iran no tiene nada que ver con los atentados... fue una vendetta de el dictador SIRIO AL ASSAD
La verdad desnuda
Para entender la real trama de lo sucedido en AMIA debemos recordar (una vez más y van...) que Menem viajó a Siria en 1988 para entrevistarse con el dictador Hafezz Al Assad en el marco de la interna justicialista para las elecciones presidenciales de nuestro país y a efectos de solicitar fondos frescos para su campaña. Nadie apostaba en esos días a que Menem pudiera ganar las elecciones internas y eso provocaba que este último no pudiera conseguir financistas que apoyaran su candidatura.
Al Assad, presidente de un país que sobrevive gracias al tráfico de drogas producidas en el sur del Líbano, pidió a Menem dos favores: que lavara parte del gran caudal de dinero que producía por la venta de estupefacientes y que le consiguiera tecnología nuclear.
Menem, en ese momento obnubilado por los millones de dólares que estaba recibiendo por parte de Siria, dijo a todo que sí, sin darse cuenta de que estaba sellando un pacto con una de las peores mafias del mundo. Estaba tan feliz que incluso prometió visitar Siria ni bien asumiera como presidente, como primer destino oficial.
Cuando Menem se hizo cargo finalmente del Gobierno en el año 1989, el narcoterrorista Monzer Al Kassar selló con su presencia el pacto que el riojano había acordado con Siria, al tiempo que aplaudía al lado de funcionarios y legisladores de la Nación en el marco del pase de mando presidencial.
Con el poder en sus manos, Menem comenzó a abrir las fronteras a una sospechosa y cuantiosa inmigración siria y colocó a Ibrahim Al Ibrahim -un coronel de Inteligencia de esa nacionalidad íntimamente relacionado con Al Assad- en un alto puesto de la Aduana para permitir el ingreso de valijas con narcodólares tal cual había pedido Siria.
Pero no todo sería color de rosa. Los primeros meses de Gobierno menemista traerían de su mano las decepciones más inesperadas. Por presiones políticas varias, el reactor nuclear prometido a Siria nunca llegaría a destino y las valijas repletas de dólares esperando ser blanqueados serían descubiertas por investigadores españoles. Al mismo tiempo, Menem viajaba a Israel como presidente -enemigo declarado de Siria-, a pesar de lo que había asegurado a Al Assad.
Ante lo sucedido y a pesar de sus elocuentes promesas, Menem sólo atinó a soltar la mano de los sirios para proteger su propia imagen. Al Assad, quien finalmente tuvo que comprar pésima tecnología nuclear a China, estaba furioso. Al Ibrahim había sido procesado y Al Kassar escapaba de Argentina debido al comienzo de un largo proceso por radicación irregular en nuestro país.
Era el comienzo de una venganza personal.
Venganza perseguirás...
El 17 de marzo de 1992 estallaba la Embajada de Israel, mientras el entonces ministro del Interior, José Luis Manzano, recibía un documento de la SIDE que aseguraba que Al Kassar estaba en Buenos Aires y que podría estar relacionado con el atentado.
Manzano sólo atinó a cajonear la carpeta y asegurar –falazmente- que la explosión había sido producto de un coche bomba: una Ford F-100 cargada con Exógeno C-4. Lo único real era el explosivo, la camioneta no existía.
Menem, por su parte, denunció algo insólito: “este atentado me lo hicieron a mí”. Nunca explicó estas palabras y sólo dedicó su esfuerzo a tapar todos los indicios que conducían a los sirios en la investigación.
El tiempo borraría las huellas y la memoria.
La no investigación del atentado a la embajada de Israel envalentonó a los Sirios, quienes empezaron a pergeñar un segundo mensaje que culminó el 18 de julio de 1994 cuando explotó la sede de la AMIA.
Otra vez las primeras pistas conducían a Siria y Menem fue más lejos que antes: ordenó que no se investigara a ningún ciudadano sirio y nuevamente habló crípticamente: “Les pido perdón”, aseguró ante el asombro de la gente. Nadie le preguntó por qué había hecho semejante comentario.
Los primeros sospechosos eran sirios y algunos de ellos demostraban tener estrecha confianza con Al Kassar. Pero no debía acusarse a Siria.
El mismo día del atentado a la AMIA, agentes de la CIA y el Mossad –servicios de Inteligencia norteamericano e israelí, respectivamente- dieron letra al Gobierno de Menem para que se inventara la historia de la Traffic-bomba y se acusara a Irán por lo sucedido. Siria era intocable: tenía negocios ocultos con Estados Unidos y traficaba armas con Israel. Irán, en cambio, era el enemigo natural de todos ellos y el mejor chivo expiatorio.
Mientras tanto, la conducción de AMIA y DAIA recibía millonarias sumas de dinero a cambio de no denunciar la desinvestigación del atentado. Todo estaba perfectamente armado.
Finalmente, en el marco de la guerra entre Menem y Duhalde –pelea de poder y drogas- fueron imputados varios policías de la provincia de Buenos Aires como parte de la conexión local del magnicidio. Los mismos policías que años más tarde saldrían en libertad por falta de pruebas en su contra.
Concluyendo
Es insólito que algunos periodistas -los operadores de siempre- aún sigan sosteniendo hipótesis que hace tiempo han sucumbido de manera estrepitosa en torno a la causa AMIA. Muchos de ellos, de diarios como Clarín y Página/12, han sido advertidos oportunamente por estos periodistas para que rectificaran sus propios errores, publicados durante años y años. Dichos periodistas jamás pudieron rebatir los argumentos aportados por este medio y en algunos casos sólo han atinado a descalificar a quienes escriben estas líneas.
Son tipos de la talla de Raúl Kollman, Román Lejtman, Daniel Santoro y Gerardo Young. Pseudoperiodistas que fueron funcionales en su momento al menemismo (hoy al kirchnerismo) y el libreto oficial de los que quieren encubrir.
Será interesante escuchar sus argumentos cuando termine de caer la cortina de humo...
Fernando Paolella y Christian Sanz (autores de la nota)