Ya inició su cuenta regresiva el satélite argentino SACD en Brasil
Los técnicos realizan ensayos de vibración, vacío, radiaciones y temperaturas extremas similares a las que padecerá en el lanzamiento y en el espacio.
Sao José dos Campos. Gustavo está cerca del botón rojo. Si algo va mal, no dudará en apretarlo y suspender la prueba. El SAC-D Aquarius, el último ingenio espacial nacional, se somete a una prueba de vibración que imita las sacudidas que recibirá en su lanzamiento.
Gustavo es el encargado de auditar que todos los tests se hagan de acuerdo con los protocolos. El sitio elegido para las pruebas es el laboratorio LIT del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) en Sao José dos Campos, Brasil.
El satélite tiene el tamaño y el peso de un auto mediano. El 1º de abril de 2011 la mole tecnológica de 1,4 toneladas (desplegado mide seis por seis metros) será lanzada desde la base Vandenberg, Estados Unidos. Su misión es estudiar el mar y los suelos del planeta a más de 600 kilómetros de altura y dando 14 vueltas diarias a la Tierra.
Pero antes hay que evaluar que todo funcione bien para cuando se encienda allá arriba. Una parte crítica es el lanzamiento. Dentro del cohete Delta II sufrirá sacudidas que pueden estropear sus instrumentos, entre ellos, el Aquarius, uno de los detectores de radiación más sensibles jamás construidos.
Para ello, el SAC-D es colocado en un shaker que simula vibraciones en las tres direcciones (en los ejes X, Y y Z). Pero antes de empezar se siente un ruido como a martillazos. La sala de pruebas (gigantesca, mide 30 por 50 metros y 15 metros de alto, donde se prueban hasta tanques de guerra) debe estar en silencio. Logran callar el ruido y se inicia la prueba.
Un zumbido como a una turbina de avión invade la sala. La vibración apenas se percibe en una antena del SAC-D. Los ojos miran atentos. Un experto de la Nasa utiliza unos largavistas para no perderse detalle. Un set de sensores colocados en el aparato, como los de un electrocardiógrafo, registran todo.
“Es una parte muy estresante pero fue muy bien. Lo trasladamos con tanta delicadeza y ahora los sacudimos tanto, que nos estresa”, asegura, Simon Collins, responsable de los tests de la Nasa. La agencia americana instaló en el SAC-D el instrumento Aquarius para medir la salinidad del mar y estudiar el cambio climático. Sólo ese instrumento cuesta 200 millones de dólares.
A prueba hasta diciembre. El SAC-D y su equipamiento llegaron a Brasil en junio en dos aviones de la Fuerza Aérea norteamericana. El de vibraciones es el segundo test, de tres importantes. Las pruebas finalizarán a mediados de diciembre. “Son ensayos ambientales que simulan las condiciones que habrá durante el lanzamiento y en órbita”, explica Edgardo Roggero, responsable de las pruebas en Brasil por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae).
El examen anterior que aprobó fue el de Interferencia y Compatibilidad Electromagnética. “Es uno de los momentos más delicados porque los requerimientos en este campo son muy exigentes”, apunta Daniel Caruso, jefe del proyecto por Conae.
En tierra y en el lanzamiento, el satélite va a soportar un ambiente de radiaciones que podrían dañar los instrumentos y alterar las mediciones ya en órbita. La prueba consiste en colocar al aparato en una cámara anecoica (un sitio extraño, lleno de conos de “goma espuma” que impiden que las ondas reboten, como si fuera el espacio) y bombardearlo con señales electromagnéticas.
Claudio Gaspar, técnico de Invap, la empresa que lo construyó, explica: “Debemos demostrar que el satélite puede funcionar bien en los escenarios de exposición electromagnética a los que se expondrá como la base de lanzamiento, donde hay radares potentes, o las propias emisiones de SAC-D, que pueden afectar los instrumentos”.
Es una prueba muy sensible, en especial por el instrumento Aquarius. ¿Qué tan sensible? Para acercarse al SAC-D hay que dejar el teléfono celular y vestirse como “cirujano” (delantal, cofia y barbijo) para eliminar la estática que emite el cuerpo.
Sacudidas, bombardeo electromagnético. ¿Qué más deberá soportar? A un costado de la sala de pruebas hay una cámara de cinco metros de altura con gruesas paredes y puertas de hierro. Es la cámara de termovacío que simula condiciones ambientales espaciales.
En órbita, y con el sol de pleno, el SAC-D alcanzará hasta 100 grados de temperatura externa y a la sombra de la Tierra, hasta 100 grados bajo cero. Todo ello en un ambiente de vacío (no hay aire allá arriba). En esta cámara se reproducirán estas condiciones extremas. Será su hogar por un mes.
Cada pieza y chip fueron diseñados teniendo en cuenta estas variables extremas. Y cada test es un viaje al espacio para los técnicos, por lo que la cuenta regresiva del SAC-D ya empezó en Brasil.
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