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Colaborador
Sigo con el material que desempolvé, y pido disculpas si es todo sobre Unidades Brits, pero es lo que hay, y creo que sirve para el debate y para verlo, aunque sea desagradable tal vez, desde el bando opuesto
PARACAIDISTAS EN LAS MALVINAS
(Trascripción textual del artículo publicado en el fascículo 5, Tomo I, de la Colección Cuerpos de Elite, de la Editorial Sudamericana Planeta, Año 1986)
La primera y más sangrienta acción terrestre en la guerra de las Malvinas fue llevada a cabo por el 2º de Paracaidistas cuando asaltaron Darwin y Pradera del Ganso (Goose Green) (Pradera del Ganso). En un decidido ataque, 450 hombres del batallón redujeron a la resistencia argentina.
Un fogonazo luminoso en el cielo por el oeste, seguido por el estampido del cañón de 4,5 pulgadas del buque Arrow, avisó a los hombres del 2º de Paracaidistas que eran las 6,30 horas del 28 de mayo de 1982 de que la batalla de Pradera del Ganso (Goose Green) había empezado. El 2º de Paracaidistas había recibido órdenes de trasladarse hacia el sur desde sus posiciones de Monte Sussex – guardando la cabeza de playa de San Carlos – para expulsar a las fuerzas argentinas de Pradera del Ganso (Goose Green) y asegurar su importante aeródromo. Los informes de reconocimiento habían sugerido que la fuerza argentina no pasaba de un batallón, pero, como los hechos se encargaron de demostrar, esto estaba bastante lejos de ser verdad y el 2º de Paracaidistas se vio obligado a emplearse a fondo.
Los Sargentos Hunt y Squires ajustan un visor nocturno en un fusil de Francotirador L42 A1, durante el viaje hacia el Atlántico Sur.
La fuerza real del 2º de Paracaidistas residía en la profesionalidad y determinación de sus soldados; cada hombre – ya fuera oficial o de otra graduación – era un voluntario y había sufrido un proceso de adiestramiento y selección excepcionalmente duro antes de que se les permitiera llevar la codiciada boina roja de paracaidista. En el curso de su entrenamiento y su posterior vida en el 2º de Paracaidistas, la relación entre oficial y soldado es más estrecha de lo corriente que en el resto del Ejército. La proximidad física necesaria antes de los saltos en paracaídas – cada hombre debe comprobar el equipo del que tiene delante – han ayudado a crear un respeto mutuo difícil de encontrar en otros regimientos.
Pese a lo riguroso del entrenamiento de los paracaidistas, no eran otra cosa que tropas inexpertas cuya iniciación en el combate de infantería iba a ser un asalto nocturno. Se enfrentaban con un enemigo desconocido y no probado; tenían una información poco precisa sobre su localización y sus efectivos, y pensaban realizar un ataque a más de 25 Km. de cualquier fuerza amiga, con poco apoyo por el fuego.
El Mayor Dair Farrar Hockley, al frente de la Compañía A, inició la batalla terrestre a las 6,35 horas y, después de una breve lucha, su Compañía tomó Burntside House, una gran construcción a la izquierda del eje de avance del Batallón. El ataque contra Burntside House fue la señal para que la Compañía B, mandada por el Mayor John Crosland, empezara su ataque contra las defensas argentinas a la derecha de la ruta de avance del Batallón. La Compañía D (bajo el mando del Mayor Phil Neame) actuaba como de reserva en esta fase, permaneciendo en el centro de la línea de avance del Batallón. La Compañía C actuaba como equipo de reconocimiento armado para el 2º de Paracaidistas y como tal había conducido el avance desde Monte Sussex y preparado el camino para el asalto principal sobre Darwin y Pradera del Ganso (Goose Green). La Compañía C, con efectivos aproximados igual a la mitad de una Compañía de fusiles de 100 hombres, quedaba a la espalda de las Compañías A, B y D en las etapas iniciales, dispuesta a explotar las ventajas tácticas que se produjeran o a repeler un posible contraataque argentino. La Compañía de Apoyo – armada con fusiles para francotiradores, ametralladoras, morteros y misiles contracarro Milan – se desplegó al otro lado de la Ensenada de Camilla con la misión de prestar un apoyo directo a las compañías de fusiles a medida que el Batallón fuera avanzando por el istmo hacia el sur.
Los "Paras" avanzando, agobiados bajo el peso de sus equipos
Los paracaidistas de la Compañía B iniciaron su avance a las 7,10. Los argentinos atrincherados a su izquierda empezaron a abrir fuego, al que respondieron con granadas de fósforo blanco, que resultaron ser un arma mortífera cuando se arroja en una trinchera, ya que las quemaduras causadas por el fósforo son terribles. La Compañía B avanzó rápidamente.
En el centro del avance, la Compañía D fue alcanzada por el puesto de mando del Batallón y su Jefe, el Coronel “H” Jones. Anteriormente, la Compañía D había perdido el contacto, recuperándolo cuando la Compañía B empezó a avanzar. Sin embargo todo el ataque se produjo con retraso con respecto a lo previsto, debido a la feroz resistencia argentina, a las dificultades de orientación y a la escasa visibilidad. En consecuencia, “H” insistió en que la Compañía D siguiera adelante lo más rápidamente posible.
La Compañía D comenzó a avanzar cuando, repentinamente, empezó a recibir un fuego intensivo desde su derecha. El puesto de mando del Batallón también estaba en la línea de fuego por lo que se cubrió lo mejor que pudo en las ondulaciones del terreno. Mientras la Compañía D se enfrentaba con el enemigo, el buque Arrow, responsable de casi todo el apoyo artillero, informaba por radio al puesto de mando del Batallón que su cañón de 4,5 pulgadas se había averiado. El único apoyo artillero que quedaba procedía de los cañones ligeros y dos morteros montados en la estancia de Camilla, que contaba con poca munición.
El fuego artillero argentino llovía ahora sobre las posiciones británicas con considerable precisión, pero afortunadamente para los paracaidistas, el terreno húmedo del campo de batalla absorbía el impacto de los proyectiles argentinos y reducía el poder mortífero de la metralla. Esta fue más que cualquier otra causa de las relativamente pocas bajas sufridas por el 2º de Paracaidistas.
Uno de los morteros de 120 mm que estuvieron a punto de detener el avance del 2º Para. Al fondo se observa Pradera del Ganso/Pradera del Ganso (Goose Green)
La Compañía D forzó su ataque, aunque la proximidad de la Compañía B – que estaba a poca distancia por delante – hacía necesario tener precaución al responder al fuego del enemigo. Durante este asalto murieron tres paracaidistas (los primeros de toda la batalla) mientras que otros sufrieron heridas de bala y quemaduras por fósforo. Todas la bajas fueron dejadas allí donde cayeron hasta que las circunstancias permitieron ocuparse de ellos. La razón de esto era muy sencilla: si un hombre caía, el Batallón perdería un segundo hombre si alguien se detenía a ayudarle. Esto no era una práctica desalmada: era la única forma de que una fuerza ligera como una Unidad Paracaidista tuviera alguna esperanza de sobrevivir en el campo de batalla. Uno de los hombres, el Soldado Fletcher, se paró para ayudar a un compañero caído, el Cabo Cork, y la misma ametralladora que había alcanzado a su amigo le mató a él.
Hacia las 9,00 dejó de llover, aunque el cielo seguía estando cubierto, permaneciendo así el resto del día. La Compañía D terminó de limpiar la zona de enemigos y la Compañía A recibió órdenes de pasar junto a ellos y avanzar hacia Darwin, un kilómetro más adelante y oculta a la vista por una pequeña colina. El fuego argentino se hizo más intenso y los soldados buscaron refugio donde pudieron, bien en trincheras capturadas a los argentinos o simplemente tendiéndose en oquedades naturales. Un proyectil cayó exactamente entre el Comandante en Jefe y su ayudante, pero no hizo explosión: “por suerte utilizan una munición pésima”, fue el lacónico comentario de “H”.
Por la derecha, la Compañía B avanzó a lo largo de un valle poco profundo hacia los setos de espino donde estaban las ruinas de Boca House. En su avance al descubierto por la ladera, todos los pelotones de la Compañía B estuvieron bajo el fuego enemigo al mismo tiempo. Cada pelotón intentó retroceder hasta la cresta de la colina que acababan de dejar atrás o resguardarse en cualquier accidente del terreno que pudieran encontrar.
En ese momento, la Compañía A también estaba en apuros. Al aproximarse a la colina Darwin, vieron unas figuritas moviéndose por las laderas. En un principio se pensó que eran habitantes del lugar, pero cuando la llamada de un soldado fue respondida en español ambas partes se reconocieron simultáneamente. El pelotón de paracaidistas que iba a la cabeza, seguido por el resto de la compañía, corrió hacia la colina en un intento de tomar la posición por sorpresa. Cayeron bajo un nutrido fuego que se abrió contra ellos desde refugios bien emplazados a lo largo de la cima de la colina. Cinco paracaidistas cayeron antes de que la Compañía pudiera encontrar resguardo en una accidentada zanja que corría por un lado de la colina. La Compañía A estaba ahora verdaderamente prendida con alfileres y todos los intentos por destruir los refugios enemigos con granadas y cohetes LAW de 66 mm fallaron. Los paracaidistas, que saltaron a la zanja con las balas de ametralladora silbando por encima de ellos, casi no podían moverse de allí.
Un Infante de Marina agregado al 2º Para (actuaba de enlace entre éste y el apoyo de fuego naval), se resguarda del nutrido fuego argentino.
Tanto la Compañía A como la B estaban ahora en serios apuros, pero como la lengua de tierra sobre la que se asientan Pradera del Ganso (Goose Green) y Darwin es tan estrecha, no parecía haber oportunidad de utilizar la Compañía D para intentar rodear las posiciones argentinas. Por ello se ordenó a la Compañía D que se mantuviera en reserva. Estaba claro que el tiempo estaba jugando a favor de los argentinos. La munición de los Paracaidistas estaba empezando a escasear y había pocas posibilidades de seguir avanzando, los heridos iban en aumento, el apoyo artillero virtualmente había dejado de existir y no se podía dar apoyo aéreo porque el mal tiempo imperante en el mar impedía volar a los Harriers. Los argentinos pudieron motar operaciones aéreas y la retaguardia del 2º de Paracaidistas fue atacado por tres aviones Pucará a las 11,55.
El Coronel Jones y su puesto de mando avanzó poco a poco bajo un nutrido fuego hasta la posición de la Compañía A. El Coronel sabía que había que recobrar el impulso del ataque, pero otro nuevo intento en la colina cobró la vida de un Cabo y dos Oficiales, bajo una tormenta de fuego los hombres de la Compañía A se vieron forzados a retroceder hasta el punto del que habían partido. Fue durante este ataque que “H” y su grupo se desplazaron hacia la derecha, y mientras las tropas enemigas hostilizaban a la Compañía A, el Coronel inició su propio asalto, siendo alcanzado y mortalmente herido. Lejos de bajar la moral de los paracaidistas, el sacrificio de “H” Jones infundió en sus hombres una nueva decisión: la Compañía A atacó encarnizadamente de nuevo y esta vez consiguió abrirse camino a través de las líneas argentinas, conquistando toda la posición.
El Teniente Coronel "H" Jones
Tras la muerte del Comandante en Jefe del Batallón, tomó el mando el Segundo Jefe, el Mayor Chris Keeble. Avanzó hasta la colina Darwin y habló por radio con el Comandante Neame, para saber que pensaba él que podía hacer la Compañía D. Neame había descubierto un acantilado bajo a lo largo de la costa de Boca House y como todavía no era la hora de pleamar, pensaba que podría hacer avanzar a su Compañía a cubierto del acantilado para flanquear las posiciones argentinas sin ser vista. Keeble le ordenó seguir adelante con ese plan mientras la Compañía B mantenía ocupados a los argentinos con fuego de amas ligeras.
La Compañía B había recibido una importante ayuda procedente de la Compañía de Apoyo: los misiles contracarro Milan. Fueron emplazados en varios puntos y comenzaron a atacar las posiciones enemigas. La eficacia del Milan era asombrosa: un misil tras otro iban a estrellarse contra las fortificaciones enemigas, y el fuego argentino pronto empezó a debilitarse, por lo que la Compañía B pudo empezar a moverse de nuevo hacia posiciones desde las que pudiera asaltar directamente al enemigo.
El final llegó rápidamente: cuando la Compañía D irrumpió desde la playa y la Compañía B continuó vomitando fuego en las trincheras, los argentinos, aislados y sin posibilidades de ayuda, fueron reducidos y la posición fue tomada.
Oficiales con SLR planean las fases finales de la batalla. Cerca de ellos, las camillas vacías (aún)
Casi sin detenerse, la Compañía D siguió avanzando por la izquierda por un valle poco profundo, pero lo suficiente para ocultarse de las fuerzas enemigas en el campo de aviación. Su objetivo era el edificio de la escuela de Pradera del Ganso (Goose Green) y eventualmente el aeródromo. Esto dejaría a los paracaidistas en una posición cercana a la colonia. La Compañía B inició un amplio movimiento hacia el sur que la llevaría a pasar por la derecha del aeródromo, para torcer después hacia la izquierda rodeando el aeródromo en semicírculo a través del istmo hasta que se aproximaron a la colonia desde el sur.
Por detrás, en la colina Darwin, la Compañía A había asegurado su posición y limitado la zona de Darwin. Mientras el grueso de la Compañía consolidaba su defensa y otras tropas agrupaban a los prisioneros, se destacó una Sección para reunirse con la Compañía C, que en ese momento avanzaba por la larga y suave pendiente que conducía al campo de aviación y a Pradera del Ganso (Goose Green). Los “Toms” creían estar ante una escena de la Primera Guerra Mundial, con una extensa línea de soldados que avanzaban por un terreno tan liso como un campo de fútbol.
De repente, algunos paracaidistas descubrieron a algunos argentinos que corrían por el campo de aviación. Entonces se dieron cuenta de la clase de armas hacia las que corría el enemigo, y en seguida oyeron el estruendo ensordecedor y vieron las líneas luminosas de los proyectiles trazadores, ya que los cañones antiaéreos del aeródromo empezaron a vomitar un chorro de fuego de grueso calibre sobre los británicos. A los cañones automáticos bitubo Rheinmetal de 20 mm del aeródromo, pronto se unieron los de 35 mm que había en el propio Pradera del Ganso (Goose Green). Los hombres del puesto de mando de Keeble, situados detrás de la colina Darwin, se arrojaron frenéticamente al suelo cuando comenzaron a pasar junto a ellos los proyectiles de alto explosivo.
Los hombres de la Compañía D, resguardados del aeródromo, estaban relativamente a salvo del fuego de los antiaéreos, pero cuando se aproximaron al edificio de la escuela se vieron bajo un nutrido fuego, procedente tanto de la escuela como del borde de la base aérea. En seguida se produjo un vivo tiroteo, llegando poco después la Compañía C. El edificio de la escuela se incendió y, como contenía una gran cantidad de munición, ardió rápidamente.
Terminada la lucha en los alrededores de la escuela y completada la maniobra de la Compañía B por el sur de la posición, los hombres del 2º de Paracaidistas podían respirar algo más tranquilos. Sin embargo, la artillería argentina todavía estaba en acción, así como su valiente Fuerza Aérea. Dos Skyhawks A – 4 hicieron rápidas pasadas utilizando su cañón contra las Compañías B y D, aunque uno de ellos fue alcanzado por el fuego ligero; un segundo ataque fue desencadenado por aviones Pucará, uno de los cuales fue derribado por un destacamento de Infantería de Marina que actuaba en apoyo del 2º de Paracaidistas.
Uno de los cañones de 35 mm capturados
Finalmente fue posible un ataque de los Harriers y por primera vez en aquel día los hombres del 2º de Paracaidistas tuvieron la sensación de que había alguien más combatiendo a su lado. Alrededor de la 19,30 – cuando ya empezaba a anochecer – tres Harriers atacaron las posiciones enemigas con bombas cuyas explosiones retumbaron en el campo de batalla. Muy poco antes de que se hiciera de noche, el fuego disminuyó, aunque hubo otro Pucará que hizo una pasada arrojando napalm sobre la Compañía D. Fue un ataque temerario; todos los cañones apuntaron contra el avión que inmediatamente quedó fuera de control.
En el último esfuerzo para derrotar al 2º de Paracaidistas, el enemigo envió refuerzos en helicópteros y empezó a situarlos a un kilómetro al sur de la colonia. La Compañía B se movió para evitar esto, mientras que el fuego artillero de los cañones emplazados en la ensenada de Camilla consiguió dispersar pronto a los argentinos.
Al caer la noche del 28, también el fuego de cañón fue apagándose en el campo de batalla. El Mayor Keeble ordenó que no se disparara si no era necesario. Quería dar a los argentinos tiempo para que pensaran en un ultimátum de abandono de la lucha negociado diplomáticamente, que les había enviado por medio de dos prisioneros, los cuales deberían regresar enarbolando una bandera blanca no más tarde de las 8,30 – hora local – del día siguiente.
A las 8,25 se presentaron los prisioneros enarbolando la bandera blanca; se aceptaba la rendición. A costa de la pérdida de 15 hombres muertos y 30 heridos, el 2º de Paracaidistas había cumplido su misión. El material capturado incluía cuatro obuses de 105 mm, dos cañones antiaéreos de 35 mm, seis cañones antiaéreos de 20 mm, seis morteros de 120 mm y dos aviones Pucará inutilizados.
Gráfico del terreno y los desplazamientos del 2º Batallón de Paracaidistas
Paracaidista del 2º Batallón de Paracaidistas, Pradera del Ganso (Goose Green), 1982
El uiforme básico consta de guerrera y pantalón, confeccionados en material resistente, junto con guantes de combate negros y coreaje de tela. Otros elementos incluyen polainas cortas y un pañuelo llevado como bufande.
Este soldado lleva un casco de plástico reforzado con fibra de vidrio, modelo paracaidista cubierto con tela mimética. va armado con el fusil de asalto L1A1 de 7,62 mm, el cual era un desarrollo del FN FAL. a pesar de esto, los británicos se sorprendieron con los FAL argentinos, dotados de mejor sistema de retroceso, capacidad de fuego automático y culata rebatible, en algunos casos.
PD: Perdón por la calidad de las fotos, pero tras que son escaneadas, la compaginación de la revista es un desastre, y el imageshack anda para el traste..
Ojalá les agrade
Un abrazo
PARACAIDISTAS EN LAS MALVINAS
(Trascripción textual del artículo publicado en el fascículo 5, Tomo I, de la Colección Cuerpos de Elite, de la Editorial Sudamericana Planeta, Año 1986)
La primera y más sangrienta acción terrestre en la guerra de las Malvinas fue llevada a cabo por el 2º de Paracaidistas cuando asaltaron Darwin y Pradera del Ganso (Goose Green) (Pradera del Ganso). En un decidido ataque, 450 hombres del batallón redujeron a la resistencia argentina.
Un fogonazo luminoso en el cielo por el oeste, seguido por el estampido del cañón de 4,5 pulgadas del buque Arrow, avisó a los hombres del 2º de Paracaidistas que eran las 6,30 horas del 28 de mayo de 1982 de que la batalla de Pradera del Ganso (Goose Green) había empezado. El 2º de Paracaidistas había recibido órdenes de trasladarse hacia el sur desde sus posiciones de Monte Sussex – guardando la cabeza de playa de San Carlos – para expulsar a las fuerzas argentinas de Pradera del Ganso (Goose Green) y asegurar su importante aeródromo. Los informes de reconocimiento habían sugerido que la fuerza argentina no pasaba de un batallón, pero, como los hechos se encargaron de demostrar, esto estaba bastante lejos de ser verdad y el 2º de Paracaidistas se vio obligado a emplearse a fondo.
Los Sargentos Hunt y Squires ajustan un visor nocturno en un fusil de Francotirador L42 A1, durante el viaje hacia el Atlántico Sur.
La fuerza real del 2º de Paracaidistas residía en la profesionalidad y determinación de sus soldados; cada hombre – ya fuera oficial o de otra graduación – era un voluntario y había sufrido un proceso de adiestramiento y selección excepcionalmente duro antes de que se les permitiera llevar la codiciada boina roja de paracaidista. En el curso de su entrenamiento y su posterior vida en el 2º de Paracaidistas, la relación entre oficial y soldado es más estrecha de lo corriente que en el resto del Ejército. La proximidad física necesaria antes de los saltos en paracaídas – cada hombre debe comprobar el equipo del que tiene delante – han ayudado a crear un respeto mutuo difícil de encontrar en otros regimientos.
Pese a lo riguroso del entrenamiento de los paracaidistas, no eran otra cosa que tropas inexpertas cuya iniciación en el combate de infantería iba a ser un asalto nocturno. Se enfrentaban con un enemigo desconocido y no probado; tenían una información poco precisa sobre su localización y sus efectivos, y pensaban realizar un ataque a más de 25 Km. de cualquier fuerza amiga, con poco apoyo por el fuego.
El Mayor Dair Farrar Hockley, al frente de la Compañía A, inició la batalla terrestre a las 6,35 horas y, después de una breve lucha, su Compañía tomó Burntside House, una gran construcción a la izquierda del eje de avance del Batallón. El ataque contra Burntside House fue la señal para que la Compañía B, mandada por el Mayor John Crosland, empezara su ataque contra las defensas argentinas a la derecha de la ruta de avance del Batallón. La Compañía D (bajo el mando del Mayor Phil Neame) actuaba como de reserva en esta fase, permaneciendo en el centro de la línea de avance del Batallón. La Compañía C actuaba como equipo de reconocimiento armado para el 2º de Paracaidistas y como tal había conducido el avance desde Monte Sussex y preparado el camino para el asalto principal sobre Darwin y Pradera del Ganso (Goose Green). La Compañía C, con efectivos aproximados igual a la mitad de una Compañía de fusiles de 100 hombres, quedaba a la espalda de las Compañías A, B y D en las etapas iniciales, dispuesta a explotar las ventajas tácticas que se produjeran o a repeler un posible contraataque argentino. La Compañía de Apoyo – armada con fusiles para francotiradores, ametralladoras, morteros y misiles contracarro Milan – se desplegó al otro lado de la Ensenada de Camilla con la misión de prestar un apoyo directo a las compañías de fusiles a medida que el Batallón fuera avanzando por el istmo hacia el sur.
Los "Paras" avanzando, agobiados bajo el peso de sus equipos
Los paracaidistas de la Compañía B iniciaron su avance a las 7,10. Los argentinos atrincherados a su izquierda empezaron a abrir fuego, al que respondieron con granadas de fósforo blanco, que resultaron ser un arma mortífera cuando se arroja en una trinchera, ya que las quemaduras causadas por el fósforo son terribles. La Compañía B avanzó rápidamente.
En el centro del avance, la Compañía D fue alcanzada por el puesto de mando del Batallón y su Jefe, el Coronel “H” Jones. Anteriormente, la Compañía D había perdido el contacto, recuperándolo cuando la Compañía B empezó a avanzar. Sin embargo todo el ataque se produjo con retraso con respecto a lo previsto, debido a la feroz resistencia argentina, a las dificultades de orientación y a la escasa visibilidad. En consecuencia, “H” insistió en que la Compañía D siguiera adelante lo más rápidamente posible.
La Compañía D comenzó a avanzar cuando, repentinamente, empezó a recibir un fuego intensivo desde su derecha. El puesto de mando del Batallón también estaba en la línea de fuego por lo que se cubrió lo mejor que pudo en las ondulaciones del terreno. Mientras la Compañía D se enfrentaba con el enemigo, el buque Arrow, responsable de casi todo el apoyo artillero, informaba por radio al puesto de mando del Batallón que su cañón de 4,5 pulgadas se había averiado. El único apoyo artillero que quedaba procedía de los cañones ligeros y dos morteros montados en la estancia de Camilla, que contaba con poca munición.
El fuego artillero argentino llovía ahora sobre las posiciones británicas con considerable precisión, pero afortunadamente para los paracaidistas, el terreno húmedo del campo de batalla absorbía el impacto de los proyectiles argentinos y reducía el poder mortífero de la metralla. Esta fue más que cualquier otra causa de las relativamente pocas bajas sufridas por el 2º de Paracaidistas.
Uno de los morteros de 120 mm que estuvieron a punto de detener el avance del 2º Para. Al fondo se observa Pradera del Ganso/Pradera del Ganso (Goose Green)
La Compañía D forzó su ataque, aunque la proximidad de la Compañía B – que estaba a poca distancia por delante – hacía necesario tener precaución al responder al fuego del enemigo. Durante este asalto murieron tres paracaidistas (los primeros de toda la batalla) mientras que otros sufrieron heridas de bala y quemaduras por fósforo. Todas la bajas fueron dejadas allí donde cayeron hasta que las circunstancias permitieron ocuparse de ellos. La razón de esto era muy sencilla: si un hombre caía, el Batallón perdería un segundo hombre si alguien se detenía a ayudarle. Esto no era una práctica desalmada: era la única forma de que una fuerza ligera como una Unidad Paracaidista tuviera alguna esperanza de sobrevivir en el campo de batalla. Uno de los hombres, el Soldado Fletcher, se paró para ayudar a un compañero caído, el Cabo Cork, y la misma ametralladora que había alcanzado a su amigo le mató a él.
Hacia las 9,00 dejó de llover, aunque el cielo seguía estando cubierto, permaneciendo así el resto del día. La Compañía D terminó de limpiar la zona de enemigos y la Compañía A recibió órdenes de pasar junto a ellos y avanzar hacia Darwin, un kilómetro más adelante y oculta a la vista por una pequeña colina. El fuego argentino se hizo más intenso y los soldados buscaron refugio donde pudieron, bien en trincheras capturadas a los argentinos o simplemente tendiéndose en oquedades naturales. Un proyectil cayó exactamente entre el Comandante en Jefe y su ayudante, pero no hizo explosión: “por suerte utilizan una munición pésima”, fue el lacónico comentario de “H”.
Por la derecha, la Compañía B avanzó a lo largo de un valle poco profundo hacia los setos de espino donde estaban las ruinas de Boca House. En su avance al descubierto por la ladera, todos los pelotones de la Compañía B estuvieron bajo el fuego enemigo al mismo tiempo. Cada pelotón intentó retroceder hasta la cresta de la colina que acababan de dejar atrás o resguardarse en cualquier accidente del terreno que pudieran encontrar.
En ese momento, la Compañía A también estaba en apuros. Al aproximarse a la colina Darwin, vieron unas figuritas moviéndose por las laderas. En un principio se pensó que eran habitantes del lugar, pero cuando la llamada de un soldado fue respondida en español ambas partes se reconocieron simultáneamente. El pelotón de paracaidistas que iba a la cabeza, seguido por el resto de la compañía, corrió hacia la colina en un intento de tomar la posición por sorpresa. Cayeron bajo un nutrido fuego que se abrió contra ellos desde refugios bien emplazados a lo largo de la cima de la colina. Cinco paracaidistas cayeron antes de que la Compañía pudiera encontrar resguardo en una accidentada zanja que corría por un lado de la colina. La Compañía A estaba ahora verdaderamente prendida con alfileres y todos los intentos por destruir los refugios enemigos con granadas y cohetes LAW de 66 mm fallaron. Los paracaidistas, que saltaron a la zanja con las balas de ametralladora silbando por encima de ellos, casi no podían moverse de allí.
Un Infante de Marina agregado al 2º Para (actuaba de enlace entre éste y el apoyo de fuego naval), se resguarda del nutrido fuego argentino.
Tanto la Compañía A como la B estaban ahora en serios apuros, pero como la lengua de tierra sobre la que se asientan Pradera del Ganso (Goose Green) y Darwin es tan estrecha, no parecía haber oportunidad de utilizar la Compañía D para intentar rodear las posiciones argentinas. Por ello se ordenó a la Compañía D que se mantuviera en reserva. Estaba claro que el tiempo estaba jugando a favor de los argentinos. La munición de los Paracaidistas estaba empezando a escasear y había pocas posibilidades de seguir avanzando, los heridos iban en aumento, el apoyo artillero virtualmente había dejado de existir y no se podía dar apoyo aéreo porque el mal tiempo imperante en el mar impedía volar a los Harriers. Los argentinos pudieron motar operaciones aéreas y la retaguardia del 2º de Paracaidistas fue atacado por tres aviones Pucará a las 11,55.
El Coronel Jones y su puesto de mando avanzó poco a poco bajo un nutrido fuego hasta la posición de la Compañía A. El Coronel sabía que había que recobrar el impulso del ataque, pero otro nuevo intento en la colina cobró la vida de un Cabo y dos Oficiales, bajo una tormenta de fuego los hombres de la Compañía A se vieron forzados a retroceder hasta el punto del que habían partido. Fue durante este ataque que “H” y su grupo se desplazaron hacia la derecha, y mientras las tropas enemigas hostilizaban a la Compañía A, el Coronel inició su propio asalto, siendo alcanzado y mortalmente herido. Lejos de bajar la moral de los paracaidistas, el sacrificio de “H” Jones infundió en sus hombres una nueva decisión: la Compañía A atacó encarnizadamente de nuevo y esta vez consiguió abrirse camino a través de las líneas argentinas, conquistando toda la posición.
El Teniente Coronel "H" Jones
Tras la muerte del Comandante en Jefe del Batallón, tomó el mando el Segundo Jefe, el Mayor Chris Keeble. Avanzó hasta la colina Darwin y habló por radio con el Comandante Neame, para saber que pensaba él que podía hacer la Compañía D. Neame había descubierto un acantilado bajo a lo largo de la costa de Boca House y como todavía no era la hora de pleamar, pensaba que podría hacer avanzar a su Compañía a cubierto del acantilado para flanquear las posiciones argentinas sin ser vista. Keeble le ordenó seguir adelante con ese plan mientras la Compañía B mantenía ocupados a los argentinos con fuego de amas ligeras.
La Compañía B había recibido una importante ayuda procedente de la Compañía de Apoyo: los misiles contracarro Milan. Fueron emplazados en varios puntos y comenzaron a atacar las posiciones enemigas. La eficacia del Milan era asombrosa: un misil tras otro iban a estrellarse contra las fortificaciones enemigas, y el fuego argentino pronto empezó a debilitarse, por lo que la Compañía B pudo empezar a moverse de nuevo hacia posiciones desde las que pudiera asaltar directamente al enemigo.
El final llegó rápidamente: cuando la Compañía D irrumpió desde la playa y la Compañía B continuó vomitando fuego en las trincheras, los argentinos, aislados y sin posibilidades de ayuda, fueron reducidos y la posición fue tomada.
Oficiales con SLR planean las fases finales de la batalla. Cerca de ellos, las camillas vacías (aún)
Casi sin detenerse, la Compañía D siguió avanzando por la izquierda por un valle poco profundo, pero lo suficiente para ocultarse de las fuerzas enemigas en el campo de aviación. Su objetivo era el edificio de la escuela de Pradera del Ganso (Goose Green) y eventualmente el aeródromo. Esto dejaría a los paracaidistas en una posición cercana a la colonia. La Compañía B inició un amplio movimiento hacia el sur que la llevaría a pasar por la derecha del aeródromo, para torcer después hacia la izquierda rodeando el aeródromo en semicírculo a través del istmo hasta que se aproximaron a la colonia desde el sur.
Por detrás, en la colina Darwin, la Compañía A había asegurado su posición y limitado la zona de Darwin. Mientras el grueso de la Compañía consolidaba su defensa y otras tropas agrupaban a los prisioneros, se destacó una Sección para reunirse con la Compañía C, que en ese momento avanzaba por la larga y suave pendiente que conducía al campo de aviación y a Pradera del Ganso (Goose Green). Los “Toms” creían estar ante una escena de la Primera Guerra Mundial, con una extensa línea de soldados que avanzaban por un terreno tan liso como un campo de fútbol.
De repente, algunos paracaidistas descubrieron a algunos argentinos que corrían por el campo de aviación. Entonces se dieron cuenta de la clase de armas hacia las que corría el enemigo, y en seguida oyeron el estruendo ensordecedor y vieron las líneas luminosas de los proyectiles trazadores, ya que los cañones antiaéreos del aeródromo empezaron a vomitar un chorro de fuego de grueso calibre sobre los británicos. A los cañones automáticos bitubo Rheinmetal de 20 mm del aeródromo, pronto se unieron los de 35 mm que había en el propio Pradera del Ganso (Goose Green). Los hombres del puesto de mando de Keeble, situados detrás de la colina Darwin, se arrojaron frenéticamente al suelo cuando comenzaron a pasar junto a ellos los proyectiles de alto explosivo.
Los hombres de la Compañía D, resguardados del aeródromo, estaban relativamente a salvo del fuego de los antiaéreos, pero cuando se aproximaron al edificio de la escuela se vieron bajo un nutrido fuego, procedente tanto de la escuela como del borde de la base aérea. En seguida se produjo un vivo tiroteo, llegando poco después la Compañía C. El edificio de la escuela se incendió y, como contenía una gran cantidad de munición, ardió rápidamente.
Terminada la lucha en los alrededores de la escuela y completada la maniobra de la Compañía B por el sur de la posición, los hombres del 2º de Paracaidistas podían respirar algo más tranquilos. Sin embargo, la artillería argentina todavía estaba en acción, así como su valiente Fuerza Aérea. Dos Skyhawks A – 4 hicieron rápidas pasadas utilizando su cañón contra las Compañías B y D, aunque uno de ellos fue alcanzado por el fuego ligero; un segundo ataque fue desencadenado por aviones Pucará, uno de los cuales fue derribado por un destacamento de Infantería de Marina que actuaba en apoyo del 2º de Paracaidistas.
Uno de los cañones de 35 mm capturados
Finalmente fue posible un ataque de los Harriers y por primera vez en aquel día los hombres del 2º de Paracaidistas tuvieron la sensación de que había alguien más combatiendo a su lado. Alrededor de la 19,30 – cuando ya empezaba a anochecer – tres Harriers atacaron las posiciones enemigas con bombas cuyas explosiones retumbaron en el campo de batalla. Muy poco antes de que se hiciera de noche, el fuego disminuyó, aunque hubo otro Pucará que hizo una pasada arrojando napalm sobre la Compañía D. Fue un ataque temerario; todos los cañones apuntaron contra el avión que inmediatamente quedó fuera de control.
En el último esfuerzo para derrotar al 2º de Paracaidistas, el enemigo envió refuerzos en helicópteros y empezó a situarlos a un kilómetro al sur de la colonia. La Compañía B se movió para evitar esto, mientras que el fuego artillero de los cañones emplazados en la ensenada de Camilla consiguió dispersar pronto a los argentinos.
Al caer la noche del 28, también el fuego de cañón fue apagándose en el campo de batalla. El Mayor Keeble ordenó que no se disparara si no era necesario. Quería dar a los argentinos tiempo para que pensaran en un ultimátum de abandono de la lucha negociado diplomáticamente, que les había enviado por medio de dos prisioneros, los cuales deberían regresar enarbolando una bandera blanca no más tarde de las 8,30 – hora local – del día siguiente.
A las 8,25 se presentaron los prisioneros enarbolando la bandera blanca; se aceptaba la rendición. A costa de la pérdida de 15 hombres muertos y 30 heridos, el 2º de Paracaidistas había cumplido su misión. El material capturado incluía cuatro obuses de 105 mm, dos cañones antiaéreos de 35 mm, seis cañones antiaéreos de 20 mm, seis morteros de 120 mm y dos aviones Pucará inutilizados.
Gráfico del terreno y los desplazamientos del 2º Batallón de Paracaidistas
Paracaidista del 2º Batallón de Paracaidistas, Pradera del Ganso (Goose Green), 1982
El uiforme básico consta de guerrera y pantalón, confeccionados en material resistente, junto con guantes de combate negros y coreaje de tela. Otros elementos incluyen polainas cortas y un pañuelo llevado como bufande.
Este soldado lleva un casco de plástico reforzado con fibra de vidrio, modelo paracaidista cubierto con tela mimética. va armado con el fusil de asalto L1A1 de 7,62 mm, el cual era un desarrollo del FN FAL. a pesar de esto, los británicos se sorprendieron con los FAL argentinos, dotados de mejor sistema de retroceso, capacidad de fuego automático y culata rebatible, en algunos casos.
PD: Perdón por la calidad de las fotos, pero tras que son escaneadas, la compaginación de la revista es un desastre, y el imageshack anda para el traste..
Ojalá les agrade
Un abrazo