1) Sensacionalismo y propaganda
Bueno, la comparación entre Guevara y Cristo es forzada, pero no es inocente.
Las apologías místicas y/o religiosas del Che son un claro síntoma del carácter metafísico del materialismo dialéctico, cuando son formuladas por ideológos marxistas; pero también son burda propaganda comercial, cada vez que las repiten los mercaderes de remeras estampadas o los vendedores de Biblias.
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2) Jesucristo, el Che Guevara y el Hombre
El asunto es que la comparación es sensacionalista deliberadamente, porque no se pretende aplicar el método comparativo a las biografías de ambos personajes, para extraer de ellas alguna clase de morfología de la historia (cómo haría Spengler, o mejor aún, un díscipulo degenerado de Spengler) ni tampoco se espera de los teóricos marxistas que concedan al Evangelio cristiano una conciencia de clase ni tampoco que reconozcan en el programa de la Revolución Cubana la necesidad de una
metanoia, fuertemente religiosa.
No. El fin que se persigue no es científico ni religioso, sino propagandístico. Se trata de reforzar la mitología progresista proponiendo una polémica falsa que permita instalar algunos supuestos. Ningún guevarista o cristiano convencido aceptaría de buena gana alguna clase de filiación ética entre el Comandante Guevara y Jesucristo. Sabemos perfectamente que el Evangelio no es formativo como lo era la Ley mosaica, sino que es regenerativo: no prescribe prohibiciones
desde afuera, sino que opera positivamente
desde dentro del Hombre. El marxismo en cambio, sigue operando desde fuera, desde las condiciones ambientales. El marxismo ortodoxo es mecanicista y reduccionista-economicista: sostiene ingenuamente que el Hombre es el mero producto de sus relaciones sociales de producción, por tanto, si cambiamos éstas, cambiamos el Hombre. Guevara intentó este proyecto y fracasó, comprendió entonces que el pueblo cubano (o generalizando, el Hombre) no es un mero reflejo platónico de la infraestructura económica. Así fue cómo el Che comenzó la búsqueda del Hombre Nuevo, un arquetipo que debía ser más orgánico y menos mecánico que el Nuevo Hombre Soviético y más colectivista que el Superhombre de Nietzche.
Hay que decir además, que el fracaso del Che (léase, del materialismo dialéctico: las "leyes naturales" de Engels, la agronomía de Lysenko, el Stanilismo, Pol-Pot, etc.) no se confunde sino que se enfatiza, cuando lo contrastamos con el Cristianismo. Jesucristo fundó una Iglesia que ya lleva más de dos mil años, y sobre cuyas bases filosóficas se ha construido el mundo occidental. No se trata, desde luego, de un mérito de Cristo, puesto que nuestro Mundo occidental no obedece -de ninguna manera- el máximo principio del amor al prójimo; y además, como decía Chesterton, el problema de la Iglesia Cristiana medieval no es que haya fracasado, sino que no se le permitió llegar hasta sus últimas consecuencias. Pero si vamos a aplicar el método comparativo, queda claro que la
metanoia cristiana ha producido hombres nuevos, ha conseguido, aunque sea parcialmente, su objetivo. De lo que no existen ni siquiera fósiles es del Nuevo Hombre Soviético, o del Hombre Nuevo guevarista en Angola o Bolivia o aún en Cuba. Los marxistas se excusan de este bochorno repitiendo el argumento paradójico de Chesteron: no puede decirse que el marxismo haya fracasado justamente porque fracasó, porque nunca se lo implementó hasta sus últimas y cabales consecuencias.
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3) El fracaso exitoso del marxismo
Debe entenderse también que el marxismo ortodoxo posee un marcado carácter historicista, denunciado entre otros por Karl Popper (en
La miseria del historicismo) y que puede definirse simplemente como la pretensión de que la historia es teleológica, es decir, nos conduce a todos (irremediablemente) hacía la sociedad comunista igualitaria y feliz, en la que serán abolidas todas las tensiones y luchas de clase. En los primeros y entusiastas años del marxismo, pues, se creía que la revolución era un hecho inminente, pero sobre todo, inevitable. El sujeto de la historia no era el Hombre, sino el Trabajo materializado. Paradójicamente, en estas predicciones optimistas no figuraban (ni por asomo) ni Rusia ni China. El que una monarquía feudal sospechosamente asiática y fundamentalmente agraria pudiera llevar a cabo el primer experimento exitoso de una teoría escrita para el proletariado obrero de las grandes ciudades industriales occidentales, es un hecho notable, cuyo mérito corresponde, en parte, a los bolcheviques y a Lenin, pero también al propio Marx. El epistemólogo húngaro Imre Lakatos lo resume muy bien en este jugoso pasaje:
En un programa de investigación progresivo, la teoría conduce a descubrir hechos nuevos hasta entonces desconocidos. Sin embargo, en los programas regresivos las teorías son fabricadas sólo para acomodar los hechos ya conocidos. Por ejemplo, ¿alguna vez ha predicho el marxismo con éxito algún hecho nuevo? Nunca. Tiene algunas famosas predicciones que no se cumplieron. Predijo el empobrecimiento absoluto de la clase obrera. Predijo que la primera revolución socialista sucedería en la sociedad industrial más desarrollada. Predijo que las sociedades socialistas estarían libres de revoluciones. Predijo que no existirían conflictos de intereses entre los países socialistas. Por tanto, las primera predicciones del marxismo eran audaces y sorprendentes, pero fracasaron. Los marxistas explicaron todos los fracasos: explicaron la elevación de los niveles de vida de la clase trabajadora creando una teoría del imperialismo; incluso explicaron las razones por las que la primera revolución socialista se había producido en un país industrialmente atrasado como Rusia. "Explicaron" los acontecimientos de Berlín en 1953, Budapest en 1956 y Praga en 1968. "Explicaron" el conflicto ruso-chino. Pero todas sus hipótesis auxiliares fueron manufacturadas tras los acontecimientos para proteger a la teoría de los hechos. El programa newtoniano originó hechos nuevos; el programa marxista se retrasó con relación a los hechos y desde entonces ha estado corriendo para alcanzarlos.
- Imre Lakatos, en
Escritos filosóficos 1
Refutada la naturaleza científica del marxismo, y anuladas por tanto sus capacidades de predicción y modelización, sólo quedaba un camino: forzar con las armas lo que no se podía obtener de la teoría. El Che Guevara es un ejemplo paradigmático de esta nueva actitiud, ya que su programa revolucionario no es obrero ni levanta barricadas en las ciudades: es campesino y hace guerrilla rural. El Foquismo, cómo se llamó esta nueva teoría revolucionaria, parte del supuesto de que "no siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución". Mucho antes, en Italia, un tal Antonio Gramsci ya había intentado unir a los obreros del norte con los campesinos del sur; y se había tomado la molestia de explicar el fortalecimiento del capitalismo invocando el concepto de
hegemonía, que es el poder material y mental que las clases dirigentes esgrimen sobre las clases subalternas. Grasmci proponía organizar la revolución desde la superestructura, desde los ámbitos culturales de la sociedad civil, gracias a la acción de los intelectuales. Pero nada de eso hay en Guevara, que tuvo que violentar los principios marxistas fundamentales para poder aplicarlos, una paradoja que ya habían experimentado Lenin y Mao, y que contó,
a posteori, con la colaboración de numerosos intelectuales que "reinterpretaron" el marxismo para que pudiera sobrevivir.
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4) El éxito de Cristo
Guevara entonces representa el fracaso exitoso de Karl Marx, de quién no fue, ciertamente, un discípulo. Convertirlo en un mártir es una forma de poetizar su destino, para no tener que admitir que triunfó en la medida en que aplicó un marxismo apócrifo, y que fracasó en la medida en que fue fiel al original.
Jesucristo en cambio no fue discípulo de nadie, sino que Él mismo fue y es el Maestro. Sus enseñanzas han perdurado, también, en una especie de fracaso exitoso. Pero aquí la relación es inversa a la anterior: la Iglesia cristiana triunfa en la medida en que se mantiene fiel al Evangelio, y fracasa en la medida en que se aleja de él.
Y esto es así porque la obra de Jesús está ya completa. El Evangelio cristiano no es una teoría cientifíica, ni pretende serlo. Es una Religión. Existen dos interpretaciones básicas de lo que significa la religión, que podemos explicar partiendo de una definición etimológica:
- Para Cicerón, el sustantivo religio proviene del verbo relegere, y significa algo así cómo "tratar con diligencia" u "observar escrupulosamente". Es decir, para Cicerón, religión significa ritual, superstición, mito.
- Para Lactancio, en cambio, religio proviene de religare, que puede traducirse como "religar", o sea, "unir fuertemente", "vincular". Para él, la religión representa la (re)unión trascendental del Hombre con Dios.
La definición pagana de Cicerón es la más aceptada comúnmente, pues se confunde fácilmente con el Culto. El Culto (la invocación de la Divinidad) es una de las dimensiones en que se manifiesta la Religión, pero sólo una: la Religión también se manifiesta en la Cultura, es decir, en toda la labor del Hombre sobre la Tierra.
Pero aceptando la definición de Lactancio, y considerando la Religión como una cualidad propia de nuestra existencia y de nuestra conciencia; decimos que la Religión opera a través de la Comunión (con Dios, con la naturaleza y con los demás hombres). Y como esa Comunión se ha roto a causa del pecado, la Religión opera entonces una Reconciliación.
Jesucristo, pues, sirve de mediador entre Dios y el Hombre, para reconciliarlos. Su muerte en la Cruz fue necesaria como expiación por los pecados cometidos por los hombres. Y si bien podemos considerar una evidente dimensión política en las circunstancias de su ejecución (su juicio estuvo plagado de irregularidades) no podemos reducir Su sacrificio a un mero asesinato político.
Y la principal razón para ello es que Jesús se hizo Hombre (encarnó) y vino a la Tierra justamente para... morir. La principal misión de Jesús en la Tierra era entregarse, voluntariamente, en obediencia al Padre, para morir en la Cruz. Esa muerte, y su posterior Resurrección, representan el éxito de Cristo. Todo lo demás (los milagros, las revindicaciones sociales, las lecturas socio-políticas) es accesorio al objetivo central.
Entiéndase bien: no estoy diciendo que la Iglesia no posea una doctrina social. Todo lo contrario. Lo que digo es que Jesús operó una Reconciliación que permite una plena Comunión, lo que a su vez permite una nueva Cultura y un nuevo Culto. El Evangelio no pretende cambiar las condiciones ambientales para crear un nuevo hombre, sino que cambia al Hombre desde dentro, y así permite la creación de nuevos cielos y nueva tierra.
Jesús pues, ha vencido. No es un pobre mártir que haya dejado la vida en defensa de una teoría científica o social. Es el Mesías.
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5) Sobre los mártires y la historia
El Che Guevara no se entregó voluntariamente a la muerte, fue vencido en combate y posteriormente ejecutado, sumariamente. Para él, haber muerto no fue un éxito, sino un fracaso.
Otro fracaso del Che es que no resucitó al tercer día. La buena noticia, no ya para él, sino para los teóricos marxistas, es que es posible resucitar a Guevara de otra forma, convirtiéndolo en un mártir de la historia.
Ni Caifás ni la CIA temían crear un mártir, sólo buscaban evitar una revuelta que amenazara sus intereses. En algún punto se equivocaron: Caifás, como Judas Iscariote, contribuyó sin saberlo al éxito del plan divino. Pero por lo demás, ni los intereses de la CIA ni los del Sanedrín se vieron inmediatamente afectados.
El Evangelio se basa en la idea de que es mejor sacrificar a uno para salvar a muchos, el marxismo parte de la tesis contraria: por eso necesita mitificar al Che.
Saludos