Traducida por un amigo:
julio 23, 2019
LA ARMADA REAL BRITÁNICA SE HUNDE
Los "cuentaporotos" [1] hundieron a la Armada Real Británica
Autor: Walter Ellis @Waltroom
Nota original: https://reaction.life/the-bean-counters-have-sunk-the-british-navy/
Traducción: Carlos Pissolito (@carlospissolito)
Si la Royal Navy no es lo suficientemente grande como para proteger la navegación británica en el Golfo, ¿para qué nos sirve? Si Irán puede apoderarse de un petrolero británico y burlarse de nuestra impotencia, ¿por qué deberíamos creer que, después del Brexit, volveremos a rule the waves?[2]
Estas son algunas de las preguntas clave que encontrarán lugar en la ya abultada bandeja de Boris Johnson cuando, el miércoles, asuma el cargo como primer ministro y, más concretamente, como tesorero del gobierno.
¿Escuchará a los almirantes y prometerá una docena de nuevos buques de escolta (con fechas de botadura que se extenderán durante toda la próxima década o más), o ¿habiendo echado un vistazo a las cifras, recurrirá a fanfarronadas y hablará en tonos típicos de Churchill, sobre la necesidad de quedarse atrás de nuestros aliados norteamericanos?
Aquellos de ustedes que conocen la historia estarán conscientes de que fue la Royal Navy la que a lo largo de los siglos decidió, con frecuencia, el curso de los acontecimientos. La derrota de la Armada Invencible; las victorias de Nelson en Trafalgar y del Nilo; la batalla de Jutlandia; el hundimiento del Bismarck; la destrucción de la marina italiana desde el aire en Taranto; el grupo de trabajo triunfante que navegó 12.000 kilómetros para desalojar a los argentinos de su ocupación de las Malvinas [3].
Pero, también, sabrán que, robándole la frase al Duque de Wellington, la supremacía británica en el mar es, a menudo, una cuestión muy reñida. Siempre hemos necesitado hombres, dinero y barcos en cantidad suficiente para asegurar nuestra supervivencia en tiempos de crisis y son estas cosas los que hoy en día escasean.
Al estallar la guerra en 1939, la Armada contaba con 7 portaaviones, 15 acorazados, 66 cruceros, 184 destructores, 45 otros escoltas y 60 submarinos. Y otros 103 buques que estaban en construcción.
Hoy en día, la lista es de 74: dos portaaviones (aún no han entrado en servicio), dos barcos de guerra anfibia, seis destructores misilísticos, 13 fragatas (la mayoría de ellas en sus últimas días de navegación), cuatro submarinos de misiles balísticos (inútiles en cualquier conflicto menor a un Armagedón), seis submarinos de ataque y una variedad de embarcaciones especializadas, incluidos cazaminas y un rompehielos. De los que solo 33 del total podrían ser descritos como buques de combate.
No es suficiente. Como dijo, el domingo, Tobias Ellwood, cuando escribía, todavía, como funcionario parlamentario del Ministerio de Defensa, que la Royal Navy es, simplemente, demasiada pequeña para desempeñar un papel global. Todos lo dicen, pero no hay buques.
La Marina de los EEUU tiene actualmente 282 buques de combate, incluidos 11 portaaviones que funcionan con energía nuclear, literalmente, docenas de barcos de asalto y más de cien cruceros y destructores, además de una enorme flota de submarinos. Los 3.700 aviones que puede reunir constituyen la tercera fuerza aérea más grande del mundo, después de la USAF y del Ejército de los EEUU.
Nadie está sugiriendo que la Armada británica debería ser, ni remotamente comparable, a la de los Estados Unidos. La Gran Bretaña en 2019 es, básicamente, una potencia regional europea, con serios problemas de herencia. Si tuviéramos que buscar comparaciones más adecuadas, Francia, Alemania, Italia, Canadá, quizás incluso Rusia, nos vienen a la mente. Y de estos, solo Francia realmente resiste el escrutinio. El resto está descolorido (Rusia) o es insuficiente, con un puñado de barcos decentes que disfrazan el hecho de que cada una de sus flotas se ha deteriorado constantemente desde que se decidió que con la caída de la Unión Soviética, la historia había terminado.
Pero, ninguna de estas naciones, aparte de Francia, tiene la necesidad de ser una potencia marítima global. Rusia, bajo Vladimir Putin, ha comenzado a reconstruir su flota oxidada, pero está al menos a una década de presentarse como un contrapeso plausible para los Estados Unidos. Debemos tener cuidado con los chinos, inclinados a dominar el comercio mundial y con la India como el próximo candidato mayor, aunque, por ahora, está de nuestro lado.
Pero, dejando a un lado la posibilidad de un conflicto global, en el que la Gran Bretaña, independientemente del tamaño de su presupuesto de defensa, sólo desempeñaría un papel secundario como aliado de los estadounidenses, existe la deficiencia en los números que tiene la Armada en funcionamiento, simplemente para hacer su trabajo cotidiano. Esto es lo que ha quedado cruelmente expuesto por la situación en el Golfo Pérsico.
Tal como está, la Gran Bretaña tiene actualmente un barco, el HMS “Montrose”, una fragata Tipo 23 de 25 años de edad, en la estación en el estrecho de Ormuz. Un segundo barco, el destructor Tipo 45 HMS “Duncan”, que está en camino y, como se nos dice, hay una segunda fragata, la HMS “Kent”. Pero, para que no se piense que tres buques deberían ser suficientes para disuadir una nueva agresión, es probable que uno regrese a casa y que otro esté programado para mantenimiento. El “Duncan”, mientras tanto, representa más bien una apuesta. Aunque es un barco de combate formidable, uno de los más avanzados del mundo, sus motores, como los de sus cinco barcos gemelos, pueden fallar en las temperaturas a las que normalmente se encuentran en el Golfo. Imagínese la humillación, si terminara “muerto” en el agua, rodeado por los pequeños barcos enojados de la Guardia Revolucionaria Iraní.
De vuelta en Westminster, el mal trago ya se está pasando. Los ministros y otros miembros del gobierno están advirtiendo de la necesidad de "bajar la temperatura" (aunque solo sea), con la esperanza realista de que los barcos, que no están disponibles, no tengan que ser enviados. La diplomacia, dicen, es el camino a seguir, como si la diplomacia no se hubiera intentado con Irán en los últimos 25 años y como si la diplomacia hubiera sido lo más importante cuando los Royal Marinescapturaron a un petrolero iraní frente a Gibraltar con la creencia de que llevaba combustible para Siria en contravención de las sanciones de la Unión Europea.
De cara al futuro, en seis semanas, sino en seis años, se sugiere que los petroleros de propiedad occidental con destino al Estrecho de Ormuz deberán navegar en un convoy, protegido por una mezcla de buques de guerra provistos, por supuesto, por los Estados Unidos y por Francia, así como por la Gran Bretaña. Pero se dice que los armadores se resisten, argumentando que no se puede esperar que ellos den un aviso de movimiento con 12-24 horas de anticipación, lo que permitiría la formación de un convoy.
La situación es embarazosa tal como está, pero podría empeorar fácilmente. Uno de los altisonantes anuncios del gobierno conservador, desde 2016, ha sido que, después del Brexit, la Gran Bretaña será el baluarte más confiable de Europa cuando se trate de cuestiones de defensa y de seguridad. Se nos dijo que la Gran Bretaña tenía una mayor capacidad militar que cualquier potencia continental y que usaría ese poder como prueba de que, cuando llegue el momento, el Reino Unido es un aliado en el que puede confiar.
La realidad es que todas las administraciones, desde la de Margaret Thatcher, han reducido nuestras fuerzas armadas.
Nuestros dos más nuevos portaaviones, el HMS “Queen Elizabeth” y el HMS “Prince of Wales”, encargados por Tony Blair, no tienen capacidad defensiva y no pueden lanzar aviones de alerta temprana de ala fija. A pesar de que cada uno de ellos es capaz de sostener a 38 o más cazas F35b, se espera que solo una docena, más o menos, sea desplegada en ellos [4].
Los seis destructores Tipo 45, los que, originalmente, eran 12, son solo uno en el puerto, ya que el resto está esperando nuevos motores. Las decisiones finales sobre el número de fragatas Tipo 26, aún no se han tomado (supongo que serán ocho) y que las Tipos 31 de precio reducido son solo un sueño en la mente del almirante apropiado.
Mientras tanto, Canadá ha anunciado que construirá 15 variantes del Tipo 26, por su parte Francia ha ganado una orden para construir 12 nuevos submarinos para la Armada Australiana. Con sólo tres pedidos confirmados, hasta ahora, para nuevas escoltas, la Royal Navy está empezando a parecerse a una fuerza de segunda.
Para echar sal de mar en las heridas de la Armada, el HMS “Ocean”, nuestro único barco de asalto totalmente equipado, se vendió el año pasado a Brasil y, todavía, no estamos 100% seguros de que el “Prince of Wales”, así como nuestros dos buques de asalto anfibio restantes, no sufrirán la misma suerte.
Rule, Britannia! rule the waves? Yo creo que no. Salir del paso, parece ser, por lejos, lo mejor jugada para los próximos años.
Traducción y notas: Carlos Pissolito
Nota:
(1) Cuentaporoto: dícese de quien es apegado a la contabilidad de gastos sin habilidad para entender la perspectiva general de una empresa o gobierno en cuanto a la importancia o utilidad de los mismos. "Beancounter": a person, typically an accountant or bureaucrat, perceived as placing excessive emphasis on controlling expenditure and budgets. (N. de la Editora).
(2) "Rule, Britannia! rule the waves” Es una canción patriótica británica que puede traducir como que la Gran Bretaña gobierna los mares. (N.T.).
(3) Islas Malvinas, para nosotros los argentinos. (N.T.).
(4) En sentido estricto los buques mencionados no son portaaviones, sino portaaeronaves, ya que al carecer de catapultas no pueden poner en el aire a las aeronaves de reconocimiento que menciona el articulista. (N.T:).
Fuente: http://restaurarg.blogspot.com/2019/07/la-armada-real-britanica-se-hunde.html
Saludos.
Flavio.
julio 23, 2019
LA ARMADA REAL BRITÁNICA SE HUNDE
Los "cuentaporotos" [1] hundieron a la Armada Real Británica
Autor: Walter Ellis @Waltroom
Nota original: https://reaction.life/the-bean-counters-have-sunk-the-british-navy/
Traducción: Carlos Pissolito (@carlospissolito)
Si la Royal Navy no es lo suficientemente grande como para proteger la navegación británica en el Golfo, ¿para qué nos sirve? Si Irán puede apoderarse de un petrolero británico y burlarse de nuestra impotencia, ¿por qué deberíamos creer que, después del Brexit, volveremos a rule the waves?[2]
Estas son algunas de las preguntas clave que encontrarán lugar en la ya abultada bandeja de Boris Johnson cuando, el miércoles, asuma el cargo como primer ministro y, más concretamente, como tesorero del gobierno.
¿Escuchará a los almirantes y prometerá una docena de nuevos buques de escolta (con fechas de botadura que se extenderán durante toda la próxima década o más), o ¿habiendo echado un vistazo a las cifras, recurrirá a fanfarronadas y hablará en tonos típicos de Churchill, sobre la necesidad de quedarse atrás de nuestros aliados norteamericanos?
Aquellos de ustedes que conocen la historia estarán conscientes de que fue la Royal Navy la que a lo largo de los siglos decidió, con frecuencia, el curso de los acontecimientos. La derrota de la Armada Invencible; las victorias de Nelson en Trafalgar y del Nilo; la batalla de Jutlandia; el hundimiento del Bismarck; la destrucción de la marina italiana desde el aire en Taranto; el grupo de trabajo triunfante que navegó 12.000 kilómetros para desalojar a los argentinos de su ocupación de las Malvinas [3].
Pero, también, sabrán que, robándole la frase al Duque de Wellington, la supremacía británica en el mar es, a menudo, una cuestión muy reñida. Siempre hemos necesitado hombres, dinero y barcos en cantidad suficiente para asegurar nuestra supervivencia en tiempos de crisis y son estas cosas los que hoy en día escasean.
Al estallar la guerra en 1939, la Armada contaba con 7 portaaviones, 15 acorazados, 66 cruceros, 184 destructores, 45 otros escoltas y 60 submarinos. Y otros 103 buques que estaban en construcción.
Hoy en día, la lista es de 74: dos portaaviones (aún no han entrado en servicio), dos barcos de guerra anfibia, seis destructores misilísticos, 13 fragatas (la mayoría de ellas en sus últimas días de navegación), cuatro submarinos de misiles balísticos (inútiles en cualquier conflicto menor a un Armagedón), seis submarinos de ataque y una variedad de embarcaciones especializadas, incluidos cazaminas y un rompehielos. De los que solo 33 del total podrían ser descritos como buques de combate.
No es suficiente. Como dijo, el domingo, Tobias Ellwood, cuando escribía, todavía, como funcionario parlamentario del Ministerio de Defensa, que la Royal Navy es, simplemente, demasiada pequeña para desempeñar un papel global. Todos lo dicen, pero no hay buques.
La Marina de los EEUU tiene actualmente 282 buques de combate, incluidos 11 portaaviones que funcionan con energía nuclear, literalmente, docenas de barcos de asalto y más de cien cruceros y destructores, además de una enorme flota de submarinos. Los 3.700 aviones que puede reunir constituyen la tercera fuerza aérea más grande del mundo, después de la USAF y del Ejército de los EEUU.
Nadie está sugiriendo que la Armada británica debería ser, ni remotamente comparable, a la de los Estados Unidos. La Gran Bretaña en 2019 es, básicamente, una potencia regional europea, con serios problemas de herencia. Si tuviéramos que buscar comparaciones más adecuadas, Francia, Alemania, Italia, Canadá, quizás incluso Rusia, nos vienen a la mente. Y de estos, solo Francia realmente resiste el escrutinio. El resto está descolorido (Rusia) o es insuficiente, con un puñado de barcos decentes que disfrazan el hecho de que cada una de sus flotas se ha deteriorado constantemente desde que se decidió que con la caída de la Unión Soviética, la historia había terminado.
Pero, ninguna de estas naciones, aparte de Francia, tiene la necesidad de ser una potencia marítima global. Rusia, bajo Vladimir Putin, ha comenzado a reconstruir su flota oxidada, pero está al menos a una década de presentarse como un contrapeso plausible para los Estados Unidos. Debemos tener cuidado con los chinos, inclinados a dominar el comercio mundial y con la India como el próximo candidato mayor, aunque, por ahora, está de nuestro lado.
Pero, dejando a un lado la posibilidad de un conflicto global, en el que la Gran Bretaña, independientemente del tamaño de su presupuesto de defensa, sólo desempeñaría un papel secundario como aliado de los estadounidenses, existe la deficiencia en los números que tiene la Armada en funcionamiento, simplemente para hacer su trabajo cotidiano. Esto es lo que ha quedado cruelmente expuesto por la situación en el Golfo Pérsico.
Tal como está, la Gran Bretaña tiene actualmente un barco, el HMS “Montrose”, una fragata Tipo 23 de 25 años de edad, en la estación en el estrecho de Ormuz. Un segundo barco, el destructor Tipo 45 HMS “Duncan”, que está en camino y, como se nos dice, hay una segunda fragata, la HMS “Kent”. Pero, para que no se piense que tres buques deberían ser suficientes para disuadir una nueva agresión, es probable que uno regrese a casa y que otro esté programado para mantenimiento. El “Duncan”, mientras tanto, representa más bien una apuesta. Aunque es un barco de combate formidable, uno de los más avanzados del mundo, sus motores, como los de sus cinco barcos gemelos, pueden fallar en las temperaturas a las que normalmente se encuentran en el Golfo. Imagínese la humillación, si terminara “muerto” en el agua, rodeado por los pequeños barcos enojados de la Guardia Revolucionaria Iraní.
De vuelta en Westminster, el mal trago ya se está pasando. Los ministros y otros miembros del gobierno están advirtiendo de la necesidad de "bajar la temperatura" (aunque solo sea), con la esperanza realista de que los barcos, que no están disponibles, no tengan que ser enviados. La diplomacia, dicen, es el camino a seguir, como si la diplomacia no se hubiera intentado con Irán en los últimos 25 años y como si la diplomacia hubiera sido lo más importante cuando los Royal Marinescapturaron a un petrolero iraní frente a Gibraltar con la creencia de que llevaba combustible para Siria en contravención de las sanciones de la Unión Europea.
De cara al futuro, en seis semanas, sino en seis años, se sugiere que los petroleros de propiedad occidental con destino al Estrecho de Ormuz deberán navegar en un convoy, protegido por una mezcla de buques de guerra provistos, por supuesto, por los Estados Unidos y por Francia, así como por la Gran Bretaña. Pero se dice que los armadores se resisten, argumentando que no se puede esperar que ellos den un aviso de movimiento con 12-24 horas de anticipación, lo que permitiría la formación de un convoy.
La situación es embarazosa tal como está, pero podría empeorar fácilmente. Uno de los altisonantes anuncios del gobierno conservador, desde 2016, ha sido que, después del Brexit, la Gran Bretaña será el baluarte más confiable de Europa cuando se trate de cuestiones de defensa y de seguridad. Se nos dijo que la Gran Bretaña tenía una mayor capacidad militar que cualquier potencia continental y que usaría ese poder como prueba de que, cuando llegue el momento, el Reino Unido es un aliado en el que puede confiar.
La realidad es que todas las administraciones, desde la de Margaret Thatcher, han reducido nuestras fuerzas armadas.
Nuestros dos más nuevos portaaviones, el HMS “Queen Elizabeth” y el HMS “Prince of Wales”, encargados por Tony Blair, no tienen capacidad defensiva y no pueden lanzar aviones de alerta temprana de ala fija. A pesar de que cada uno de ellos es capaz de sostener a 38 o más cazas F35b, se espera que solo una docena, más o menos, sea desplegada en ellos [4].
Los seis destructores Tipo 45, los que, originalmente, eran 12, son solo uno en el puerto, ya que el resto está esperando nuevos motores. Las decisiones finales sobre el número de fragatas Tipo 26, aún no se han tomado (supongo que serán ocho) y que las Tipos 31 de precio reducido son solo un sueño en la mente del almirante apropiado.
Mientras tanto, Canadá ha anunciado que construirá 15 variantes del Tipo 26, por su parte Francia ha ganado una orden para construir 12 nuevos submarinos para la Armada Australiana. Con sólo tres pedidos confirmados, hasta ahora, para nuevas escoltas, la Royal Navy está empezando a parecerse a una fuerza de segunda.
Para echar sal de mar en las heridas de la Armada, el HMS “Ocean”, nuestro único barco de asalto totalmente equipado, se vendió el año pasado a Brasil y, todavía, no estamos 100% seguros de que el “Prince of Wales”, así como nuestros dos buques de asalto anfibio restantes, no sufrirán la misma suerte.
Rule, Britannia! rule the waves? Yo creo que no. Salir del paso, parece ser, por lejos, lo mejor jugada para los próximos años.
Traducción y notas: Carlos Pissolito
* * *Nota:
(1) Cuentaporoto: dícese de quien es apegado a la contabilidad de gastos sin habilidad para entender la perspectiva general de una empresa o gobierno en cuanto a la importancia o utilidad de los mismos. "Beancounter": a person, typically an accountant or bureaucrat, perceived as placing excessive emphasis on controlling expenditure and budgets. (N. de la Editora).
(2) "Rule, Britannia! rule the waves” Es una canción patriótica británica que puede traducir como que la Gran Bretaña gobierna los mares. (N.T.).
(3) Islas Malvinas, para nosotros los argentinos. (N.T.).
(4) En sentido estricto los buques mencionados no son portaaviones, sino portaaeronaves, ya que al carecer de catapultas no pueden poner en el aire a las aeronaves de reconocimiento que menciona el articulista. (N.T:).
Fuente: http://restaurarg.blogspot.com/2019/07/la-armada-real-britanica-se-hunde.html
Saludos.
Flavio.