Brunner
Forista Sancionado o Expulsado
El gran problema Mauro es Bolivia-como vengo señalando en otros mensajes anteriores tienen u ncomplejo de inferioridad tan enorme, un deseo de venganza por injurias reales o imaginadas que es una constante en su modo de pensdar y en su politica exterior-echale un vistazo a esto:
http://www.noticiasbolivianas.com/montre_col.php?id=531
Clarinadas marinas y Aguirre Lavayén
Winston Estremadoiro Antropólogo riberalteño que aprendió en Houston y Los Angeles. Hoy funge de antropófago en Cochabamba.
Otra vez el clarín soplaba acordes del ¡recuperemos nuestro mar! de la hermosamarcha que preside cada 23 de marzo nuestra autoflagelación marítima. En la Plaza Abaroa de La Paz, las escuadras militares pasaban en pausado y marcial avance, cuando la presentadora de televisión se largó un lapsus línguae exhortando a "recordar que los Colorados de Bolivia fueron los héroes de laúnica victoria boliviana en la Guerra del Pacífico, en la meseta de Intiorco".Casi me caigo del sillón de la carcajada.No está en mí alardear de conocimiento de la heroica y triste historia de la participación boliviana en el Alto de la Alianza, que en Chile y Perú llaman Batalla de Tacna. Menos aún contrastar mi diletantismo con el de una bella, quepor serlo y por su buena dicción, hace bien su labor. Pero reflexioné que quienes informan y forjan opinión todos los días en el instrumento mediático más potente de estos tiempos, deberían hojear si no el grueso volumen de Guano,salitre y sangre de ese gran historiador que es Roberto Querejazu Calvo, por lo menos su loable intento de llevar historia a los que leen periódicos, con la versión mini que se denomina Chile, enemigo de Bolivia antes, durante y después
de la Guerra del Pacífico. Por mi parte, no me cansaré de tocar el clarín contra el masoquismo llorón y patriotero, por un mar que perdimos por demagógicos y carnavaleros. Porque la Guerra del Pacífico se perdió en 1874, cuando congresales de miopía politiquera -como los que hoy quieren nacionalizar el gas-, negaron al presidente Adolfo Ballivián la potestad de contratar un empréstito para adquirir dos acorazados que hubiesen dado presencia, si no primacía, en el control del mar ahora gimoteado. Estábamos carnavaleando cuando empezó el asalto de Antofagasta,aparte de que la segunda guerra con Chile (la primera desbarató la Confederación) duró para nosotros 15 meses, del 14 de febrero de 1879 al 26 de mayo de 1880, fecha de la batalla perdida a pesar del heroísmo de los Colorados, que se resalta injustamente sobre el de los batallones Amarillos, Chorolque, Sucre, Padilla, Aroma, Zapadores y de otras unidades peruanas y bolivianas.
El predominio de la politiquería sobre la visión de patria y del jolgorio
carnavalero sobre el trabajo tenaz, son males que aún nos agobian. Hoy se les
suma el sabotaje de quintacolumnistas montoneros que socavan la solidez de una democracia representativa. Sus empresarios -sí, unos que no producen nada- bien aviados con dineros de dudoso origen, imponen, impunes, maniobras de orden cerrado de escuadras de marchistas y bloqueadores, que son pesada piedra de molino en el cuello del país.A mi carcajada sardónica con la victoria de Intiorco, siguió una sonrisa tristona con el entusiasmo del Canciller Siles, sobre las instalaciones para atender contenedores en Puerto Aguirre, que el 23 de marzo inauguró un patriota de cuyo cuño deseara un centenar para cambiar Bolivia: Joaquín Aguirre Lavayén.Porque el gobierno nacional, aparte de darse el pisto con la obra de este pionero, desnudó su carecer de una política de Estado sobre acceso marítimo.
Es algo que va mucho más allá de jeremiadas y marinos de pura pinta en el Día
del Mar. Está a contrapelo de flamear la tricolor en centenas de naves de
quehacer dudoso, que han convertido la repartición de registros navales en botín de hediondos. Se ubica en las antípodas de confiar a militares la construcción de Puerto Busch, cuando ni medios poseen para dragar el Canal Tamengo. Si de mí dependiera, le concedería Puerto Busch a don Joaquín Aguirre Lavayén, cochabambino sobrino nieto de Miguel Suárez Arana, cruceño fundador de Puerto Suárez en un retazo de acceso al río Paraguay que el ignorante Melgarejo no regalara a Brasil en 1867, y de Puerto Pacheco en la barranca de Chamocos, que los paraguayos ocuparon con la cañonera Pirapó en 1886, sin que Aniceto Arce,otro mandamás andinocéntrico, hiciera poco más que decir ayayay.Yo le encargaría un puerto mayor en Puerto Busch al tesonero Aguirre Lavayén, que fuera un joint venture con capital extranjero de gente sabedora de complejos portuarios de gran porte, para volcar el acceso marino al Atlántico. Le encomendaría un Ilo que Perú concedió hace añares, apenas para que algún mandamás nuestro se moje las choquezuelas en agua salada. Le pondría al frente de un grupo de trabajo para impulsar el proyecto binacional del Río Madera, que nos daría mar por Riberalta, Guayaramerín y Puerto Villarroel.
La política marítima de Bolivia se debe orientar a la articulación energética y
caminera del centro de América del Sur, en vez de ilusionarse con mares
perdidos; articulación que es sinónimo de vertebración. Que un Aguirre Lavayén sea plenipotenciario ante Brasil, para acordar un conjunto de vías bioceánicas e infraestructura de apoyo a transporte de largo aliento -de Rondonia por Costa Marques, de Cuiabá por San Matías, de São Paulo por Puerto Suárez y haciendo bypass a la bloqueadora republiqueta cocalera, que crucen Bolivia. El acceso soberano al Pacífico dejará de ser diálogo fútil con un Chile sordo y un Perú cínico, cuando nuestro crecer económico alcance magnitudes chinas por 20 años. Solo una Bolivia próspera, aliada a Brasil por el gas y los corredores bioceánicos, será atendida de igual a igual por un Chile que necesita energía y agua dulce de nuestro país.Por ello, no seamos cojudos con aquello de nada de gas sin mar, mientras
Argentina le vende excedentes posibles solo por el gas boliviano, y el oleoducto Sicasica-Arica trabaja a plenitud llevando petróleo a Chile. Mientras ese país nos vende cinco veces más de lo que nos compra, además de hacer de la vista gorda con el contrabando hacia Bolivia y porfiar en beber agua gratis de acuíferos potosinos.
© NoticiasBolivianas.com
http://www.noticiasbolivianas.com/montre_col.php?id=531
Clarinadas marinas y Aguirre Lavayén
Winston Estremadoiro Antropólogo riberalteño que aprendió en Houston y Los Angeles. Hoy funge de antropófago en Cochabamba.
Otra vez el clarín soplaba acordes del ¡recuperemos nuestro mar! de la hermosamarcha que preside cada 23 de marzo nuestra autoflagelación marítima. En la Plaza Abaroa de La Paz, las escuadras militares pasaban en pausado y marcial avance, cuando la presentadora de televisión se largó un lapsus línguae exhortando a "recordar que los Colorados de Bolivia fueron los héroes de laúnica victoria boliviana en la Guerra del Pacífico, en la meseta de Intiorco".Casi me caigo del sillón de la carcajada.No está en mí alardear de conocimiento de la heroica y triste historia de la participación boliviana en el Alto de la Alianza, que en Chile y Perú llaman Batalla de Tacna. Menos aún contrastar mi diletantismo con el de una bella, quepor serlo y por su buena dicción, hace bien su labor. Pero reflexioné que quienes informan y forjan opinión todos los días en el instrumento mediático más potente de estos tiempos, deberían hojear si no el grueso volumen de Guano,salitre y sangre de ese gran historiador que es Roberto Querejazu Calvo, por lo menos su loable intento de llevar historia a los que leen periódicos, con la versión mini que se denomina Chile, enemigo de Bolivia antes, durante y después
de la Guerra del Pacífico. Por mi parte, no me cansaré de tocar el clarín contra el masoquismo llorón y patriotero, por un mar que perdimos por demagógicos y carnavaleros. Porque la Guerra del Pacífico se perdió en 1874, cuando congresales de miopía politiquera -como los que hoy quieren nacionalizar el gas-, negaron al presidente Adolfo Ballivián la potestad de contratar un empréstito para adquirir dos acorazados que hubiesen dado presencia, si no primacía, en el control del mar ahora gimoteado. Estábamos carnavaleando cuando empezó el asalto de Antofagasta,aparte de que la segunda guerra con Chile (la primera desbarató la Confederación) duró para nosotros 15 meses, del 14 de febrero de 1879 al 26 de mayo de 1880, fecha de la batalla perdida a pesar del heroísmo de los Colorados, que se resalta injustamente sobre el de los batallones Amarillos, Chorolque, Sucre, Padilla, Aroma, Zapadores y de otras unidades peruanas y bolivianas.
El predominio de la politiquería sobre la visión de patria y del jolgorio
carnavalero sobre el trabajo tenaz, son males que aún nos agobian. Hoy se les
suma el sabotaje de quintacolumnistas montoneros que socavan la solidez de una democracia representativa. Sus empresarios -sí, unos que no producen nada- bien aviados con dineros de dudoso origen, imponen, impunes, maniobras de orden cerrado de escuadras de marchistas y bloqueadores, que son pesada piedra de molino en el cuello del país.A mi carcajada sardónica con la victoria de Intiorco, siguió una sonrisa tristona con el entusiasmo del Canciller Siles, sobre las instalaciones para atender contenedores en Puerto Aguirre, que el 23 de marzo inauguró un patriota de cuyo cuño deseara un centenar para cambiar Bolivia: Joaquín Aguirre Lavayén.Porque el gobierno nacional, aparte de darse el pisto con la obra de este pionero, desnudó su carecer de una política de Estado sobre acceso marítimo.
Es algo que va mucho más allá de jeremiadas y marinos de pura pinta en el Día
del Mar. Está a contrapelo de flamear la tricolor en centenas de naves de
quehacer dudoso, que han convertido la repartición de registros navales en botín de hediondos. Se ubica en las antípodas de confiar a militares la construcción de Puerto Busch, cuando ni medios poseen para dragar el Canal Tamengo. Si de mí dependiera, le concedería Puerto Busch a don Joaquín Aguirre Lavayén, cochabambino sobrino nieto de Miguel Suárez Arana, cruceño fundador de Puerto Suárez en un retazo de acceso al río Paraguay que el ignorante Melgarejo no regalara a Brasil en 1867, y de Puerto Pacheco en la barranca de Chamocos, que los paraguayos ocuparon con la cañonera Pirapó en 1886, sin que Aniceto Arce,otro mandamás andinocéntrico, hiciera poco más que decir ayayay.Yo le encargaría un puerto mayor en Puerto Busch al tesonero Aguirre Lavayén, que fuera un joint venture con capital extranjero de gente sabedora de complejos portuarios de gran porte, para volcar el acceso marino al Atlántico. Le encomendaría un Ilo que Perú concedió hace añares, apenas para que algún mandamás nuestro se moje las choquezuelas en agua salada. Le pondría al frente de un grupo de trabajo para impulsar el proyecto binacional del Río Madera, que nos daría mar por Riberalta, Guayaramerín y Puerto Villarroel.
La política marítima de Bolivia se debe orientar a la articulación energética y
caminera del centro de América del Sur, en vez de ilusionarse con mares
perdidos; articulación que es sinónimo de vertebración. Que un Aguirre Lavayén sea plenipotenciario ante Brasil, para acordar un conjunto de vías bioceánicas e infraestructura de apoyo a transporte de largo aliento -de Rondonia por Costa Marques, de Cuiabá por San Matías, de São Paulo por Puerto Suárez y haciendo bypass a la bloqueadora republiqueta cocalera, que crucen Bolivia. El acceso soberano al Pacífico dejará de ser diálogo fútil con un Chile sordo y un Perú cínico, cuando nuestro crecer económico alcance magnitudes chinas por 20 años. Solo una Bolivia próspera, aliada a Brasil por el gas y los corredores bioceánicos, será atendida de igual a igual por un Chile que necesita energía y agua dulce de nuestro país.Por ello, no seamos cojudos con aquello de nada de gas sin mar, mientras
Argentina le vende excedentes posibles solo por el gas boliviano, y el oleoducto Sicasica-Arica trabaja a plenitud llevando petróleo a Chile. Mientras ese país nos vende cinco veces más de lo que nos compra, además de hacer de la vista gorda con el contrabando hacia Bolivia y porfiar en beber agua gratis de acuíferos potosinos.
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