Este miércoles se recuerda el asalto japonés que precipitó la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Mientras tanto, en la bahía hawaiana, los barcos aún lloran las almas de 2.400 fallecidos. Vea el video
El 7 de diciembre de 1941, al alba, Japón despertó al "gigante dormido" estadounidense al bombardear la flota del Pacífico anclada en la base de Pearl Harbor. En dos horas, una veintena de buques de guerra fueron hundidos o dañados y 164 aviones, destruidos.
Tras denunciar "una fecha que quedará para siempre en la historia marcada como un día de infamia", el presidente Franklin Roosevelt declaró la guerra a Japón, cambiando el curso de la Segunda Guerra Mundial en un momento en que muchos de sus compatriotas esperaban todavía escapar al conflicto.
De los 2.400 estadounidenses que murieron en el ataque a Pearl Harbor, casi la mitad, exactamente 1.177, murieron en pocos segundos a bordo del Arizona,después de que una bomba hiciera estallar el depósito de municiones del navío, que ardió cerca de tres días.
Hoy los restos siguen visibles, aflorando a la superficie. Una de sus torres oxidadas emerge claramente, coronada con una bandera estadounidense. Cada día, centenares de visitantes contemplan el navío desde un memorial construido justo encima de sus restos.
"Es un gran pedazo de la historia. Es muy impresionante", comenta Gord Woodward, un turista canadiense, encima de una edificación oficialmente considerada como un cementerio militar.
Lo que no deja de impresionar a los turistas son las gotas de carburante que suben a la superficie cada 20 o 30 segundos.
"Algunos las llaman 'lágrimas negras', como si los hombres lloraran todavía en interior del navío", explica uno de los guías en el memorial.
Petróleo en todos los pisos
Antes del ataque, los tanques del Arizona estaban llenos con 5.700 toneladas de carburante, pues el buque debía estar preparado para zarpar en caso de conflicto. Una parte de los depósitos quedó destruida por la explosión, pero los de popa sólo sufrieron fisuras, explica Daniel Martinez, historiador vinculado al memorial del Arizona.
Desde entonces, el navío gotea a un ritmo de 3,5 litros por día, según el historiador, para quien "ecológicamente hablando, eso no supone un gran problema". "No sabemos la cantidad de carburante que sigue habiendo en el interior", reconoce.
Martinez, quien se ha sumergido varias veces dentro del casco, cuenta que en cada nivel flota una capa de carburante de entre 30 cm y un metro de espesor. Según él, por lo menos el Arizona se ha convertido en un arrecife de coral, que acoge a miles de especies de peces.
"Incluso dos tortugas marinas pusieron su casa en el interior", explicó a AFP.
El historiador reconoce que una marea negra podría invadir el radio del Puerto de la Perla si el barco se llegara a romper, soltando todo el carburante. "Somos perfectamente conscientes de este riesgo, pero el navío parece suficientemente sólido para prevenir una fuga masiva de petróleo", agrega.
Varios estudios establecen que la estructura metálica del barco, construido durante la Primera Guerra Mundial, puede resistir, todavía, entre 600 y 800 años más.
Fuente: AFP
El 7 de diciembre de 1941, al alba, Japón despertó al "gigante dormido" estadounidense al bombardear la flota del Pacífico anclada en la base de Pearl Harbor. En dos horas, una veintena de buques de guerra fueron hundidos o dañados y 164 aviones, destruidos.
Tras denunciar "una fecha que quedará para siempre en la historia marcada como un día de infamia", el presidente Franklin Roosevelt declaró la guerra a Japón, cambiando el curso de la Segunda Guerra Mundial en un momento en que muchos de sus compatriotas esperaban todavía escapar al conflicto.
De los 2.400 estadounidenses que murieron en el ataque a Pearl Harbor, casi la mitad, exactamente 1.177, murieron en pocos segundos a bordo del Arizona,después de que una bomba hiciera estallar el depósito de municiones del navío, que ardió cerca de tres días.
Hoy los restos siguen visibles, aflorando a la superficie. Una de sus torres oxidadas emerge claramente, coronada con una bandera estadounidense. Cada día, centenares de visitantes contemplan el navío desde un memorial construido justo encima de sus restos.
"Es un gran pedazo de la historia. Es muy impresionante", comenta Gord Woodward, un turista canadiense, encima de una edificación oficialmente considerada como un cementerio militar.
Lo que no deja de impresionar a los turistas son las gotas de carburante que suben a la superficie cada 20 o 30 segundos.
"Algunos las llaman 'lágrimas negras', como si los hombres lloraran todavía en interior del navío", explica uno de los guías en el memorial.
Petróleo en todos los pisos
Antes del ataque, los tanques del Arizona estaban llenos con 5.700 toneladas de carburante, pues el buque debía estar preparado para zarpar en caso de conflicto. Una parte de los depósitos quedó destruida por la explosión, pero los de popa sólo sufrieron fisuras, explica Daniel Martinez, historiador vinculado al memorial del Arizona.
Desde entonces, el navío gotea a un ritmo de 3,5 litros por día, según el historiador, para quien "ecológicamente hablando, eso no supone un gran problema". "No sabemos la cantidad de carburante que sigue habiendo en el interior", reconoce.
Martinez, quien se ha sumergido varias veces dentro del casco, cuenta que en cada nivel flota una capa de carburante de entre 30 cm y un metro de espesor. Según él, por lo menos el Arizona se ha convertido en un arrecife de coral, que acoge a miles de especies de peces.
"Incluso dos tortugas marinas pusieron su casa en el interior", explicó a AFP.
El historiador reconoce que una marea negra podría invadir el radio del Puerto de la Perla si el barco se llegara a romper, soltando todo el carburante. "Somos perfectamente conscientes de este riesgo, pero el navío parece suficientemente sólido para prevenir una fuga masiva de petróleo", agrega.
Varios estudios establecen que la estructura metálica del barco, construido durante la Primera Guerra Mundial, puede resistir, todavía, entre 600 y 800 años más.
Fuente: AFP