...esta cinta de audio fue grabada por el propio Basulto en el avión donde viajaba aquel 24 de febrero de 1996 en que se produce el incidente del derribo de los aviones que habían penetrado al espacio aéreo de nuestro país en una de las violaciones flagrantes de nuestra soberanía y que reiteradamente habían hecho y había sido advertido por Cuba. En esa cinta de audio aparecen no solo las conversaciones con los controladores aéreos de La Habana, sino también las conversaciones de Basulto con los demás aviones de Hermanos al Rescate y las conversaciones que se sostuvieron dentro del avión. Por eso la importancia de esta cinta de audio que después, como ayer se analizó, se pretendió escamotear o editar.
Vayamos entonces al diario directamente.
Continuamos con la parte donde Mc Kenna continúa interrogando a Basulto.
“Señor”, continúa Mc Kenna, “regresemos a la página 9, donde usted dice: ‘Van a tirar. Nos van a tirar. Tú verás. ¡Bárbaro!’. Entonces Silvia Iriondo” —aquí hago un paréntesis, ayer hicimos el análisis de quién es este personaje, que iba en el avión con Basulto— “le pregunta desde el asiento trasero: ‘¿Nos van a tirar?’, y usted responde: ‘Nos van a tirar, están usando eso para... ‘La transcripción es solo una ayuda para la grabación’, salta Kastranakis desde la fiscalía. ‘La cinta no ha sido escuchada en esta parte’, dice Kastranakis. ‘Sí lo ha sido’, corrige la jueza, ‘la cinta ha sido pasada hasta la página 10’. ‘Yo estoy errado’, y ahora Kastranakis no sabe dónde meter la cabeza. ‘Discúlpeme’” —estamos hablando de las transcripciones textuales de la cinta de audio, por eso habla de las páginas que se están analizando en el juicio.
“‘Adelante’, dice la señora Lenard, y Mc Kenna prosigue. ‘En este punto usted sabe claramente que un Mig ha hecho un pase a su avión’. ‘Sí’, admite Basulto. ‘Lo que él hizo en la primera ocasión en que usted lo vio fue picar frente a su avión de izquierda a derecha, ¿no?’ ‘No, de derecha a izquierda. Yo estoy volando hacia el este y veo el avión pasar de la parte superior derecha de mi parabrisas hacia la parte inferior izquierda.' ‘¿Fue ese el pase frente a su parabrisas?’ ‘Eso es correcto’, dice Basulto.
“En ese punto, regresando a la página 8, usted primero dice: ‘Lanzaron los Mig contra nosotros’, ‘¿Correcto? ¿Esa fue la primera ocasión en que usted vio los Mig y reaccionó?’, pregunta Paul Mc Kenna cayendo en otra trampa de la señora Salomón, quien tradujera el original. Esta fue la persona que tradujo del original las conversaciones que habían aparecido en la cinta de audio: “Ahí salen los Mig” en “Lanzaron los Mig contra nosotros”, o sea, hace una traducción diferente. ‘Sí’, admite Basulto. ‘Es ahí cuando usted dice: ‘Dámela a mí’, y lo que usted quería era la cámara para comenzar a filmar, ¿correcto?’ ‘Correcto’, dice Basulto.
‘“Cuando usted vio el Mig por primera vez usted no estaba filmando, sino que tuvo que pedir por la cámara, ¿correcto?’ ‘Eso es correcto’ ‘¿Usted no orientó a Arnaldo a retirarse, o sí?’ ‘No es mucho lo que usted puede hacer para retirarse en una situación como esa, señor, y cuando yo hice esos comentarios tal vez pensé que harían disparos de advertencia, lo cual es un procedimiento normal’. ‘Usted no dejó esa área tras ese pase de advertencia, ¿correcto?, ¿usted siguió volando derecho, filmando jubilosamente los Mig o no?’, le dice Mc Kenna. Otra objeción de Kastranakis porque la forma de la pregunta no le gusta porque es argumentativa y porque asume hechos no evidenciados, y Paul se repite: ‘¿Usted no ordenó al señor Iglesias retirarse y dejar el área inmediatamente después de recibir el pase de advertencia?’ ‘Yo no le ordené eso, no’, dice Basulto. ‘¿Usted no tomó el control del avión en ese punto? ¿Correcto? ¿Usted filmó?’ Ah, y allá va eso, puedes creer cada punto y coma de lo que te voy a contar a continuación.
“Te juro” —dice ahora René— por lo que tú me pidas que lo estoy copiando textualmente de la transcripción oficial de la corte.”
Aquí hacemos un paréntesis para decir que René utiliza para su diario las transcripciones oficiales que aparecen de cada uno de los interrogatorios en la corte y por eso lo vemos tan detallado en estas cartas que le envía a Olga, su esposa, y que se han convertido en el diario de René, en el diario del proceso judicial.
“‘No había necesidad de eso, el tiempo que tomaría para filmar un Mig sería medio segundo’, dice Basulto, ‘por eso es que no lo pudimos *****’. Es todo lo que se le ocurre decir a este señor, sobre quien descansa el futuro de todos los cubanos —es la ironía de René—, quienes le ponen velitas antes de irse a la cama para pedirle un deseo todas las noches.
Y continúa el diario de René:
“’¿Usted no cayó en cuenta, señor, o sí?’ ‘No caí en cuenta.’ Ahora Paul hace rodar la imagen de la segunda toma de video cuando el N-2506 se dirige hacia La Habana. Basulto se defiende desesperadamente, dice que él se estaba dirigiendo hacia el noreste y que, por lo tanto, la toma se hacía desde la ventanilla derecha del avión. Más objeciones baldías de por medio por parte de Kast... bueno, ya tú sabes de quién, y Basulto explicando cómo él pudo filmar, a través de Iglesias, sentado a su derecha, quien se encogió así, bien chiquitico, para no estorbar en la toma, y cómo no se ve ninguna parte del avión, porque él se las arregló para que no saliera el ala y demás.
“Ahora Paul hace repetir la imagen para que se vea la sombra fugaz que cruza por el parabrisas del avión. Basulto pide que se repita, y cuando se está repitiendo la cinta, junto, antes de que aparezca la sombra que cruza por delante del aparato, se ve otra sombra, esta vez dentro de la cabina, y el acusado salta jubiloso a identificarla: ‘¡Ese es el panel de instrumento!’ ‘No hemos llegado a la imagen del Mig todavía’, responde Mc Kenna satisfecho, pues en su afán de descartar el Mig como la sombra que cruza por la nariz del N2506, Basulto ha revelado, muy a su pesar, al identificar el panel de instrumentos que la toma está siendo hecha hacia delante del avión. En otras palabras, está volando hacia La Habana.
“Unos segundos más y llegamos a la imagen fugaz que tanto ha dado que hablar en testimonios previos. Basulto pide verla una y otra vez, que la muevan, que la paren, que la vuelvan a mover. Para mí la impresión del primer día no ha cambiado y me parece ver a la velocidad normal la figura completa de un Mig-29 que cruza como un bólido por el parabrisas del avión. No obstante, la distorsión que sufre el objeto al ser detenido en la pantalla no me da ni Mig ni ala. El acusado pone pie en tierra por esta última versión que fuera sembrada tan laboriosamente en el subconsciente de Arnaldo Iglesias por Kastranakis y entretiene a la audiencia por un rato hasta que Paul cambia de tema.
“Paul pide que siga el audio” —ahora pasamos de nuevo a la cinta de audio—, “y no toma más de media página en la transcripción para que se detenga, cuando el N2506 ha recibido una llamada de otro avión, esta vez en inglés: ‘Gaviota 1, hay un Mig en el aire.’ ‘Bogui en el aire, ¿dónde estás tú?’, pregunta una voz, a quien el original identificada como Mario de la Pena y que gracias a la intervención de la señora Salomón ahora aparece como una voz no identificada. El joven que está llamando a Basulto se ha sumergido tanto en este mundo irreal, creado alrededor suyo por el testigo, que no repara en utilizar el término bogui, lo cual viene siendo algo así como el “coco”, según la fraseología con que en las películas de Hollywood los infalibles y superiores pilotos americanos identifican a los enemigos mientras juegan con ellos como el gato y el ratón antes de destruirlos
“‘Yo sé, dice Basulto con calma, ‘el Bogui’ —este zángano también se deja llevar por las películas de Hollywood—, ‘está al norte de nosotros en este momento y ha lanzado una... ¡uh! Bengala’, aparentemente para tomarla como referencia.
“Paul vuelve a la carga: ‘¿Eso está justo debajo de donde usted dice ji, ji, ji, y usted es identificado como Gaviota 1’, guía el abogado al testigo a través de la transcripción. ‘¿En qué página está ji, ji, ji?’ ‘En la página 10. Alguien le dice a usted: ‘Gaviota 1, un Mig en el aire, Bogui en el aire, ¿dónde estás tú?’ ‘¿Usted sabe quién está hablando?’, le pregunta Mc Kenna. 'Más probablemente Mario de la Peña, ¿podría pasarlo otra vez a partir del ji, ji, ji?', y Basulto debe estar fuera de sus cabales de alguna manera, su torcido cerebro le ha hecho creer que el repetir el ji, ji, ji, le restará importancia a la risita ante el jurado. La cinta es escuchada nuevamente y dice creer escuchar a Mario de la Peña."
Después continúa más adelante este interrogatorio de Mc Kenna, cuando le pregunta: "‘¿Usted se considera un piloto prudente?’ ‘Si lo soy.’ ‘¿Dados todos los avisos y la situación en Cuba, usted considera prudente ese vuelo justo al límite, como lo estaba haciendo?’ ‘Lo que se conoce como territorio soberano’ —dice Basulto— ‘es algo sobre lo que nosotros volamos normalmente en las Bahamas, por ejemplo, y nosotros nunca tuvimos ningún problema con el gobierno de las Bahamas, es solo Cuba la que quiere utilizar su espacio aéreo para justificar’ —y ahora trata de engolar la voz y hacerla grave— ‘un asesinato’, y la última palabra le sale como graznido de pato."
Hasta aquí esta parte de la transcripción del diario de René, donde habla, precisamente, del interrogatorio a Basulto, por parte de Paul Mc Kenna, por parte de la defensa, y donde salen a relucir importantes evidencias: una es la cinta de audio, de la cual ya hemos hecho referencia en otras ocasiones y que está siendo usada en este caso por la defensa para demostrar que, efectivamente, hubo advertencia antes del derribo de las avionetas. Otra es, precisamente, la cinta de video que es tomada por el propio avión de Basulto, donde se demuestran los pases de advertencia del Mig en aquel momento; y otra es este momento en el cual Basulto dice que no había problemas con volar sobre el cielo de otros territorios soberanos como Bahamas, y que en el caso de Cuba era diferente, porque Cuba quería justificar un asesinato.
Creo, Lázaro, que siguiendo el pormenorizado análisis que hiciste ayer, desde el comienzo de aquel día 24 de febrero, este nuevo interrogatorio de Basulto por parte de Mc Kenna, creo que es algo que requeriría un análisis más a fondo, según tu estudio sobre ese incidente.
Lázaro Barredo.- Sí, Polanco, realmente la impunidad de Basulto va a quedar registrada para la historia. Quizás ni los famosos corsarios y piratas, como Henry Morgan, Jacques de Sores, o Francis Drake, imaginaron que existiría un filibustero que tendría una patente de corso para realizar acciones criminales mucho mayores que las que ellos tuvieron para asaltar embarcaciones; porque el jefe del grupo, Basulto, y su pandilla, realmente fueron siempre gavilanes disfrazados de palomas, y mucho más después de la burda manipulación de aquel 24 de febrero.
Lo que pasó aquel día, como muchas otras veces, realmente, sobre Cuba, no era una mera intrusión en el espacio aéreo cubano, sino un desafío a la soberanía nacional, como bien tú decías. Lo que sucedió aquel día no era una acción inocente, sino un acto provocador, que perseguía un fin político, eran abiertas y deliberadas incursiones violatorias del espacio aéreo de Cuba, que están rechazadas por todas las normas del derecho internacional. Basulto no puede volar sobre Bahamas como Pedro por su casa; Basulto tiene que acogerse a las normas del derecho que establece la Carta de las Naciones Unidas, donde se dice que la personalidad de cada Estado será respetada, así como su integridad territorial e independencia política.
Lo que pasa es que Basulto no hizo estas provocaciones por iniciativa propia, su desafío a nuestra soberanía es parte de la agenda política de los grupos de poder en Estados Unidos para negar la legitimidad del gobierno de Cuba, y de ahí la abierta complicidad de una buena parte de las autoridades norteamericanas.
¿Cómo no le pasó nada a esta gente cuando el gobierno de Estados Unidos conoció de estas incursiones? ¿Por qué Estados Unidos no ejerció sus amplios poderes para detenerlos ni tuvo en cuenta las repetidas y urgentes protestas de Cuba? Las autoridades de Estados Unidos aprobaron los planes de vuelo de Basulto y permitieron la salida de Hermanos al Rescate, a pesar de saber que esos planes de vuelo eran falsos. No ocuparon las aeronaves como podían haberlo hecho, según sus propias leyes, por estas violaciones que están reconocidas por el Departamento de Estado y por la FAA, o sea, por la Administración Federal de Aviación. No buscaron una orden de la corte, como hacen tantas veces, contra estos vuelos, como podían haberlo hecho, en correspondencia con sus propios procedimientos y haber abortado todos los vuelos desde julio de 1995, para poner un ejemplo, que tan abiertamente, este hombre trajo todas las cadenas de televisión, se vanaglorió, se ufanó, fanfarroneó ante la televisión, se burló de los altos funcionarios de la Administración Federal de Aviación que le llamaron la atención.
Tampoco establecieron procesos criminales contra los involucrados en estas transgresiones; solo tres meses después del incidente del 24 de febrero es que se dignaron adoptar una medida que puede calificarse como una curita de mercuro cromo, porque lo que le pusieron fue una limitación de la licencia como piloto por varios meses.
El desafío de Basulto llegó a tal grado —fíjate esa impunidad—, que en una entrevista a The New York Times, explicó que había ordenado a sus pilotos, antes de estos vuelos, que no podían dejar que sus respectivas aeronaves fueran obligadas —esto es importante— a aterrizar en Cuba, bajo ningún concepto. Eso lo dijo en una entrevista a The New York Times. Pero Basulto no solo se ha comportado despampanantemente como se ha visto, sino que, como ya dije, ha actuado siempre, como el rey, el soberano, como Pedro en su casa.
Quiero llamar la atención en algo que aquí se dijo ayer, porque es sumamente importante, después del ji, ji, ji, y tras ver los Mig y la frase que le dijo a Iglesias y a Silvia Iriondo —me gustó como tú lo dijiste, Taladrid—, "Vámonos para el carajo", esa fue la frase, vámonos para ese lugar, Basulto vuelve a probar que él tiene patente de corso. Cuando viene regresando hacia Miami, tras el incidente, recibe orden de aterrizar en Cayo Hueso, y responde que no, que aterrizará en Opa Locka. Ha ocurrido un grave incidente, y este hombre todavía desacata la autoridad del control aéreo de Miami. El tiene que sentirse realmente muy respaldado y de hecho así lo es, porque, de nuevo, por esta violación no le pasada nada, por este desacato nadie le exige ninguna responsabilidad.
Cuando va a aterrizar en Opa Locka —ayer, como estábamos presionados, nos detuvimos en Silvia Iriondo y esto pasó así al vuelo; pero quiero referirme a este hecho que es importantísimo— recibe la orden de dirigirse hacia la Aduana, y responde que no, que irá a su hangar, como siempre lo ha hecho. Le reiteran que no, que vaya para Aduana, y dice de nuevo lo mismo: "Iré para mi hangar, como siempre lo he hecho."
Reitero esto, porque esto es importante; es decir, Basulto y Hermanos al Rescate nunca han estado sometidos a las normas de control. Pueden entrar cocaína, pueden entrar armas, pueden entrar personas, que a nadie le rinden cuenta, porque campean por su respeto, y esto es una prueba evidentísima: "Voy para mi hangar, como siempre lo he hecho."
Las dudas sobre Basulto como contrabandista no las estoy diciendo yo, hay un artículo extenso del periodista Peter Day Scut, que recoge, además, el testimonio de Celerino Castillo, agente de la DEA, donde se desataca, se desarrolla toda la información del vínculo de Basulto como parte de la operación Irán-contra que dirigió el teniente coronel Oliver North y que Basulto estuvo vinculado junto con Félix Rodríguez Mendigutía, el Gato, en un plan de vuelos para darle tratamiento a los heridos de la contra durante el proceso este de la guerra sucia en Nicaragua.
El periódico The New York Times, el 20 de enero de 1987, reconoce que la mayor ayuda a los contra venía de tres fuentes: La CIA, la operación ilícita Oliver North y el tráfico de drogas, y se dice por la DEA, que había compilado evidencia convincente de que la operación de suministro a la Contra en la base de la fuerza aérea de Hilopango en El Salvador, donde estaba Luis Posada Carriles, Félix Rodríguez y José Basulto, estaba contrabandeando cocaína y marihuana. Es decir, no hay que extrañarse de que Basulto hubiera entrado con esta patente de corso, en esos aterrizajes en "mi hangar", hubiera estado vinculado al tráfico de drogas.
Evidentemente, debe haber, Polanco, manos largas y poderosas detrás de Basulto, que, efectivamente, no les queda más remedio que reconocer, cuando le dicen por tercera vez: "Venga para Aduana", y punto, es la orden, se dirige a Aduana, y ocurre, entonces, lo increíble de este mundo, que no entrega la cinta; y no entrega la cinta porque aduce un tecnicismo: Aduana no tiene cómo copiar la cinta. Vaya, eso no se lo cree ni el médico chino, por favor. Esto ha sido una tremenda componenda que solo hasta el momento de este juicio ha salido a relucir en Miami la verdad de lo que realmente ocurrió ese fatídico día...