- Hola. ¿Vos sos Fernández chico?
- Hola, si... ahora soy Fernández. Je..
- Jeje... No nos conocemos, pero conocí a tu viejo hace muchos años... ¿te puedo contar una anécdota de él?
- Si, por favor.
- No se si ésta la sabés, pero el 11 de junio en Monte Longdon, llevabamos horas combatiendo y éstos ***** se nos venian encima... En un momento, me hieren el brazo, - y junto a otros heridos que incluso estaban peor que yo, (tuvimos que ayudarlos los que estabamos mejor), - debimos abandonar la posición y replegarnos...
Para no perdernos en tanta oscuridad, seguíamos los cables de comunicaciones. Sabíamos que eso nos llevaba seguro a nuestra retaguardia...
De repente, el cable estaba cortado. Parecía a propósito, como que un inglés lo hubiese hecho... "Sonamos, están atrás nuestro", pensé. Uno de los que bajaba conmigo se adelanta y encuentra la otra punta. A todo esto, no paraban de dispararnos y bombardearnos con morteros y que se yo que más. Nos tirabamos cuerpo a tierra, esperabamos y continuabamos. Pero seguían tirando... ¡los teníamos encima!
Y de repente, en sentido contrario... tu viejo, con dos más, venían tirando cable nuevo para poner en comunicación a los que habían quedado aislados. Nos estaban reventando a tiros y bombazos, pero el loco siguió con los otros dos intentando comunicarnos y aliviarnos... Un fenómeno tu papá, que lástima que se murió, che... que lástima...
En silencio, miré hacia arriba y sonreí con los ojos mojados...
¡Gracias Pa!
(Relato de Gustavo Pedemonte a Gonza Fernández, hijo del sargento Juan Carlos Fernández, Sección Comunicaciones de la Compañia Comando del Regimiento 7).
Pedemonte era Jefe de Grupo en la 2da sección de la Compañía B de esa unidad. Fue quien perdió más hombres: cuatro soldados, y él mismo fue herido. Estaban entre la tercera y la cuarta olla. Pudo replegar ayudado, no cayó prisionero en Longdon, (hay un extracto del libro de Vincent Bramley que dice cualquier cosa).
Un soldado del Escuadrón de Exploración contó en Malargue, en la vigilia de los veteranos, otra anécdota del bravo suboficial Fernández.
Cierta tarde el tipo estaba fumándo sobre unas piedras. De repente comienza un bombardeo naval y él ni piensa en protegerse, sigue fumando. Las bombas pasaban de largo y pegaban en una posición más atrás... Su jefe, guarecido detrás de unas piedras, le gritaba que buscara cubierta o lo iban a matar.
El sargento lo miró sin contestarle y a cada bombazo que pasaba por encima de su cabeza, gritaba: "Ole... Ole... Ole..."
El jefe, re caliente, le dice: ¿Ole qué? Te van a matar!
- No me voy hasta que hundan la fragata...
Gallardía sin par...