato recogiendo, sobre el terreno, un balance estremecedor de la contundencia e implacabilidad con la que habían actuado los israelíes.



La obstinación de los sirios en seguir apoyando a la guerrilla y la postura cada vez más belicosa de Israel inclinaron al presidente Nasser a considerar que había llegado la hora de medir las armas con el viejo enemigo. Creyendo que el factor numérico inclinaba las opciones a su favor y sin tener en cuenta el foso tecnológico existente entre Israel, país de extracción europea, y los árabes, enfrentados a un lento y difícil proceso de desarrollo, todavía hoy muy primario, el rais egipcio hizo tronar los tambores de Marte. Y un día – el 6 de junio de 1967 -, de un seco y bien meditado golpetazo, la aviación judía redujo a escombros el potencial árabe en tres frentes distintos. Cuando desde el sótano del hotel El Nil, en donde me había refugiado al sonar las sirenas de alarma cairotas, escuché a un locutor histérico hablar de enormes pérdidas hebreas y de un avance celérico de las tropas árabes hacia Tel Aviv, creí que Nasser había estado en lo cierto. Pero momentos más tarde, cuando en plena calle me sorprendió otra alarma y mirando hacia lo alto pude ver las siluetas de varios Mirage, que no parecían tomarse demasiados cuidados al sobrevolar la capital egipcia, me di cuenta de que todo había fracasado; de que, una vez más, Israel vencía.


POR PRIMERA VEZ LUZ VERDE:

La humillante derrota sufrida por los ejércitos regulares árabes significó un trauma para los gobernantes de ese meridiano. Ellos, con sus cientos de miles de hombres, con sus enormes masas de carros y con sus aviones, no habían podido imponerse a un enemigo notablemente inferior, sobre el plano cuantitativo. ¿Qué hacer? La respuesta la dieron los propios palestinos proponiendo el recurso que les era más caro y conocido: la guerrilla. Una guerrilla como la que había llevado a la expulsión de los ingleses en Chipre y a la de los franceses de Argelia. Una guerrilla como la que angustiaba los días y las noches de los norteamericanos presos en la ciénaga de Vietnam.
Todavía estaban echando las campanas al vuelo en Israel, por su victoria, cuando los comandos volvieron a golpear. A los oficiales de Prensa del ejército hebreo les resultaba muy difícil explicarnos a los periodistas, a la sazón acreditados en Tel Aviv, cómo se conjugaba su afirmación de que esta guerra es la definitiva, con los ataques y atentados que tenían lugar por doquier. Recuerdo que cierto día, al pasar por Gaza, camino de la rivera oriental del canal de Suez, el oficial que nos acompañaba comentó: “Los habitantes de Gaza se sienten liberados de la presencia egipcia. Con los egipcios no podían ni moverse, pese a ser palestinos. Ahora, en cambio, gozan de gran libertad y por eso no nos crean problemas.”



Cuando al día siguiente volvimos a Gaza, de regreso a Tel Aviv, fue necesario perder dos horas esperando autorización para atravesar el lugar. Como supimos al poco, una granada arrojada contra un camión de las fuerzas ocupantes, por alguno de los felices y liberados habitantes de Gaza, había causado dos muertos y varios heridos.




Contando con la inagotable cantera proporcionada por los campamentos de refugiados y con las ayudas materiales y morales de un cierto número de países árabes, los fedayin le amargaron a Israel el fruto de su triunfo. No es posible hacerse eco aquí de la complicada madeja de ataques palestinos y de represalias israelíes que se sucedieron a lo largo de un tenso período.
Pero sí que resulta necesario hablar de una represalia determinada: la que tomó como objetivo a la aldea-campamento de Karameh. El 21 de marzo de 1968 Israel emprendió – con la aviación, artillería, carros e infantería – la mayor de sus operaciones de castigo tomando como blanco el lugar de Karameh; un punto cercano al río Jordán que era considerado como la base principal del movimiento guerrillero Al Fatah. La operación incluyó el envío de una unidad helitransportada a las colinas situadas al este de Karameh, con objeto de impedir la huída de los fedayin, así como el envío de refuerzos por parte del ejército jordano. La lucha fue terrible y aunque los israelíes confesaron haber sufrido 29 muertos y 70 heridos, no cabe la menor duda de que sus bajas fueron superiores. Además, no consiguieron que los palestinos cejasen en su resistencia y debieron retirarse, de mala manera, dejando tras de sí carros, camiones e incluso – lo que carecía de precedente – un muerto.


Reunión Nixon,Rabin,Kissinger,Dayan un 14 de diciembre de 1968...

Llegado a Karameh, nombre que significa Dignidad, a los pocos días de la batalla, y no sin haber pasado por el trance de un bombardeo de la aviación israelí a las puertas de Amman, no sólo me sorprendieron los despojos materiales israelíes sobre el campo de batalla, que nunca hasta la fecha había visto, sino, también, la enorme moral de los palestinos que por vez primera, desde 1948, habían podido enfrentarse directamente, en una batalla abierta, a los israelíes. No me extrañó, pues, enterarme algún tiempo después de que los efectivos de Al Fatah subieron de dos mil a quince mil, en sólo tres meses, como consecuencia de lo sucedido en Karameh.






1º Parte
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Continuará...
 
EL AVISPERO DE GAZA:









Con menos espectacularidad que en el frente del Jordán, debido al black out casi total impuesto a este sector por el ocupante, la guerrilla floreció también en la franja de Gaza. Gaza, cuyos 170 mil habitantes autóctonos se vieron multiplicados como consecuencia de la instalación allí de doscientos mil refugiados, no es más que una zona de cuarenta kilómetros de largo por unos ocho de ancho. Los israelíes tuvieron que rodear el conjunto con alambradas y aprender a moverse dentro de él como en territorio enemigo activo. Durante mucho tiempo todas las mañanas, antes de utilizarlas, las carreteras eran despejadas con detectores de minas debiendo señalarse que la mayor parte de ellas habían sido construidas para poder intervenir rápidamente, con blindaje, contra cualquier foco de violencia.

Pese a que los fedayin de Gaza nunca poseyeron un armamento resolutivo y ni tan siquiera planteaban en coordinación sus acciones, por existir varios grupos diversos e incluso rivales. Su acción fue tenaz y seria obligando a las fuerzas hebreas a extremar su nada despreciable rigor. Cuando los soldados regulares fueron incapaces de aplicarlo, llegaron a Gaza los boinas verdes del cuerpo de fronteras; una unidad formada por drusos y judíos procedentes de los países árabes que posee una merecida reputación de ferocidad. Estos boinas verdes tuvieron las manos libres durante más de dos semanas en febrero de 1971, en tanto que los campos de refugiados eran condenados al hambre mediante un toque de queda casi permanente, y sólo las protestas que se registraron en los medios liberales de Israel, así como en el extranjero, lograron suavizar la represión.

Gaza, en donde el grupo más activo ha sido la Organización de las Fuerzas de Liberación, y no Al Fatah u otros movimientos notorios, proporcionó una insurgencia permanente hasta hace muy poco, habiéndose registrado 1620 muertos árabes y 249 judíos sólo en el período 1967-1971.


SEPTIEMBRE NEGRO (Ailul al Aswad) de 1970


Refugiada palestina huyendo de Jordania en el Septiembre Negro de 1970


La importancia creciente de la guerrilla y la imposibilidad de frenarla a lo largo del frente del Jordán, hizo que las represalias israelíes contra Jordania se multiplicaran peligrosamente a partir de 1968. El rey Hussein se sentía directamente amenazado por esta ofensiva y, también, por las organizaciones palestinas que habían llegado a constituir un Estado dentro de un Estado, y que no se sometían, en modo alguno, a su autoridad ni al control de su ejército. En noviembre de 1968, tomando como base un gesto provocador llevado a cabo por un grupúsculo palestino conocido por Falanges de la Victoria, el monarca Hachemita trató, por vez primera, de imponerse a los comandos. Aquel día, precisamente, acababa yo de llegar a Amman, al frente de un equipo de TVE, con la buena fortuna de caer, de cabeza, en medio del zipizape bélico.


Durante todo un día y una noche se combatió en la capital jordana y cuando se vio que el ejército real no sólo era incapaz de imponerse sino que comenzaba a flaquear, el hábil Hussein decretó el alto el fuego, nos convocó a palacio y ante un nutrido grupo de periodistas extranjeros dijo, como en un remedo de Fernando VII: “Aquí todos somos fedayin y yo el primero”.
A partir de ese grave incidente tuvieron lugar nuevos choques que, inevitablemente, concluían refiriéndose el Trono a lamentable equívocos y a pretextos similares. De esta forma, preparando cada vez mejor el terreno y curándose en salud a base de lo aprendido, se desembocó en el Septiembre Negro de 1970, fecha en la que, aprovechando el hecho de que la guerra de usura en el frente de Suez había concluido al aceptar Nasser el plan Rogers, Hussein desencadenó su golpe maestro. Los fedayin, cuyas costumbres, escondrijos, depósitos, etc., conocía el ejército jordano a la perfección, fueron objeto de un bien preparado plan de exterminio. Se luchó contra ellos y, a la vez, se pasó a cuchillo a los campamentos de refugiados para complicarles la acción y obligarles a multiplicar sus cometidos.
Todavía, durante casi un año, los palestinos conservarían posiciones en algunos puntos de Jordania pero acabarían siendo expulsados de ellas.


EL LÍBANO, ÚLTIMO REDUCTO:


Tras el desastre jordano los fedayines se encontraron con un solo territorio favorable: el Líbano sur. Una vez más los israelíes se aplicaron al recurso que tan buenos resultados les había dado hasta la fecha y multiplicaron sus represalias atacando no solo los campamentos de esa zona – los civiles con preferencia a los militares – sino, también, en el propio Beirut, en Trípoli y en otros lugares. Como enviado especial, destacado con frecuencia en Beirut, pude visitar una y otra vez los escenarios de las represalias israelíes que fueron especialmente brutales tras los sucesos de Münich (lamentable secuestro de deportistas y funcionarios hebreos en los Juegos Olímpicos en territorio alemán…), en el verano de 1972.







Campos bombardeados con NAPALM, aldeas arrasadas, expediciones punitivas por tierra, desembarcos o cañoneos desde el mar… La acción más impresionante fue, sin duda, la de abril de 1973 cuando comandos israelíes desembarcaron en el propio Beirut y asesinaron a cuatro líderes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), retirándose tranquilamente por donde habían llegado. El operativo tuvo éxito, sobre todo, a causa de las evidentes complicidades de elementos oficiales libaneses y, sobre todo, de las fuerzas armadas que, según su costumbre, no intervinieron.
La guerra de octubre de 1973 no afectó, de manera particular, a los fedayin, aunque actuaron en diversos frentes. El acuerdo de separación de fuerzas en Egipto, primero, y en Siria, después, volvió a dejarles fuera de cualquier área de interés y reducidos, como de costumbre, a su sector de lucha del Líbano meridional. Aquí, y pese a la continuada presión israelí, resultaban irremovibles por lo que alguien preparó su aniquilamiento mediante el alumbramiento de una guerra civil en el propio Líbano. De la noche a la mañana libaneses progresistas y palestinos, por un lado, y libaneses cristino derechistas, por otro, se enfrentaron en lucha intestina. La contienda ganó virulencia rápidamente y los fedayin no tuvieron más remedio que desviar sus hombres y sus arsenales desde el sur hacia los escenarios de batalla, situados más allá del río Litani. De esta forma cientos de hombres e ingentes cantidades de armas, de municiones y de equipos se perdieron en objetivos muy diversos de aquellos para los que habían sido alistados.
Concluída la guerra civil, en el sur del Líbano continuaron los combates entre los palestinos y las fuerzas derechistas, ahora abiertamente apoyadas por Israel. No obstante, ni tan siquiera así, y pese al enorme desgaste sufrido, los fedayin daban su brazo a torcer. Continuaban representando una fuerza peligrosa y por eso, el pasado 11 de marzo, Israel se decidió atacarles en primera persona. Su bandera no tardaría en flamear sobre las aguas del Litani…





Parte 2
Continuará...
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FACTORES NEGATIVOS









A lo largo de su historia la guerrilla palestina, considerada en su conjunto, ha sufrido de un mismo problema: el de su falta de autonomía. Todos los países del Oriente Medio se han pasado los años hablando de la liberación de Palestina, pero sin querer escuchar a los palestinos y, mucho menos, ofrecerles cuanto ellos solicitaban para alcanzar la reconquista de su suelo por medios militares. El presidente Nasser, hasta la catástrofe de junio de 1967, impidió cualquier acción guerrillera a través de su frontera e hizo de la Organización para la Liberación de Palestina, y de su presidente, Ahmed Chukeiri, una simple caja de resonancias de su política. Y lo mismo hicieron los demás países hasta el punto de que cada cual cuenta con una organización palestina en su órbita como es el caso de Siria (Al Saika), Irak (Frente de Liberación Arabe), Libia ( Frente Popular para la Liberación de Palestina-Comando General), etc. Razón tenía el mayor británico Edgar O’Ballance, un conocido tratadista militar, al escribir:

“A pesar de ensalzar verbalmente los objetivos e ideales de los fedayin, ningún gobierno árabe les ha dado apoyo incondicional ni, ciertamente, ninguna libertad de acción excepto aquélla que no han podido impedir que los fedayin se tomasen. Algunos gobiernos árabes favorecen a una organización y no a otra, tratándola con una inconsistencia estudiada, encaminada a obtener un cuerpo servil que puedan doblegar a sus propios fines o usos en perjuicio, por lo general, de otro país árabe. A veces, Israel ni parece figurar en el asunto. El difunto presidente Nasser tendía a aprobar la acción de Al Fatah – organización encabezada por Yasser Arafat, quien ha vivido casi toda su vida en Egipto -, pero sólo mientras operase en algún otro país. Nunca permitió que Al Fatah actuase desde Egipto”.

El propio O’Ballance, y acudo a su testimonio por no ser nada sospechoso, añade:

“Ha sido notable la cínica falta de ayuda a los fedayin en adversidad. Por ejemplo la división iraquí formada por doce mil hombres acantonados en Jordania, permaneció con los brazos cruzados mientras el ejército de Hussein y sus beduinos batían a los palestinos. Luego, cuando Hussein lanzó una campaña para eliminarlos de su territorio, en julio de 1971, los sirios sellaron su frontera con Jordania y no permitieron que los fedayin enviaran abastecimientos o refuerzos a sus camaradas, que libraban combates desesperados. Mientras tanto al personal militar jordano se le permitió cruzarla para recoger Land Rover y armas en Latakia, el puerto mediterráneo sirio”.

Teniendo que depender de los planes y los deseos de terceros, sin poder aplicar nunca los propios, sintiéndose cínicamente utilizados, las más de las veces, por gobiernos árabes que hacían del tema de Palestina un elemento de diversión de cara a sus problemas internos, los guerrilleros palestinos no lograron cosechar los triunfos que esperaban. Estos hechos, unidos a las condiciones geográficas y naturales de su zona de acción, les impidieron cobrar alas.
Al lado de estos factores, de tipo externo, contra el movimiento armado palestino ha venido actuando el de su propia división interior que hizo que no se lograse nunca ni un comando unificado, ni una dirección política solidaria ni, tampoco, una cohesión a la hora de recibir refuerzos y de canalizar voluntades dispuestas a ayudarles. Todos los intentos abordados sobre la senda de la imprescindible unidad se demostraron baldíos y ni tan siquiera pudo conseguirse un atisbo de ella en los momentos más difíciles.




BALANCE



En estos momentos, y como he dicho al principio, el futuro se les muestra oscuro a los fedayin. Egipto arrojó la toalla, frente a Israel, y los palestinos han pasado a convertirse en la bestia negra de la Prensa egipcia. Siria se hizo responsable de colusión con las milicias cristiano derechistas durante la guerra civil del Líbano, y la intervención de su ejército fue decisiva en contra de los intereses palestinos. En Jordania, y aunque el rey Hussein ha suavizado su posición, los pasos de los palestinos son vigilados muy de cerca y no se les consiente desplegar labor alguna, ni tan siquiera sobre el plano político. En el Líbano la reconstrucción del ejército nacional y la ocupación del sur por los cascos azules, cristianos derechistas y tropas judías les han hecho el aire poco menos que irrespirable a los fedayin.
Quedan, desde luego, países dispuestos a ayudarles pero uno de ellos, el Iraq, se encuentra lejos, otro, el Yemen del Sur, no cuenta, otro más, Libia, tampoco se halla próximo, y un cuarto país, Argelia, ha preferido hacer su propia guerra en el Sahara dejando para mejor ocasión la tan traída como llevada “Liberación de Palestina…”
En estas circunstancias, qué duda cabe, las esperanzas han de ser necesariamente, mínimas. Mínimas sobre el pueblo que, en palabras de un poeta de la Resistencia, fue crucificado con un clavo judío… y dos provenientes de sus hermanos árabes…









Fin de este episodio. Si por algo he de brindar este fin de año será por esas últimas imagenes, por esos buenos pensamientos, por un buen deseo, por algo que nos dignifique como condición humana.
Estimados saludos festivos amigos!:cheers2:

 

Rumplestilskin

Colaborador
Colaborador
Vicente Talon es un hombre muy conocedor de Oriente Medio, y alguien que no toca de oído como otros muchos periodistas, pero cojeaba de lado palestino. Y uso el verbo en pasado, porque en 1978, era más fácil hacerlo, la OLP aún tenía sus ideales.

Pero cuando no te quieren los israelíes, ni los egipcios, ni los jordanos, ni los libaneses, ni los sirios, ni, en definitiva, nadie que tenga contacto contigo (solo te sonríen, y poco más, los que te miran de lejos), es hora de preguntarte si el problema, o al menos la mayor parte del mismo, no eres tú.
 
Resultó fuerte la otra imagen? A mí me resultó fuerte, pero igual la colgué, ojo sin intención de jodere a nadie, si editaste el post Finback me parece bien, pero igual sería bueno en estos casos saberlo antes. No piensen que retoqué imagen, hice otras locuras, pero en esto no.
Bueno, luego seguiré la temática u otras mientras pueda. Voy a cenar algo. Les deseo a todos buenos augurios para el 2011!!!!!:grouphug::cheers2:

PD: Rumple, ciertamente, don Vicente a veces resulta algo tendencioso. Pero hay que darle crédito, por algo las pasó de un pelo cada misión...
 

Leutnant

Colaborador
Colaborador
Hay que tener ganas de darse, ¿no?
Debe ser horrible vivir en condición de guerra por decadas. Por ahí llegan imágenes fortísimas de Palestina, Franja de Gaza, Israel... y uno dice: "Qué salvajes! ¿cómo podrían hacer algo así?". Y después, al llegar a la conclusión de que hay que vivirlo para comprender lo que hacen, uno cae en cuenta de lo inutil que es la buena voluntad cuando no se quiere llegar a ningún lado.
En fín.


Saludos!!!
 
LA GUERRA QUE NO CESA...

LA GUERRA QUE NO CESA
Por Arturo Perez-Reverte
(Conocido corresponsal de guerra por muchos años en uno de sus tantos trabajos dedicados a la compleja crisis en Medio Oriente. Hoy el corresponsal es también un muy reconocido novelista y ensayista. Este artículo crítico y equilibrado viene a colación del anterior que inicia el presente post, no quería omitirlo. Aparecido en Defensa Internacional un julio de 1978 y tan actual como hoy…).


“Cuando al amanecer del pasado 15 de marzo de 1978, 25.000 soldados israelíes invadieron la región sudlibanesa de Arkub – más conocida por Fatahland o tierra de Al-Fatah -, adueñándose temporalmente de 25.000 kilómetros cuadrados de territorio, Tel-Aviv justificó la operación como medio para “cortar para siempre el brazo armado palestino”. Pero, en realidad, el resultado de la acción desencadenada por el Gobierno judío significaba la aniquilación, en el breve plazo de unas horas, de las largas y delicadas gestiones diplomáticas que Egipto y Estados Unidos llevan a cabo con Israel para el logro de un acuerdo global de paz en la zona”.



Hoy, casi tres meses después, cuando su ejército ha abandonado ya, tras convertirla casi en “tierra quemada”, la mayor parte del territorio libanés ocupado, Israel deja tras de sí, al sur del río Litani, una zona de inevitable enfrentamiento entre palestinos y fuerzas de las Naciones Unidas. Los cascos azules llegados al sector para evitar choques armados entre judíos y palestinos, se encuentran, en palabras de un oficial paracaidista francés, “como quien planta el vivac en mitad de un avispero”.
El ala extremista de la Resistencia palestina, en clara oposición con los sectores moderados de la organización, se muestra dispuesta a continuar sus ataques contra el Estado sionista a pesar de la presencia de las tropas de la ONU.
Durante mi estadía en el sector de Tiro, la casualidad o la buena suerte de los periodistas me convirtieron en testigo de los violentos choques armados que enfrentaron a israelíes, palestinos y cascos azules. En compañía de los paracaidistas franceses recorrí todas las posiciones de la ONU en el sector, y allí fui sorprendido por la ola de violencia que los fedayin lanzaron contra los efectivos de la fuerza internacional. Más tarde, esta vez en compañía de una unidad palestina del FPLP, presencié una frustrada incursión contra las líneas israelíes, que terminó en azarosa retirada bajo la tajante respuesta de los cascos azules y la despiadada contestación de la artillería israelí.
Las conclusiones que extraje de este panorama no son muy alentadoras. La misión confiada a la Force Interimaire des Nations Unies au Liban (FINUL) rebasaba, en apariencia, los medios con que ésta cuenta para ponerla en práctica. La colaboración prometida por el mando supremo de la Organización para la Liberación Palestina (OLP) choca co el escollo de los grupos radicales de la Resistencia, dispuestos a proseguir sus incursiones contra el eterno enemigo sionista. Las condiciones del sector sudlibanés son extremadamente favorables para efectuar operaciones comando, infiltrándose a través de las posiciones de la FINUL. Y si la Fuerza de Pacificación llega a crear un “cordón sanitario” efectivo, los choques armados, en lugar de producirse contra Israel, tendrían lugar entre los fedayin y los cascos azules…
Porque la invasión israelí del pasado marzo, lejos de descorazonar a los guerrilleros, los ha envalentonado. Al menos eso me aseguraron altos responsables de la Resistencia. Los fedayin estiman que aquella semana de combates directos con las tropas judías ha permitido a la OLP probar sobre el terreno, con las armas en la mano, su voluntad de lucha y supervivencia. En comparación con la magnitud de medios utilizados por los judíos, las pérdidas palestinas fueron, en efecto, reducidas. Y la resistencia opuesta por los guerrilleros , reforzados por miembros de los partidos izquierdistas libaneses y voluntarios árabes, fue “sorprendente”, en palabras de los observadores. Los duros combates en las laderas del monte Hermón y en las colinas rocosas del sur produjeron, según las informaciones, pérdidas superiores a las esperadas entre los invasores israelíes.


LA ONU, ENTRE DOS FUEGOS


Todos estos factores inducen a que en el Líbano se crea que la gran incursión judía del pasado marzo apuntaba hacia objetivos más complejos que una hipotética limpieza de palestinos al sur del río Litani. Diversas personalidades con las que me entrevisté, tanto en el sur como en Beirut, la capital, coincidían en afirmar que el objeto de la operación israelí podía haber sido terminar definitivamente con las – para Tel Aviv – fastidiosas consecuencias de la iniciativa de paz del presidente Sadat de Egipto. De ella, el Gobierno sionista ha sacado ya todo el provecho posible: división del mundo árabe, reconocimiento del Estado judío, contactos directos… La operación llevada a cabo por Al Fatah el 11 de marzo en Israel, saldada con la muerte de un centenar de israelíes, proporcionó el pretexto para eludir las presiones norteamericanas en pro de la “flexibilidad” que llevase a la paz. Una paz que, debido a su alto precio, el Gobierno sionista no desea hoy por hoy.
Aparte del factor descrito, Israel ha obtenido otra ventajas importantes. En primer término, ha logrado el establecimiento de una “línea amortiguadora” de cascos azules entre él y los palestinos. En segundo término, con la destrucción sistemática de viviendas y el terror de sus bombardeos, ha empujado a un éxodo hacia el norte – Beirut – a varios miles de refugiados que agravan las tensiones interiores que existen desde la guerra civil libanesa y ponen en un aprieto a la coalición palestino-progresista, a las fuerzas cristianas, a la fuerza árabe de disuasión presente en el resto del país y a los gobiernos de Beirut y Damasco. Finalmente, con su presencia en la región sudlibanesa, Israel ha reforzado a los enclaves cristiano-conservadores existentes en la frontera desde la guerra civil, donde su jefe militar, el comandante Saad Haddad, mantiene excelentes relaciones con el Estado Mayor judío. Estos enclaves se revelarían básicos como cabeza de puente para una ofensiva de las fuerzas cristiano-libanesas en el sur del país, en caso de reanudación de la contienda.
La presencia de la FINUL en el sector, por tanto, se ve considerablemente comprometida. ¿Cuál será su actuación si los palestinos continúan las incursiones contra Israel? ¿Y si se reaviva la guerra entre derechas y palestino-izquierdistas? Sin lugar a dudas, en uno y otro caso estaría entre dos fuegos, quedando en entredicho una vez más la eficiencia de la Organización Internacional a la que representa…
Por otra parte, a pesar de su presencia en otros sectores de la conflictiva zona, la ONU nunca se había visto tan directamente comprometida en un conflicto en el cercano Oriente. A causa de ello, numerosos países, especialmente la URSS, califican la responsabilidad que la Organización ha tomado sobre ella como “excesiva” y critican, especialmente Moscú, el hecho de que el secretario general, Kurt Waldheim, haya enviado tropas francesas al Líbano, ya que la actuación ultramarina del Ejército galo, en los últimos tiempos, no puede calificarse llanamente objetiva.

LA PAZ ESTÁ LEJOS



Por otra parte, la situación se complica extraordinariamente al considerarla en el contexto del Líbano actual. Las derechas libanesas, quejosas de haber hecho una guerra civil “para nada”, desean reanudarla para terminar definitivamente con el problema palestino, que impide la vuelta a la normalidad del país. Tampoco contribuyen a suavizar este laberinto de tensiones el resentimiento que cunde entre la población cristiano-derechista del sector libanés hacia la Fuerza Árabe de Disuasión, cuyo mayor contingente lo constituye Siria, presente en el país desde el fin de la sangrienta guerra civil. La FAD, llegada para poner fin al conflicto entre palestino-izquierdistas y cristiano-derechistas-conservadores, ocupó el Líbano efectuando una separación de fuerzas que lo dividió en dos sectores. Aunque en un principio Siria apoyó a las derechas en su ofensiva contra los palestinos, el hecho de que aquéllas se colocasen bajo la protección israelí terminó alarmando a Damasco. Desde abril de 1977, Hafez Assad efectuó un prudente cambio de alianzas y volvió contra los libaneses derechistas el rigor que hasta entonces había mostrado contra los palestinos.

Hoy, especialmente tras su inclusión en el “frente de rechazo” contra las iniciativas de paz desde el Egipto de Anwar El Sadat, Siria ha estrechado sus relaciones con las organizaciones palestinas – aunque éstas mantienen su desconfianza – y con el Movimiento Nacional Libanés –izquierdista -. En el sector palestino, esto lo he comprobado personalmente, los guerrilleros se mueven a sus anchas con ostentación de material militar y controles propios. En la zona derechista, por el contrario, “los cascos verdes sirios” se conducen como un ejército de ocupación, el control y la censura se revelan más severos. Ya se han producido diversos enfrentamientos, algunos de considerable gravedad, entre derechistas y tropas sirias, incluyendo el bombardeo de barrios civiles por la artillería de la FAD.
Es cierto que una retirada del los “cascos verdes sirios” haría reavivarse automáticamente la guerra civil en el Líbano. Pero también es cierto que, en los sectores radicales derechistas, los jóvenes milicianos se intercambian información sobre las técnicas de destrucción de carros de combates callejeros, en previsión de que un día deban emplearlas contra los blindados sirios.
En el Líbano, la paz está demasiado lejos para creer en ella.





Memorable foto durante el famoso Acuerdo de Camp David, por una oportunidad para la paz, con Menahem Begin, Jimmy carter y Anwar Al, Sadat un 17 de septiembre de 1978. Ciertamente una paradoja sobre la nota de Perez-Reverte de pocos meses atrás, impensable políticamente para él como para muchos. Hoy los extraños intereses geopolíticos y económicos, y la eterna crisis de la aldea global en que vivimos le dan más trascendencia a ese instante de la foto...



Fin del artículo de Perez-Reverte, el cual, siendo corresponsal de guerra en los años colmados de situaciones críticas, concuerda e parte con su colega Vicente Talon, en cuanto a la cruel paradoja de los enfrentamientos cruzados, donde es difícil discernir quién es quién en esta eterna lucha, algunos temas como éste nos excede. Los árabes a la luz de nuestros días actuales, continúan con sus entredichos y conflictos internos de variada y compleja índole. Lo mismo podría decirse de las partes contrapuestas de una Israel en alarma constante y al pie de una guerra sin cuartel, donde los ortodoxos, tradicionalistas, nacionalistas, derechistas, izquierdistas, y liberales en pos de la paz concordada, ponen unos condimentos adicionales e impensables de cara al futuro… En ese futuro de imprevisibles consecuencias han pasado años desde el Acuerdo de Camp- David, donde Menahem Begin-Anwar Al Sadat- Jimmy Carter cimentaron un inicio de esperanza. La muerte de los viejos contrincantes, Sadat y Begin, no han hecho más que poner palos en la rueda de los luchadores por la paz. La muerte del viejo luchador en armas de la OLP, Yasser Arafat, ha dado otro puntazo de gracia al eterno conflicto.
Vale decir que faltarán datos, crónicas, personajes destacables e imágenes de una época crucial que nos llega hasta hoy, así, tan actual, tan cíclica como la historia misma, como un marco con la tela en blanco que espera… Sólo pretendo exponer a ustedes, en el foro, relatos y reflexiones de algunos corresponsales de guerra en la zona caliente, que si bien algunos criticarán o tildarán de una tendencia o de otra, y, sin embargo, para mí, la objetividad en el mundo de ayer, de hoy, de siempre, no es, no puede ser imparcial, porque como se ha leído y oído alguna que otra vez, así es la guerra, así es la vida, así nosotros…

Fin de otro episodio.
PD: Que el dolor de los que luchan, que madres que esperan lo indecible, que los hijos de los caídos de este mundo de locos, que el reflejo de esos ancianos sobrevivientes no opaque sus ojos que contemplan el ciclo del tiempo, aunque sus incontables arrugas les digan a los jóvenes el porqué de pasiones ocultas, y les dejen la sabiduría exacta del instante vivido e irrepetible… Por algo el cielo en el desierto es tan profundo, tan vital, tan remoto…


Estimados saludos festivos! Por nuestros anhelos!
Sinceramente Walter Berger

 
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