"Malvinas a sangre y fuego"

LUPIN

Merodeador...
Colaborador
Estimado Lupin, una pequeña aclaracion: mi espacio en el foro no fue creado por mi, sino que se debe a la generosidad y gentileza de Thunder. Un abrazo.

Estimando Nicolás, por "crear tu espacio" no me refiero a un tópico específico o lo que fuere, si no a tu lugar en el foro. A hora que lo releo, siento que pareciera a que a eso voy. Mil disculpas si se mal interpretó.

Por "espacio" me refiero a hacer tu lugar. Eduardo ha participado en el foro esporádicamente, pero no ha sabido usar la herramienta que este es. Creo que todavía no ha encontrado "su lugar" en el foro, en otras palabras, ponerse cómodo.

Voy a intentar crear un tópico donde voy a subir algunas de sus fotos y ver si las puede comentar.

Hay miles de distintas versiones de la Gesta de Malvinas, yo quiero que ZM sea un lugar donde podamos escuchar la mayor cantidad posible. No importa que se contradigan. Hay muchos foros o páginas de Facebook donde se desprecia al que opina distinto o contradice "la historia oficial". Tenemos foristas que con mucha altura y respeto han expresado que no creen en que se haya alcanzado a X objetivo o que las bajas británicas son en verdad XXX mientras que otros, con datos e investigación han tratado de demostrar lo contrario.

Acá, mientras se dirija uno con respeto y argumentos, se puede decir que "la tacher" estaba más buena que Jessica Cirio y Pampita juntas...

Abrazos y besitos según corresponda
 
Eduardo Anibal Rotondo en verdad no se nada de tu participación en Malvinas, pero es por ignorante de mi parte y desconozco los dichos que mensionas (tengo el libro y voy a leerlo), pero como soy una persona que me gusta escuchar todas las campanas, estaria bueno presentaras tu trabajo tal como te da la opción Lupin y nos ilustre.
Si defendes la causa de Malvinas tenes todo el derecho a manifestarte y más si tuvistes participación en esa campaña.
Tuve el gusto de conocer a Nicolas en turismo y de hablar muy pocas palabras, pero se a ganado mi admiración y respeto por como se expuso a los medios y se la jugo a favor de su gesta (general) a pesar de la mala palabra que significa la guerra de Malvinas para la mayoria del pueblo argentino.

Un gusto y un saludo thumbb

P.D: Disculpas por mi atrevimiento al opinar en lo que quizas no me corresponde.
 

rodrigocarra

RED OBSERVADORES DEL AIRE
Nico, no se si recuerdas que te comenté que el libro de Yofre, había cruzado la cordillera. Creo que me mencionaste algo de la editorial de "1982" y que era políticamente correcto.... Sabes si "Malvinas a Sangre y Fuego" pueda llegar por estos lados.
Un Abrazo
 
Nicolás, la Pasión ya lo tengo, excelentísimo!!!! A"A sangre y fuego" leí la primera edición que me lo prestó una tía mía, yo ahora voy por esta nueva edición ;) un saludo y gracias por mantener viva esa llama que arde en nuestro corazón que se llama Malvinas!!!!
 
Muchas gracias, Filipi, un abrazo!
De nada Nicolás! Malvinas sangre y fuego lo leí en los años 90, siendo un adolescente, y fue uno de los libros que me aumentó las ganas de saber más sobre la guerra y aumentó mi interés por la misma, pero era de una tía mía (que aún lo tiene) y por ello voy a ir por la nueva edición porque es un libro que TIENE que estar en casa.

Le mando un abrazo y mucho agradecimiento!!!

Sebastián.
 

Monchi

Colaborador
Colaborador
Gracias Nicolas y Bigua.
El libro me hace mucho mas amena la estadia en casa con la pata arriba je
Fue solamente una operacion de rodilla, pero tengo que muletear unos cuantos dias ja
Saludos!
 

Nicolas Kasanzew

Corresponsal Veterano Guerra de Malvinas
Dios aprieta, pero no ahorca. Confieso que hoy estaba extremadamente bajoneado, a raíz de una terrible decepción personal que tuve inesperadamente, que hasta me hizo pensar que me había llegado la hora de tomar distancia del mundillo de las personas que siguen el tema de Malvinas, cuando recibí la primera reseña que se ha hecho de mi nuevo libro. El autor no solo es un literato de fuste, a quien vengo leyendo con admiración desde mi adolescencia, sino también un destacado médico cardiólogo, amén de consecuente patriota. Sus palabras fueron el mejor "cricket" para mi estado de ánimo, y he decidido compartirlas aquí.

LA VERDADERA HISTORIA DE LA GUERRA DE MALVINAS
EN LA SEGUNDA EDICION DEL LIBRO DE NICOLAS KASANZEW

Hugo Esteva

“Chicos de la guerra”, “carro atmosférico”, “locura argentina”, “delirio de un borracho”… cada una de todas las desmalvinizdoras expresiones que se han vulgarizado desde 1982 queda definitivamente desvirtuada a lo largo de las páginas de la segunda edición de “Malvinas a sangre y fuego”. Una edición que, a la vez que conserva el emocionante testimonio de quien vivió la guerra en las islas, agrega la madurez del que ha sido testigo perjudicado de treinta años de ininterrumpida política destinada a sepultar la gesta. Treinta años después de la inicial, publicada en noviembre de 1982 por la Editorial Abril, aparece la segunda, esta vez a cargo del autor y considerablemente aumentada.
Bienvenida sea. En primer lugar porque con sus nombres y apellidos cuenta las múltiples acciones heroicas de nuestros oficiales, suboficiales y soldados durante la guerra; pero, además, porque reafirma la legitimidad de la lucha desestimando toda la pequeñez que desde nuestro propio país intentó desmerecerla durante y después de la guerra.
Nunca he sido presentado al autor y, mientras leía los primeros capítulos de la re-edición, pensaba que iba a tratar de ponerme en contacto con él para –más allá de sus pormenorizados relatos de las acciones bélicas- preguntarle cuáles eran sus conclusiones políticas alrededor de ellas. No fue necesario: los últimos capítulos del libro trazan el claro encuadre de quien ha sido protagonista patriota de lo que realmente sucedió. La trampa anglosajona, que incluye el preponderante papel norteamericano para provocar y sostener la guerra, y las traiciones internas surgen con absoluta precisión para confirmar lo que supimos siempre desde el llano. Una Argentina singularmente unida y triunfante hubiera sido demasiado para este Occidente que se desploma.
Con discreción y sin sombra alguna de resentimiento, Kasanzew –proscripto desde entonces-, señala a muchos de los pequeños que apostaron a la derrota. Entre ellos a Raúl Alfonsín, “padre de la democracia” como lo bautiza un cartel junto a la Ruta 2, “hijo de la rendición” como lo definimos entonces. Y el libro trae a cuento sobre él una intimidad de lo más esclarecedora: Alfonsín era el “gordito gilún” de su camada del Liceo Militar y Leopoldo Fortunato Galtieri, su verdugo. En cambio, el después superinfluyente y eternamente impune Harguindeguy, también compañero, protegía al pavote cuya afianzada condición me consta a través de anécdotas de su familia que relatan cómo, siendo adolescente en Mar del Plata, Raúl Ricardo acostumbraba instalarse en las escolleras para dedicarles largos y vibrantes discursos a las olas. Ese era el hombre al que, recuerda la obra, enseguida de la guerra las publicaciones inglesas llamaban “la más sobresaliente figura política mundial”.
Como lo hicimos entonces y como lo hizo el pueblo argentino en su conjunto, el autor discierne claramente entre el desgraciado Proceso y el apoyo a la recuperación de las Malvinas. Rescata al respecto no sólo a importantes figuras del Nacionalismo, sino a patriotas profundos como el brillante Manfred Schönfeld. Pero además, Kasanzew aclara con precisión tanto la traidora incompetencia de los altos mandos militares, como el hecho de que sólo esas traiciones nos alejaron de la posibilidad de ganar la guerra en las islas. Se trata del testimonio de quien estuvo en el frente, a metros y a segundos de los estallidos de las bombas enemigas, codo a codo con los combatientes hasta la noche previa a la rendición ya decidida a espaldas de Galtieri, cuando fue evacuado en el último vuelo fantasmagórico de un Hércules, a ras del mar. Un testimonio que no deja dudas sobre la prematura rendición del general Menéndez, confirmando la lúcida intuición de Roberto Raffaelli entonces acerca de que “ni murió ni fue guerrero”.
El cobarde general “pura” Parada en las islas, los generales, almirantes y brigadieres de escritorio en el continente, fueron tan eficaces como los pertrechos y la inteligencia norteamericanas para hundir el esfuerzo argentino. Han pasado treinta años desde la, por lo menos, culpable desidia de aquellos responsables. Permítaseme entonces confirmarla contando lo que me pasó, más allá del pudor con que lo he mantenido en la intimidad desde entonces. A raíz de haber logrado ser movilizados al Sur para la guerra con Chile que no fue, se me reunió esta vez un equipo médico calificado que ofrecimos a cada una de las tres FFAA. Me acompañaban el jefe de Cirugía Cardiovascular, el de Anestesia, la jefa de Instrumentadoras y un destacado especialista en Terapia Intensiva, todos del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires, todos voluntarios para cruzar a las islas, independientemente de nuestras muy distintas maneras políticas de pensar. Era exactamente lo que se necesitaba en el frente de combate. El Ejército ni siquiera contestó; la Marina mandó una nota de agradecimiento redactada seguramente por un amable burócrata; la Aeronáutica, en cambio, me citó una tarde en su Hospital Central, unos pocos días después de la reconquista. Nunca me he sentido tan ******* en mi vida. Me recibieron el Director –seguramente porque me conocía a raíz de nuestro mutuo interés por la Educación Médica- y un par de colaboradores: puedo asegurar que no sólo no creían que fuera a haber combates, sino que para lo único que con suficiencia decían estar preparados era para recibir a los heridos allí, en Buenos Aires. Traté de insinuar que, como después hicieron los ingleses y se había inaugurado en Vietnam, lo correcto era armar el mejor hospital de campaña lo más cerca posible de los combatientes. Un cortés silencio lleno de menosprecio fue toda la respuesta. Y nos tuvimos que quedar en casa, testigos de una más de las defecciones de los mandos responsables.
Pero, lo más importante, como en su primera edición y todavía más, “Malvinas a sangre y fuego” rescata con garra el heroísmo de oficiales, suboficiales y soldados, recreando sencillamente sus actitudes, sus diálogos, sus precisas hazañas. Demuestra, a través incluso de las afirmaciones del enemigo, que nuestros hombres jóvenes, hijos y nietos de inmigrantes como el autor, estuvieron a la altura de los españoles de la Conquista y de los criollos de la Independencia. Es un aliento de esperanza que voy a hacer conocer a todos mis nietos.
 
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