Los libios hacen la revolución, y otros se quedan con la plata
Entre las noticias relacionadas con Libia, algunos medios de información en Rusia y el exterior comentan las medidas emprendida por algunos gobiernos occidentales para contener la contraofensiva del líder libio, Muamar Gadafi cuyas tropas paulatinamente recuperan el control sobre las ciudades donde días antes triunfó la revolución.
En particular, la congelación o arresto de cuentas de bancos y activos supuestamente pertenecientes a Gadafi, sus familiares o su entorno, con el objetivo debilitarlo económicamente e impedir que compre más armas para aplastar la rebelión y conservar el poder en Libia.
Aunque teóricamente, Gadafi ya no puede comprar más armas porque las sanciones impuestas recientemente por el Consejo de Seguridad de la ONU incluye un embargo total a la venta de armas al régimen líbio en momentos cuando la situación en el país árabe depende de la capacidad de combate de cada una de las partes enfrentadas.
El apoyó al régimen de sanciones contra Libia ya supuso pérdidas para Rusia por concepto del incumplimiento de contratos de venta de armas anteriormente suscritos con las autoridades libias.
Y otros países de Europa, también asumen pérdidas tras suspender cláusulas de mantenimiento, entrega de repuestos y modernización de armamento vendido al ejército de Gadafi por empresas de Italia, Alemania, Bélgica y España, entre otros.
El gobierno de Italia concedió a Gadafi licencias para exportar cazas, bombarderos por 107 millones de euros, porque el gobierno de Libia es accionista de la italiana Finmeccanica, la octava empresa productora de armas en el mundo, que cuenta con fábricas de helicópteros en el territorio libio.
En 2009, Alemania vendió a Libia armamento por 83,5 millones de euros entre vehículos todoterreno, helicópteros, radares, y armamento en capacidad de inutilizar la muy mencionada zona de exclusión aérea, como proponen algunos países europeos y los cancilleres de los países miembros de la Liga Árabe en una cumbre celebrada la semana pasada en El Cairo.
Y no obstante la seguridad de que nadie vende o venderá más armas a Gadafi, la cruzada internacional contra las reservas de divisas libias y sus activos en el exterior parece que tiene motivos diferentes.
Y no es para menos, en las actuales circunstancias, Libia es un bocado suculento y absolutamente indefenso porque cuando salga Gadafi, nadie puede demostrar con papeles en la mano quién es el dueño o responsable de 200.000 millones de dólares de reservas internacionales, al menos 430.000 millones invertidos en Europa y Estados Unidos y la novena reservas de hidrocarburos más grande del mundo.
Hasta que estalló la revolución en Libia, el administrador de esa renta era Gadafi y como ahora, el consenso mundial es que el coronel libio debe dimitir, por lógica las riquezas libias deben pasar a las nuevas autoridades.
El problema es que “esas autoridades” no existen en absoluto.
Para provecho de los codiciosos, la actual situación en Libia conduce a un callejón sin salida o a compromisos arriesgados a muy largo plazo, porque las amorfas fuerzas revolucionarias que se perfilan como representantes del pueblo libio apenas han sido reconocidas en Occidente como “interlocutores” sin ningún atributo de legitimidad.
Y mientras aparezca esa “legitimidad” que cumpla los requisitos que exige Occidente puede pasar mucho tiempo.
Mientras tanto, los gobiernos de los países civilizados preocupados de palabra, pero sin mover un dedo para detener la guerra civil en Libia comenzaron unilateralmente la repartición del pastel.
Con la precisión de francotiradores, los gobiernos volcaron todo el poder de su legislación para congelar los fondos de la Autoridad Inversora Libia (LIA, por sus siglas en inglés), fondo soberano con inversiones en sectores claves de la economía mundial.
LIA tiene acciones del banco Unicredit, del consorcio automovilístico Fiat y hasta parte del Club de Fútbol Juventus de Turín.
Precisamente LIA y no Gadafi figura como la mayor accionista de la empresa Libyan Italian Advanced Co, subsidiaria de Finmeccanica que fábrica helicópteros en plantas en Libia.
Considerado el 13º mayor fondo soberano del mundo, LIA también tiene inversiones en Inglaterra con acciones en HSBC, la mayor entidad bancaria del Reino Unido; y es el quinto accionista del grupo Pearson, propietario del diario Financial Times (FT).
El fondo libio tiene participaciones en la petrolera Royal Dutch Shell, en la banca Standard Chartered, en Vodafone y en British Petroleum, que tiene concesiones petrolíferas e inversiones superiores a los 1.000 millones de euros en Libia.
LIA también tiene inversiones importantes en EEUU más que todo en empresas como Exxon, Chevron, Pfizer, Xerox, Halliburton y Honeywell, del sector aeroespacial.
Al comenzar la campaña contra LIA, algunos expertos en Rusia comparten la opinión del presidente de Venezuela Hugo Chávez cuando afirmó que muchos gobiernos aprovechan la situación en Libia para sacar provecho a costa del capital libio invertido en el exterior mientras aparecen los nuevos dueños legítimos.
En consecuencia, Alemania, Canadá Austria y Suiza ya congelaron cuentas de Gadafi, sus familiares y entidades Libias y EEUU también congeló fondos libios por un monto de 30.000 millones de dólares.
El problema es que cada uno de esos gobiernos no explica las implicaciones de las medidas impuestas y en el mejor de los casos, afirman que se trata de la suspensión total de transacciones y el pago de dividendos.
El ministro de Economía, Rainer Brüderle, quién ordenó el bloqueo de las cuentas del Banco Central, del Libyan Foreign Bank, y LIA en Alemania garantizó que las cuentas permanecerán bajo custodia hasta que la situación Libia se aclare y el capital pueda ser puesto en manos de autoridades reconocidas por el pueblo libio.
Pero los expertos rusos afirman que la congelación de fondos más que todo impide a los actuales propietarios (Gadafi) utilizar esos fondos y que es muy difícil la transferencia a “nuevos” dueños.
Como ejemplo citan el pleito de las autoridades de Haití que desde 1989 reclaman sin éxito la devolución de las cuentas depositadas en bancos de Suiza del ex dictador Jean-Claude Duvalier, o Mobutu, ex presidente de Zaire.
A pesar de que las nuevas autoridades en Egipto ya presentaron las demandas correspondientes, las autoridades helvéticas no han congelado las cuentas del derrocado presidente Hosni Mubarak.
Técnicamente la parte ejecutora del embargo responde por el valor nominal del capital, y no de los dividendos o pérdidas que puede ocurrir durante el bloqueo de esos activos.
Queda la esperanza en que los gobiernos occidentales devolverán al pueblo libio esos fondos que para ellos significa, progreso y bienestar, que es por lo que actualmente luchan los que se levantaron en armas contra Gadafi.
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