Avanza Atucha III, un negocio de más de US$ 3 mil millones
El kirchnerismo dio pasos decisivos en las últimas semanas en su ambicioso y costoso programa nuclear que incluye levantar una cuarta central atómica en nuestro país, Atucha III, un mega proyecto de más de 3 mil millones de dólares que sería realizado y financiado junto con Canadá, Rusia y Francia, naciones con las que el ministro de Planficación, Julio de Vido, firmó acuerdos recientemente. La iniciativa se enmarca en lo que parece ser una revitalización mundial de la energía atómica. El problema es que Atucha II tiene un atraso de casi dos años, peleas gremiales y denuncias de corrupción.
Por Pedro Ylarri
El Gobierno avanzó sigilosamente en las últimas semanas en un ambicioso y polémico plan para construir una cuarta central nuclear en la Argentina, un mega emprendimiento de más de 3.000 millones de dólares que ya recibió el visto bueno de Estados Unidos, Francia, Rusia y Canadá; en lo que parece ser una revitalización local y mundial de la energía atómica, un contexto en el que nuestro país pretende ser un jugador central en los próximos años.
El proyecto aparece en el tramo final de la construcción de Atucha II –el tercer reactor en suelo argentino luego de Atucha I y de la central cordobesa de Embalse–, que viene con un retraso de casi dos años de lo prometido por el Gobierno, además de denuncias por sobreprecios y peleas gremiales en empresas cercanas al ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, algunas de las cuales terminaron entre balas y cuchillos (ver recuadro).
El mega emprendimiento que, de llevarse a cabo sería el más importante del país, será llamado Atucha III y su construcción fue aprobada por ley a fines de noviembre pasado sin un debate demasiado amplio por el Congreso, a días del recambio legislativo. En septiembre, antes de sancionarse, el Gobierno sin embargo, ya había firmado un convenio con una empresa canadiense para su construcción y tenía a su disposición los terrenos en los que se levantará la nueva central, “río abajo de donde funcionan Atucha I y II, también al margen del Paraná”, explicaron fuentes oficiales.
Con cautela, fuentes cercanas al proyecto, empresariales, de países extranjeros y académicas revelaron a PERFIL detalles de la nueva planta, que para la comunidad científica local es “un gran orgullo nacional” y un avance más hacia su anhelo máximo: la construcción de un reactor argentino que provea de energía comercial. Un sueño que no está tan lejos con el llamado prototipo CAREM, un modelo a escala que está siendo probado en el predio de Atucha con la idea de instalarlo en Formosa, según les prometieron a las autoridades provinciales.
La construcción de la nueva planta estará a cargo de la empresa Atomic Energy of Canada Limited (AECL), cuyas autoridades firmaron en septiembre pasado, un acuerdo con la argentina Nucleoeléctrica Argentina SA (NASA), operadora de las centrales Atucha, y con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), principal entidad científica y regulatoria sobre asuntos del tema.
Según dijo la empresa canadiense en un comunicado y en su informe anual de 2009, el acuerdo supone la extensión de la vida útil del reactor CANDU-6 en la central de Embalse, Córdoba, y el desarrollo de uno igual para la cuarta central. Además, su presidente, Hugh MacDiarmid, aseguró en un informe reciente de gestión de la empresa que se encuentran “muy avanzadas” las negociaciones con la Argentina para el desarrollo de Atucha III.
La nueva planta, dijeron las fuentes, usará –a diferencia de la de Embalse– el reactor ACR-1000, capaz de generar entre 1.200 MW y 1.500 MW de energía, respecto a los 750 MW que produce la central cordobesa. “En principio el reactor iba a ser igual que el de Córdoba, pero finalmente se optó por el ACR-1000”, aprobado el año pasado por las autoridades canadienses, informó a PERFIL una fuente de la Secretaría de Energía, que pidió reserva. La empresa NASA, como la la CNEA, se excusaron de comentar el proyecto a este diario, pese a que son las encargadas de llevar adelante el llamado Plan Nuclear Argentino.
El Gobierno aspira a construir un “polo nuclear” en Lima, la localidad de diez mil habitantes del norte bonaerense en la que se levantan las centrales. La zona, añadieron las fuentes, se eligió por su “virtualmente nula” actividad sísmica, su capacidad de interconexión al sistema eléctrico y hasta por “la comodidad de los cinco mil trabajadores que pasarán de construir Atucha II a Atucha III; no hay que olvidarse de que es la principal obra pública del país”, explicó. Según ese criterio, la nueva obra comenzará una vez que Atucha II sea completada, a mediados de 2011.
Todavía no se ha abierto la licitación, aunque si continúan los mismos obreros, continúan las empresas que los contratan. Buena parte de los 3.200 millones de dólares que costaría la nueva central se la llevará la obra civil y parte del interior de la planta que no corresponde al reactor, y que estará a cargo de empresas argentinas, algunas de ellas cercanas al Gobierno.
Es el caso de Electroingeniería ICS SA, la firma cordobesa que basa su facturación en la obra pública que realiza el ministerio de Planificación Federal en el rubro energético. También está IECSA, una constructora con abultados contratos con el Estado (y que con Electroingeniería se anotó para construir las polémicas represas La Barrancosa y Condor Cliff, en Santa Cruz). Ambas, junto con la española Dycasa a cargo de la hidráulica volverían a estar a cargo de la obra que debería durar entre cinco y seis años, de acuerdo con las proyecciones de la firma canadiense.
La obra tiene su visto bueno legislativo a través de la llamada Ley Nuclear, aprobada el 26 de noviembre pasado, que dispone –sin mencionar de donde se sacarán los fondos– la construcción de una “cuarta central de uno o dos módulos de energía de fuente nuclear”. La obra es monumental, ya que empleará en forma directa a unas 6 mil personas en unos 700 frentes de trabajo, desde soldadores a plomeros. Una vez terminada, no empleará más que a 600 personas, doscientas más que las 400 que empleará Atucha II.
Con la crisis, los canadienses pensaron que el proyecto se postergaría, aunque el Gobierno salió a buscar nuevos socios para el plan nuclear nacional, en especial Rusia, Corea del Sur y, en esta última semana, Estados Unidos y Francia. De Vido incluso se ilusionó el martes en París, en una convención sobre el tema (ver recuadro), tanto, que dijo que “la Argentina quiere enriquecer uranio y tener usinas con uranio enriquecido; queremos una cuarta y una quinta usina nuclear en el país”. Y reclamó financiamiento.
Semana clave. El Gobierno nacional, con su abanderado ministro Julio de Vido –a quien periodistas venezolanos llaman ‘señor Burns’ por su insistencia en la construcción de una central nuclear en ese país– viene siguiendo una carrera a todo trapo desde fines de 2009 para construir Atucha III y promover al país como proveedora de tecnología.
El tema nuclear trajo decenas de novedades en las últimas semanas, en especial la última, cuando quedó claro que existe un nuevo “viento de cola” para retomar la construcción de centrales nucleares. Algunas de las “buenas nuevas” para el Gobierno, son las siguientes:
u En enero, el funcionario de la Cancillería Rafael Mariano Grossi fue designado jefe de Gabinete del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). El 9 de febrero, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, invitó a Cristina Fernández a la cumbre de seguridad nuclear en Washington, que se realizará en abril. Días después, anunció la construcción de la primera planta de energía nuclear en casi treinta años.
u Este lunes, la Corporación Andina de Fomento (CAF) otorgó un crédito por 240 millones de dólares para la ampliación de la vida útil de la Central Nuclear Embalse. Se trata del primer préstamo en su tipo a nivel mundial que otorga a un organismo multilateral para la concreción de un proyecto de energía nuclear.
u El mismo día, De Vido se reunió con Dan Poneman, subsecretario de Energía de los Estados Unidos, para solicitarle financiamiento para el Plan Nuclear y reclamó lo mismo un día después, en la Conferencia Internacional sobre el Acceso a la Energía Nuclear Civil, realizada en París, y vista por la comunidad científica como el inicio de una nueva era de fortalecimiento de la energía nuclear. Un día después, el ministro invitó al vicepresidente de la estatal francesa AREVA, Dominique Mockly, a participar (y financiar) la construcción de un nuevo reactor.
Atucha II. La energía positiva de De Vido no se condice con lo que por estos días sucede en la segunda planta de la localidad de Lima que, según anunció el Gobierno al inicio de obras en 2005, debía estar terminada el año pasado. El proyecto consume 1,5 millones de dólares por día y el secretario de Energía, Daniel Cameron ya anunció que “va a llevar más tiempo que el que se tenía previsto, no creo que se pueda terminar antes de junio de 2011”.
El proyecto original comunicado al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la agencia de Naciones Unidas especializada en el tema, suponía un presupuesto de 700 millones. En 2006, cuando se consolidó el plan nuclear y se elevó el proyecto de ley, la terminación de la obra ya se estimaba en unos 1.400 millones de dólares, monto que pasó a 2.100 millones en 2009, según datos de la secretaría; sin embargo, festejó la terminación de las obras civiles, en especial la toma de agua del Paraná que realizaban unas 700 personas.
Atucha II, emplazada sobre la ribera derecha del Paraná a unos veinte kilómetros de Zárate, siempre amenazó con convertirse en otra Yacyretá. Fue planeada en los años 70 y tardó dos décadas en ser levantada, hasta que fue cerrada en los 90 y vuelta a abrir durante el kirchnerismo.
La descoordinación de los cinco mil obreros que trabajan generó en los últimos meses roces y episodios de violencia, denunciaron ATE y dirigentes del Polo Obrero.
La guerra nuclear de los sindicatos
Balazos al aire, peleas con cuchillos y golpizas no parecen ser escenarios naturales dentro de una central nuclear, aunque son parte cotidiana de la crónica policial de Atucha II, la planta atómica que construye la Argentina a orillas del río Paraná, cerca de Zárate, que lleva dos años de retraso y un incremento de 200 por ciento en el presupuesto original, anunciado en 700 millones de dólares y “actualizado” a 2.100 millones, a fines de 2009.
Es la obra pública más grande del país –consume 1,5 millones de dólares por día, según el ministerio de Planificación– y emplea a más de 5 mil personas, muchas de los cuales han sido testigos –sino víctimas– de las batallas campales, golpizas y heridas de arma blanca o de fuego por las persistentes peleas entre delegados y gremios. Al menos, 15 hechos graves de violencia fueron registrados en los últimos dos meses.
El último de ellos fue hace diez días, cuando personal de las empresas Techint e Indigo se declararon en “alerta y movilización” en reclamo de mejoras en las condiciones de trabajo, las que la estatal Nucleoeléctrica Argentina, encargada de la obra, se negó a brindar, denunciaron a PERFIL. Tras reclamar ante Trabajo, unos sesenta miembros del sindicato de la construcción (UOCRA) se acercaron a una asamblea y preguntaron por qué los obreros de Techint no estaban trabajando. “Les respondo y cuando me quiero acordar me rodean y uno de ellos saca un cuchillo”, relató Hernán Fernández, delegado de Techint que dijo haber recibido ladrillazos y quince puntazos, según el diario regional La Voz.
No fue un hecho aislado: el 28 de enero, unos 500 trabajadores se agarraron a las trompadas con delegados de la UOCRA y un día antes detuvieron en el ingreso a cuatro personas con armas largas y bombas molotov, dijo el mismo diario. Un panorama que continúa, a metros de la central nuclear
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