Así quedó la pintura terminada. Se llama: "EL ULTIMO MISIL".
20 de octubre de 1953: el Proyectil Aéreo Teledirigido 1 es lanzado por primera vez en vuelo, desde el Avro Lancaster B-036. La prueba era comandada por el as alemán de la Segunda Guerra Mundial, Werner Baumbach.
El PAT-1 era una bomba radioguiada aire-superficie de elaboración nacional fabricada por la Sección Armas Especiales de la Dirección General de Fabricaciones Militares dependiente del Ejército Argentino . En 1950, un equipo de técnicos alemanes y argentinos comenzó a trabajar en su diseño bajo la dirección de los hermanos Henrici, ingenieros aeronáuticos alemanes, con la asistencia en el diseño de los hermanos Mandel, todos ellos técnicos de la Alemania nazi captados por el régimen justicialista. Se trataba de un proyectil de 500 kilogramos y 30 kilómetros de alcance que constaba de dos cuerpos, el mayor de 3,54 metros en el que e alojaba el sistema de guiado, la cámara de combustión y la tobera de escape y el menor, de 2,52 metros, que llevaba los carburantes (oxigeno y metanol). Perón en persona supervisó los trabajos en 1952, año en que comenzaron las pruebas.
Para ese fin, se ordenó el alistamiento del Avro Lancaster matrícula B-036 al que se le había asignado como base de operaciones la VII Brigada Aérea con asiento en Morón.
Bajo la supervisión de los técnicos del Instituto, el personal de pista procedió a instalar la bomba dentro del avión al tiempo que otro grupo hacía lo propio con los sistemas de comunicaciones en el camión retransmisor.
Según se supo después, el bombardero presentaba algunos inconvenientes en uno de sus motores, pero como los mismos no revestían gravedad, se decidió seguir con la misión, ansioso como estaba el equipo, de poner a prueba al flamante complejo.
Cuando los mecánicos terminaron de instalar la bomba, los pilotos se acomodaron en la cabina del Avro Lancaster. Federico Muhllenberg ocupó el puesto de piloto y Karl Henrici, jefe de la misión, lo hizo detrás suyo, porque ese tipo de aparatos carecían de asiento para el copiloto.
En su carácter de encargado del programa de armas y municiones especiales, Werner Baumbach tomó ubicación en el puesto de proa, frente a los controles de guiado de la bomba, Alfredo Lieberwirth lo hizo en el de radio-operador, Hans Hermann Steinkamp, veterano piloto de bombarderos en picado en el frente ruso, en el del navegante y el operario Viola en el del mecánico. Tres argentinos y tres alemanes (Henrici, Steinkamp y Baumbach), ansiosos por llevar a delante aquel primer ensayo.
El Avro Lancaster se elevó sin problemas y a los pocos minutos volaba sobre el oeste del Gran Buenos Aires, en dirección al Río de la Plata.
Después de echar un vistazo al panel de control, el piloto se comunicó con la base para informar que todo estaba en orden
El bombardero dejó atrás el partido de La Matanza y después de sobrevolar el sudoeste de la Capital Federal, se internó en el Río de la Plata con rumbo noreste.
Minutos después, Muhllenberg informó que habían alcanzado el punto establecido durante la planificación de la misión y Baumbach, después de un nuevo control del panel que tenía delante, procedió a efectuar el lanzamiento, oprimiendo el botón de mando.
La PAT-1 se desprendió del anclaje, cayó al vacío unos metros y encendió su motor cohete Walter para iniciar un vertiginoso vuelo de 1000 km/h llevando a bordo sus 500 kg de explosivos.
El as alemán controlaba su trayectoria por el equipo de radio y todo parecía funcionar a la perfección cuando repentinamente, a la altura de Quilmes, el motor Rolls Royce Merlín izquierdo del Lancaster estalló y comenzó a despedir humo.
Mullenberg intentó virar hacia el sudeste, con la intención de alcanzar el aeródromo de Quilmes pero al notar que los mandos apenas le respondía, gritó a la tripulación que se preparase para un acuatizaje de emergencia. Inmediatamente después, se comunicó con la torre de control, la puso al tanto de lo que ocurría e inició el descenso.
En ese momento, el motor izquierdo había dejado de funcionar y se hallaba envuelto en llamas, por lo que nadie a esa altura, pensaba en la bomba, que aún antes de consumir el carburante, se perdió en la inmensidad del estuario.
El avión inició un vertiginoso descenso a 200 km/h y cuando se disponía a posar su panza sobre el río, golpeó la superficie con fuerza y se quebró en dos para hundirse en las turbias aguas del Plata. Solo se salvaron Lieberwirth, Steinkamp y Muhlenberg (el único que no llevaba paracaídas), quienes alcanzaron las cosas de Quilmes a nado ya que el resto de la tripulación pereció ahogado.
Los restos de Baumbach fueron velados en el edificio de la empresa Fabricaciones Militares y el responso se realizó en el Cementerio Alemán de la Ciudad de Buenos Aires, estando presentes su esposa y los tres hijos del matrimonio. Las palabras de despedida estuvieron a cargo del General Adolf Galland, como así también se leyó una misiva del Coronel Hans Ulrich Rudel que por razones de trabajo no pudo concurrir a la despedida del camarada. También estuvieron presentes el Embajador de Alemania Federal y altas autoridades del Estado Argentino. Es de destacar la gran cantidad de personas que se acercó al cementerio para brindar el último adiós. El Gobierno Argentino mandó sus restos a su pueblo natal; Cloppenburg , Baja Sajonia, Alemania. Al momento de su muerte Werner Baumbach tenía tan sólo 36 años.