Con el inicio del invierno celebramos simultáneamente el Día de la Confraternidad Antártica. Desde un punto de vista astronómico, oficialmente esta estación comienza con el Solsticio de Invierno, que en el Hemisferio Sur puede variar del 20 al 23 de junio, según el año.
Este fenómeno astronómico, en el que debido a la declinación sur del eje de la Tierra (-23° 27’) el Sol se sitúa en el punto más alejado del Polo Sur y del Ecuador, se produjo ayer, exactamente a las 18.43.
En ese momento los rayos solares rasaron el suelo en un punto situado en el Círculo Polar Antártico; al sur de este Círculo –que está a 66º 33´ 46″ de latitud Sur– toda la zona polar quedó sumida en la sombra dando lugar al día más corto seguido de la noche más larga del año. Pero eso implica también que, a partir de ahora, inicia el período de alargamiento paulatino de las horas de luz solar hasta el verano, cuando se alcance el día más largo del año.
Si bien diversas culturas del mundo reconocen al invierno como un período de renovación y renacimiento y lo celebran de diversas maneras, en el continente blanco el inicio de esta estación cobra un significado más que particular para los más de 1.000 hombres y mujeres que forman parte de las dotaciones pertenecientes a las 44 bases permanentes establecidas por 21 de los países con estatus consultivo en el Tratado Antártico, que comparten la visión del mantenimiento de la Antártida como un continente dedicado a la paz y a la ciencia. Es el día en que se convierten verdaderamente en “antárticos”.
Espíritu antártico
Nuestro país cuenta con el mayor número de bases permanentes en la Antártida: Orcadas, San Martín, Carlini, Esperanza, Marambio y Belgrano II, con una población actual que supera los 200 integrantes de las Fuerzas Armadas y científicos, quienes con su esfuerzo y dedicación contribuyen al apoyo de los derechos e intereses de la Argentina en la Antártida.
Ellos son los sucesores del Alférez de Navío José María Sobral, el primer argentino que invernó durante dos años en el continente blanco, entre febrero de 1902 hasta noviembre de 1903. Representando a la República Argentina, Sobral estuvo a cargo del Observatorio Meteorológico como integrante de la Expedición Antártica Internacional organizada por el doctor Otto Nordenskjöld, geólogo sueco y experto polar.
También seguirán la estela de aquellos argentinos que el 22 de febrero de 1904 comenzaron a habitar el continente antártico luego de que Argentina adquiriera la pequeña estación meteorológica del escocés Bruce, en la isla Laurie de Orcadas del Sur. Allí izaron por primera vez el pabellón argentino y se estableció la primera y la más antigua de las bases antárticas argentinas y del mundo, denominada en ese entonces Destacamento Naval Orcadas.
La luego convertida en base conjunta antártica Orcadas, que opera todo el año, es la que signa los 116 años de presencia permanente e ininterrumpida de Argentina en el continente blanco. Actualmente se encuentra la dotación 116° conformada por 16 personas: dos científicos de la Dirección Nacional del Antártico (DNA), nueve militares de la Armada, tres de Ejército y dos de la Fuerza Aérea que cumplen funciones para el Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Llevan 155 días de permanencia desde su arribo a bordo del rompehielos ARA “Almirante Irízar”.
Para ellos esta fecha marcará sobre todo que están “a mitad de camino” y pasarán a pertenecer a un grupo muy pequeño que permanece un año en la Antártida. Sin embargo, ese “privilegio” implica que, con la llegada del Solsticio de Invierno, las condiciones climáticas en la Antártida se volverán más extremas, lo que afectará la rutina de aquellos que se encuentran en esas lejanas y gélidas tierras.
En febrero, durante la ceremonia de la puesta en funciones del actual Jefe de Base, Capitán de Fragata Andrés Lucas Seidel, y del personal a su cargo, el entonces Comandante del Componente Naval del Comando Conjunto Antártico, Capitán de Navío Carlos María Allievi, destacó el valor que tiene la desinteresada y comprometida elección de quienes asumen el desafío de convertirse en “antárticos”. “Por delante tienen un exigente desafío que los marcará para siempre. Será una actividad que les demandará estar siempre alerta, prevenidos, pero sobre todas las cosas cuidar al camarada que está a su lado. Recuerden que lo más importante de su tarea es la presencia argentina y el trabajo científico en este continente. Su labor diaria debe estar orientada a cumplirla”.
Cuando la nieve cubre todos los espacios, desde la tierra hasta el agua, el trabajo se hace más duro en este confín del mundo; sólo se cuenta con un par de horas de luz, que deben ser aprovechadas al máximo para la realización de tareas específicas en el exterior, y el resto de la jornada es oscuridad.
Una de las actividades cruciales que el personal destinado en Orcadas debe hacer para su supervivencia es la producción de agua, que demanda una gran parte del tiempo y esfuerzo de todos los integrantes de la dotación. Cuando la laguna que se forma por deshielo al pie del cerro Mossman desaparece por el congelamiento, debido a las bajas temperaturas, la bomba de agua que se utiliza para su extracción y envío hacia la casa principal queda en desuso. Es entonces cuando comienza el proceso de producción de agua derritiendo nieve y almacenándola en tanques de servicio, tarea que se realiza tres veces por semana en promedio, y demanda la participación de todos.
“Uno piensa que cuando todo se congela se deja de trabajar, pero no es así”, aclara el Capitán de Fragata Seidel, quien agrega que las tareas de mantenimiento de la base se llevan a cabo durante todo el año. “También realizamos apoyo logístico a las tareas científicas; control de los equipos de la estación meteorológica; medición del sismólogo y supervisión de la estación de geodesia y magnetismo”, es decir, brindan apoyo logístico y cooperación en la ejecución de los programas de investigación científico-técnica del Instituto Antártico Argentino, del Servicio Meteorológico Nacional y tareas requeridas por el Servicio de Hidrografía Naval, todas enmarcadas en el Programa Antártico Argentino.
Deberán aprovechar al máximo cuando se presenten buenas condiciones en el exterior hasta que la presencia constante de nieve y el viento, que puede alcanzar ráfagas de hasta 150 km/h, impidan las tareas. En esta estación del año la Antártida alcanzará los picos de temperatura del frío extremo, en la Península Antártica se congelarán sus mares circundantes y se mantendrán temperaturas de dos dígitos bajo cero. Todas condiciones que pondrá a prueba a los antárticos, que están preparados para afrontar los desafíos.
Créditos: Gaceta Marinera Digital