En Mosul, el Estado Islámico convierte una ciudad capturada en fortaleza
En un edificio gubernamental de Mosul se reunieron varios contratistas iraquíes el mes pasado para competir por una licitación.
Era una sesión de rutina como ocurre en otras ciudades del mundo, excepto que aquí el contrato era para fortificaciones ordenadas por los nuevos gobernantes del lugar, el grupo extremista Estado Islámico.
Un miembro del grupo islamista radical tomó un mapa y explicó a los presentes cuál era el trabajo.
"Bajo el documento de licitación de Estado Islámico, se necesita cavar una trinchera de dos metros de profundidad y dos de ancho alrededor de Mosul", dijo una fuente en la ciudad cercana al proceso de licitación.
Al contratista ganador se le pagará el equivalente a 4.000 dólares por cada kilómetro de trinchera, dijo la fuente.
La licitación demuestra la determinación del grupo a defender la ciudad que capturó en junio, cuando los extremistas tomaron una extensa área de territorio desde Bagdad. Mosul, rica en historia musulmana, se ubica en el centro del califato moderno que Estado Islámico pretende establecer en grandes partes de Siria e Irak.
Entrevistas con 11 residentes de Mosul, varios de los cuales huyeron este mes, revelan cómo el grupo radical creó un estado policial lo suficientemente fuerte como para capear un gran descontento popular y reveses militares, incluyendo la muerte de líderes destacados.
Junto con la trinchera planeada, los milicianos sellaron la entrada occidental a la ciudad con gigantescos muros de cemento.
También volaron un puente que los combatientes kurdos podrían haber usado para atacar Mosul.
"Dejarán hasta la última gota de sangre defendiendo Mosul, y para ellos esta batalla podría definir su existencia. Perder Mosul significa la derrota final para el Estado Islámico en Irak", dijo un general retirado del Ejército que vive en la ciudad.
VIDA BAJO LA SHARIA
El tribunal religioso del Estado Islámico se ubica en un antiguo edificio del consejo provincial, en el centro de Mosul. Sus veredictos pueden ser implacables.
La semana pasada, el Estado Islámico en Mosul divulgó en internet su versión de la justicia: la lapidación de una mujer acusada de adulterio, dos hombres crucificados que habían sido acusados de robo a mano armada y dos hombres arrojados desde un edificio por supuestamente ser homosexuales.
Reuters entrevistó a Raheel, una mujer cristiana de 71 años, quien fue llevada ante un tribunal en otoño y obligada a convertirse al Islam.
Trasladadas desde un geriátrico en Mosul, Raheel y otras nueve personas se presentaron ante un juez con barba. Guardias armados permanecieron de pie en la habitación.
"Él dijo que el Islam era la verdadera religión y que debemos aceptarla o morir como infieles", contó la mujer después de obtener su libertad a través de un acuerdo entre el Estado Islámico y representantes de la iglesia caldea.
POLICÍA Y LADRONES
Estado Islámico dirige al menos cuatro organizaciones de seguridad en Mosul, incluyendo la policía de tráfico y una dirección impositiva que recauda ingresos de empresas e individuos.
Los grupos más temidos son un comité de seguridad de elite que realiza arrestos especiales y reúne inteligencia, y la policía moral islámica, o Hisba, que hace cumplir la interpretación de los yihadistas de la ley religiosa.
Hisba y las unidades de inteligencia también han detenido a decenas de ex oficiales, reteniéndolos para evitar una revuelta y para aprovechar su conocimiento militar.
"Los investigamos para saber por qué no se han unido al Estado Islámico", dijo un líder del grupo a Reuters vía telefónica.
El código religioso aplicado por Hisba incluye prohibiciones de fumar y de usar camisetas con leyendas en inglés.
Los negocios deben cerrar en horas de oración, las mujeres y niñas deben cubrir sus rostros y las escuelas tienen que estar segregadas.
Un padre dejó de enviar a su hija de 13 años a la escuela porque la obligaron a cubrirse el rostro.
"Me dijo 'Papá, siento que no puedo respirar'", dijo el hombre a Reuters. "Es mejor que sea libre dentro de casa que prisionera en una escuela aquí", agregó.
GANARSE LA VIDA
Los yihadistas han obligado a los empleados públicos que quedan en Mosul a trabajar en las oficinas del nuevo gobierno del Estado Islámico, que cubre servicios municipales, energía, educación, religión y salud.
Bagdad destina al menos 130 millones de dólares mensuales para pagar a los empleados del Gobierno en Mosul, ya sea que hayan permanecido en la ciudad o huido, dijo Anwar Matti Hadaya, el líder exiliado del comité de finanzas del ayuntamiento provincial de Nínive.
El dinero es recogido en Kirkuk, bajo control kurdo, por un representante departamental y llevado a Mosul.
Bagdad dice que los salarios le recordarán a la gente que el Gobierno no los olvidó. No está claro cuánto de ese dinero llega a los empleados aún en Mosul, pero esa financiación ha ayudado a mantener a flote la ciudad.
El alimento está disponible de inmediato. Carne, vegetales, pan y fruta cuestan lo mismo que antes, y algunos precios son más bajos que en Bagdad.
Sólo el precio del combustible es alto y la electricidad, suministrada vía generadores, se ha recortado a seis horas por día. Camiones cisterna brindan agua potable.
El Estado Islámico cobra impuestos a los residentes de forma diaria. Los carniceros deben pagar un impuesto de alrededor de 4 dólares por día para ingresar a los mataderos a comprar ganado y ovejas.
Los propietarios de tiendas en edificios confiscados por el grupo deben pagar ahora una renta a los milicianos.
Debido a que los ataques aéreos contra el grupo dificultan el contrabando de crudo desde Siria, han surgido decenas de refinerías caseras alrededor de Mosul.
La riqueza del grupo se extiende más allá del contrabando de petróleo y la extorsión.
El ministro iraquí de Finanzas, Hoshiyar Zebari, estima que el Estado Islámico ha saqueado 456 millones de dólares de bancos en Mosul, Tikrit y Baiji desde junio.
La mayor parte del dinero era de Mosul.
Citando informes de inteligencia, el ministro dijo que el grupo crearía su propia moneda en los próximos meses, una idea sobre la que los yihadistas han hablado desde junio.
La mayoría de los residentes de Mosul ven un futuro lúgubre.
Un abogado, que huyó este mes, decidió abandonar la ciudad con sus dos hijas pequeñas en vez de arriesgarse a vivir bajo una confrontación militar que podría avecinarse.
Se despidió de siete hermanos y sus padres. La noche antes de escapar le dijo a su padre que se iba, sabiendo que podría no volver a verlo.
"No puedo soportarlo más", dijo. "Estoy demasiado asustado", agregó.
REUTERS