Las ecuaciones de salvas. Aplicando las siguientes ecuaciones se puede predecir cuáles serían los resultados de un
combate entre dos fuerzas de superficie —en el cual intercambian salvas de misiles antibuque— en función del número de unidades en cada bando, y de los poderes ofensivo y defensivo, y la resistencia al castigo de los buques de cada una de ellas. Con estas ecuaciones también se pueden predecir los resultados de un ataque con misiles antibuque hecho por aeronaves
o submarinos contra unidades de superficie, pero no podrán calcularse con ellas los daños que recibirían los dos primeros, pues para ellos corresponden análisis diferentes. Esas ecuaciones son (77):
A = (POB – PDA) / RCA, que es el efecto de la salva de B en término de buques de A puestos fuera de combate, y
B = (POA – PDB) / RCB, que es el efecto de la salva de A en término de buques de B puestos fuera de combate.
Donde:
POA y POB son, respectivamente, el poder ofensivo de A y de B expresados en número de misiles mar-mar que son lanzados cn éxito en una salva y que harían impacto de no existir defensa alguna contra ellos.
PDA y PDB son, respectivamente, el poder defensivo de A y de B expresados en número de misiles mar-mar que cada defensor destruirá o desviará si está alertado y preparado para la acción.
RCA y RCB son, respectivamente, el número de misiles mar-mar necesarios para poner fuera de combate o destruir a un buque de A y de B.
El modelo supone que los misiles de la salva se distribuirán uniformemente entre los buques que se defienden. La distribución uniforme no es la mejor pues puede resultar en que todos los misiles sean destruidos o desviados si no es lo suficientemente “densa”, mientras que una distribución despareja, concentrada sobre una parte de la fuerza enemiga, pondrá fuera de combate o destruirá, al menos, a los blancos seleccionados. Siempre en teoría, es relativamente fácil calcular cuál debiera ser la distribución para provocar el máximo daño, pero en la práctica pareciera poco probable lograrlo, a menos que una de las partes cuente con suficientes unidades e información para aplicar las tácticas que hagan posible esa distribución.
El modelo presupone también que el poder defensivo de cada fuerza es perfecto, hasta el momento en que se ve saturado por una cantidad mayor de misiles a los que puede contrarrestar, y que la resistencia al castigo tiene una variación lineal; si dos impactos ponen a un buque fuera de combate, un impacto reduce a la mitad su capacidad de hacerlo. De las investigaciones hechas con el modelo de las ecuaciones de salvas, surgen las siguientes conclusiones:
En un intercambio de misiles mar-mar se generan circunstancias inestables. Estabilidad significa que un bando retiene la victoria a pesar de que se lo somete a diferentes situaciones de combate. La razón de la inestabilidad es evidente; pequeños cambios en el término de la derecha o el de la izquierda del numerador de las ecuaciones (el poder ofensivo o el poder defensivo), causan fuertes variaciones en el número de buques puestos fuera de combate.
La inestabilidad se agrava cuando la resistencia al castigo (el denominador de las ecuaciones) es débil; la mayoría de los buques de guerra de hasta 6.000 toneladas de desplazamiento quedarían fuera de combate con sólo uno o dos
impactos de un misil como el “Exocet”, y tres de esos misiles destruirían a uno de unas 3.000 toneladas.
La resistencia al castigo es la propiedad de diseño de un buque que menos se ve afectada por las condiciones particulares de cada batalla. Que el alistamiento, la exploración, el funcionamiento de los equipos o las tácticas hayan sido buenas o malas, afectan en mayor medida el resultado de manera más o menos impredecible.
La superioridad numérica es el atributo de fuerza que sistemáticamente se presenta como el más ventajoso, pero esta circunstancia no se verifica necesariamente cuando el número de unidades de las partes es relativamente pequeña.
Teniendo en cuenta la amenaza de superficie sobre las fuerzas navales propias adoptada como hipótesis en 5.5., se analizarán distintos casos para determinar cuáles serían las capacidades antisuperficie a desarrollar por la fuerza de combate de la Flota de Mar para enfrentarla. A tal fin se asumirán las siguientes premisas:
En todos los casos los misiles antibuque utilizados por las partes son del mismo modelo, que el 90% de los lanzamientos será exitoso, y que la probabilidad de impacto de esos lanzamientos será también del 90% de no existir defensa alguna contra ellos.
Salvadas las diferencias expresamente consideradas en cada caso, todas las demás circunstancias que pudieran condicionar
los combates serán iguales para las partes en oposición.
CONTRAALMIRANTE (R) CARLOS E. CAL
CAPITÁN DE NAVÍO (R) JUAN A. IMPERIALE
CAPITÁN DE NAVÍO (R) ALEJANDRO J. TIERNO