Les dejo este interesante articulo publicado en Military Review Edicion Hispanoamericana de Noviembre-Diciembre del 2005
La Batalla de Darwin-Pradera del Ganso
Robert S. Bolia
Los oficiales militares estudian las batallas del pasado para aprender a ser mejores comandantes, aunque se puede decir que muy a menudo la historia militar consiste en el estudio de fracasos más que de éxitos. La mayoría de las batallas interesantes han sido muy parejas, en el sentido que, en cualquier momento de la acción, cualquiera de los oponentes podría haber logrado la victoria. En muchas de estas batallas, el resultado final fue decidido no precisamente por lo que hizo correctamente el ganador, sino por los errores del perdedor.
El carácter rápido y decisivo de la victoria de Prusia sobre Francia en 1870-1871, por ejemplo, fue producto tanto de la incompetencia francesa como de la táctica superior alemana. Lo mismo se puede sostener acerca de muchas victorias del General Confederado Robert E. Lee sobre los ejércitos de la Unión en la Guerra Civil de los EE.UU. o acerca de las victorias israelíes en 1948, 1956, 1967 y 1973. De hecho, no sería una exageración sugerir que las batallas en las cuales esto no ocurrió son la excepción y no la regla.
La Guerra de las Malvinas entre Argentina y Gran Bretaña no fue una de las excepciones. Aunque el desembarco en las islas por parte del Ejército Argentino comenzó bien, la mayoría de las operaciones posteriores no fueron fáciles. A pesar de estar desplegadas a miles de millas de sus bases, las FF.AA. británicas fueron capaces de ejecutar un desembarco anfibio sin oposición en San Carlos, ganar los primeros enfrentamientos en el terreno y mantener la superioridad aérea durante toda la campaña. Mientras que los argentinos lograron algunos éxitos, incluyendo el hundimiento de por lo menos seis buques británicos, estos éxitos tuvieron un alto costo al ocasionar bajas en los pilotos y aviones de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) y de la Aviación Naval Argentina (ANA).1
Lo más interesante acerca del conflicto de las Malvinas es que, basado en la doctrina militar comúnmente aceptada y las fuerzas disponibles en el teatro de operaciones, Argentina no debía haber perdido tan rápidamente. Desde la óptica estrechamente militar, la victoria británica era inevitable, pero no debía haber sido una derrota aplastante. Además, este tipo de victoria pudiera haber requerido pagar un precio mayor en cuanto a vidas humanas de lo que la población británica estaba dispuesta a aceptar, lo cual hubiese podido producir una solución negociada. Una estrategia de atrición, sin embargo, no pudo lograr el éxito después de repetidos fracasos tácticos y operativos.
Casi tan interesante como la pregunta acerca del porqué Argentina perdió la guerra es el porqué los historiadores británicos no han considerado el conflicto desde la perspectiva argentina. Los historiadores pueden sostener que los británicos tenían mejor adiestramiento o tácticas y doctrina, pero la guerra depende tanto de lo que hace el adversario como de lo uno mismo hace. Entre los inherentes peligros de no considerar las posibilidades de un adversario—aun a posteriori—está el aprendizaje de lecciones tácticas inapropiadas y la autosatisfacción causada por un exceso de confianza. Israel, por ejemplo, sufrió ambas falencias en los años anteriores de la Guerra de Yom Kippur.2
Después del desembarco realizado sin oposición por la Brigada 3 de Comandos en San Carlos el 21 de mayo de 1982, los británicos ocuparon posiciones en las colinas alrededor del asentamiento y consolidaron la defensa de la cabeza de playa. A pesar de los ataques que hundieron cuatro buques británicos, el Ejército Argentino no realizó ningún intento para prevenir el desembarco anfibio.3 Las razones principales, entre otras, pueden encontrarse en que no tenían los vehículos terrestres capaces de atravesar el terreno de las islas y que las mismas tenían pocos caminos. En segundo lugar, la superioridad aérea británica hizo demasiado peligroso volar en helicópteros. Finalmente, marchar era imposible ya que la concentración más cercana de tropas argentinas se encontraba en Pradera del Ganso, a una distancia de más de 20 kilómetros.4 Antes de que los argentinos pudieran haber llegado a San Carlos, los cinco batallones británicos ya habrían ocupaban sus posiciones defensivas en las colinas.
El Brigadier Julian Thompson, comandante de la fuerza de desembarco, ordenó al Teniente Coronel Herbert “H” Jones, comandante del Batallón 2 del Regimiento de Paracaidistas británicos (2 Para), planear una incursión en contra de las posiciones argentinas en Darwin y Pradera del Ganso. Estas posiciones, ubicadas en un istmo estrecho entre Isla Soledad (East Malvinas) y Lafonia, no tenían ninguna importancia estratégica para Thompson, cuyo objetivo era la capital Stanley que los argentinos renombraron Puerto Argentino. No obstante, su brigada no estaría preparada para avanzar sobre la capital por unos días, y quería emplear el tiempo para “establecer el dominio moral y físico sobre el enemigo”, como fue ordenado por el General de División Jeremy Moore que asumió el mando de las fuerzas terrestres cuando llegó a las Malvinas dos semanas después.5 Sin embargo, cuando se dio cuenta de las pocas piezas de artillería disponibles que podían ser desplegadas con los helicópteros que contaba, se canceló la incursión. Thompson no estaba dispuesto a arriesgar un batallón al desplegarlo sin el apoyo adecuado de artillería en una acción que no era absolutamente necesaria.
El cuartel general conjunto en el Reino Unido estaba más dispuesto a tomar el riesgo, dada su preocupación con la opinión pública en Gran Bretaña acerca de la conducción de la guerra, especialmente cuando no había ninguna victoria y cuatro buques de Su Majestad hundidos. Por lo tanto, se le ordenó a Thompson desplegar el 2 Para para capturar las posiciones en Darwin y Pradera del Ganso, sin importar la disponibilidad de artillería, a fin de lograr una victoria para la población británica. Mientras que el 2 Para se movilizó al sur al istmo de Darwin, tres batallones de la brigada marcharon al este hacia Stanley, y el último batallón se quedó en San Carlos para mantener sus posiciones alrededor de la cabeza de playa.6
Cuando planeó el avance, Jones no adhirió a la máxima de Helmuth Carl von Moltke que “ningún plan de operaciones se extiende con certidumbre más allá del primer enfrentamiento con la fuerza principal del enemigo.”7 En lugar de esto, él planeó una compleja operación de seis fases que requirió estrecha coordinación de tiempo y espacio entre sus tres compañías de fusileros y la compañía de patrullas. El batallón marcharía al sur hacia Camilla Creek House, a ocho kilómetros al norte de Darwin, donde reorganizaría para el combate y descansaría antes de cruzar la línea de de partida para el ataque a medio camino entre y Darwin. El plan consistía en tener una compañía a ambos lados del istmo para avanzar hacia el sur. Las otras compañías las seguirían para proporcionar el apoyo y, dependiendo de la fase, sobrepasar para atacar sus propios objetivos. apoyo de artillería provendría de tres cañones de 105 mm, así como de los cañones del buque HMS Arrow, que estaba disponible para proporcionar el apoyo de fuego naval hasta que fuese forzado a retirarse por la luz del día al amanecer hacia la seguridad relativa de las aguas de Carlos.8
Para enfrentar el avance, el Teniente Italo Piaggi, comandante del Regimiento 12 de Infantería y de la guarnición en Pradera del Ganso, tenía una diversidad de soldados de tres regimientos de infantería diferentes, incluyendo dos compañías (Ay C) de su propio Regimiento 12; una Compañía (reducida) del Regimiento 25; y una sección de la del Regimiento 8, los cuales le proporcionaban un total de 554 efectivos entre oficiales, suboficiales y soldados, casi igual a un batallón de infantería británico (620 oficiales, suboficiales y soldados). La unidad en su conjunto fue denominada la Fuerza de Tarea Mercedes en honor a la ciudad donde el Regimiento 12 tenía su guarnición en tiempo de paz. Además del componente de infantería, Piaggi también disponía de tres cañones de 105 mm y unas piezas de artillería antiaérea. También en Pradera del Ganso se encontraban 202 integrantes de la FAA bajo el mando de un Vicecomodoro, que estaba a cargo de la Base Aérea Cóndor. Los aviones Pucará de la FAA—diseñados para las operaciones de contrainsurgencia—se habían trasladado a Stanley por razones de seguridad.9
Puesto que los británicos tenían control del aire y la zona marítima alrededor de las islas, un ataque en contra de Pradera del Ganso podría haber venido teóricamente desde el norte, por una ruta de marcha directamente de la cabeza de playa en San Carlos; desde el sur, por medio de un desembarco aerotransportado en Lafonia; o desde las playas de cualquier lado del istmo. Sin inteligencia acerca de las intenciones británicas, Piaggi tuvo que desplegar sus tropas para enfrentar una amenaza desde cualquier dirección.10 Como consecuencia, dividió sus fuerzas, un destacamento en las lomas al norte y oeste de Darwin, otro destacamento en el sur y su reserva en Pradera del Ganso. En los días previos al desembarco británico, las tropas en el norte habían establecido sus posiciones a través del istmo, desde donde pudieran efectuar el fuego en contra de tropas que se aproximaran del norte y replegarse rápidamente para enfrentar una operación anfibia. Además, colocaron campos minados y trampas explosivas frente a las posiciones preparadas para estorbar aún más el avance británico.11
Mapa tomado del libro "Asi peleamos en Malvinas"
A pesar de las extensas preparaciones defensivas, el 26 de mayo Piaggi recibió la orden de abandonar las posiciones en el norte y asumir una disposición más agresiva en anticipación de un ataque británico. Cuando el avance británico hizo contacto con la primera línea de la defensa argentina en la mañana del 28 de mayo, los británicos no encontraron una unidad atrincherada con campos minados a su frente, sino un destacamento en terreno abierto con los campos minados a lo largo de su línea de retirada. Como era de esperar, los sorprendidos conscriptos argentinos no ofrecieron mucha resistencia ante el avance británico y comenzaron a retirarse casi inmediatamente.12
El avance británico a lo largo del lado oriental del istmo forzó a los argentinos que estaban en retirada a reocupar sus posiciones preparadas, donde pudieron reagruparse y parar en progreso inicial del ataque. Mientras tanto, las tropas en el flanco derecho de los británicos encontraron una fuerte resistencia—una compañía había llegado por helicópteros desde la capital de las Malvinas para reforzar las defensas argentinas y el contraataque y paró los británicos en el lado occidental del istmo. En un esfuerzo de romper el equilibrio, Jones dirigió una carga hacia una posición argentina en su flanco izquierdo, pero fue abatido por el fuego de armas portátiles desde una trinchera. Aunque Jones murió en el enfrentamiento, proporcionó el ímpetu necesario para abrumar las posiciones cerca de Darwin. Superados por su flanco derecho por este ataque y en su flanco izquierdo por una compañía de Paras que avanzaba en la playa, y sufriendo muchas bajas y una escasez considerable de municiones, las fuerzas argentinas se retiraron hacia Pradera del Ganso.13
A medida que los argentinos se retiraban al poblado, los británicos comenzaban a rodearlo, tomando todas las posiciones alrededor de Pradera del Ganso al anochecer. Aunque parecía que no había ninguna esperanza para los soldados de la fuerza de tarea de Piaggi, en esos momentos llegaron los refuerzos del Equipo de Combate Solari, 132 oficiales, suboficiales y soldados, que habían sido transportados desde Stanley o Puerto Argentino por helicópteros y habían aterrizado al sur de Pradera del Ganso al anochecer.14 Estas tropas incrementaron un efectivo total disponible de las tropas de combate en casi un tercio y podrían haber sido empleadas eficazmente en un contraataque.
El Mayor Chris Keeble, segundo jefe del 2 Para, que asumió el mando del batallón después de se cayó Jones, opinó que no había ninguna razón para prolongar la lucha en este momento. No tenía un suficiente número de tropas ni municiones para un asalto al poblado, pero sabía que sus refuerzos y reabastecimientos estaban en camino. Los argentinos estaban rodeados y eventualmente tendrían que rendirse o morir en el combate. Keeble no quería luchar para tomar Pradera del Ganso, cuyos 114 habitantes—detenidos en la sala comunitaria—puedan sufrir las consecuencias de un bombardeo combinado aéreo y de artillería. Esto es exactamente lo que propuso Keeble en un ultimátum entregado a Piaggi. En términos específicos, el ultimátum pidió la rendición de las tropas bajo el mando de Piaggi, y la alternativa eventual en la cual sería bombardeado el poblado. pesar que la artillería y el apoyo aéreo no habían sido eficaces en el combate, tres aviones Harrier habían lanzado bombas de racimo cerca de las posiciones argentinas antes del amanecer. Piaggi y sus soldados sabían lo que pudiera lograr un ataque preciso en contra de sus posiciones. Keeble también señaló que, dado que le informó a Piaggi con antelación del bombardeo potencial, los argentinos serían los responsables por cualquier tipo de bajas bajo las reglas establecidas en los Convenios de Ginebra.15
Piaggi decidió que no había ninguna razón para continuar la lucha. Explicó los detalles de la situación a su comandante conjunto en Puerto Argentino, que autorizó, pero no ordenó la rendición. Al final, la decisión recayó sobre la responsabilidad de los oficiales en el poblado y éstos tomaron la decisión—aunque no unánimemente—para evitar aún más derramamiento de sangre.16 la mañana del 29 de mayo—irónicamente, el Día Nacional del Ejército Argentino—los soldados del y de la Fuerza Aérea de la de Tarea Mercedes se rindieron al 2 Para, terminando oficialmente la batalla de Darwin-Pradera del Ganso.17
¿Debía haber ganado Argentina?
El Ejercito Argentino tenía pocas ventajas naturales en el conflicto de las Malvinas. Sus tropas no tenían el adiestramiento ni abastecimientos que tenían los británicos. El Ejército tampoco podría contar con el fuego naval de apoyo ni el apoyo aéreo cercano. pesar de estas desventajas, no obstante, las tropas argentinas tenían cuatro aspectos donde por lo menos, podrían haber tenido alguna ventaja en Darwin y Pradera del Ganso: una igualdad numérica, la oportunidad de emplear el personal de la FAA en un rol de infantería, el contraataque y espíritu nacional.
La igualdad numérica. A principios del siglo XIX, el teórico militar prusiano Carl von Clausewitz escribió, “La defensa es la forma más fuerte de conducir la guerra.”18 La doctrina militar moderna ha intentado cuantificar esta declaración al recomendar que cuando se ataca posiciones preparadas la relación entre atacantes y defensores debe ser 3 a 1. A medida que pocas veces se logra una relación de esta magnitud, sugiere la ventaja que tenían los defensores. En Darwin-Pradera del Ganso, el 2 Para no se aproximó a esta relación de fuerzas. De hecho, el número de tropas en combate por ambos lados era casi igual. Además, fue el mismo caso con la artillería y ametralladoras, así como el apoyo aéreo cercano, aunque la escasez del último por parte de los británicos fue causada principalmente por mal tiempo. Los argentinos pudieron haber hecho más para explotar la ventaja natural de estar en una disposición defensiva. Tal vez su mayor fracaso en este respecto fue el abandono de sus posiciones preparadas para las avanzadas en los días previos de la batalla.
El empleo de sus tropas de la Fuerza Aérea como soldados de infantería. Otra forma en la cual los argentinos podrían haber explotado una ventaja defensiva hubiera sido emplear las tropas de la FAA como infantería, una opción que al parecer nunca consideraron. A pesar de no haberse entrenado como tropas de combate, el grupo de más de 200 soldados de la FAA en Pradera del Ganso sin duda podrían haber sido empleados para reforzar las posiciones defensivas en el norte, especialmente a medida que no tenían otra misión específica. Esta opción podría haber dado a los argentinos una ventaja potencialmente decisiva en contra de sus adversarios británicos en el punto del ataque.19 En lugar de habérsele dedo la oportunidad de demostrar su valor como combatientes, se los dejó en Pradera del Ganso para proteger el aeropuerto, una posición que abandonaron mientras que los británicos se acercaban, dejando de tal manera una brecha en la línea argentina que permitió la penetración de elementos de la Compañía D del 2 Para en aquella tarde. La retirada de los soldados de la Fuerza Aérea se realizó sin el conocimiento o la autorización de Piaggi.20
El contraataque. La llegada de los refuerzos en la noche del 28 de mayo proporcionó aun otra opción que podría haber cambiado la suerte de la batalla—un contraataque. Aunque la mayoría de las tropas argentinas podrían no haber estado en condiciones para continuar la lucha, las tropas de refuerzo que llegaron de la capital en la tarde de la batalla si lo estaban. Además, aunque los británicos tenían la ventaja del ímpetu, los Paras tenían frío, estaban cansados y mojados, y se les acababan sus municiones. Keeble con relación a ello dijo, “Si nos hubieran contraatacado al amanecer nos hubieran hecho replegarnos del campo de batalla porque ellos tenían ventaja en sus armas y estábamos completamente desequilibrados.”21
El espíritu nacional. Finalmente, los argentinos tenían a su favor lo que Clausewitz denominó Volksgeist, o el espíritu nacional.22 Para ellos, la recuperación de las Malvinas era un punto de honor nacional. La posesión de las islas había sido reclamada por Argentina desde su independencia de España en 1820, y los integrantes del Ejército, Armada y Fuerza Aérea que estaban presentes en 1982 habían crecido con la idea que, algún día, se recuperarían las islas en poder de Gran Bretaña (percibida como un usurpador colonial), que había ocupado las islas desde 1833. Para los argentinos, las Malvinas son parte de la Nación y, a pesar de su carencia de valor económico o estratégico, algo por lo que vale la pena luchar. Desafortunadamente, Volksgeist no era suficiente.
Continua...
La Batalla de Darwin-Pradera del Ganso
Robert S. Bolia
Los oficiales militares estudian las batallas del pasado para aprender a ser mejores comandantes, aunque se puede decir que muy a menudo la historia militar consiste en el estudio de fracasos más que de éxitos. La mayoría de las batallas interesantes han sido muy parejas, en el sentido que, en cualquier momento de la acción, cualquiera de los oponentes podría haber logrado la victoria. En muchas de estas batallas, el resultado final fue decidido no precisamente por lo que hizo correctamente el ganador, sino por los errores del perdedor.
El carácter rápido y decisivo de la victoria de Prusia sobre Francia en 1870-1871, por ejemplo, fue producto tanto de la incompetencia francesa como de la táctica superior alemana. Lo mismo se puede sostener acerca de muchas victorias del General Confederado Robert E. Lee sobre los ejércitos de la Unión en la Guerra Civil de los EE.UU. o acerca de las victorias israelíes en 1948, 1956, 1967 y 1973. De hecho, no sería una exageración sugerir que las batallas en las cuales esto no ocurrió son la excepción y no la regla.
La Guerra de las Malvinas entre Argentina y Gran Bretaña no fue una de las excepciones. Aunque el desembarco en las islas por parte del Ejército Argentino comenzó bien, la mayoría de las operaciones posteriores no fueron fáciles. A pesar de estar desplegadas a miles de millas de sus bases, las FF.AA. británicas fueron capaces de ejecutar un desembarco anfibio sin oposición en San Carlos, ganar los primeros enfrentamientos en el terreno y mantener la superioridad aérea durante toda la campaña. Mientras que los argentinos lograron algunos éxitos, incluyendo el hundimiento de por lo menos seis buques británicos, estos éxitos tuvieron un alto costo al ocasionar bajas en los pilotos y aviones de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) y de la Aviación Naval Argentina (ANA).1
Lo más interesante acerca del conflicto de las Malvinas es que, basado en la doctrina militar comúnmente aceptada y las fuerzas disponibles en el teatro de operaciones, Argentina no debía haber perdido tan rápidamente. Desde la óptica estrechamente militar, la victoria británica era inevitable, pero no debía haber sido una derrota aplastante. Además, este tipo de victoria pudiera haber requerido pagar un precio mayor en cuanto a vidas humanas de lo que la población británica estaba dispuesta a aceptar, lo cual hubiese podido producir una solución negociada. Una estrategia de atrición, sin embargo, no pudo lograr el éxito después de repetidos fracasos tácticos y operativos.
Casi tan interesante como la pregunta acerca del porqué Argentina perdió la guerra es el porqué los historiadores británicos no han considerado el conflicto desde la perspectiva argentina. Los historiadores pueden sostener que los británicos tenían mejor adiestramiento o tácticas y doctrina, pero la guerra depende tanto de lo que hace el adversario como de lo uno mismo hace. Entre los inherentes peligros de no considerar las posibilidades de un adversario—aun a posteriori—está el aprendizaje de lecciones tácticas inapropiadas y la autosatisfacción causada por un exceso de confianza. Israel, por ejemplo, sufrió ambas falencias en los años anteriores de la Guerra de Yom Kippur.2
Después del desembarco realizado sin oposición por la Brigada 3 de Comandos en San Carlos el 21 de mayo de 1982, los británicos ocuparon posiciones en las colinas alrededor del asentamiento y consolidaron la defensa de la cabeza de playa. A pesar de los ataques que hundieron cuatro buques británicos, el Ejército Argentino no realizó ningún intento para prevenir el desembarco anfibio.3 Las razones principales, entre otras, pueden encontrarse en que no tenían los vehículos terrestres capaces de atravesar el terreno de las islas y que las mismas tenían pocos caminos. En segundo lugar, la superioridad aérea británica hizo demasiado peligroso volar en helicópteros. Finalmente, marchar era imposible ya que la concentración más cercana de tropas argentinas se encontraba en Pradera del Ganso, a una distancia de más de 20 kilómetros.4 Antes de que los argentinos pudieran haber llegado a San Carlos, los cinco batallones británicos ya habrían ocupaban sus posiciones defensivas en las colinas.
El Brigadier Julian Thompson, comandante de la fuerza de desembarco, ordenó al Teniente Coronel Herbert “H” Jones, comandante del Batallón 2 del Regimiento de Paracaidistas británicos (2 Para), planear una incursión en contra de las posiciones argentinas en Darwin y Pradera del Ganso. Estas posiciones, ubicadas en un istmo estrecho entre Isla Soledad (East Malvinas) y Lafonia, no tenían ninguna importancia estratégica para Thompson, cuyo objetivo era la capital Stanley que los argentinos renombraron Puerto Argentino. No obstante, su brigada no estaría preparada para avanzar sobre la capital por unos días, y quería emplear el tiempo para “establecer el dominio moral y físico sobre el enemigo”, como fue ordenado por el General de División Jeremy Moore que asumió el mando de las fuerzas terrestres cuando llegó a las Malvinas dos semanas después.5 Sin embargo, cuando se dio cuenta de las pocas piezas de artillería disponibles que podían ser desplegadas con los helicópteros que contaba, se canceló la incursión. Thompson no estaba dispuesto a arriesgar un batallón al desplegarlo sin el apoyo adecuado de artillería en una acción que no era absolutamente necesaria.
El cuartel general conjunto en el Reino Unido estaba más dispuesto a tomar el riesgo, dada su preocupación con la opinión pública en Gran Bretaña acerca de la conducción de la guerra, especialmente cuando no había ninguna victoria y cuatro buques de Su Majestad hundidos. Por lo tanto, se le ordenó a Thompson desplegar el 2 Para para capturar las posiciones en Darwin y Pradera del Ganso, sin importar la disponibilidad de artillería, a fin de lograr una victoria para la población británica. Mientras que el 2 Para se movilizó al sur al istmo de Darwin, tres batallones de la brigada marcharon al este hacia Stanley, y el último batallón se quedó en San Carlos para mantener sus posiciones alrededor de la cabeza de playa.6
Cuando planeó el avance, Jones no adhirió a la máxima de Helmuth Carl von Moltke que “ningún plan de operaciones se extiende con certidumbre más allá del primer enfrentamiento con la fuerza principal del enemigo.”7 En lugar de esto, él planeó una compleja operación de seis fases que requirió estrecha coordinación de tiempo y espacio entre sus tres compañías de fusileros y la compañía de patrullas. El batallón marcharía al sur hacia Camilla Creek House, a ocho kilómetros al norte de Darwin, donde reorganizaría para el combate y descansaría antes de cruzar la línea de de partida para el ataque a medio camino entre y Darwin. El plan consistía en tener una compañía a ambos lados del istmo para avanzar hacia el sur. Las otras compañías las seguirían para proporcionar el apoyo y, dependiendo de la fase, sobrepasar para atacar sus propios objetivos. apoyo de artillería provendría de tres cañones de 105 mm, así como de los cañones del buque HMS Arrow, que estaba disponible para proporcionar el apoyo de fuego naval hasta que fuese forzado a retirarse por la luz del día al amanecer hacia la seguridad relativa de las aguas de Carlos.8
Para enfrentar el avance, el Teniente Italo Piaggi, comandante del Regimiento 12 de Infantería y de la guarnición en Pradera del Ganso, tenía una diversidad de soldados de tres regimientos de infantería diferentes, incluyendo dos compañías (Ay C) de su propio Regimiento 12; una Compañía (reducida) del Regimiento 25; y una sección de la del Regimiento 8, los cuales le proporcionaban un total de 554 efectivos entre oficiales, suboficiales y soldados, casi igual a un batallón de infantería británico (620 oficiales, suboficiales y soldados). La unidad en su conjunto fue denominada la Fuerza de Tarea Mercedes en honor a la ciudad donde el Regimiento 12 tenía su guarnición en tiempo de paz. Además del componente de infantería, Piaggi también disponía de tres cañones de 105 mm y unas piezas de artillería antiaérea. También en Pradera del Ganso se encontraban 202 integrantes de la FAA bajo el mando de un Vicecomodoro, que estaba a cargo de la Base Aérea Cóndor. Los aviones Pucará de la FAA—diseñados para las operaciones de contrainsurgencia—se habían trasladado a Stanley por razones de seguridad.9
Puesto que los británicos tenían control del aire y la zona marítima alrededor de las islas, un ataque en contra de Pradera del Ganso podría haber venido teóricamente desde el norte, por una ruta de marcha directamente de la cabeza de playa en San Carlos; desde el sur, por medio de un desembarco aerotransportado en Lafonia; o desde las playas de cualquier lado del istmo. Sin inteligencia acerca de las intenciones británicas, Piaggi tuvo que desplegar sus tropas para enfrentar una amenaza desde cualquier dirección.10 Como consecuencia, dividió sus fuerzas, un destacamento en las lomas al norte y oeste de Darwin, otro destacamento en el sur y su reserva en Pradera del Ganso. En los días previos al desembarco británico, las tropas en el norte habían establecido sus posiciones a través del istmo, desde donde pudieran efectuar el fuego en contra de tropas que se aproximaran del norte y replegarse rápidamente para enfrentar una operación anfibia. Además, colocaron campos minados y trampas explosivas frente a las posiciones preparadas para estorbar aún más el avance británico.11
Mapa tomado del libro "Asi peleamos en Malvinas"
A pesar de las extensas preparaciones defensivas, el 26 de mayo Piaggi recibió la orden de abandonar las posiciones en el norte y asumir una disposición más agresiva en anticipación de un ataque británico. Cuando el avance británico hizo contacto con la primera línea de la defensa argentina en la mañana del 28 de mayo, los británicos no encontraron una unidad atrincherada con campos minados a su frente, sino un destacamento en terreno abierto con los campos minados a lo largo de su línea de retirada. Como era de esperar, los sorprendidos conscriptos argentinos no ofrecieron mucha resistencia ante el avance británico y comenzaron a retirarse casi inmediatamente.12
El avance británico a lo largo del lado oriental del istmo forzó a los argentinos que estaban en retirada a reocupar sus posiciones preparadas, donde pudieron reagruparse y parar en progreso inicial del ataque. Mientras tanto, las tropas en el flanco derecho de los británicos encontraron una fuerte resistencia—una compañía había llegado por helicópteros desde la capital de las Malvinas para reforzar las defensas argentinas y el contraataque y paró los británicos en el lado occidental del istmo. En un esfuerzo de romper el equilibrio, Jones dirigió una carga hacia una posición argentina en su flanco izquierdo, pero fue abatido por el fuego de armas portátiles desde una trinchera. Aunque Jones murió en el enfrentamiento, proporcionó el ímpetu necesario para abrumar las posiciones cerca de Darwin. Superados por su flanco derecho por este ataque y en su flanco izquierdo por una compañía de Paras que avanzaba en la playa, y sufriendo muchas bajas y una escasez considerable de municiones, las fuerzas argentinas se retiraron hacia Pradera del Ganso.13
A medida que los argentinos se retiraban al poblado, los británicos comenzaban a rodearlo, tomando todas las posiciones alrededor de Pradera del Ganso al anochecer. Aunque parecía que no había ninguna esperanza para los soldados de la fuerza de tarea de Piaggi, en esos momentos llegaron los refuerzos del Equipo de Combate Solari, 132 oficiales, suboficiales y soldados, que habían sido transportados desde Stanley o Puerto Argentino por helicópteros y habían aterrizado al sur de Pradera del Ganso al anochecer.14 Estas tropas incrementaron un efectivo total disponible de las tropas de combate en casi un tercio y podrían haber sido empleadas eficazmente en un contraataque.
El Mayor Chris Keeble, segundo jefe del 2 Para, que asumió el mando del batallón después de se cayó Jones, opinó que no había ninguna razón para prolongar la lucha en este momento. No tenía un suficiente número de tropas ni municiones para un asalto al poblado, pero sabía que sus refuerzos y reabastecimientos estaban en camino. Los argentinos estaban rodeados y eventualmente tendrían que rendirse o morir en el combate. Keeble no quería luchar para tomar Pradera del Ganso, cuyos 114 habitantes—detenidos en la sala comunitaria—puedan sufrir las consecuencias de un bombardeo combinado aéreo y de artillería. Esto es exactamente lo que propuso Keeble en un ultimátum entregado a Piaggi. En términos específicos, el ultimátum pidió la rendición de las tropas bajo el mando de Piaggi, y la alternativa eventual en la cual sería bombardeado el poblado. pesar que la artillería y el apoyo aéreo no habían sido eficaces en el combate, tres aviones Harrier habían lanzado bombas de racimo cerca de las posiciones argentinas antes del amanecer. Piaggi y sus soldados sabían lo que pudiera lograr un ataque preciso en contra de sus posiciones. Keeble también señaló que, dado que le informó a Piaggi con antelación del bombardeo potencial, los argentinos serían los responsables por cualquier tipo de bajas bajo las reglas establecidas en los Convenios de Ginebra.15
Piaggi decidió que no había ninguna razón para continuar la lucha. Explicó los detalles de la situación a su comandante conjunto en Puerto Argentino, que autorizó, pero no ordenó la rendición. Al final, la decisión recayó sobre la responsabilidad de los oficiales en el poblado y éstos tomaron la decisión—aunque no unánimemente—para evitar aún más derramamiento de sangre.16 la mañana del 29 de mayo—irónicamente, el Día Nacional del Ejército Argentino—los soldados del y de la Fuerza Aérea de la de Tarea Mercedes se rindieron al 2 Para, terminando oficialmente la batalla de Darwin-Pradera del Ganso.17
¿Debía haber ganado Argentina?
El Ejercito Argentino tenía pocas ventajas naturales en el conflicto de las Malvinas. Sus tropas no tenían el adiestramiento ni abastecimientos que tenían los británicos. El Ejército tampoco podría contar con el fuego naval de apoyo ni el apoyo aéreo cercano. pesar de estas desventajas, no obstante, las tropas argentinas tenían cuatro aspectos donde por lo menos, podrían haber tenido alguna ventaja en Darwin y Pradera del Ganso: una igualdad numérica, la oportunidad de emplear el personal de la FAA en un rol de infantería, el contraataque y espíritu nacional.
La igualdad numérica. A principios del siglo XIX, el teórico militar prusiano Carl von Clausewitz escribió, “La defensa es la forma más fuerte de conducir la guerra.”18 La doctrina militar moderna ha intentado cuantificar esta declaración al recomendar que cuando se ataca posiciones preparadas la relación entre atacantes y defensores debe ser 3 a 1. A medida que pocas veces se logra una relación de esta magnitud, sugiere la ventaja que tenían los defensores. En Darwin-Pradera del Ganso, el 2 Para no se aproximó a esta relación de fuerzas. De hecho, el número de tropas en combate por ambos lados era casi igual. Además, fue el mismo caso con la artillería y ametralladoras, así como el apoyo aéreo cercano, aunque la escasez del último por parte de los británicos fue causada principalmente por mal tiempo. Los argentinos pudieron haber hecho más para explotar la ventaja natural de estar en una disposición defensiva. Tal vez su mayor fracaso en este respecto fue el abandono de sus posiciones preparadas para las avanzadas en los días previos de la batalla.
El empleo de sus tropas de la Fuerza Aérea como soldados de infantería. Otra forma en la cual los argentinos podrían haber explotado una ventaja defensiva hubiera sido emplear las tropas de la FAA como infantería, una opción que al parecer nunca consideraron. A pesar de no haberse entrenado como tropas de combate, el grupo de más de 200 soldados de la FAA en Pradera del Ganso sin duda podrían haber sido empleados para reforzar las posiciones defensivas en el norte, especialmente a medida que no tenían otra misión específica. Esta opción podría haber dado a los argentinos una ventaja potencialmente decisiva en contra de sus adversarios británicos en el punto del ataque.19 En lugar de habérsele dedo la oportunidad de demostrar su valor como combatientes, se los dejó en Pradera del Ganso para proteger el aeropuerto, una posición que abandonaron mientras que los británicos se acercaban, dejando de tal manera una brecha en la línea argentina que permitió la penetración de elementos de la Compañía D del 2 Para en aquella tarde. La retirada de los soldados de la Fuerza Aérea se realizó sin el conocimiento o la autorización de Piaggi.20
El contraataque. La llegada de los refuerzos en la noche del 28 de mayo proporcionó aun otra opción que podría haber cambiado la suerte de la batalla—un contraataque. Aunque la mayoría de las tropas argentinas podrían no haber estado en condiciones para continuar la lucha, las tropas de refuerzo que llegaron de la capital en la tarde de la batalla si lo estaban. Además, aunque los británicos tenían la ventaja del ímpetu, los Paras tenían frío, estaban cansados y mojados, y se les acababan sus municiones. Keeble con relación a ello dijo, “Si nos hubieran contraatacado al amanecer nos hubieran hecho replegarnos del campo de batalla porque ellos tenían ventaja en sus armas y estábamos completamente desequilibrados.”21
El espíritu nacional. Finalmente, los argentinos tenían a su favor lo que Clausewitz denominó Volksgeist, o el espíritu nacional.22 Para ellos, la recuperación de las Malvinas era un punto de honor nacional. La posesión de las islas había sido reclamada por Argentina desde su independencia de España en 1820, y los integrantes del Ejército, Armada y Fuerza Aérea que estaban presentes en 1982 habían crecido con la idea que, algún día, se recuperarían las islas en poder de Gran Bretaña (percibida como un usurpador colonial), que había ocupado las islas desde 1833. Para los argentinos, las Malvinas son parte de la Nación y, a pesar de su carencia de valor económico o estratégico, algo por lo que vale la pena luchar. Desafortunadamente, Volksgeist no era suficiente.
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