El desfile de Pekín certifica la 'crisis' entre China y Corea del Norte
El viaje de la presidenta de Corea del Sur a China para asistir al desfile militar que recordaba el final de la II Guerra Mundial ha confirmado, según la mayoría de los analistas, el acercamiento de Seúl y Pekín, y al mismo tiempo el distanciamiento cada vez más evidente entre esta última capital y su otrora cercano aliado, Corea del Norte.
En un país donde la simbología adquiere la importancia de una ciencia casi sagrada, las autoridades chinas eligieron perfectamente la ubicación de los acompañantes del presidente Xi Jinping y mientras que su homóloga surcoreana Park Geun-hye apareció siempre en sus inmediaciones, el enviado norcoreano, Choe Ryong-hae, uno de los personajes más cercanos a Kim Jong-Un, fue colocado casi en los últimos lugares de los dignatarios invitados al evento.
Al ver a Park Geun-hye embutida en su llamativa chaqueta amarilla junto al jefe de estado chino -sólo se interponía Vladimir Putin-, en el balcón de la Puerta de la Paz Celestial de la Plaza de Tinanmen, los devotos de la historia recordaron que ese mismo escenario fue donde Kim Il-Sung, el fundador de Corea del Norte, asistió codo a codo con Mao Zedong y el dirigente soviético Nikita Khrushchev al desfile militar que organizó el líder chino en 1954, protagonizando una de las fotos más icónicas de la Guerra Fría.
Aquellos eran los tiempos en los que Mao argumentaba que Pekín y Pyongyang estaban tan unidos como "los labios y los dientes".
El viernes, Park Geun-Hye asistió a otro acto cargado de significación al acudir a la reapertura de la antigua sede del gobierno coreano en el exilio en Shangai, la ciudad china que lo acogió entre 1919 y 1945, cuando el país se liberó de la ocupación japonesa.
Conscientes de lo acaecido, los medios de comunicación de Corea del Norte tan solo dedicaron una brevísima referencia al retorno de Cho Ryong-hae -considerado el número 3 del país-, sin ofrecer detalle alguno sobre la exhibición militar china.
Relevo de poder en las tres naciones
Pese a la tradicional cercanía de Pekín y Pyongyang desde que las tropas maoístas lucharon a su lado durante el conflicto civil de 1950-53, la alianza entre ambas naciones parece haberse resentido tras el relevo en el poder que se ha registrado en los últimos años en las tres naciones.
China ya "filtró" su desacuerdo en el 2013 con la tercera prueba nuclear que realizó Corea del Norte en aquel entonces. Posteriormente, Xi Jinping rompió todo un tabú al acudir en el 2014 a Seúl antes de visitar Pyongyang, a donde todavía no ha viajado.
"En tanto que gran poder responsable, China puede haber reconsiderado su relación con el régimen de Corea del Norte y está realizando gestos más favorables hacia el sur", escribía recientemente el profesor Jae Ho Chung, de la Universidad nacional de Seúl en el Global Times, un diario chino que normalmente reproduce el pensamiento del sector más conservador del poder local.
Para Chung, es cierto que los contactos oficiales entre Corea del Sur y China -que sólo establecieron relaciones diplomáticas en 1992- han atravesado periodos de "altos y bajos" y uno especialmente "accidentado" entre el 2008 y el 2012, pero han registrado una "significativa mejora" desde que Xi Jinping y Park asumieron la presidencia.
Desde la primera visita de la presidenta surcoreana a China en el 2013, los dos dirigentes se han encontrado en 6 ocasiones, algo que todavía no ha conseguido Kim Jong-Un.
China es además el principal socio comercial de Corea del Sur, con unas cifras de intercambio que exceden 50 veces el que mantiene con Corea del Norte.
Antes de regresar a Seúl, Park se pronunció a favor de iniciar "tan pronto como sea posible" negociaciones con China para "cooperar en una reunificación pacífica" de las dos Coreas, unas palabras que seguramente provocarán un enésimo sobresalto en Pyongyang.
"China debe jugar un papel importante para inducir a Corea del Norte a realizar los cambios apropiados", añadió.
Para la agencia surcoreana Yohnap, "dado lo sensible que es este tema, esta decisión tiene que entenderse como el último signo del reforzamiento de los lazos entre Seúl y Pekín".
Ese mismo medio de comunicación no ahorró epítetos a la hora de evaluar el viaje de Park a Pekín, que dijo marca "un cambio dramático en la geopolítica regional".
"Claramente las relaciones entre China y Corea del Norte están congeladas", manifestó Bruce Klingner, un experto de Heritage Foundation.
Los últimos guiños entre Seúl y Pekín han coincidido con el retorno al cruce de acusaciones entre Corea del Sur y del Norte, que se produce a menos de dos semanas del pacto que firmaron para mejorar sus relaciones y que como ya ocurrió en repetidas ocasiones en el pasado parece destinado a engrosar la mera estadística.
Pyongyang acusó a la presidenta Park de pronunciarse de forma "impertinente" precisamente en la capital china, donde agradeció el "papel constructivo" de China en la última crisis bilateral.
Corea del Norte se tomó estas palabras como un "grave insulto" y dijo que si su contraparte "persiste en airear los asuntos internos en el extranjero, las relaciones entre el Norte y el Sur regresarán al diabólico ciclo de la confrontación".
http://www.elmundo.es/internacional/2015/09/05/55eac1e346163f746b8b4571.html