Un relámpago en la oscuridad: del ABC al A(P)C
Sep. 15 , 2010
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En la oscuridad nuestra vista se adapta y solo podemos percibir con cierta certeza el entorno inmediato, lo que está fuera de ese limitado espacio desaparece y deja de suscitar nuestro interés. Si un súbito relámpago ilumina la escena, durante un instante podremos ver con claridad las presencias y actividades más lejanas que nos afectan y de las cuales no habíamos tomado nota.
El 29 de agosto, el canciller de Brasil, Celso Amorim, nos notificó, - con suavidad pero sin dejar lugar a dudas -, que su país era parte clave del nuevo mapa mundial: “es innegable el peso cada vez mayor que hoy tenemos … en la discusión de los principales temas de la agenda internacional, desde el cambio climático al comercio, desde las finanzas a la paz y seguridad”.
Lo malo es que esto sucedió en el marco de la cancelación de la central termoeléctrica de Barrancones y la puesta en duda de la continuación de la central Castilla, perteneciente a bien relacionados intereses privados brasileños. No se necesita ser muy susceptibles para conectar una cosa con la otra.
Ya en febrero la embajada de Brasil había salido al paso de las críticas al lobby gubernamental a favor del empresario Eike Batista manifestando que “no es costumbre de la diplomacia brasileña hacer gestiones específicas a favor de un proyecto”. El vocero de la embajada planteó que "me extrañaría mucho que hubiera una gestión directa por parte del ministro Amorim con relación a este tema". Y es que según el diplomático, el gobierno brasileño no apoya a las empresas de ese país en gestiones de este tipo.
Sería muy bueno que fuera así, pero los antecedentes señalan lo contrario.
Por ejemplo, los reclamos por la toma de tierras pertenecientes a empresarios brasileños en Paraguay fueron acompañados de maniobras militares cariocas en la frontera entre ambos países; y en Chile, el Ministro Amorim si hizo lobby por la empresa, como consta en la abundante información periodística nacional. Además es sabido que el señor Batista arrastra una larga historia de relación con el poder.
Hay quienes suponen una amistad especial de Brasil hacia Chile. Seamos adultos, no existe tal amistad, entre países cuentan los intereses.
Mientras Argentina le dio la pelea a Brasil por la supremacía regional Chile fue un elemento en la estrategia carioca; las cosas cambiaron por completo cuando nuestro vecino se dio por vencido y abandonó su pretensión.
Ya desde la crisis con Argentina en 1978, pudimos ver como el comportamiento de Brasil fue acorde única y exclusivamente hacia la promoción de sus intereses nacionales, sin mostrar ninguna simpatía especial por nuestro país, sino destacando ante Argentina que podía confiar en él para entregarse en sus brazos sin temor.
No hay reclamos, no podría haberlos, se trata de un comportamiento tal y como debe ser en la arena internacional. Por algo de la llama “arena”.
Más allá de la innegable simpatía del hombre, de sus abrazos con mejilla y su emocionalidad a flor de piel, el comportamiento de Lula ha sido frio y calculador: Su amistad con los Castro lo llevó a calificar a los opositores a la dictadura cubana como “bandidos”, se arrimó a Ahmadinejad de Irán y le dio espacio en el ámbito internacional cuando los derechos humanos de sus compatriotas era seriamente conculcados. Se refirió al comandante – presidente Chávez como “el mejor presidente de Venezuela en un siglo” y no chistó cuando éste suprimió de la prensa opositora, reprimió en forma violenta las manifestaciones estudiantiles o cuando desconociendo los resultados de las urnas, despojó de sus oficinas y recursos al alcalde de Caracas.
En cada caso Lula privilegió los intereses de Brasil – según él los entiende – por sobre otros valores y principios.
Brasil es para Chile, y lo será más en el futuro, un socio comercial de gran interés, una presencia inevitable y un factor de poder ineludible, con el cual es imprescindible mantener las mejores relaciones posibles, pero sin confundirse, no hay amor de por medio, solo intereses circunstanciales.
Está en nuestro interés que desde ahora mismo Brasil entienda que ya no hay espacio en el mundo ni menos en la región para prácticas que fueron comunes durante los siglos XIX y XX, y que no bastan los abrazos y las buenas maneras para tratar de imponer prácticas que no hemos aceptado a gobiernos de países mucho más fuertes que Brasil.
Si alguien espera que la posible condición de potencia emergente transforme a Brasil en el campeón de los pobres, desvalidos y oprimidos de Sudamérica, está en un error. Se convertirá, se está convirtiendo, en el campeón de los intereses de Brasil y sería absurdo esperar otra cosa.
Este relámpago nos mostró un ABC (Argentina; Brasil y Chile) muerto y un desafío de futuro: el A-C (Argentina y Chile), ampliable a Perú cuando se decida a mirar hacia adelante y no hacia atrás.
Por nuestra propia tranquilidad, es necesario comenzar a pensar en serio y a largo plazo. El mundo no se queda quieto.