Te mando un pequeño párrafo:
Reunión en el “búnker”
A eso de las cinco y media de la mañana, simultáneamente al cese de la pertinaz llovizna, los restos de la Compañía A terminaron de reunirse en sus antiguas posiciones. El teniente primero Manresa pidió las pertinentes novedades y se dio cuenta de que sólo tenía un puñado de soldados y cuadros, que estimaba en unos cuarenta y cinco efectivos, bastante menos de la mitad de su subunidad. Algunos de ellos carecían hasta del armamento individual, que había quedado tirado en el desorganizado repliegue, y muchos, o prácticamente todos, estaban conmocionados por las acciones del combate en donde habían caído varios de sus camaradas; los que faltaban no se sabía si estaban muertos, heridos o prisioneros o, en el mejor de los casos, perdidos en la oscuridad. En consecuencia, el jefe de la compañía se encontraba conmocionado ante lo que consideraba el aniquilamiento de una gran parte de su tropa
- ¡Me hicieron mierd@! - pensaba, amargado.
Si bien los tres oficiales a su mando estaban allí (el teniente Garra, y los subtenientes Malacalza y Bracco), cada uno de ellos contaba con entre diez y quince efectivos. También permanecía en el sector, junto al Land Rover afectado a la compañía, el sargento primero Coelho, quien había llegado al sitio junto a algunos soldados de la sección de Garra.
Los oficiales deliberaron unos momentos entre sí y, tratando de reorganizarse de la mejor manera posible, comenzaron a ocupar con su gente las posiciones construidas por la sección de Bracco en la primera semana de mayo. Desde esa ubicación podrían cubrir el camino ascendente proveniente del Establecimiento Darwin y la altura que, en dirección norte, les quedaba a su derecha. Por su parte, el subteniente Malacalza le había dado a Manresa una información importante:
- Mi teniente primero, el subteniente Peluffo está en la zona de mi posición.
El oficial se refería a los pozos cavados por su fracción inmediatamente al oeste de la loma de Darwin, los cuales constituían un punto dominante sobre una importante extensión de terreno carente casi por completo de cubiertas naturales.
Cuando los pocos hombres estaban aún acomodándose en los sectores asignados y algunos heridos eran enviados rumbo al poblado, una columna proveniente del lado de Pradera del Ganso llegó al lugar. Era la sección del teniente Estévez que se dirigía al norte, cumplimentando la orden impartida por el teniente coronel Piaggi en aquella madrugada. El teniente Garra, quien se encontraba en esos momentos junto al teniente primero Manresa en el “bunker”, reconoció a su compañero de promoción y lo saludó. Por su parte, Manresa le inquirió a Estévez acerca de su misión.
- Tengo que ocupar las posiciones en donde estaba Gómez Repetto - le respondió el teniente.
- ¡Es una barbaridad que lo manden ahora! - le manifestó Manresa, refiriéndose a la oportunidad en que el oficial del Regimiento 25 había sido mandado a reforzar el sector.
Sin embargo, le facilitó dos de sus conscriptos para que lo guiaran; Estévez le agradeció el gesto y rápidamente continuó con su marcha, perdiéndose en la oscuridad seguido por sus soldados. No había pasado todavía una media hora cuando comenzó a oírse el fragor de un intenso combate a no más de mil metros, en la zona que estaba ocupando el subteniente Peluffo: numerosas explosiones de proyectiles de mortero y cientos de surcos de munición trazante se dejaban ver en medio de la oscuridad. Momentos más tarde, uno de los soldados del 12 que partiera junto a Estévez llegó corriendo para decir que la sección que había guiado, y los otros que allá se encontraban, estaban siendo destruidos por el fuego enemigo.
Durante mucho tiempo se oyó el estruendo del enfrentamiento por detrás de las lomadas de Darwin, mientras la escasa fracción remanente de la Compañía A permanecía estática en sus pozos.