La caída de Berlín anticipó la rendición total
Tres Ejércitos soviéticos participaron en la ofensiva contra la capital y Curlandia se convierte en el último bastión
Preparados para el asalto, los soldados del Ejército Rojo, que desde sus posiciones pueden ver los edificios de la capital del Reich, están ansiosos por comenzar el ataque. Es la hora de la revancha, de vengar los padecimientos a los que había sido sometida la «Sagrada Madre Patria».
Berlín pagaría por ello….
En enero de 1945, y tras haberse detenido para reorganizarse después de los espectaculares éxitos de la Operación Bagration, el Ejército Rojo se ponía de nuevo en marcha. Desde sus cabezas de puente en el Vístula, las fuerzas soviéticas lanzaron una poderosa ofensiva, que en dos meses alcanzó la línea del Oder, última barrera defensiva natural antes de Berlín, y provocó la formación de una nueva bolsa en Prusia Oriental (con la ciudad de Königsberg aislada del resto del Reich).
En su fulgurante avance a través de Polonia, el Ejército Rojo dejó aisladas un buen número de «ciudades fortaleza» o festungs: núcleos urbanos que debían defenderse hasta el último hombre: Oppeln, Modlin, Poznan, Breslau… Muchas de ellas fueron escenario de fiera lucha hasta el fin de la guerra, otras eran rodeadas y obviadas por los soviéticos mientras se hacían con el control de Pomerania y Silesia.
El Ejército Rojo lograba establecer a finales de enero sus primeras cabezas de puente sobre el Oder. Sin embargo, detendría su avance, por orden directa de
Stalin, para preparar el asalto a Berlín. Pero los combates continuarían: los alemanes, intentando anular las cabezas de puente soviéticas, y el Ejército Rojo, eliminando las bolsas de resistencia germanas, dieron lugar a encarnizados combates, sobre todo por el control de Küstrin, vital nudo de comunicaciones sobre el río Oder y puerta de la capital.
Tres Ejércitos
A mediados de abril, tres Ejércitos se aprestaban a avanzar desde el Oder: el Segundo Frente Bielorruso de Zhúkov debía liderar la embestida principal contra Berlín, asistido al norte por el Primer Frente Bielorruso de Rokossovski y al sur por el Frente Ucraniano de Koniev. El día 15 se inició el ataque y… la tierra tembló bajo el peso del impresionante fuego de la artillería soviética. Sin embargo, el resultado del asalto inicial fue desigual.
Las tropas de Zhúkov fueron detenidas en torno a los Altos de Seelow. La hábil defensa realizada por el general Heinrici provocó un destello de esperanza en
Hitlery su estado mayor. El eje del ataque soviético gravitó entonces hacia el sur, Koniev recibió la orden de girar en dirección a Berlín y participar directamente en el asalto a la ciudad, rivalizando con Zhúkov por la gloria de conquistar el “nido de la Serpiente Fascista”. Sólo era cuestión de tiempo que el peso de la abrumadora superioridad en medios de todo tipo del Ejército Rojo decantara la balanza hacia su lado.
Revancha
Tras cuatro días de durísimos combates, en los que las fuerzas atacantes sufrieron unas pérdidas atroces, el frente quedaba roto. El 20 de abril la artillería soviética bombardeaba el centro de la ciudad; el 21 unidades avanzadas entraban en los suburbios y, entre el 25 y el 28, Berlín quedaba cercado al enlazar las fuerzas de Zhúkov y Koniev. Se iniciaba entonces una
fiera lucha, calle por calle y casa por casa, entre las ruinas de la ciudad, destruida por el metódico bombardeo de la artillería del Ejército Rojo y los aviones de la RAF y la USAAF.
Se peleaba en una lucha sin cuartel por los edificios más emblemáticos de la ciudad y del régimen nazi: el Reichstag, la Puerta de Brandenburgo, la Cancillería…, mientras la población civil —refugiada en el Zoo o en las estaciones de metro— sufría tanto la violencia de los combates como la revancha del Ejército Rojo, con su secuela de robos, asesinatos y violaciones.
Los intentos de socorro a la capital quedaban diluidos en la tremenda inferioridad de las tropas alemanas y el convencimiento de la Wehrmacht de que era mucho más útil concentrarse en intentar romper las líneas soviéticas, llevando con ellos el mayor número de refugiados posibles para rendirse a los aliados occidentales y escapar al «terror rojo». Hitler se suicidaba el día 30 y la guarnición de Berlín se rendía el 2 de mayo, anticipando en pocos días la capitulación general de Alemania.
Curlandia
En octubre de 1944, el Ejército Rojo había llegado al Báltico entre Memel (Klaipeda) y Libau (Liepaja), aislando al Grupo de Ejércitos Norte, obligado por Hitler a no replegarse, y formando la denominada «Bolsa de Curlandia», una zona todavía bajo control alemán —y de las tropas letonas anticomunistas— en Estonia y Letonia. Desde mediados de octubre de 1944 hasta marzo de 1945, los soviéticos condujeron una serie de ofensivas con vistas a eliminar al denominado Grupo de Ejércitos Curlandia, cuyas fuerzas lucharon desesperadamente, rindiéndose el día 12 de mayo, cuatro días después del fin oficial de las hostilidades. Unidades aisladas continuaron la lucha hasta finales del mes de mayo.
Los personajes
Iván Koniev. Rival de Zhúkov en la carrera por Berlín, el mariscal Koniev tenía un largo historial de batallas en la Gran Guerra Patriótica antes de significarse en la reconquista de Ucrania, tras la batalla de Kursk, y en la ofensiva del Vístula-Oder. Sus fuerzas, que componían el Primer Frente Ucraniano, fueron las primeras en romper las defensas germanas del Oder y, alentadas por Stalin, compitieron por “conquistar” Berlín, aunque tal honor recaería finalmente en el mariscal Zhúkov. Koniev entraría en Praga, la última de las grandes capitales en librarse del yugo nazi. El prestigio del mariscal se vio enturbiado por haber dirigido las fuerzas del Pacto de Varsovia que aplastaron el levantamiento anticomunista de Hungría en 1956.
Lodeyno, 28 de diciembre de 1896 - Moscú, 21 de mayo de 1973
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