Malvinas, la hora del derecho internacional
Finaliza un año durante el cual la Argentina desarrolló la estrategia de fomentar el derecho internacional y sumar apoyos regionales frente a las acciones unilaterales del Reino Unido.
En los últimos meses del año se produjo un renovado interés internacional por las Malvinas
En los últimos meses del año se produjo un renovado interés internacional por las Malvinas e islas del Atlántico Sur, debido a una gran cantidad de noticias que tuvieron su origen en actualizaciones de la disputa de soberanía que mantienen desde 1833 la Argentina y el Reino Unido.
Especial atención causó la decisión del Mercosur en cuanto a no permitir el ingreso a los puertos de los Estados Parte de aquellas embarcaciones que posean pabellón de Malvinas. Lo que comenzó como una ley argentina se transformó, luego de la última cumbre presidencial de Montevideo, en normativa regional al abarcar a Brasil, Paraguay y Uruguay más Chile.
Esta medida de derecho internacional es un paso superador de la habitual declaración de solidaridad que suele emitirse en organismos multilaterales a favor de la Argentina pero que siempre queda en mero gesto simbólico. En esta oportunidad, hechos concretos se desprenden del accionar mancomunado de los países de la región, poniendo en alerta a los funcionarios del Foreign Office británico.
Los dardos de la diplomacia británica apuntaron primero sobre Uruguay, ya que el estado anfitrión de la trascendental cumbre del Mercosur fue el primero en denegar permiso de atraque para naves de bandera malvinense. Inmediatamente, autoridades británicas llamaron a consultas al embajador uruguayo en Londres y solicitaron audiencia para el representante inglés en Uruguay.
Sin embargo, la postura del gobierno uruguayo ha sido la de mantenerse firme, siendo el propio presidente José Mujica quien se ocupa públicamente de la cuestión.
Días después de la presión oficial sobre Uruguay, funcionarios chilenos declararon que su país ha sido también el blanco de una ofensiva diplomática por parte del Reino Unido. Chile está incluido en la resolución del Mercosur por su carácter de Estado asociado y como tal, también ha decidido apoyar el reclamo argentino mediante la negativa a dejar atracar en sus puertos a buques con bandera de Malvinas.
Otro aspecto de la relación bilateral anglo-argentina para ser analizado es el proyecto británico de crear una zona de protección marina en torno a las islas Georgias del Sur y la reacción adversa que la misma suscita en la Argentina. En declaraciones a la prensa, el ministro de Defensa Arturo Puricelli señaló la enorme contradicción en la que incurre el Reino Unido al proclamar intereses ecológicos en las islas Georgias al mismo tiempo que se explora para extraer hidrocarburos en el área de Malvinas, con el riesgo ambiental que ello conlleva.
Además de estos novedosos hechos, el año que comienza implicará seguramente una resignificación del caso Malvinas, ya que el próximo dos de abril se cumplirán treinta años de la guerra entre Argentina y el Reino Unido por ese territorio en disputa.
Lo simbólico y especial del caso se tornan una de las variantes más complejas y dinámicas en ambas costas del Atlántico con cada aniversario del conflicto bélico que se cumple. El factor emocional juega un importante rol además debido a la forma diametralmente opuesta en la que se recuerda la guerra.
Del lado argentino se hace hincapié -desde el retorno de la democracia en 1983- en señalar que la guerra fue un recurso de la dictadura para intentar ganar el apoyo ciudadano a un gobierno de facto que se tambaleaba en el poder luego de años de represión, terrorismo de estado y neoliberalismo económico. Por el lado británico, se recuerda cada dos de abril con el desfile del Victory Day, emulando una gesta de liberación al mejor estilo segunda guerra mundial.
Lo cierto es que a medida en que se cumple otro año más del conflicto bélico, la Argentina recupera grados de legitimidad internacional, al alejar los fantasmas de la guerra y de la dictadura, reemplazándolos con el despliegue activo de una diplomacia que aboga por el derecho internacional, multilateralismo y derechos humanos.
Una buena señal para Argentina lo marca el inédito cambio de comportamiento de la prensa británica hacia el reclamo argentino. En sendos editoriales, los diarios The Guardian y The Independent sostuvieron recientemente que el gobierno conservador de David Cameron no puede seguir negando siquiera la posibilidad de diálogo con nuestro país y remarcaron el amplio apoyo internacional que cosecha la postura argentina.
Dicha estrategia internacional desarrollada en los últimos ocho años ha consistido en alejarse de la figura jurídica del "paraguas de soberanía" que implicaba negociar todo lo relativo al tratamiento bilateral por las islas pero sin discutir sobre la soberanía. Tras dejar gradualmente de lado esa fórmula, Argentina ha optado en cambio por reclamar en todos los foros internacionales que se reabra el diálogo directo con el Reino Unido para resolver pacíficamente la cuestión, tal como lo solicita la ONU.
El año 2012 será un año crucial entonces para evaluar el estado de la posición argentina sobre el tema Malvinas en la arena internacional. Seguramente se van a presentar múltiples posibilidades para generar una aún mayor presión en pos de lograr la apertura de las negociaciones diplomáticas.
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Malvinas: en 1981 Thatcher fue advertida del riesgo de una guerra
Uno de sus ministros dijo que sacar de servicio al buque “Endurance” sería interpretado por la dictadura argentina como una señal de desinterés por las islas. La medida era en el marco de un drástico plan de reducción de la flota británica.
En 1981, el gobierno de la ex primera ministra Margaret Thatcher fue advertido de que la reducción de la flota de mar británica
sería interpretada por la dictadura militar argentina como una disminución del interés inglés por controlar las islas Malvinas, según revelaron documentos secretos británicos.
Thatcher había ordenado recortar drásticamente gastos de la “Royal Navy”. En una de esas notas reservadas, el ministro de Relaciones Exteriores de entonces, lord Peter Carrington, le escribió a su colega de Defensa, John Nott,
pidiéndole especifícamente a que se opusiera a la salida de servicio al buque polar “Endurance” , que era parte de la flota británica de la Antártida. Esa decisión, sólo enviaría señales equivocadas sobre la determinación de Gran Bretaña de defender las Malvinas a la dictadura argentina, enfatizó Carrington.
“A menos que se resuelva la disputa, y hasta entonces, será importante mantener nuestra presencia normal en la zona al nivel actual”, insistió. “Toda reducción sería interpretada tanto por los isleños como por los argentinos como
una disminución de nuestro compromiso con las islas y nuestra disposición a defenderlas ”, agregó el entonces canciller en el párrafo 9 de la carta (Ver
facsímil ).
El párrafo 10
no está porque el gobierno británico actual decidió mantenerlo en secreto por 40 años más. En el siguiente, continúa el debate entre ambos ministros y luego se afirma que “la cancillería británica acepta que el HMS Endurance se está acercando al fin de su vida útil. Pero si hay que desprenderse de él, resulta esencial no sólo que se lo reemplace sino que también el reemplazo debiera ser un buque de tipo similar (como un rompehielos por ejemplo) para su trabajo en la Antártida. Si intentármos realizar la conversión del Royal Marine Garrison en las Islas Malvinas usando un buque de guerra convencional (y ésta parece ser la única alternativa si descartamos el uso de transporte aéreo a través de la Argentina) esto no escaparía a la atención de los argentinos y
bien podría ser interpretado como algo provocativo ”.
Se decidió, finalmente, sacar el “HMS Endurance” de servicio. Pero en mayo de 1982, el dictador Leopoldo Galtieri ordenó, en forma encubierta, desmantelar una ex base ballenera en las islas Georgias del Sur, donde se hizo la bandera argentina y estalló el conflicto. Ante esa situación, Thatcher tuvo que mandar el “Endurance” - que aún no había sido sacado de servicio- a intimar a los “obreros” que desmantelaban la planta. Acto seguido, Galtieri ordenó la ocupación del 2 de abril de 1982.
Además, el Primer Lord del Almirantazgo Henry Leach, quien luego dijo a Thatcher que Gran Bretaña podía y debía enviar una fuerza operacional naval para recuperar las Malvinas después de la invasión de abril de 1982, estaba furioso con ella un año antes debido a su
“desequilibrado desmantelamiento” de las fuerzas armadas Efectivamente, aquella señal fue considerada por la dictadura de Galtieri, junto a la operación encubierta para enseñar las técnicas de la represión ilegal a las dictaduras de América Central y entrenar a los “contras” que luchaban contra los sandinistas de Nicaragua. Galtieri, asesorado por el canciller Nicanor Costa Méndez, suponía que la administración de Ronald Reagan frenaría por el apoyo a la “guerra sucia” en el istmo cualquier reacción militar de la Thatcher.
Otro documento secreto confirma la estrecha relación de amistad que la premier tenía con el ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz. El 11 de junio de 1980, Thatcher le mandó una carta reservada en la que se disculpó por no haberlo recibido más tiempo en Londres y dijo que le estaba sumamente agradecida por el
“amoroso regalo” que le había hecho. Durante la gestión de Videla, Gran Bretaña le había vendido dos fragatas misilísticas a la dictadura.
http://www.clarin.com/politica/Malvinas-Thatcher-advertida-riesgo-guerra_0_619138198.html