Cuenta la leyenda que el jefe de grupo de IC que iba a operar una aeronave le preguntaba al de seguridad '¿Está todo bien?'. y si este le respondía que sí, significaba que se podía 'laburar' sobre las maletas (obviamente había propina: "si nos dejás laburar hay esta guita para vos, saquemos o no saquemos nada"), si le decía que no, significaba que el pibe no se quería comprometer y generalmente no pasaba nada.
Este pacto o código entre caballeros se rompió cuando cierto presidente de la Nación metió en IC a integrantes de la barra brava de Banfield, entonces ya no importó si estaba todo bien o todo mal, se metía mano en las maletas y se procedía a moler a palos a cualquier atrevido que pusiera reparos, no solo gente de seguridad, sino a los propios compañeros que no querían chorear.
Obviamente se suspendieron las propinas.
En los 2000 y monedas, alguien muy parecido a mí (no fui yo), cierta noche vio por el ventanal que hay entre las mangas y daban a pista, como un grupo de orcos corrían a un pibe de IC que manejaba una cinta.
Como no pudieron alcanzarlo se consolaron repartiendo unos buenos cachetazos a un par de integrantes de la PSA (estaban desarmados) que mas que tener una postura de autoridad, tenían una actitud tipo "¿chicos, están perdidos?".
Les dieron para tengan, repartan y donen.
La PSA reaccionó enviando a pista un grupo antidisturbios, pibes de 2m de alto por dos de circunferencia, configurados con casco, escudo y garrotes.
A fuerza de viandazos en cabeza y lomo, les hicieron entender a los intrusos, que por su seguridad, debían abandonar el sector (los podría atropellar un tractor, ¿viste?).
La cosa mas o menos fue así: La hinchada de Lanús (creo) volvía de un partido que su equipo jugó por la sudamericana (creo), y, al descargar las maletas, los de IC (léase barra brava de Banfield), tuvieron la brillantísima idea de robarles los trapos. Cuando los de Lanús se avivaron, avisaron a los que ya estaban en el hall de arribos, y violando todos los protocolos de seguridad, se metieron de vuelta al área estéril, pasando por aduana, cinta de arribos, y por el hueco de las cintas, salieron a la zona de pista.
Para resumir, la PSA dio un ultimátum, si no aparecían los trapos, se procedería a reventar cofres de los operarios, con las sabidas consecuencias que eso implicaría.
Los trapos aparecieron lavados, planchados y con olor a chuavechito.
Pero solo son leyendas mal contadas.